|Capítulo 9|
Lion se acercó a Ethan para tomar el papel que él tenía. Vio que, tal como él había dicho, en el papel se encontraba una mapa... Sin embargo, su calidad era considerablemente cuestionable.
Parecía haber sido dibujado por un niño pequeño y sin mucho conocimiento acerca de la exactitud geográfica, pero eso no era todo, pues en las esquinas habían casillas (tampoco del todo exactas) que marcaban 32 vertical y 20 horizontal... ¿Qué significaban esos números? ¿Kilómetros, metros? No era como si pudieran cuantificar algo como eso en sus condiciones.
Lo más extraño del mapa era que tanto la zona en la que se hallaban así como el río estaban ahí, lo que hacía evidente que sin duda seguía cierta lógica... Aunque, ¿qué clase de lógica podía seguir un mapa que indicaba direcciones con flechas, las cuales rodeaban un área que parecía innecesario rodear?
Lion pasó una mano por su cabello, pasándole el mapa a Diana, dado que ella parecía ansiosa por verlo.
Para ese momento del día el cielo se había nublado de forma considerable, lo que provocaba que incluso sin la niebla fuera difícil ver algo en ese sitio. Lion se sentía cansado y, honestamente, solo quería tumbarse en el suelo y dormir por una buena cantidad de horas.
Pero sabía que no iba a ser tan fácil como eso.
Cuando el grupo finalmente terminó de analizar el mapa (incluyendo a Maximo, a quien le tuvieron que narrarle lo que veían), acabaron por decidir que no intentarían entender la quinta prueba hasta el día siguiente, pues para empezar ya se estaba haciendo tarde, y junto a ello la temperatura estaba descendiendo, lo que no facilitaba nada para ellos.
Ahora que tenían un encendedor, también optaron por prender una fogata, dado que eso era lo único que podría apaciguar el gélido viento que los rodeaba.
Diana y Alexia se encargaron de reunir leña, y una vez que la obtuvieron, la dejaron en el suelo, acomodando una pequeña pila y prendiendole fuego.
—Bueno, ojalá no quememos el bosque —comentó Diana, y aunque lo había dicho con aire de humor, Lion no pudo evitar concordar con ella.
Todos se sentaron en torno a la actual fogata, y por una vez Lion se sintió aliviado de aquel calor que llegaba hasta él... Realmente aquel encendedor había sido más útil de lo que se habría dignado a admitir en voz alta.
El ambiente en el grupo era agradable, y fue como si todos se sintieran más cómodos entre sí. Probablemente el que ya estuvieran por concluir su cuarto día en ese lugar tenía que ver con ello... A esas alturas, Lion no sabía qué tan terrible podía ser esa unión, pues si bien lucía inofensiva, lo que les había llevado a ella no lo era, y eso lo inquietaba.
Diana estaba conversando amigablemente con Alexia, al igual que Johana con Oliver y Maximo. Sin embargo, a Lion no le molestaba estar en silencio... Y esa paz fue interrumpida cuando notó que Ethan se levantaba de su lugar y se dejaba caer a su lado, mirándole de reojo con deje de recelo.
—Sé que estabas mintiendo —comentó él de pronto de forma directa, aunque lo hizo en un volumen de voz lo suficiente bajo como para que los demás no pudieran escucharlo.
Lion frunció el ceño, jugueteando con sus pulgares, pero enseguida se detuvo cuando comprendió que eso podía delatar su nerviosismo.
—No sé de qué hablas —murmuró sin mirar a Ethan a los ojos y manteniendo su vista fija en las pequeñas llamas de la fogata, las cuales bailaban al son del viento y se sacudían de un lado a otro de una manera que resultaba hipnotizante.
Ethan soltó un suspiro ligeramente frustrado.
—Te lo dije antes: eres un pésimo mentiroso —respondió él, viéndolo de reojo con suma seriedad—, no quise decirlo antes porque supuse que tenías una razón para mentir, pero ahora ellos no están aquí, y me gustaría saber qué estás ocultando... Sucedió algo antes de que regresaras con el conejo, ¿no es verdad?
Honestamente, a Lion comenzaba a estresarle que Ethan pudiera leerlo de forma tan sencilla. Pasó una mano por su cabello y mordió el interior de su mejilla, tratando de calmarse.
¿Debía contarle lo que había ocurrido? En el fondo sabía que no, sin embargo, debía confesar que la idea de hablarle a alguien acerca de ello le resultaba agradable.
Curvó sus labios en una mueca y miró a si alrededor de forma rápida y discreta, asegurándose de que ninguno de los otros estaban prestándoles atención.
Una vez que lo confirmó, volvió su mirada hacia Ethan, y en voz bajita dijo:
—De acuerdo, tienes razón. Algo ocurrió, pero no creo que sea buena idea contarte.
Los ojos de Ethan brillaron con cierta euforia, probablemente feliz de haber acertado en su sospecha. Sin embargo, su semblante rápidamente cambió a una expresión seria.
—¿Por qué no? —inquirió—, no le contaré a los otros si es lo que te preocupa.
—No es eso... —respondió Lion, nervioso, y luego soltó un pesado suspiro, agregando en un tono de voz apenas lo suficiente alto como para que solo ellos dos alcanzaran a escuchar—: Hablé con el hombre del walkie-talkie.
Ethan abrió sus ojos de par en par, inclinándose un poco en su dirección para evitar subir su volumen de voz.
—¿Hablas en serio? —cuestionó, y Lion asintió con la cabeza—, ¿qué fue lo que dijo?
Lion rápidamente le narró lo que había sucedido cuando se alejó de Diana en su búsqueda para encontrar al conejo, solo diciéndole lo esencial de su conversación con el misterioso hombre.
Cuando acabó su relato, Ethan se quedó en silencio, frunciendo el ceño y apretando sus labios en una fina línea recta.
—¿Así que aceptaste un trato sin siquiera saber lo que habrías que hacer a cambio? —preguntó, resumiendo básicamente los hechos—, ¿por qué eres tan idiota?
Lion se molestó al escucharlo.
—¿Y qué habrías hecho tú entonces? —cuestionó.
—Buscar una manera de regresar por mi cuenta.
—Entonces el idiota eres tú. No podía quedarme de brazos cruzados para al final perderme y hacer a todos perder esta prueba.
—Creo que tu problema es que estás tomando demasiado en serio estas pruebas.
—¿Estás diciendo que tú no lo haces?
—Oh, claro que lo hago, pero tú simplemente te vas a los extremos con todo, y te preocupas de más por cada pequeña cosa... Honestamente, ese es un defecto bastante horrible.
Lion arrugó el entrecejo, sintiéndose irritado por aquel comentario.
—Al menos intento mantener a todos juntos y a flote —soltó—, tú solo dices cosas crueles y luego te limitas a dar órdenes. Eres muy molesto.
—Y tú eres un fatal mentiroso. Estamos a mano, ¿no crees?
Lion apretó los puños, tensando la mandíbula y rechinando los dientes. Abrió la boca, dispuesto a decir algo más, no obstante, en ese preciso momento fue interrumpido por Diana, que preguntó:
—¿Ustedes también vendrían con nosotros?
—Uh, ¿qué? —respondió Lion, apartando su mirada del rostro de Ethan y observando a la niña que le veía con curiosidad y un brillo de alegría en sus pupilas.
Dado que no había estado escuchando su conversación, se sintió gravemente fuera de lugar.
—Estábamos hablando de huir cuando lleguemos al final del bosque —le explicó Johana, riéndose entre dientes.
Lion parpadeó varias veces, sin entender.
—¿Huir? —repitió, confundido—, pero no pueden huir... Eso no estaría bien.
—No sería por siempre —continuó Diana, y en su semblante se pintó un gesto pensativo—, yo llevaría a mis hermanos, y estaríamos lejos de nuestros padres y sus peleas solo por un poco... Es algo cansado estar siempre en lo mismo, ¿no lo crees?
—Yo también decidí ir con ellos —aseveró Alexia con una sonrisa a medias sobre sus labios—, estoy cansada de que mis padres no estén en casa y jamás tengan tiempo para mí... Es como si hubiera crecido sola, y nunca me gustó esa sensación de soledad, así que solo por un tiempo me gustaría sentir que tengo a alguien más con quien contar.
—Yo quiero ir porque sé que no encajo con la familia de mis tíos —comentó Johana con aire triste—, quiero dejar de sentir que no puedo tener ningún sitio para mí y dejar de pensar en mis padres... Solo quiero poder ser yo.
—Y bueno, no es como si nosotros quisiéramos o pudiéramos regresar con nuestras familias —murmuró Oliver, señalando con su cabeza hacia Maximo, cuyos ojos abiertos se encontraban fijos en el suelo con deje vacío.
Lion tragó saliva, sin alcanzar a entender de dónde había surgido este abrupto deseo de huir. Debían estar bromeando, pensó, no había manera de que hablaran en serio.
—Pero si huyen tendrían muchos problemas —insistió, siendo consciente de que no podría proteger a sus amigos si ellos decidían alejarse de él al salir del bosque—, no podrían trabajar para conseguir dinero, por lo que tampoco tendrían una casa o comida...
—Por mucho que piense que Lion es un idiota debo darle la razón —intervino Ethan con seriedad, mirando a los otros niños con lentitud—, yo tampoco deseo volver con mi padre, sin embargo, no me parece que huir sea la solución.
—Entonces, ¿qué es lo mejor? —preguntó Maximo, frunciendo el ceño—, a los adultos no les importan que existan niños con problemas en casa, y a nuestras familias les importa tanto como a ellos. ¿Qué razón existe para quedarnos? ¿Es porque somos menores de edad y solo por eso no podemos tener ni voz ni voto en nuestras condiciones de vida?
—No tienen que huir —respondió Lion, aunque no pudo evitar sonar dubitativo—, sé que no puedo prometerles esto, pero... Cuando salgamos, y sé que saldremos, me aseguraré de que todos estén bien, hablaré con mis padres y con cada persona que haga falta, pero les ayudaré a resolver sus problemas... Sé que no puedo cambiar la familia con la que nacieron, y tampoco puedo alterar la forma en que sus padres actúan, pero déjenme intentarlo. No puedo dejar que huyan... Si lo hacen se perderían muchas cosas, probablemente ni siquiera acabarían la escuela, así que, por favor, no decidan nada todavía. Huir no es su única alternativa.
Lion no tenía idea de dónde había sacado aquellas palabras, no obstante, cuando las dijo y analizó, cayó en la cuenta de que le parecían reales, y que las decía con completa sinceridad. Bajó la cabeza, apretando los labios en una fina línea recta y apretando sus puños.
El silencio prevaleció en el ambiente por unos momentos, y nadie dijo absolutamente nada.
—¿Y si no puedes hacer nada entonces nos dejarías ir? —cuestionó de pronto Maximo lentamente.
Lion vaciló, siendo consciente que era una pregunta seria... ¿En qué momento las cosas se habían convertido en esto? Honestamente, no lo entendía.
Sin embargo, aún así decidió responder.
—Sí, los dejaré marchar e incluso los ayudaré si no consigo hacer nada —murmuró.
Todo era hipotético, comprendió con sorpresa de un momento a otro. En realidad, nadie sabía cómo iba a concluir ese tormento.
Por fortuna, Ethan no volvió a discutir con él, ni tampoco mencionó su conversación a nadie más. Poco después, todos tomaron su cena, y luego se acomodaron en torno a la fogata, comenzando a caer dormidos uno tras otro.
Lion, a pesar de lo cansado que se sentía, se mantuvo despierto.
Su mirada estaba fija en el fuego que no podía dejar de observar, y sus rodillas estaban pegadas a su pecho. No estaba seguro del riesgo de permitir que el fuego siguiera encendido por tanto tiempo, aunque en el fondo no quería saberlo y solo quería dejar que el calor se quedara ahí por tanto tiempo como fuera posible.
A ese punto de aquella macabra aventura, Lion simplemente ya no sabía qué sentir o pensar. Quería creer que llegarían al final del bosque, trataba de convencerse de que al hacerlo sería capaz de ayudar a sus amigos... Intentaba decirse que todo iba a estar bien, aún si muy dentro era consciente de que no iba a ser así.
Lion se sentía frustrado, confundido y con ganas de hacer cualquier cosa para que la situación fuera más sencilla. En realidad, no entendía por completo lo que sucedía, y deseaba hacerlo. Estaba cansado mentalmente y solo ansiaba que todo acabara. Y honestamente, el hambre que lentamente se abría paso a través de su estómago tampoco ayudaba en más mínimo.
Ethan le había dicho que su defecto era preocuparse demasiado por todo... Tal vez tenía razón después de todo.
Lion alzó la cabeza y clavó su vista en el cielo, el cual ahora ya estaba oscuro y repleto de estrellas que eran ocultas por las grises nubes.
Sus ojos se sintieron pesados, y acabó por acurrucarse en el suelo, abrazándose a sí mismo y curvando sus labios en una mueca.
En esta ocasión soñó que volvía con sus padres, y que ellos permitían que sus amigos se quedaran con ellos. En su sueño, todos estaban bien y eran felices... Y por más irrealista e infantil que fuera, Lion deseó que algo como eso realmente pudiera suceder.
Lo más doloroso era saber que no podía serlo.
Se despertó más temprano de lo usual, y más allá de haberlo hecho por un presentimiento, fue porque su cuerpo percibió el cambio en la temperatura en el ambiente.
Al abrir los ojos, comprendió que la fogata se había apagado hacía poco, lo que había ocasiado que despertara. Lion parpadeó varias veces, restregando sus ojos y notando que el cielo seguía oscuro. Probablemente era de madrugada.
Estaba a punto de volver a acostarse y tratar de conciliar el sueño, sin embargo, a media acción se detuvo, pues observó que Oliver parecía estarse moviendo demasiado en su sitio.
Sintiendo una corazonada al respecto, Lion optó por ponerse de pie y caminar en su dirección.
Se arrodilló al lado de Oliver, viendo que el niño tenía el ceño fruncido y su rostro pálido como la cera... Sin embargo, cuando acercó su mano a su frente, Lion entendió que la superficie de su piel estaba ardiendo.
Él tenía fiebre.
Lion maldijo por lo bajo y sacudió el hombro de Oliver, quien se removió en sueños y tardó en despertar, y, cuando finalmente lo hizo, al principio se quedó estático, mirando con confusión a Lion.
—¿Qué...? —comenzó preguntando Oliver, pero se detuvo a media frase y, a cambio, esgrimió una mueca en sus labios y entrecerró los ojos.
—¿Dónde te duele? —preguntó Lion, ayudándole a sentarse y mirándolo con suma preocupación.
—La cabeza —murmuró él—, se siente como si diera muchas vueltas —Estornudó y luego esbozó un gesto de dolor en su rostro, pasando una mano por su cara y tensando la mandíbula.
Lion sabía que Oliver y Maximo tuvieron el riesgo de que su resfriado empeorara, pero si era sincero había tenido la esperanza de que no fuera así. A decir verdad, si esto seguía asi, no sabría qué más hacer.
Mordió su labio inferior y apartó el cabello de la frente de Oliver, tratando de pensar en una solución. Tenía el vago conocimiento de que para bajar la fiebre debía aplicar una compresa de agua fría sobre la frente del paciente, pero, la única agua fría era la del río, y no estaba seguro de qué tan buena idea era ir hasta allá.
—¿Está todo bien? —preguntó de pronto alguien, y Lion se sorprendió al ver que Alexia se había despertado.
—Uh, no —contestó levemente vacilante, señalando a Oliver con su cabeza—, tiene fiebre y se siente muy mal...
Alexia pestañeó con fuerza, poniéndose de pie y caminando en su dirección. Antes de llegar hasta ellos, se detuvo junto a Maximo, quien seguía profundamente dormido, solo para tocar su frente con el dorso de su mano. Luego de esto, se volvió hacia Lion y se sentó a su lado, mirando a Oliver con el ceño fruncido.
—Bueno, Maximo no tiene fiebre —comentó, ladeando un poco la cabeza—, eso quiere decir que Oliver es muy enfermizo.
Oliver parecía estar divagando en sus pensamientos, porque ni siquiera pareció haber oído esto. Lion, por su parte, soltó un suspiro, mirando nerviosamente hacia los demás niños para asegurarse de que ellos siguieran dormidos.
—De cualquier forma deberíamos hacer algo para ayudarlo —respondió, esgrimiendo una mueca.
Alexia asintió con la cabeza sin pensar.
—Por supuesto —dijo—, podemos usar una de las bolsas de tela y gastar una de las botellas de agua para ponerla en su frente y que le ayude a bajar la fiebre. Si no funciona tendremos que quitarle su abrigo.
Lion sabía que esa última alternativa era la menos deseada, pues estar en ese ambiente sin ningún abrigo podía resultar en una gran tortura.
Igualmente decidió hacer lo que ella había sugerido, y junto a Oliver los tres se alejaron de los demás con el propósito de evitar despertarlos por accidente.
Mientras Alexia sacaba una de las bolsas y botella de agua que había mencionado, Lion se quedó junto a Oliver, preguntándole acerca de cómo se sentía. Sin embargo, las respuestas de Oliver eran vagas y cortas, y era evidente que él se sentía bastante mal, aún si hacía ese fatal intento de ocultarlo.
—Mira, Oliver, te pondremos esto y te sentirás mejor —aseguró Alexia, haciendo que él se recostara sobre la superficie del suelo y apoyando contra su frente la pequeña bolsa de tela que ahora estaba húmeda y goteaba.
Oliver no respondió, y simplemente se quedó en un profundo silencio. Lion lo observó sin decir nada, sintiéndose culpable por no poder hacer nada más para ayudarlo a sentirse mejor.
Alexia se dejó caer en el suelo, suspirando con pesadez y apoyando las rodillas contra su pecho.
—Bueno, ahora solo queda por volver a mojar la bolsa cada cuando —dijo hacia Lion, acariciando también el cabello de Oliver en un intento por que él se sintiera un poco menos peor.
Lion debía admitir que sentía curiosidad por la forma en la que Alexia había actuado. Lo había hecho de forma tan tranquila y calmada, sin problemas y haciéndole sentir que sabía perfectamente lo que hacía. No podía ocultar que eso le resultaba bastante impresionante.
—¿Qué es lo que ves? —preguntó Alexia de pronto, aunque no con aire recriminatorio sino con curiosidad, frunciendo levemente el entrecejo.
—Nada —se apresuró a decir rápidamente Lion, carraspeando con la garganta y volviendo sus ojos hacia Oliver, quien parecía haberse quedado dormido—. Hum, es solo que me preguntaba si ya habías hecho este tipo de cosas antes...
—¿Hablas de cuidar a gente enferma?
—Bueno, sí.
Alexia se encogió de hombros.
—Mis padres son médicos —informó con gesto pensativo—, supongo que algo habré aprendido de ellos.
—¿Son médicos? —repitió Lion, un tanto sorprendido.
Un sonrojo cruzó por el rostro de Alexia.
—Así es —murmuró, entrelanzando sus propios dedos y moviendo sus manos con aire de incomodidad—, quizá ahora pienses que soy egoísta por desear que estuvieran más tiempo conmigo, después de todo, ellos salvan vidas y todo eso, ¿no?
Lion arrugó el entrecejo, negando con la cabeza.
—No creo que seas egoísta —contestó—, solo eres humana, y es algo humano estar cansado de la soledad... ¿No tienes hermanos?
—No, solo estoy yo —respondió Alexia, suspirando, mirando a su alrededor y cambiando el tema deliberadamente—. De cualquier forma, deberíamos quedarnos con Oliver... Aunque si quieres regresar a dormir yo puedo quedarme con él.
—Está bien, no creo que pueda volver a conciliar el sueño.
Alexia asintió lentamente.
—Uh... ¿Tú realmente crees que saldremo de aquí? —preguntó ella de pronto como un pensamiento repentino.
Lion no esperaba aquella interrogante, por lo que tardó unos instantes en contestar.
—Sí, realmente lo creo —murmuró, pero se encontró con que no sonaba convencido, y no hizo un intento por corregirse.
Alexia tampoco insistió por una respuesta distinta y se quedó callada.
La mañana no estuvo muy lejos, y no debió haber transcurrido demasiado tiempo para que el cielo comenzara a aclararse. Ni Alexia ni Lion compartieron palabra alguna, probablemente porque ambos estaban cansados y no tenían ganas de conversar.
Durante el transcurso de la noche, la fiebre de Oliver disminuyó (lo cual fue toda una suerte, dado que no contaban con absolutamente nada que les ayudara a actuar si hubiera sucedido lo contrario), sin embargo, el niño se mantuvo dormido sin dar indicios de que sus sueños hubieran sido alterados.
Cuando Oliver despertó, pareció sentirse bastante desorientado, pues al principio se quedó mirando a la nada, manteniéndose en un estado crepuscular y frunciendo levemente el entrecejo.
—¿Te sientes mejor? —le preguntó Alexia con preocupación, y Oliver esgrimió una mueca, pasando una mano por su rostro y suspirando con cansancio.
—No lo sé —fue lo único que respondió, y su voz se escuchó ronca, probablemente otro síntoma del resfriado.
—Iré a ver cómo se encuentra Maximo —murmuró ella, poniéndose de pie y alejándose de ellos.
Lion volvió su mirada hacia Oliver, notando que sin duda su piel estaba más pálida que de lo usual y lucía bastante abrumado.
Soltó un suspiro, apretando sus labios en una fina línea recta y percibiendo un dolor en su cabeza.
Alexia regresó a ellos con cierto alivio en su mirada.
—Maximo no parece sentirse demasiado mal —informó, y volviéndose hacia Oliver, agregó—: ¿Crees que puedas ponerte de pie y caminar?
Lion sabía por qué preguntaba: lo más seguro era que ese día tuvieran que caminar por un buen rato a juzgar por las señales en el mapa. Y si a nadie le agradaba la sola idea, probablemente Oliver debía odiarla.
—No lo sé —repitió él con frustración, apartando la mirada al suelo y soltando una serie de repetidos estornudos.
Alexia esbozó una mueca de angustia en sus labios y levantó la cabeza, fijando su mirada en Lion.
—Lo más sano sería que reposará hasta que se sintiera mejor —comentó—, pero más tarde tendremos que irnos por la quinta prueba, ¿no es verdad?
Lion asintió con la cabeza, mordiendo su labio inferior con un poco de culpabilidad.
—Me temo que sí —respondió—, aunque primero debemos descifrar lo qué significa el mapa.
Alexia no contestó, apretando sus labios con fuerza.
Al momento de que los demás despertaran, Lion nuevamente estuvo cara a cara con otra realidad: el almacenamiento de comida.
Se suponía que a lo largo de esos días únicamente habían gastado cinco latas por cada niño, lo que daba un total de 37 latas usadas, pero a eso se sumaban las otras dos que gastaron en los conejos... Por lo que solo tenían doce latas ahora, y aunque las botellas de agua no le preocupaban debido a que tenían al río cerca, de todas maneras la consternación no disminuía.
Lion no podía saber cuándo volverían a recibir comida, ni tampoco si la quinta prueba incluiría más de esas latas... El factor sorpresa y la incertidumbre eran una de las cosas que más aborrecía de esa situación.
—¿Qué haremos con la comida? —preguntó Diana con una mueca—, ¿tomamos una lata ahora o mejor nos esperamos?
—Creo que lo mejor por el momento es esperar —aportó Ethan con seriedad—, o al menos hasta que llevemos a cabo la quinta prueba.
Nadie se quejó, probablemente porque los siete eran conscientes de que todos estaban en la misma situación y nadie podía cambiarlo. Eso era realmente desgarrador, pero a su vez ya lo habían conseguido asimilar lo suficiente como para acostumbrarse un poco a ello.
—En ese caso, deberíamos llegar a la quinta prueba lo antes posible —dijo Johana, señalando con su cabeza a Oliver y Maximo, que estaban algo apartados del grupo y sin tener ánimo de acercarse a ellos—, si ambos se sienten mal tendremos que caminar más lento, así que necesitaremos más tiempo para llegar.
—Para eso primero debemos entender lo que el mapa significa —murmuró Lion—, así que por el momento descifrar ese mapa es lo más importante.
A decir verdad, jamás creyó que pronunciaría tales palabras con completa y absoluta seriedad... Qué extraña era la vida, ¿no?
.
Sí, el mapa no es precisamente lo mejor que he hecho... Pero, hey, es lo primero que pongo de multimedia más allá de lo que siempre pongo al inicio.
Honestamente, ¿cómo se figuran que terminará todo?
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