|Capítulo 3|
A este punto de la situación, el grupo de niños ya no se sentía tan asustado por lo que estaba sucediendo, y Lion debía admitir que esto le parecía admirable de su parte... ¿Si otros niños hubieran estado en su lugar habrían tenido una reacción más fuerte? Bueno, no podía decir eso, porque hacerlo sería aceptar la idea de que aquellos niños no eran como el resto... Aunque, si eran así, ¿en qué serían distintos?
Lion acabó por sacudir la cabeza, decidiendo que no tenía caso ponerse a pensar en esto, y se levantó de su sitio en el árbol, sintiendo sus piernas algo entumecidas y adoloridas. Se apoyó en el tronco y sacó el walkie-talkie, observando de reojo que el grupo también se ponía de pie, viéndolo con ligera intriga.
—¿Vas a hablar con él de nuevo? —inquirió Ethan, y Lion no tuvo que pedirle que aclarara a quién se refería.
—Bueno, dudo que tengamos una mejor opción... —comenzó diciendo, vacilando al hablar.
—Yo quiero hablarle primero —dijo Alexia, acercándose a Lion y tomando el walkie-talkie sin su permiso, haciendo que él se forzara a ocultar la molestia que esta acción le causó.
Alexia presionó el botón para hablar en el walkie-talkie, inclinando su cabeza hacia el objeto y diciendo:
—Estamos vivitos y coleando, ¿qué es lo siguiente para que podamos volver a casa, eh?
Lion se asombró por la forma en que Alexia habló, pues sin duda empleó un tono autoritario y molesto, sin embargo, alcanzó a avistar en su semblante esa misma chispa exasperada que recordó vagamente haber visto en su madre... Era como ver a una niña queriendo interpretar el papel de un adulto, y más que cómico, resultaba inquietante.
Por fortuna (o para su desgracia, dependiendo la perspectiva de cada quién), la voz del hombre no tardó en responder:
—Deben resolver un acertijo y decidir qué hacer con él. Tienen hasta el atardecer de este día para hacerlo.
Lion frunció el ceño, rascando su cuello y preguntándose a qué se refería exactamente con esto, sin embargo, se reservó esta duda, pensando que lo mejor era terminar con eso cuanto antes, por lo que se inclinó hacia Alexia y el walkie-talkie que ella sostenía, pero solo para presionar el botón de habla en el objeto y decir:
—¿Cuál es el acertijo?
El hombre no tardó en contestar.
—"Hay otros tres similares a él, pero como él no hay ninguno. Es guía día y noche, aunque si no hay estrellas y no es aguja, pocos lo reconocen. ¿Qué es?"
Lion parpadeó varias veces, alejando su mano del walkie-talkie y apretando sus labios en una fina línea recta... El acertijo le sonó bastante ambiguo, sin embargo, sospechó que no iban a obtener ninguna pista.
El hambre que sentía tampoco ayudaba al momento de querer pensar en una respuesta, y mordió su labio inferior, mirando a los otros niños y notando que ellos estaban tan confundidos como él.
—¿No puedes decirnos más que eso? —preguntó Diana, quitándole el walkie-talkie a Alexia y frunciendo sus labios en una mueca.
El hombre al otro lado de la línea no contestó.
—Ah, ¿y cuál se supone que es la respuesta? —preguntó Ethan, aunque parecía ser más un pensamiento en voz alta—, ni siquiera nos describió nada... ¡Eso es realmente exasperante!
Lion estaba de acuerdo con él, sin embargo, sabía que no podían quedarse de brazos cruzados y simplemente rendirse.
Repasó el acertijo planteado en su mente, tensando la mandíbula y revolviendo su propio cabello en un intento de calmarse para despejar su mente y pensar mejor.
—Uh, dijo que habían tres similares a él —comentó, esperando que el grupo fuera colaborativo y le ayudara a llegar a una solución—, eso significa que hablamos de un grupo de cuatro cosas...
—Hay muchas cosas que son cuatro —murmuró Maximo, cruzándose de brazos y arrugando el entrecejo—, están las estaciones del año, por ejemplo, aunque si nos vamos a los extremos también podemos estar hablando de cuartetos musicales, películas, palabras, frutas, tipos de colores...
—Dijo que era un guía —le interrumpió Ethan con ligera brusquedad—, entonces podemos descartar algunas de esas cosas.
—¿Qué cosas pueden ser guía? —inquirió Oliver, que no parecía estar muy animado a intervenir en la conversación.
—Están los mapas, GPS, brújulas... —comenzó diciendo Lion, pero Diana habló antes.
—Quizá se refiere a los continentes —comentó ella.
Ethan se burló.
—Los continentes son cinco, no cuatro —contestó un tanto molesto.
Lion pensó en esto, levantando la cabeza hacia el cielo nublado, y de pronto la palabra "Brújula" hizo click en su cabeza.
—¡Se refiere a los puntos cardinales! —exclamó de pronto, algo entusiasmado por que esto tuviera sentido.
—¿Los qué? —cuestionó Diana, confundida.
—Los puntos cardinales —repitió Maximo, y luego agregó con afán de mofarse—: ¿Es que acaso no sabes lo qué son?
Diana le miró molesta.
—Vaya, y yo que pensaba que los ciegos eran personas amables —espetó, inflando sus mejillas con molestia.
—¿Y quién te dijo eso?
—Ahora sé que un mentiroso.
—Callense —les cortó Ethan, frunciendo el ceño y mirando a Lion—. ¿Y a qué punto cardinal se refiere exactamente?
Lion lo pensó un poco antes de contestar.
—Probablemente sea el norte —dijo con leve vacilación—, quiero decir, porque las agujas en una brújula suelen inclinarse al norte.
—Tiene sentido —concordó Alexia, asintiendo varias veces.
Diana soltó un quejido desde el fondo de su garganta.
—¿Por qué todos son tan inteligentes? —musitó ella con leve molestia—, ni siquiera me ganan por muchos años... ¿Son genios o algo así?
—No es nuestra culpa que tú seas tonta —contestó Ethan, encogiéndose de hombros con indiferencia.
—Basta, no tenemos que tratarnos mal —interrumpió Lion, lanzándole una advertencia a Ethan mediante una mirada para que se calmara, cosa que él hizo a medias—, si resolvimos el acertijo entonces tenemos que saber qué hacer con eso...
—Espera —le interrumpió Alexia, alzando el walkie-talkie—, tenemos que darle la respuesta antes, ¿no?
Lion se encogió de hombros.
—Bueno, supongo... —respondió.
Alexia no esperó a que dijera algo más antes de hablar a través del walkie-talkie, diciendo:
—La respuesta al acertijo es norte, ¿cierto?
La voz del hombre no tardó en contestar.
—Sí. Es correcto.
—¿Y qué se supone que significa eso?
No obtuvieron ninguna respuesta más allá de una exasperante estática, y Lion no se sorprendió mucho al respecto.
—Si no mal recuerdo, él dijo que debíamos resolver el acertijo y descubrir lo que haríamos con la respuesta —dijo Ethan de pronto, pensativo—, y como la respuesta es el norte, entonces quizá tengamos que dirigirnos hacia allá.
—De todas formas —se unió Diana a la conversión—, ¿saben cómo encontrar el norte? Bueno, seguro son tan inteligentes que lo saben, ¿no?
El grupo se quedó callado.
Diana esgrimió una mueca.
—Esperen, ¿en serio no saben ubicar el norte? —preguntó, algo más preocupada.
Alexia soltó un suspiro.
—Mi padre me enseñó a hacerlo —respondió—, pero solo cuando es de noche.
—Yo conozco la teoría para ubicar el norte en pleno día —aseveró Maximo—, aunque si van a escucharme tendrán que hacer todo.
A esas alturas, cualquier consejo servía, por lo que el grupo prestó atención a las palabras de Maximo, olvidándose por un momento que estaban solos en un bosque y fingiendo que con solo hallar el norte podrían volver a sus hogares.
Siguiendo las instrucciones de Maximo, clavaron una rama gruesa en el suelo, marcando el final de su sombra (la cual era apenas perceptible por la débil luz del sol) con una pequeña piedra
Y luego esperaron por unos largos minutos en un completo silencio. No tenían nada qué decirse, pues todos ahí eran extraños, además de que estaban exhaustos mentalmente y muy hambrientos, así que su irritación y mal humor crecía a medida que el tiempo avanzaba... Y la mejor solución que pensaron para evitar empeorar esto fue callarse por completo.
Cuando pasaron alrededor de diez minutos (aunque seguramente fue más tiempo), colocaron una piedra en la nueva marca de sombra, a la vez que ponían una ramita en la separación con la otra, mientras Diana le comentaba a Maximo lo que habían hecho y él agregaba:
—Recuerden: la primera piedra es el oeste, y la segunda piedra es el este. Ahora uno de ustedes coloque su pie izquierdo en el oeste y su derecho en la este.
Diana fue la que hizo lo que él decía, obedeciendo su instrucción y preguntando:
—¿Y ahora qué?
—Si lo hicieron bien, entonces la parte en la que está mirando tu rostro es el norte, dado que se encuentra a la izquierda del este —contestó Maximo con simpleza, aunque con cierto tono recriminatorio, como si estuviera dando por hecho que no habían cumplido sus palabras al pie de la letra.
—¿Así de fácil es? —preguntó Diana con sorpresa y admiración.
—No, porque ahora tendremos que caminar hasta que nos encontremos con lo que supone que debamos encontrarnos —contestó Ethan con desagrado.
—¿De verdad vamos a confiar en que lo hicimos bien y que esa dirección es el norte? —inquirió Alexia, dubitativa y frunciendo el ceño.
Lion suspiró, frotando sus manos entre sí.
—Creo que no tenemos otra alternativa más que probar —suspiró, deseando sonar más convincente que eso—, así que lo mejor que podemos hacer es caminar hacia el norte...
—¿Y luego qué? —preguntó Diana, nerviosa—, ¿tenemos que esperar o encontrar algo? ¿Qué pasará si no hallamos lo que debemos hallar?
—La única manera de descubrirlo es empezar a caminar —murmuró Ethan con leve molestia, arrugando la nariz—, de una u otra manera no llegaremos a nada si nos sentamos a quejarnos.
Lion coincidía con él, aunque no de la forma en que había expresado su opinión... Se limitó a asentir con la cabeza y decir con suavidad hacia los demás:
—Podemos probar a seguir el norte y dejar marcar en los árboles, así podremos volver si antes del mediodía no nos encontramos con algo.
Alexia y Diana lucieron dubitativas, pero acabaron por aceptar la idea al igual que Oliver, Maximo y Ethan. Y luego, así sin agregar algo más por la posibilidad de empeorar la tensión, los seis emprendieron una marcha hacia el norte que previamente ya habían localizado.
Lion encabezó la marcha, asegurándose de mirar de reojo de vez en cuando a los demás, en especial a Maximo, quien no apreciaba en lo más mínimo el que lo ayudaran y que repetía entre murmullos molestos: "Yo puedo caminar por mi cuenta"... Pero Lion no estaba tan seguro de eso, es decir, el estar privado del sentido de la vista en un ambiente así debía resultar en una gran desventaja para Maximo, y no quería que él resultara herido por algún desnivel en el suelo o una piedra en el camino. La única solución que encontró a eso fue pedirle silenciosamente a Diana que se quedara a su lado, indicación que ella acató sin problemas.
El paso que llevaban era un tanto lento, pues no podían apresurarse demasiado (de nuevo, Maximo era una de las razones de esto) y tampoco podían caminar con tanta libertad, dado que desconocían qué peligros podían acechar en ese bosque.
Eventualmente, una conversación surgió, comenzando con Diana diciendo:
—¿Ustedes creen que Johana esté bien?
A Lion le hubiera gustado no pensar en eso (pues ya lo había sobreanalizado de más durante la noche), pero supuso que era inevitable que aquel tema surgiera.
—Seguramente estará bien —respondió, mirando a la niña de reojo y esquivando una rama en el suelo—, Johana se veía fuerte, tengo la certeza de que habrá salido qué hacer.
Ethan bufó.
—Solo dices eso para no sentirte culpable por no haberla detenido de irse —soltó, y Lion se encogió un poco, algo sorprendido de que hubiera adivinado correctamente cómo se sentía—, eso es patético.
—Oye, no tienes que ser cruel —dijo Oliver, frunciendo el ceño, aunque luego vaciló y parpadeó varias veces, como si su boca hubiera soltado aquella frase sin su consentimiento.
—No soy cruel, soy realista —le corrigió Ethan con aires de indiferencia.
—Ahora sabemos que tú no ves la diferencia entre ambas cosas —murmuró Alexia, curvando sus labios en una mueca—. No deberías llamar a alguien "patético", eso no está bien.
—¿Uh? ¿Y por qué no? Es la verdad.
—¡Eres muy molesto! ¿Acaso tus padres no te enseñaron a ser amable?
—No, ¿y sabes por qué? Porque mientras tus tontos padres te enseñaban algo tan absurdo como eso, mi padre me mostraba cosas mucho más útiles.
Alexia arrugó todavía más el entrecejo.
—¿Ah? ¿Y es que tu madre permitió que su hijo resultara en un mocoso malcriado? —espetó con furia.
Ethan se rio sin atisbo de gracia.
—Mi madre está muerta —contestó con dureza—, así que dudo que le importe.
Los demás se quedaron callados casi al instante, asombrados por esta repentina revelación.
Alexia, avergonzada de que Ethan hubiera mencionado algo tan trágico como aquello, bajó la cabeza, ruborizándose.
—Lo siento —murmuró, con sus ojos fijos en el suelo y amainando un poco su paso—, no lo sabía.
Ethan se encogió de hombros.
—No tienes por qué sentirlo —contestó, y Lion se sorprendió del tono de indiferencia que teñía su voz—, ella se suicidó porque era débil, así que si alguien debe sentirlo es ella.
Lion se desconcertó aún más.
¿Su madre se había suicidado y mencionaba el tema abiertamente como si no fuera nada? No lo entendía en lo absoluto.
Pestañeó con fuerza, tensando la mandíbula y aliviándose en el fondo de estar al frente, pues al menos así no tenía que mirar a Ethan... ¿Por qué le resultaba incómodo verlo ahora que sabía un dato como aquel? Quizá porque era consciente que no tenía nada para decirle, o quizá porque saber un hecho tan desapacible de su vida le parecía inquietante, en especial porque desconocía qué hacer con eso.
Entonces se preguntó: ¿Qué tanto recordaba Ethan de su pasado? Era evidente que la muerte de su madre había marcado su vida lo suficiente como para que no pudiera olvidarlo incluso luego de que una droga que borraba temporalmente la memoria entrara a su sistema... ¿Los demás también tenían historias similares a las de Ethan? Honestamente, esperaba que no, ya que la idea de que así fuera le parecía amarga y cruel.
Lion soltó un suspiro casi imperceptible, percibiendo en el ambiente un aire tenso que no le agradó... ¿Acaso debía decir algo? Odiaba que ese tipo de preguntaras inundaran su mente, pero que no vinieran con ninguna respuesta.
Mordió el interior de su mejilla, hundiendo sus manos en el interior de su sudadera y enfocando su vista en el camino.
Ethan ya no agregó otra cosa, y Alexia tampoco insistió. La charla sobre Johana murió ahí y continuaron caminando en un incómodo silencio que no parecía terminar.
Andaron por aquel bosque por lo que a Lion le pareció una eternidad, y el hambre que lentamente se abría paso por su estómago no ayudaba en lo absoluto. Eventualmente, su cabeza comenzó a dolerle y su irritación creció, al punto de que quiso soltar un suspiro de frustración una vez que el sol por fin salió de su escondite entre las nubes y proyectó sus rayos sobre ellos.
Ya no hacía tanto frío como en la noche, pero seguía siendo perceptible ese viento gélido que de vez en cuando cruzaba en su dirección. Las hojas secas de los árboles crujían a sus pies, y Lion llegó a un punto en el que pensó que todos los árboles que le rodeaban lucían exactamente iguales.
—Tengo hambre —se quejó Oliver en un murmullo que todos alcanzaron a escuchar.
—Yo también —contestó Diana, frustrada—, ¿de verdad no podemos detenernos a buscar comida o algo?
—¿Buscar comida en dónde? —preguntó Maximo, quien hubiera tropezado con una piedra en el camino si Diana no se hubiera apresurado a alejarla de una patada—, no es como si fuéramos a encontrar un condenado McDonald's en medio de la nada.
—Lo sé, pero eso no quita que tenga hambre...
—Todos tenemos hambre —respondió Lion con suavidad—, pero no podemos detenernos ahora, la persona que nos dejó aquí no lo habrá hecho con la intención de que pasemos hambre de forma innecesaria, así que seguramente pronto hallaremos algo.
En realidad, Lion no estaba seguro de que así fuera, pero supuso que era mejor avanzar que dar la vuelta para no encontrarse con nada. A ese punto de la caminata, sentía sus pies adoloridos y lo que más quería hacer era detenerse y hacer que todo acabara.
Qué fácil sería si pudiera hacer que algo así ocurriera.
Sin embargo, era consciente de que no era posible... Y saberlo dolía.
Los otros niños no se quejaron de nuevo, quizá dándose cuenta de que de todas formas era inútil hacerlo.
Y luego, de forma abrupta, se quedaron congelados al escuchar un ruido desgarrar el aire.
Se trataba de un grito agudo y que perturbó los oídos de los seis niños. Lion ensanchó los ojos, comprendiendo que este grito debía pertenecer a una niña...
Johana.
Lion no lo pensó dos veces antes de salir disparado en dirección del grito, escuchando como este se repetía de forma más pausada y silenciosa, como si la persona que lo emitía hubiera comenzado a cansarse o si el llanto estuviera impidiendo que sus cuerdas vocales resonaran con normalidad.
De cualquier manera, se oía lo suficiente para que Lion pudiera guiarse.
Corrió por el bosque con todas sus fuerzas, saltando por raíces de árboles y rodeando anchos troncos. Su corazón latía con velocidad contra su pecho y la adrenalina hervía en sus venas.
Entonces llegó al sitio en donde se originó el grito.
Lion se detuvo de golpe, analizando la escena con rapidez. Observó que había llegado a un claro despejado de árboles y que, en su centro, se encontraba una figura pequeña y delgada... Se trataba de Johana.
Aliviado por haberla hallado, Lion se apresuró a llegar a su lado, dándose cuenta de que Johana estaba en el suelo, con su frente perlada de sudor y sus labios curvados en una mueca de angustia.
Ella estaba sentada sobre el suelo y sostenía su pie con fuerza, el cual a simple vista no lucía herido, pero Lion supuso que el problema era interno. A su vez, no tardó en enfocar su atención en la niña delante suyo, hincando una rodilla en el suelo para estar a su altura.
—Johana —le llamó, notando que ella no parecía haber reparado en su presencia.
La niña alzó la cabeza, sorprendiendose al encontrarse con su mirada.
—Lion —soltó—, ¿qué haces aquí?
Antes de que Lion pudiera responder, Johana musitó otro gemido de dolor, frunciendo el ceño y tensando la mandíbula.
—¿Qué te sucedió? —cuestionó él a cambio, tratando de acercarse a ella, aunque fue en vano, pues a cambio solo recibió una mirada muy molesta.
—Estaba caminando, pero no noté un agujero en el suelo y me torcí el tobillo —contestó Johana, esforzándose en hablar, y casi enseguida agregó—: Bueno, por como duele esto comienzo a pensar que no solo se ha torcido... ¡Duele mucho!
Lion apretó los labios en una fina línea recta, sin estar seguro de qué hacer en esa situación. Sus conocimientos sobre primeros auxilios eran muy limitados, y el que Johana estuviera al borde del llanto no lo hacía sentir mejor.
—Necesitas calmarte —le dijo, un tanto nervioso—, seguro es menos grave de lo que piensas...
—¡¿Ah?! ¡¿Y tú qué vas a saber?! —contestó Johana, lanzándole una mirada furiosa.
Lion suspiró, acercándose a ella. Cuando lo hizo, notó que habían un par de ojeras debajo de sus ojos, los cuales lucían cansados, y comprendió que ella no debió haber dormido demasiado durante la noche.
—Lo mejor será que te lleve con los demás —respondió—, tal vez entre todos podamos pensar en algo.
Johana frunció el ceño, seguramente temerosa ante la idea de ponerse de pie, sin embargo, al final acabó por asentir con la cabeza a regañadientes.
—Uh, de acuerdo —murmuró—, pero vas a tener que ayudarme a ponerme de pie.
Aún si Lion ya había pensado en hacerlo, le molestó un poco que Johana se lo dijera como si fuera una orden. Aunque se forzó a restarle importancia a esto y pasó un brazo por los hombros de Johana, a la vez que ella recargaba gran parte de su peso en él para poderse levantar.
Lion se tambaleó un poco hacia atrás, apenas si logrando estabilizarse del apoyo que Johana tenía en él. Tensó la mandíbula y, cargando mayormente con la niña, empezó a caminar hacia el frente.
Por fortuna, el lugar en el que estaban no se hallaba muy lejos del extremo donde desaparecía el claro, por lo que no les tomó demasiado tiempo llegar hasta ahí. Una vez que lo hicieron, Lion se sobresaltó al darse cuenta de que el grupo de niños que había dejado atrás ahora estaba saliendo de entre los árboles, quedándose quietos al percatarse de la presencia de Johana.
—¡Es Johana! —exclamó Diana con euforia, sonriendo ampliamente. A su lado se hallaba Maximo, y ella estaba sosteniendo su brazo (quizá lo había estado guiando de esa forma para que pudieran seguir con rapidez a Lion).
—¿Estás herida? —preguntó Oliver, con sus ojos fijos en el pie de Johana, el cual alejaba de forma deliberada del suelo.
Johana suspiró con exasperación, tal vez porque el pensamiento de confesar lo ocurrido por segunda ocasión no le agradaba en lo absoluto.
—Sí —masculló—, me lastimé en un tonto hoyo en el suelo.
—¡Deberías sentarte! —exclamó Alexia, acercándose a ella, tomando el brazo libre de Johana y ayudándola a tomar asiento en el suelo—, ¿qué es lo que te duele?
Johana esgrimió una mueca, restregando sus ojos con cansancio y señalando a su tobillo izquierdo con su índice.
—Ahí. —respondió sin agregar algo más.
Alexia se arrodilló a su lado, inspeccionando su pie malherido, y luego alzó la cabeza para observar al resto del grupo.
—¿Alguien sabe algo de primeros auxilios? —inquirió.
Diana alzó la mano.
—Sí, de hecho sí lo sé —contestó, evidentemente orgullosa de esto—, recuerdo de forma vaga lo que mi madre hacía cuando me torcía los tobillos en mis prácticas.
—¿Qué practicabas? —preguntó Oliver, curioso.
—Hum... No recuerdo el nombre ahora mismo —contestó Diana, rascando su cabeza con ligera frustración—, pero creo que por el momento no es importante.
—De cualquier forma —intervino Lion—, ¿sabes de algo que pueda ayudar a Johana?
Diana lo pensó por unos instantes.
—Recuerdo que mi mamá me ponía hielo en mi pie y también árnica —explicó, frunciendo el ceño y haciendo un esfuerzo por recordar—, aunque supongo que no hay nada de eso aquí... También solían ponerme unas vendas alrededor del tobillo.
—Qué casualidad que tampoco tengamos eso —se burló Ethan, sacudiendo la cabeza.
—¿Y acaso a ti se te ocurre algo mejor?
Ethan se encogió de hombros sin responder.
Johana pareció frustrarse.
—Si no van a decir algo útil entonces ni digan nada —espetó, curvando sus labios en una mueca.
—¿Ah? ¿Algo útil? —repitió Ethan—, ¿pues de quién es la culpa que ahora estés en esa situación?
—Tiene razón —concordó Maximo, alejándose con brusquedad de Diana, quien hasta ese momento no le había soltado del brazo—, si no te hubieras ido por tu cuenta esto no habría sucedido.
—¡Ya lo sé, idiotas! —chilló Johana, con su voz quebrada a causa del dolor que sentía—, pero yo no quería quedarme con ninguno de ustedes... ¡Ni siquiera los conozco! —Ella apretó sus puños con tanta fuerza hasta que sus nudillos se volvieron blancos, sus mejillas se sonrojaron y desvió su mirada al suelo—, solo quería volver a casa, ¡estoy cansada, adolorida y quiero irme!
Johana enjugó furiosamente una lágrima que se deslizó desde el borde de uno de sus ojos, sorbiendo su nariz y apretando sus dientes con fuerza.
Lion la observó, sorprendido por su reacción. Por supuesto que entendía cómo se sentía Johana... Sin embargo, eso no significaba que supiera qué decir en ese momento.
Se dio cuenta de que cualquier palabra o frase de consuelo sonaría hueca... Y que un "todo estará bien" se escucharía muy falso, porque no sabía que todo iba a estarlo, y eso era lo que más le frustraba.
Sí, realmente la situación no podía describirse con otra palabra que no fuera "frustrante".
...
¿Pudieron averiguar la respuesta del acertijo antes que Lion 0+0?
¿Tienen teorías de qué pueda suceder ahora que Johana ha vuelto con el grupo?
Bueno, eso es todo de momento, ¡hasta el próximo capítulo! Gracias por leerme ^^
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