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|Capítulo 4|

Mientras los demás se quedaban en silencio a falta de una respuesta para Johana, Lion se armó de valor para hablar, diciendo finalmente:

—Mi nombre completo es Lionel Lawson, no recuerdo mucho sobre cómo era antes mi vida con exactitud, pero sí recuerdo que me gustaba leer historias de misterio y suspenso, porque me parecía genial resolver el misterio principal antes que los protagonistas. Tengo doce años, aunque en unos meses cumpliré trece, y no tengo hermanos.

Johana le miró, confundida.

—¿Qué?

—Dijiste que ni siquiera nos conocíamos —explicó Lion con calma—, y tienes razón, así que creo que si hablamos de nosotros podremos entendernos mejor... Los siete estamos en la misma situación y lo seguiremos estando por varios días, ¿no? Creo que si confiamos más en nosotros esto no será tan difícil.

"Difícil" parecía una palabra demasiado suave para describir aquella situación, sin embargo, querer agregar algo más solo serviría para alertarlos... Y eso era lo que menos deseaba hacer Lion.

Johana pensó en sus palabras, frunciendo el ceño y desviando su mirada al suelo. Sin embargo, no dijo nada, quedándose en un silencio que le resultó incómodo a los demás.

En eso, Diana decidió hablar, sonriendo con calidez y diciendo:

—Mi nombre entero es Diana Álvarez, tengo nueve años, me gusta mucho hacer deporte, aunque ahora mismo no recuerdo qué deportes practicaba, tengo dos hermanos menores que son mellizos, me gusta hacer sonreír a otras personas, ¡y mi comida favorita es el helado de vainilla!

Johana relajó su semblante, y una sonrisa casi imperceptible se pintó en sus labios.

Lion miró a Diana, agradecido de que ella hubiera decidido seguir su ejemplo, y a cambio la niña le sonrió con alegría.

—Bueno, ya que estamos dando más datos de nuestras vidas me gustaría hacer lo mismo —murmuró Oliver, jugueteando con sus pulgares en leve ademán nervioso y agregando casi enseguida—: Me llamo Oliver Hught, también tengo nueve años, no me gusta tomar decisiones ni los truenos, tenía un hermano mayor pero él huyó de casa hace algunos años... Y creo que me gusta un poco saber de historia.

Fue todo lo que Oliver dijo, antes de encogerse un poco y dar unos pasos atrás con cierta inseguridad. En cambio, Alexia dio uno al frente, diciendo:

—Me llamo Alexia Esparza, tengo once años, sé hacer muchas cosas por todo lo que me enseñaron mis padres, como cocinar e inglés... Hum, me gusta  dibujar y salir de viaje, no tengo hermanos y odio las matemáticas.

—¿Realmente estamos haciendo esto? —preguntó Maximo, frunciendo el ceño

—Oh, vamos, no te matará contarnos sobre ti —le instó Diana con una sonrisa sincera.

—Eso le dijo la mafia a unos policías encubiertos y no quieres saber cómo acabaron.

—¿Eh?

Maximo suspiró.

—Bien... Mi nombre completo es Maximo Giddalthi, odio el apodo de "Max", tengo diez años... y sé que lo están preguntando, así que sí, soy ciego de nacimiento, pero detesto que crean que necesito ayuda extra solo por eso, y sí, creo que eso es todo.

Se quedó callado, rascando la tierra a sus pies con la vara que Johana le había dado en un inicio el día anterior.

—¿Y qué seas ciego tiene que ver con que nunca abras los ojos? —inquirió Diana con curiosidad.

—No, solo no me gusta hacerlo, de igual manera no veo nada —contestó Maximo, encogiéndose de hombros con una indiferencia que Lion no supo si era falsa o no.

Diana pareció querer preguntarle algo más, pero al final no lo hizo, apretando sus labios en una fina línea recta y volviendo su mirada a Ethan.

—No has hablado —dijo.

Ethan frunció el ceño, sin embargo, unos instantes más tarde cedió a hablar, quizá sin tener ánimos de querer discutir con Diana.

—Uh, me llamo Ethan Robles —contestó, rascando el dorso de su mano con cierta incomodidad—, también tengo diez años, no tengo hermanos y odio la historia.

Y eso fue todo lo que dijo, dejando en claro que no planeaba agregar otra cosa.

Lion decidió no insistir y, en su lugar, volvió su vista hacia Johana, que se había distraído un poco de su dolor al escuchar con atención lo que decían los demás.

—¿Ves? —le preguntó él con cuidado, poniéndose de cuclillas para verla mejor—, ya nos conocemos un poco mejor, ¿no crees? Todos somos niños y ninguno recuerda mucho de sus pasados... Sé que eso es aterrador, pero podemos aprender a confiar entre nosotros.

Johana examinó su rostro en silencio, arrugando el entrecejo y jugueteando con sus pulgares con ligera ansiedad. Mordió su labio inferior y finalmente dijo:

—Yo me llamo Johana Duarez, tengo once años, soy huérfana y vivía con mis tíos y primos... No tengo un pasatiempo preferido, y tampoco tengo hermanos.

Lion tensó su mandíbula, pues la palabra "huérfana" había caído en su pecho como una pequeña bola de metal... Honestamente, se sentía fatal ante la simple idea de que hubiera alguien que había crecido sin sus padres.

Sin embargo, sabía que mencionar esto en voz alta resultaría inapropiado e incluso incómodo, por lo que no lo hizo.

—Así que, Johana, ¿crees que nos darías la oportunidad de quedarte con nosotros? —preguntó hacia ella de nuevo, ladeando un poco la cabeza—, si estamos juntos saldremos más rápido de este bosque, y una vez que nos vayamos todo estará mejor.

Las lágrimas asomaron de nuevo por la comisura de los ojos de Johana, haciendo resplandecer sus pupilas, a la vez que sus mejillas y nariz se sonrojaban por el llanto.

—¿L-lo prometes? —preguntó, y sus labios se curvaron en una mueca involuntaria.

Lion era consciente de que no podía hacer una promesa así. Que prometer cosas de las que no tenía ninguna certeza era lo peor que podía hacer.

No obstante, cuando entendió que el resto del grupo le estaba mirando expectante, se dio cuenta de que no podía decir lo que pensaba.

Que hablarle de cosas realistas no ayudaría en nada.

En su lugar, prefirió mentirle.

—Sí, Johana, te prometo que saldremos de aquí.

Pero, no era una mentira del todo, ¿cierto? Tenían altas posibilidades de salir de ahí, ¿no?

Sí, Lion prefería pensar que eso era verdad.

Al final, él y Diana ayudaron a Johana a levantarse, sirviendo de puntos de apoyo para ella estando a sus dos lados. Y así retomaron el camino de antes (que identificaron por una marca en un árbol), percibiendo cómo el calor subía unos grados, algo que los alivió, pues hasta ese momento el frío no había hecho otra cosa más que mantenerse.

El hambre seguía siendo perceptible en ellos, y era evidente que solo era cuestión de tiempo antes de que comenzaran a sentirse mal a causa de ello. Lion intentaba mantener la moral alta con comentarios amables de vez en cuando, y le frustraba saber que no podía hacer nada más... Realmente lo odiaba.

Incluso ya estaba pensando en un plan de repuesto en caso de que resultara que habían cometido un error y no hallaban nada al caminar...

Sin embargo, entonces eso ya no hizo ninguna falta.

A los oídos del grupo llegó el suave sonido de agua borboteando y, al acercarse al sonido, se quedaron perplejos al ver lo que había ahí.

Se trataba de una zona pequeña cubierta por árboles delgados cuyas raíces terminaban en conjunto a la ribera de un río ancho y ruidoso. Su agua se arrastraba hacia la izquierda, perdiéndose entre rocas y ramas. No había rastro de que alguien hubiera estado ahí durante una buena cantidad de tiempo (justo como en el resto del bosque).

Y esto último hacía que fuera más impresionante lo que había delante de sus ojos.

Se trataba de seis mochilas idénticas colocadas una junto a la otra en el suelo. Eran sencillas y de color azul cielo, con solo tres aberturas a simple vista y sin nada que las diferenciara entre sí.

¿Quién las había dejado ahí? La respuesta era fríamente obvia y, por lo mismo, Lion se rehusó a pensar en ello.

Miró al grupo que lo rodeaba, observando que todos lucían ansiosos, sin embargo, también había cierto recelo en sus miradas, y no hacían otra cosa más que verse unos a otros, quizá esperando a que uno diera el primer paso.

Lion suspiró, caminando un poco hacia delante junto a Johana y Diana.

—Tenemos que ver lo que hay dentro de las mochilas —comentó en voz alta hacia los demás.

—Uh, ¿por qué hay solo seis mochilas si somos siete? —inquirió Alexia, rodeando la zona de las mochilas y mirándolas como un científico observa una admirable ecuación.

—No lo sé, tal vez el loco que nos puso acá no sabe contar —respondió Diana en un intento de suavizar el ambiente con humor, aunque falló miserablemente.

Ethan no dijo nada y, en lugar de eso, se adelantó a los demás, hincando una rodilla en el suelo y abriendo una de las mochilas.

—¡Oye, espera! —exclamó Alexia, un tanto molesta—, hay que hacerlo juntos.

Ethan la ignoró por completo.

Lion soltó a Johana, quien se sentó al pie de un árbol con ayuda de Diana, y luego él se apresuró a llegar al lado de Ethan, pues quería asegurarse de lo que había en el interior de la mochila, y observó que él estaba vaciandola casi por completo y sin mucho cuidado.

—Basta, podrías romper algo de lo que esté adentro —le advirtió Lion, sin estar agradecido por la brusquedad con la que actuaba Ethan.

El niño le miró con molestia (algo a lo que ya estaba empezando a acostumbrarse Lion), e hizo caso omiso de sus palabras, esparciendo los artículos que habían estado en el interior de la mochila.

Desparramó sobre el suelo lo que parecía ser latas de comida, botellas de agua, una bolsa pequeña con hielos y una soga... Honestamente, parecía ser una mezcla de objetos bastante peculiar.

Lion frunció el ceño, rascando su cabeza e inclinándose hacia todo eso. Lo que más le inquietaba eran los hielos; estos estaban en perfecto estado, y no necesitaba tocarlos para saber que estaban gélidos... Sin embargo, no parecían estar en una bolsa cuyo objetivo fuera mantener el frío dentro, ni tampoco la mochila estaba hecha con esta intención.

Entonces, ¿acaso la persona que había dejado esas mochilas lo había hecho hacía poco tiempo? ¿Hace cuánto se había ido? O peor aún, ¿realmente lo había hecho?

Lion sintió cómo un escalofrío recorría su espina dorsal y frotó sus manos, percibiendo un nudo formarse en su garganta y mirando a su alrededor con angustia.

¿Estaban siendo observados por quien les había secuestrado? ¿Qué era lo que esperaba ver en ellos?

La idea de que alguien escondido en las sombras los estuviera viendo en ese preciso momento mareó a Lion, y tuvo que forzarse a tragar la bilis que amenazaba con salir de su garganta como vómito.

Mordió el interior de su mejilla y se sobresaltó al darse cuenta de que Diana lo estaba llamando.

—¡Hey, Lion! —exclamó ella cuando él no contestó al instante.

—¿Qué sucede? —cuestionó a cambio, parpadeando varias veces y esperando que el miedo en su rostro no fuera tan evidente como él lo sentía que lo era.

—Tenemos hielo, podemos usarlo para el tobillo de Johana —respondió Diana, no sin antes dirigirle una mirada preocupada.

—Ah, es verdad...

—¿Y no les parece extraño que nos hayamos encontrado con hielo justo cuando lo necesitamos? —preguntó de pronto Maximo, que se había quedado rezagado en el grupo junto a Oliver.

—Bueno, si es útil yo no creo que sea extraño —contestó Diana, encogiéndose de hombros y tratando en vano de restarle importancia al asunto.

Esto solo hizo que Lion se preocupara más. ¿El hielo había sido puesto a propósito ahí? Bueno... ¿Sino con qué otra intención habría sido? Pues era un material inútil cuando pasaba cierto tiempo, así que existía la posibilidad de que no solo estuvieran siendo observados en este momento sino también seguidos.

En serio, ¿de qué se trataba todo eso? Lion ya ni ánimos tenía para expresar alguna conjetura en su mente, pues temía que alguna de estas fuera verdad.

Soltó un suspiro, pasando una mano por su cuello y alejando esos pensamientos de su cabeza... Lo peor que podía hacer era enfocarse en todo eso.

Diana no esperó una respuesta por su parte y, dejando a Johana atrás, se adelantó para tomar la bolsa con hielos del suelo, mirándola con cierto cuidado antes de decidir darse la vuelta y regresar con la niña herida, aplicando la bolsa sobre la superficie de su tobillo.

Lion no dijo nada, volviendo su mirada hacia el resto de las mochilas y frunciendo el ceño al darse cuenta de que los demás ya se habían adelantado para descubrir lo que había en las otras mochilas. Descubrieron que lo que había en sus interiores no era lo mismo, pues la cantidad de latas de comida y botellas de agua variaban, además de que no habían los mismos materiales, pues en la segunda mochila había un impermeable azul y una manta amplia en lugar de la cuerda y el hielo; en la tercera había un par de vendas y cinco pares de bolsas vacías de tela; en la cuarta había una boquilla de caña de pescar y siete tiras de cuerda de un metro; en la quinta mochila había una carpa impermeable y cinco tubos de metal; y en la sexta había un espejo circular y una lupa.

Honestamente, Lion se preguntaba cuáles habían sido los criterios para seleccionar tales objetos... Le parecían tan aleatorios que dudaba que existiera una razón para que estuvieran ahí.

Arrugó el entrecejo, inspeccionando los materiales que ahora yacían mezclados sobre el suelo sin ningún orden. Se incorporó y se cruzó de brazos, tratando de pensar en el objetivo de que las mochilas hubieran llevado en su interior estos objetos.

—¿Y para qué sirve todo esto? —musitó Ethan, confundido y con sus labios curvados en una mueca.

—¿Qué sucedió? —preguntó Maximo a sus espaldas, frunciendo el ceño con ligera molestia—, ¿alguien puede explicarme a qué se refiere?

Y mientras Oliver le dilucidaba lo que ocurría, Lion se volvió hacia Ethan y Alexia, a la vez que decía:

—Deberíamos organizar la comida y el agua en porciones exactas para que todos tengamos lo mismo.

Alexia asintió sin dudarlo, aunque Ethan pareció aceptar más a regañadientes. Y entre los tres se dispusieron a organizar todo, contando la cantidad de latas de comida (que eran 49 en total) y botellas de agua (que eran 42), a la vez que las colocaban en el suelo de forma proporcional en un rectángulo.

—¿Y qué se supone que haremos ahora? —preguntó Alexia, soltando un suspiro y sentándose en el suelo con las piernas cruzadas—, muero de hambre, y sé que los demás también..

—Todos deberíamos tomar una lata de comida y una botella de agua —sugirió Lion, haciendo cuentas mentales y llegando a la conclusión de que 49 latas no serían suficientes para siete niños... Es decir, tendrían alrededor de siete latas por cada uno, y eso resultaba inquietante porque no tenían idea de cuándo volverían a recibir ese tipo de ayuda.

"Ayuda". Lion se dio cuenta de que esa palabra sonaba agridulce, pues era evidente que no podrían sobrevivir sin esa ayuda... Sin embargo, la persona que enviaba todo eso era la misma que los había dejado ahí, e incluso si no los había abandonado como tal, tampoco tenía intención de hacerlos regresar a sus hogares. Y eso era doloroso y cruel.

Luego de sus palabras, los niños en el grupo se acomodaron en torno a las mochilas, tomando una lata de comida para cada uno y mirándolas con ligero gesto desdeñoso, ya que ninguno sabía lo que había en su interior.

Tras batallar en su intento por abrirlas por unos largos momentos, finalmente levantaron las tapas de las latas, y Lion cayó en la cuenta de que todas contenían carne con verduras... Supuso que podía ser peor.

Ninguno se quejó de la comida (después de todo, eran completamente conscientes de que no podían cambiar nada de su situación, por no contar lo hambrientos que se sentía), y lo que hicieron fue comer en silencio sin hacer intento alguno de comenzar una conversación.

Para ese momento del día, los rayos del sol eran más perceptibles, pues la tarde ya estaba rozando con el atardecer... ¿Realmente habían pasado casi todo un día caminando? Bueno, al menos eso explicaba el porqué Lion sentía sus pies y piernas tan adoloridas y su cabeza no hacía otra cosa más que dar vueltas.

Frunció el ceño, tensando su mandíbula y mirando su lata ahora vacía. No quería estar ahí, pensó, de verdad quería irse... Aunque no estaba seguro del porqué ese deseo había venido de forma tan abrupta y dolorosa a él.

Mordió el interior de su mejilla, dejando la lata a un lado y mirando al suelo.

Era difícil seguir tratando de mantener la calma en esas circunstancias, y comenzó a entender el motivo de que Johana se hubiera alejado de todos. Parecía más sencillo simplemente ponerse de pie y caminar hasta más no poder, caminar hasta dar con algo o caminar hasta llegar al final de aquel terrorífico bosque.

Sin embargo, era claro que eso no había funcionado para Johana... Era verdad, comprendió Lion, ni siquiera le había preguntado lo ocurrido cuando se marchó.

Volvió su cabeza hacia la niña, la cual se hallaba a su izquierda, mirando su pie ahora descalzo y cubiero por una venda con una expresión vacía.

—¿Encontraste algo cuando te alejaste de nosotros? —inquirió en su dirección, llamando sin querer la atención de los demás en el grupo.

Johana le miró, ladeando la cabeza..

—¿A qué te refieres? —preguntó a cambio.

—Bueno, si llegaste a ver una sombra de alguien o algo parecido —respondió Lion, un poco dubitativo.

La niña lo pensó por unos momentos, y luego levantó la cabeza con ligera sorpresa.

—Ahora que lo mencionas creo que sí —contestó, recordando algo que nadie más podía ver—, en la noche oí ruidos como de pisadas y ramitas rompiéndose, pero pensé que estaba tan cansada que mi mente imaginaba cosas o que eran ardillas o algo así, por lo que no le di importancia...

—¿Pero no viste a nadie?

—No recuerdo... Aunque sí sé que crucé el claro en donde caí porque estaba segura de que había visto a algo cruzar por los árboles, pero cuando me acerqué ya no estaba.

Cuando dijo todo esto, Johana se puso nerviosa y asustada. Quizá apenas estaba cayendo en la cuenta de que todos estos sucesos podrían ser más que una mera casualidad.

Lion arrugó el entrecejo, apretando sus puños y odiando la manera en que su mente estaba comenzando a trabajar.

—¿En qué piensas, Lion? —cuestionó Diana, con un tono de voz que fluctuaba entre la curiosidad y la preocupación—, ¿sabes lo que eso significa?

—No creo que sea importante —mintió, forzandose a sonreír un poco y mirando a Diana.

Ethan bufó, estando a varios metros de distancia delante suyo.

—¿Es que crees que somos idiotas o por qué no quieres decirnos la verdad? —soltó con amargura, y enseguida agregó, señalando al rostro de Lion—: Eres tan malo mintiendo que resulta desagradable verte.

¿Por qué Ethan podía saber lo que pensaba de forma tan sencilla? Lion sabía que no era tan malo mintiendo, pues tenía vagos recuerdos de haber convencido gente en el pasado de que no estaba haciendo ciertas cosas... Entonces, ¿por qué Ethan era un caso distinto? Quizá era demasiado perspicaz con las emociones de otras personas... Aunque esa teoría no hizo que se sintiera mejor, e incluso solo lo inquietó todavía más.

—No es que esté mintiendo —se defendió—, es solo que no creo que sea importante mencionar lo que pienso.

Ethan se molestó.

—Pues a mí me parece que simplemente no confías en nosotros —contestó—, ¿y por qué? Quizá es porque piensas que no podremos resistirlo... ¡Pues adivina qué! Estamos en un maldito bosque juntos, así que lo mejor que puedes hacer es aceptarlo y hablarnos de lo que sea que pienses, porque es obvio que sabes cosas que nosotros no.

Lion se quedó en silencio, encogiéndose en su lugar y desviando su mirada al suelo.

—¡Oye, no le hables así! —exclamó Diana, frunciendo el ceño y apretando sus labios.

Lion soltó un suspiro, siendo consciente de que Ethan tenía razón... Por lo que decidió decir:

—Él tiene un punto; la verdad es que he pensado en algunas cosas, pero no quería decirles en voz alta, y no porque creyera que no pudieran entenderlo, sino porque tenía miedo que fueran verdad.

—¿A qué te refieres? —preguntó Alexia con ligera duda.

—Bueno, es solo que... La probabilidad de que estemos siendo seguidos por la persona que nos secuestró.

—¿Quieres decir que una persona podría estar viéndonos justo en este momento? —inquirió Maximo, un tanto consternado.

—No veo otra forma en que el hombre del walkie-talkie pueda saber lo que sucede con nosotros —murmuró Lion, jugueteando con sus pulgares en ademán nervioso—, además de que es posible que Johana lo haya visto durante la noche.

La aludida alzó la cabeza, sorprendida.

—¿Hablas en serio? —preguntó, mordiendo su labio inferior en señal de nerviosismo.

—Espera, ¿entonces dices que esta persona podría ser distraída y por eso se dejó ver? —cuestionó Oliver, dejando en claro que esperaba que la respuesta fuera positiva.

Lion sabía que estaba bajo la atenta mirada de Ethan, por lo que decidió hablar con la verdad... O lo que él creía que era la verdad.

Así que sacudió la cabeza en negación.

—Sospecho que es lo contrario —dijo, con sus ojos fijos en las hojas secas que yacían sobre el suelo—, quiero decir, si asumimos que todo lo que él nos ha dicho es verdad y que solo se trata de una persona, entonces eso significa que secuestró a siete niños y los hizo viajar por el país, ¿cuál es la probabilidad de que pudiera hacer algo así sin llamar la atención? Además, utilizó en nosotros una droga con efectos exactos en nuestra memoria, y dudo que eso sea sencillo de conseguir, también planeó estas pruebas y tiene todo este espacio como propiedad privada...

—¿A dónde quieres llegar con todo eso? —le interrumpió Ehan, arqueando ambas cejas.

Lion mordió el interior de su mejilla antes de conseguir reunir el valor necesario para responder.

—Que quizá nos enfrentamos a una persona muy inteligente y poderosa —contestó en un tono de voz apenas audible, sin embargo, todos alcanzaron a escucharlo.

—¿Y qué significa eso para nosotros? —inquirió Johana.

Lion quiso decir algo, sin embargo, no se le ocurría nada.

—No lo sé —admitió, tensando su mandíbula y detestando una vez más aquella ignorancia en la que se hallaba—, por eso supuse que no debía decirles acerca de esto... Puede que esté equivocado...

—No creo que lo estés —intervino Ethan con un semblante serio—, tiene sentido lo que dices... Solo alguien con esa descripción podría hacer algo como esto, y creo que deberías dejar de esconder sospechas como estas. Todos estamos en el mismo barco, ¿no es verdad?

A pesar de que Ethan parecía hablar con cierta dureza, Lion percibió en su tono de voz un ligero timbre de miedo, y bajó la cabeza.

—Tienes razón, lo siento —respondió, quedándose en silencio.

—Entonces —murmuró de pronto Johana, temerosa—,¿se supone que debemos hacer algo con el descubrimiento de que estamos siendo seguidos?

Antes de que alguien más pudiera responder a esto, de pronto el walkie-talkie, en la mano de Alexia, cobró vida, y la voz del hombre que les había hablado antes resonó en el bosque, diciendo:

No necesitan preocuparse por eso.

Todos se sobresaltaron, y Lion percibió un escalofrío recorriendo su espina dorsal.

—¿Eso significa que realmente nos estás siguiendo? —preguntó Alexia con sus ojos bien abiertos.

El grupo pensó que la voz no respondería, por lo que se asustaron cuando esta dijo:

Así es. Pero no se molesten en buscarme; no hay forma de que me encuentren.

...

¡Hola! ¿Qué opinan de este capítulo? Lion sin duda es muy inteligente para su edad... Y también es muy tierno, ¡es probable que en un futuro haga un dibujo de él!

Bueno, eso es todo por hoy, hasta la próxima 👌

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