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|Capítulo 6|

Lion no pudo alcanzar a Oliver antes de que él resbalara de una roca que había tomado como punto de apoyo, y tampoco consiguió aferrarse a la cuerda cuando el niño apoyó su peso en ella.

Como consecuencia, Lion soltó la cuerda por mero instinto, y por lo tanto, Maximo no tuvo de dónde sostenerse.

¿El resultado? Dos niños cayendo al río y siendo llevados por la intensa corriente. Y para colmo, uno de ellos incapaz de ver.

Lion soltó un grito ahogado, abriendo sus ojos de par en par y mirando la cuerda que había soltado, la cual ahora flotaba sobre el agua del río. Al otro lado, Diana había chillado con horror, tratando de acercarse a la corriente, pero siendo detenida en el acto por Ethan.

Oliver y Maximo habían desaparecido junto a la corriente de agua fría, la cual borboteaba con una fuerza que parecía haber aumentado en esos últimos instantes (aunque probablemente solo lo percibía así por la tensión del momento), y no había señal de ninguno.

Comenzando a entrar en pánico y sintiendo una fatal culpa abrumarlo. Lion empezó a correr en dirección opuesta a donde se suponía que debían caminar, pues hacia allá era río abajo y, por ende, habrían sido arrastrados los dos niños.

Oyó que Diana y los demás le pedían que los esperara, sin embargo, Lion hizo total caso omiso de ellos, demasiado desesperado para poder pensar con claridad.

¿Sabía nadar? De pronto se preguntó, y se mortificó al darse cuenta de que no lo recordaba y, sí lo hacía, entonces estaba demasiado asustado para traer a su memoria la confirmación o negación de ello. Decidió que no importaba y siguió corriendo, sin dejar de mirar hacia el río en busca de cualquier señal de Maximo u Oliver.

La anchura del agua se había extendido, pues ya no se dividía en tres pequeños ríos, sino que formaba uno grande y, sin duda, más profundo.

Su corazón latía con fuerza contra su pecho y sentía como si este fuera a salir por su boca en cualquier momento. Sus pulmones ardían y la desesperación asomaba por su mirada.

Debía hallarlos, se dijo. Si algo les sucedía a uno de ellos Lion jamás se lo podría perdonar.

Se detuvo bruscamente cuando finalmente dio con uno de ellos.

Se trataba de Oliver, y su alivio aumentó cuando cayó en la cuenta de que él estaba sosteniendo a Maximo. Por fortuna, ninguno estaba inconsciente.

Ambos se hallaban en el centro del ancho río, y parecían tener serios problemas para mantenerse a flote. El agua azotaba sus rostros con violencia y se sumergían en el río por unos instantes antes de volver a patalear hacia arriba por simple instinto de supervivencia. Oliver (y por consecuente Maximo, a quien él sostenía) parecía estarse aferrando a una roca que sobresalía entre el agua, sin embargo, era claro que no podría mantenerse por mucho tiempo en esa posición.

Lion miró a su alrededor, tratando de encontrar algo que pudiera serle útil. Y por suerte lo halló.

Se trataba de una rama lo suficientemente baja en el árbol, la cual se hallaba a unos metros de distancia, lo bastante lejos para que pudiera llegar a ella y, a su vez, pudiera ayudar a Oliver y a Maximo desde ahí.

—¡Lion! —exclamó de pronto una voz a sus espaldas, o mejor dicho, dos voces.

Mirando sobre su hombro, cayó en la cuenta de que Diana y Ethan estaban corriendo en su dirección, seguramente habiendo dejado atrás a Johana y Alexia. Ethan sostenía la cuerda que habían tomado antes.

Lion no perdió el tiempo en preguntarles qué hacían ahí o cómo pensaban ayudar, sino que preguntó directamente a Diana, señalando la rama de árbol que había visto antes:

—¿Puedes subir hacia allá?

Diana pareció sorprendida por la pregunta, pero dada la angustiosa situación, no preguntó razones y asintió con la cabeza.

—Entonces sube allá —continuó diciendo Lion, y luego girándose hacia Ethan, agregó—: Tú y yo la ayudaremos a subir, y una vez arriba le daremos a Diana la cuerdas para que Maximo y Oliver puedan sostenerse y que nosotros podamos ayudarlos.

Ethan, por una vez, no rechistó, y se limitó a aceptar lo que decía.

Diana para ese momento ya había corrido hacia el árbol en cuestión con velocidad, y ahora lo estaba trepando cual ardilla. Ethan y Lion corrieron hacia ella, empujando sus talones para ayudarla a subir.

Una vez estando en la rama, Diana se deslizó con manos y pies sobre la superficie de esta, arrastrándose con una gran agilidad.

—Podemos atar uno de los tubos a la cuerda —dijo de pronto Ethan, quitándose la mochila y abriéndola con rapidez, a la vez que sacaba el objeto mencionado, que medía poco más que su antebrazo.

Enrollando la cuerda con rapidez, Lion ayudó a Ethan a atar el tubo a uno de sus extremos, pues sin duda eso facilitaría que Oliver y Maximo pudieran sostenerse de él.

Una vez teniendo esa parte del trabajo completa le lanzaron la cuerda a Diana, quien al principio no logró atraparla, y no fue hasta la tercera ocasión que finalmente la obtuvo. Cuando fue así, la niña hizo un fuerte y grande nudo en torno a la rama.

El tubo y el resto de la cuerda quedaron flotando unos centímetros encima de la corriente, que rozaba su superficie a causa de los borbotones de agua.

Lion volvió su cabeza hacia Oliver y Maximo, a la vez que gritaba:

—¡Traten de soltarse! ¡Pueden agarrarse de aquí!

Por unos instantes se preguntó si ellos le habían escuchado, sin embargo, supo que había sido así cuando Oliver pareció mirar unos segundos en su dirección antes de dirigir su mirada hacia delante y soltarse de su agarre.

Nuevamente, los niños fueron llevados por la corriente, sin embargo, Oliver pataleó con mayor desesperación para tratar de ver por encima de las gotas de agua que salpicaban contra su rostro.

Lion se sentía realmente impotente al no poder hacer algo más que quedarse a observar la escena, y maldijo por lo bajo, acercándose a la orilla y gritándole a Oliver que debía tratar de acercarse a ellos lo más posible, pues su plan sería inútil si ellos pasaban de largo.

Por fortuna, la cuerda estaba lo suficiente cerca del centro para que Oliver pudiera alcanzarla. Sin embargo, aún con todo existía una posibilidad de que no pudiera lograrlo... Y honestamente, Lion no quería pensar en lo que sucedería de ser así.

Mordió el interior de su mejilla y tragó con dificultad el nudo que afloraba en su garganta, tratando de mantener la calma y su respiración tranquila... Tenía miedo, y era algo que no podía evitar.

Su corazón casi saltó de su pecho cuando se dio cuenta de que Oliver ya estaba llegando al tubo y a la cuerda, y Lion se acercó lo más posible a la ribera del río, sabiendo que en cuanto fuera el momento tendría que hacer algo para sacar a Oliver y a Maximo de ahí.

Sus ojos se abrieron como platos cuando Oliver casi soltó a Maximo para poderse aferrar al tubo, aunque por fortuna esto no ocurrió, y solo porque Maximo sujetó al otro como si su vida dependiera de ello... Porque probablemente así era.

De cualquier forma, Oliver logró tomar el tubo con una mano, no obstante, era palpable en su mirada que el solo esfuerzo le costaba demasiado, pues la cuerda siguió de largo hasta que se detuvo gracias al nudo en el árbol, y la corriente que no se detenía tampoco ayudaba a su situación.

Diana, con sus dos piernas cruzadas alrededor de la rama, tiró de la cuerda más allá del nudo, con la intención de que Oliver y Maximo pudieran acercarse a la orilla.

—¡Tenemos que ayudarlos a salir! —exclamó Lion a Ethan, y él asintió, a la vez que los dos se acercaban todavía más a la ribera.

No obstante, todavía había alrededor de dos metros que los separaban de los niños, y no podrían alcanzarlos a menos que se metieran al río, sin embargo, esta era la opción la menos ortodoxa debido a que todo podía salir mal y simplemente podían ser llevados por el agua.

¿Qué podían hacer? La cabeza de Lion daba vueltas y la angustia inundó su pecho. Miró a su alrededor con desesperación, y se sorprendió entonces al ver que Alexia estaba acercándose  hacia ellos con Johana a su costado, lo que hizo que Lion se preguntara en qué momento habían estado corriendo en su dirección.

En cuestión de instantes, ya estaban con ellos.

Alexia traía consigo tres de las cuerdas de un metro de las mochilas, amarradas entre sí y con un lazo al final.

—¡Podemos usarlo para atraerlos hacia acá! —dijo ella, entregando la cuerda a Lion, quien se la dio a Ethan, pues en cuanto a lo físico se hablaba no contaba demasiado consigo mismo

Ethan tomó la cuerda, frunciendo el ceño y gritando hacia Oliver:

—¡Tómala y no se te ocurra soltarla!

Tras esto, lanzó la soga con una puntería un tanto cuestionable, sin embargo, dado que la cuerda flotó en el agua, Oliver pudo tomarla, poniendo el lazo en torno al brazo de Maximo.

—¡Todos tiren de la cuerda! —exclamó Lion, sujetando una parte de la misma por detrás de Ethan, y tanto Alexia como Johana le hicieron caso.

Los cuatro niños tiraron de la soga con tanta fuerza como pudieron reunir una vez que Oliver soltó a Maximo (pues era claro que no habrían podido con el peso de ambos a la vez). Lion usó tanta energía como le fue posible, y una vez que lograron acercar a Maximo a la ribera, Ethan soltó su agarre y corrió hacia él, tomándolo del cuello de su abrigo mojado y jalándolo hacia la superficie.

Maximo parecía haber quedado inconsciente, pues no hizo ningún esfuerzo por ponerse de pie y se quedó sobre el suelo, con sus pies a unos centímetros del río y su respiración apenas siendo perceptible en su pecho y espalda.

Ethan no perdió el tiempo y le quitó la cuerda enredada en su brazo, volviendo a hacer el mismo procedimiento de antes, pero ahora con Oliver.

Por fortuna, esta vez fue más sencillo, dado que Oliver, a diferencia de Maximo, trató de nadar hacia ellos, lo que hizo más sencillo que tiraran de él.

Solo una vez que Oliver estuvo con ellos en el suelo, Lion se permitió soltar un profundo suspiro, y luego procedió a examinar a los dos niños que habían sacado del río.

Oliver parecía haberse golpeado en la cabeza con una roca, dado que tenía un corte que sangraba en su frente, su piel estaba pálida como la cera y sus pupilas dilatadas de terror.

—¡¿Están bien?! —preguntó Diana cuando bajó del árbol, arrojando la cuerda que habían usado antes al suelo y arrodillándose junto a Maximo y Oliver, que estaban uno al lado del otro.

Alexia, que estaba también junto a Maximo, estaba girando su cuerpo y golpeando con suavidad su espalda. Oliver, por su parte, miró a Diana, restregando sus ojos y comenzando a temblar.

—Hace mucho frío... —se quejó, frunciendo el ceño, frotando sus brazos con fuerza y encogiéndose en su lugar.

Lion soltó un suspiro.

Honestamente, no podía sentirse peor en esa situación.

Al final, terminaron alejándose del río lo más posible, con un Maximo despierto a medias y un Oliver que parecía estar al borde del llanto. Ahora el grupo estaba escondido entre los árboles, sabiendo que no podrían continuar con su caminata con los dos niños en ese estado.

Les habían quitado sus abrigos y colocado la manta que estaba en una de las mochilas. Lo más ortodoxo habría sido quitarles su ropa que estaba de lo más empapada, pero esto no era posible, dado que el frío seguía siendo perceptible en el ambiente y no tenían ningún cambio de ropa.

En resumen, no tuvieron de otra más que aguantarse con lo que tenían.

Para ese momento el día ya había avanzado, y todos sabían que no faltaba demasiado para la hora límite (que era el mediodía), sin embargo, incluso si eran conscientes de que debían seguir adelante para pasar la prueba que tenían vigente, no podían moverse de ahí hasta que Oliver y Maximo se recuperaran, o de otra forma, no harían más que tener problemas, e incluso si intentaran avanzar, no podrían cruzar el río de nuevo en esas condiciones.

Sin embargo, todo esto cayó como un balde de agua fría sobre las cabezas de todos cuando de pronto el walkie-talkie se encendió, haciendo que se sobresaltaran con la voz que dijo:

El límite para la tercera prueba ha terminado. No podrán recuperar lo que han perdido.

Alexia, que había mantenido junto a ella el walkie-talkie, soltó un respingo de indignación y sorpresa. Presionó el botón de habla y exclamó:

—¡Oliver y Maximo casi mueren! ¿Cómo te atreves a decirnos todavía que no hemos superado la prueba? ¡Es absurdo!

Los hechos son los hechos —respondió tranquilamente el hombre al otro lado de la línea.

Lion percibió un escalofrío recorrer su espina dorsal al escucharlo. Tensó la mandíbula y apretó los dientes con furia. ¿Realmente su secuestrador planeaba dejarlos morir si sucedía un accidente como en el río? En cierto modo, el pensamiento no lo asombraba del todo, pero aún así se sentía mortificado.

De verdad Oliver y Maximo estuvieron cerca del borde de la muerte, ¿verdad? Todo eso no era ninguna broma, y estaban en constante peligro real… ¿No se suponía que ya lo sabía? ¿Por qué parecía entonces que la reciente situación le había dado una gran revelación en lo que pensar?

Alexia gritó por un rato más al hombre del walkie-talkie, pero cuando finalmente entendió que él ya no tenía planeado responderles, se rindió, cruzándose de brazos con frustración y frunciendo el ceño a más no poder.

—Lo siento —murmuró Oliver de pronto, rompiendo el tenso silencio que se había formado entre ellos y parpadeando varias veces, hundiéndose un poco en la manta que compartía con Maximo—, es mi culpa que no hayamos podido llegar a completar la prueba.

—¿Eh? ¿Hablas en serio? —soltó Maximo casi al instante, repentinamente muy enojado—, ¿es que acaso eres idiota de nacimiento o solo te caiste de la cuna cuando eras bebé?

El grupo le miró con sorpresa y confusión por la abrupta furia que era palpable en su tono de voz.

—¿Q-qué? —balbuceó Oliver, sin entender.

Maximo suspiró con exasperación.

—El que creas que esto es culpa tuya es lo más tonto que alguien ha dicho en su vida —explicó, apretando sus labios en una fina línea recta con suma seriedad—, el único que tiene la culpa aquí fue el psicópata que nos puso en este sitio.

—Bueno, sí, pero si me hubiera fijado mejor entonces no habríamos caído al río —murmuró Oliver, un tanto intimidado por la agresividad con la que hablaba Maximo.

—Y si yo no hubiera nacido ciego entonces no hubiera necesitado que me ayudaras y tampoco hubiéramos caído al río. Por lo que también sería mi culpa, ¿no crees?

—¡Pero no digas eso! No hay forma de que tengas la culpa de algo así…

—Exacto, tonto, tú tampoco tienes razones para sentirte culpable de un accidente como este. Simplemente sucedió, fue horrible y ya está, no hay nada que hacer para cambiar el pasado. Además, sin tu ayuda probablemente estaría muerto, así que me molesta que creas que tienes la culpa de algo.

Oliver no respondió, desviando su mirada al suelo y luciendo abrumado por sus palabras.

Diana, que estaba a uno de sus lados, apoyó su mano en su hombro, sonriendo a medias.

—Extrañamente estoy de acuerdo con Maximo —comentó con calidez—, no tienes la culpa de nada, ¿de acuerdo? Somos un equipo, así que estaremos para ayudarnos en este tipo de cosas.

—Yo… Supongo que sí —contestó Oliver a duras penas, y un par de lágrimas se acumularon al borde de sus ojos—, es solo que me siento muy mal por esto, aunque no solo por la del río, sino también por todo lo demás.

—No deberías sentirte mal —intervino Lion, que hasta ese momento no había hecho otra cosa más que escuchar la conversación en silencio—, prometí que volveríamos a casa, y pienso mantener mi palabra

Pese a eso, Oliver negó con la cabeza, y las lágrimas se hicieron más visibles en su rostro.

—No es eso —respondió—, sino que en realidad no quiero quedarme aquí, pero tampoco quiero ir a casa.

—¿Por qué lo dices? —inquirió Johana con sorpresa y cierta delicadeza.

—No me gusta mi hogar —La voz de Oliver pareció quebrarse, sin embargo, siguió hablando—, nada ahí se siente bien… Honestamente, mi madre es una mala persona, y no quiero volver con ella…

Las palabras del niño pronto se interrumpieron para dar paso a profundos sollozos que por durante unos momentos fueron lo único que se oyó en el lugar.

Lion no sabía qué decir, y miró al resto de los niños, quienes dieron la apariencia de sentirse incómodos y tensos.

—Eso puedo entenderlo —murmuró Ethan, con sus ojos fijos en la tierra a sus pies—, mi papá tampoco es la mejor persona del mundo… A decir verdad, me asusta demasiado.

—Mis padres tampoco son agradables —gruñó Maximo con cierto desagrado y rencor—, antes ni siquiera me permitían salir de casa porque a los idiotas les avergonzaba que su primogénito fuera ciego.

—Bueno, si de padres horribles se habla entonces gano yo —comentó Johana—, los míos me abandonaron tan pronto como supieron que iba a nacer.

—¿Sí? Pues mi padre siempre me castigaba y me encerraba en una habitación cuando lloraba lo más mínimo, ¿puedes creerlo? —contestó Ethan, arqueando una ceja.

—Pues mis padres ni siquiera se molestaron en visitarme ni una sola vez aún si solo vivía con la hermana de mi padre.

—Por favor, ¿realmente acaban de convertir una lista de tragedias y traumas en una competencia? —interrumpió Alexia repentinamente, mirando a Ethan y a Johana como si ambos de pronto les hubiera crecido una tercera cabeza. Luego, soltó un suspiro, masajeando su sien y agregando—: Yo pensaba que mis padres eran malos, pero se quedan cortos con lo que acaban de contar.

Lo más escalofriante era que a simple vista ni Ethan ni Johana le daban la importancia que se merecía a sus casos, y se limitaron a encogerse de hombros

—Supongo que esta droga del olvido que aún no se pasa ha ayudado un poco a poder superar esto —comentó Ethan con deje de indiferencia.

Oliver, que había dejado de llorar para escuchar la conversación, pestañeó con fuerza.

—No sabía que ustedes también tenían problemas con sus padres —dijo en voz bajita a nadie, mirando de reojo al suelo.

—¿Y no les parece bastante extraño? —inquirió de pronto Lion, apenas si hallando coraje suficiente para hablar después de lo que ellos habían contado, amasando la tierra en el suelo con aire de incomodidad al percibir que ahora era el centro de atención de los demás—, quiero decir, ¿cuál es la probabilidad de algo así?

—¿Tú también tienes malos padres? —preguntó Diana con rastro de curiosidad en su tono de voz.

Lion negó con la cabeza, pero no explicó más allá, dado que le resultaba inapropiado hablar del porqué sus padres eran tan buenos con él (o al menos hasta donde alcanzaba a recordar) en un momento donde los demás habían compartido lo terribles que eran sus progenitores, así que en cambio, preguntó a Diana:

—¿Y tú?

Ella frunció el ceño, jugueteando con sus pulgares con aire de nerviosismo.

—No del todo —contestó—, ellos no son malos, pero debo confesar que sus peleas han sido bastante crueles.

No agregó algo más, y Lion supuso que le resultaba incómodo hablar de eso. Soltó un suspiro, apoyando sus manos en la tierra a sus espaldas y mirando hacia el cielo, que ya se estaba tiñendo de un color oscuro.

—De cualquier forma —murmuró—, creo que es un poco raro que la mayoría aquí tenga ese tipo de problemas, me parece demasiado para que sea una simple casualidad.

—¿Y cuál es tu teoría? —preguntó Ethan, alzando ambas cejas—, ¿que el psicópata que nos secuestró revisó nuestros registros antes de traernos aquí?

—Quizá… —dijo Lion con deje pensativo, y de pronto recordó lo que había respondido el hombre del walkie-talkie cuando Alexia le cuestionó por qué estaban ahí: "La razón son ustedes". ¿Qué había querido decir con eso?—. No lo sé, tal vez pueda resolverlo cuando sepa más cosas.

Ethan frunció el ceño, aunque no agregó nada más, dejando que el silencio nuevamente los llenara.

Después de eso, comieron y gastaron otra de las latas de las mochilas, aún si en realidad ninguno se sintió satisfecho con ello. Lion no estaba seguro de qué pensar con haber descubierto que los niños en ese grupo realmente no tenían un deseo en particular por regresar, porque ellos sabían que nada bueno les esperaba.

La idea le parecía desgarradora y simplemente horrible, sin embargo, ¿acaso podía hacer algo al respecto? No lo creía… ¿Qué harían una vez que salieran de ese bosque y se reencontraran con sus familias? Lion sabía que estaría bien, pero, ¿qué había con los otros? No era como si pudiera protegerlos de las situaciones familiares que acechaban sus vidas, en especial tratándose de casos delicados que no cualquiera sabría manejar.

Lion se frustró al pensar en esto, y de pronto estar perdido en un bosque ya no le pareció tan malo, no cuando ahora era consciente de que sus amigos seguirían sufriendo incluso luego de haber salido de ese lugar… Si es que salían, claro.

Esperen, ¿Lion había llamado a aquellos niños a su alrededor "amigos" en su mente? Parpadeó con sorpresa al darse cuenta de que realmente lo había hecho. Volvió su mirada hacia el grupo, que lucía cansado y exhausto, y antes de que pudiera contenerse, entonces su boca se abrió y emitió la pregunta:

—¿Nosotros somos amigos?

Si era honesto, no había planeado cuestionar tal cosa, pero tal parecía que su propia boca lo había traicionado, y ya no había marcha atrás una vez que todos le habían oído.

Por unos momentos los demás le vieron un tanto confundidos, como pensando en lo que había dicho.

—Yo no creo que lo seamos —masculló Ethan, arrugando el entrecejo—, solo tuvimos la casualidad de coincidir en una situación como esta.

—Solo estás siendo una ardilla malhumorada —respondió Diana, y con una sonrisa agregó hacia Lion—: Yo sí creo que somos amigos, ¿cómo podríamos no serlo después de llevamos en este bosque juntos ya como tres días?

—Dudo que eso sea lo que define una amistad.

—Oh, tú también eres mi amigo por si te preguntabas, ¡no tienes que ponerte celoso! Todos aquí somos amigos.

Ethan bufó, rodando los ojos.

—¿Han oído hablar del efecto del puente? —inquirió Maximo, y al no recibir respuesta, él explicó—: Se trata de un efecto que dice que si varias personas cruzan un puente muy peligroso podrían acabar llevándose bien, porque el cerebro llega a confundir las emociones de miedo y adrenalina, ¿saben? Podrías estar sucediendo algo como eso con nosotros.

—Pues sea un efecto raro o no estoy de acuerdo con Diana —respondió Oliver un tanto tímido—, no sé a quiénes más podría llamar amigos que a ustedes.

—Vaya, eso es realmente triste —se burló Ethan.

—En lo personal yo no recuerdo tener muchos amigos —comentó Alexia, con una sonrisa a medias—, se siente bien tenerlos a ustedes.

Al parecer eso era todo, realmente eran amigos, pensó Lion, con una sensación de alegría recorriendo su cuerpo al escuchar que los demás (incluyendo a Ethan y Maximo) finalmente estuvieron de acuerdo con esto.

Lion tampoco llegó a tener amigos, o al menos así le decían sus difusas memorias, sin embargo, igual la palabra le resultaba fascinante… "Amigos".

Sí. Él realmente tenía amigos y ni siquiera ese bosque podía quitarle algo como eso.

...

Por si se preguntan, no profundicé a propósito en la forma de vivir de los niños, principalmente porque aún no me parecía momento de revelar los backstorys que tanto me costó armar :)

De cualquier forma, ¡la negligencia y el abuso infantil es malo y todos los niños deberían tener infancias felices y saludables!

Parece lógico, pero es bastante deprimente que en realidad no todos lo sepan, a decir verdad, hice en parte esta historia como una concientización sobre casos de este tipo que tristemente son más communes de lo que uno pensaría.

Sí, eso es todo.

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