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|Capítulo 2|

Lion no entendía a qué juego se refería la frase escrita en el árbol. Las letras habían sido talladas por un objeto filoso, y la caligrafía era un tanto descuidada, como si la persona que había escrito aquello no hubiera puesto demasiada atención en lo que hacía.

—¿Qué es eso? —inquirió de pronto la voz de Diana detrás suyo.

Sobresaltándose por su repentina pregunta, Lion y los otros dos niños que no habían reparado en su presencia se volvieron hacia Diana. Ella había llegado junto al resto del pequeño grupo, que ahora observaba el mensaje en el árbol con sorpresa y confusión.

Lion se dio cuenta de que ya estaban todos los supuestos participantes. Mordió el interior de su mejilla con aire ansioso y rascó su cabeza, observando a su alrededor y sorprendiendose al descubrir que el cielo ya se había oscurecido en gran medida.

La única iluminación provenía de la luna en el cielo, cuyos delgados rayos llegaban hasta sus pies, haciendo que el bosque luciera más aterrador de lo que ya era. Las nubes evitaban que la luz de las estrellas fuera visible, y esto solo inquietó más a Lion.

—¿Quiénes son ustedes? —preguntó de pronto la niña que había estado admirando el árbol cuando Lion llegó. Ella era de piel oscura, y su cabello rizado era oscuro como el chocolate, sus ojos eran grises y en ellos había genuino desconcierto.

A su lado, el otro niño desconocido poseía cabello lacio y castaño muy claro que rozaba con el rojizo, sus ojos eran azules y brillaban como los de un gato en la oscuridad. Parecía más tranquilo que la niña, pero su confusión seguía siendo palpable en su mirada.

—Me llamo Lion —comenzó diciendo él, llamando la atención de todos en el grupo—, ¿podrían presentarse con sus nombres? Será más sencillo hablar si sé cómo se llaman.

Los niños se miraron entre sí, dudando acerca de aceptar esto.

—Mi nombre es Diana —dijo la niña de pronto a su lado, sonriendo con calidez y animando a los otros a que también se presentaran.

—Yo soy Ethan —comentó a quien ya conocía Lion.

—Me llamo Johana —se presentó la pelirroja, que era la cuarta participante que descubrieron.

—Yo soy Maximo —murmuró el niño invidente, cuya barbilla estaba apoyada en su pecho.

—Mi nombre es Oliver —dijo quien había estado observando el árbol cuando Lion llegó.

—Y yo Alexia —terminó la niña junto a Oliver.

Lion los examinó a cada uno en silencio, observando que todos ellos lucían asustados y confundidos, lo que era completamente comprensible. Mordió su labio inferior y bajó la cabeza, sacando el walkie-talkie que había guardado en el bolsillo de su sudadera, observandolo con vacilación.

—¿Qué es eso? —preguntó de pronto Alexia a su costado, acercándose a él y mirando el walkie-talkie con detenimiento.

Lion dudó.

—Lo encontré cuando desperté —explicó, ya aliviado de no tener que repetir esa respuesta más veces—, y fue un hombre el que me dijo que debía encontrarlos a ustedes, también mencionó que una vez que lo hiciera respondería nuestras preguntas...

—¿Entonces qué esperas? —instó Johana, frunciendo el ceño—, habla a través de esa cosa y haz que quien sea que te haya hablado nos diga qué rayos está sucediendo.

Lion sopesó la idea de explicarle que no podían fiarse de la palabra del misterioso hombre, pues la probabilidad de que hubiera sido él quien les dejó ahí era alta, y eso le resultaba inquietante.

Sin embargo, no alcanzó a decir algo de estos pensamientos, pues Johana se adelantó y le arrebató el walkie-talkie, presionando el botón para hablar y diciendo:

—Ya estamos todos aquí, ¿de verdad vas a contestar nuestras preguntas?

Lion se molestó por que le hubiera quitado el walkie-talkie de forma tan brusca, pero no dijo nada, pues la voz del misterioso hombre al otro lado de la línea contestó más rápido de lo que él había esperado.

—Cada uno puede hacer solo una pregunta —dijo él con seriedad, y luego se quedó callado sin agregar nada más.

Johana chasqueó la lengua con molestia, y fue la primera en preguntar:

—¿Por qué estamos aquí?

El hombre respondió de manera casi inmediata:

Están en este bosque para participar en un juego del que dependerán sus vidas.

Lion tensó la mandíbula, jugueteando con sus pulgares con nerviosismo al recibir una respuesta tan directa y cruda.

—¿Qué clase de juego es este? —volvió a preguntar Johana, pero esta vez la voz se quedó en silencio.

Ella frunció el ceño, curvando sus labios en una mueca. Ethan, que se encontraba a su lado, tomó el walkie-talkie y repitió la pregunta de Johana, y esta vez la voz del hombre contestó a su interrogante, diciendo:

Tendrán que superar pruebas y juegos para poder llegar a objetivos que les ayudarán a sobrevivir en el bosque. Entre más juegos pierdan, sus probabilidades de sobrevivir disminuirán.

Ethan soltó un suspiro, algo exasperado por lo que había oído, y le pasó el walkie-talkie a Oliver, que se hallaba más cerca suyo.

—¿A-alguien sabe que estamos aquí? —inquirió él, tartamudeando un poco, y Lion no supo si era por el frío o por el miedo.

No —aseguró el hombre—, ustedes siete fueron traídos aquí sin que nadie se enterara. Así que si creen que pueden esperar a que llegue ayuda, entonces ya pueden empezar a deshacerse de esas esperanzas.

Oliver parpadeó varias veces, asustado por esta información, y con un tambaleo le entregó el walkie-talkie a Diana, que lo tomó con cierto temblor en sus manos, aún si su semblante permanecía firme y sereno.

—¿Nos drogaste antes de... hacernos venir? —cuestionó ella, removiendo sus pies en el suelo con deje incómodo, y Lion se dio cuenta de que Diana pareció tentada a usar el término "secuestro", aunque al final no lo hizo.

Sí, es una droga cuyos efectos repercuten en su memoria a largo plazo y adormece su cuerpo y mente —explicó el hombre con una escalofriante calma—, con el paso de los días comenzarán a recuperar su memoria y movilidad normal.

"Días", el uso plural de esta palabra comenzó a hacer que Lion percibiera un amargo sabor en su boca, pues el hombre que les había secuestrado realmente planeaba dejarlos ahí por más de un solo día (y no estaba seguro de por qué le sorprendía esto).

Decidió hacerle un gesto a Diana para pasar su pregunta de momento cuando ella hizo amago de entregarle el walkie-talkie. Quería que su pregunta fuera la última, pues antes necesitaba recopilar toda la información que pudiera, y de ahí extraer una interrogante que pudiera resultar útil.

Diana, sin cuestionar su decisión, le entregó el walkie-talkie a Maximo, explicándole lo que hacía, aún si él no lució exactamente agradecido y solo frunció el ceño al tomar el objeto.

—¿En qué parte del mundo estamos? —preguntó Maximo sin trastabillar con sus palabras. Quizá había superado el shock inicial de haber despertado en ese sitio, o esa fue la vaga suposición que hizo Lion.

Siguen encontrándose en México —respondió el hombre, haciendo que Lion se aliviara—, no obstante, están demasiado lejos de su ciudad. Este bosque es propiedad privada, así que, de nuevo, nadie podrá venir a rescatarlos.

¿Por qué él hacía tanto énfasis en esa cuestión? Tal vez quería dejarles en claro que su única alternativa de salir de todo eso era aceptar los juegos que tuviera en mente... Fueran cuales fueran.

Lion sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal ante ese pensamiento, rascando el dorso de su mano con ansiedad.

Alexia tomó el walkie-talkie de la mano de Maximo, preguntando hacia el objeto con casi imperceptible vacilación:

—¿Cuál es la razón detrás de todo esto?

No hubo respuesta por unos momentos, haciendo que Lion y los demás temieran que Alexia hubiera hecho una pregunta inadecuada, sin embargo, tras unos instantes, el hombre finalmente contestó.

La razón son ustedes.

Y eso fue todo lo que dijo.

Lion frunció el ceño, sin estar seguro de a qué se refería con esto, pero cuando Alexia trató de hacer más preguntas para que aclarara lo que había dicho, no recibieron nada.

La niña se rindió y le pasó el walkie-talkie a Lion, quien lo tomó con ligera duda y lo miró fijamente.

Ignorando las miradas que le dedicaban los otros niños, Lion presionó el botón para hablar, cuestionando:

—¿Cuál es el tiempo estimado para salir de este bosque?

Necesitaba saber cuál era el nivel de dificultad que el hombre había planeado para ellos, en especial considerando que si su vida iba a depender de acertijos debía hacerse a la idea de cuánto tenían para poder resolverlos y avanzar.

Tienen dos semanas como máximo para atravesar el bosque y llegar al final —contestó la voz, tornándose todavía más seria.

—¿Por qué? —inquirió Diana, dubitativa—, ¿qué sucederá si no lo cruzamos en dos semanas?

El hombre no contestó.

Y sin embargo; no hizo falta.

Lion ensanchó los ojos, sintiendo como si un bloque de agua fría le cayera al rostro cuando a él llegó un súbito recuerdo.

—Porque en dos semanas habrá una tormenta de nieve —murmuró en un volumen de voz apenas más alto que un suspiro, pero el resto del grupo, que estaban tan callados como un cementerio, alcanzaron a escuchar sus palabras.

Ethan le miró con sorpresa.

—¿Cómo sabes eso? —cuestionó.

Lion parpadeó varias veces, asombrado de que hubiera podido recordar aquel dato.

—No lo sé —confesó, rascando su mejilla—, quizá haya recuperado un recuerdo... Solo que no estoy seguro.

Ethan entrecerró los ojos, sin embargo, no dijo nada.

Los siete se sobresaltaron cuando nuevamente la voz del hombre volvió a hablar.

La primera prueba empieza ahora —dijo él, haciendo que el rostro de Lion palideciera—, esta es simple: solo deben sobrevivir a la primera noche. No tendrán problemas, sin embargo, tampoco tendrán comida o refugio hasta el día siguiente.

Y otra vez el audio se cortó, como si nunca hubiera estado ahí.

—¿Sobrevivir? —repitió Johana, un tanto incrédula—, ¿pero quién demonios es este psicópata?

Lion se dio cuenta de que nadie había preguntado por la identidad del hombre, y se cuestionó a sí mismo si él habría estado dispuesto a responder aquello.

—¿De verdad no podemos irnos? —inquirió Oliver, con su voz quebrada y sus dientes castañeando.

La temperatura ya había descendido todavía más para ese momento, y Lion sabía que solo era cuestión de tiempo antes de que hiciera aún más frío. No tenía idea de cómo vino a su mente el recuerdo acerca de la tormenta de nieve, sin embargo, lo tenía muy claro, y también le era evidente que no sobrevivirían a esa tormenta en ese bosque y sin un refugio.

Frotó sus manos con fuerza en un intento de mantenerse caliente, y luego miró a los seis niños que lo rodeaban. Todos ellos se veían asustados, y sus pupilas dilatadas en miedo apuntaba al suelo o a otros sitios. Lógicamente, querían irse a casa lo antes posible y olvidarse de esa horrible situación, no obstante, Lion sabía que no iba a ser posible.

Aún con la inclusión de los otros niños, él seguía manteniéndose como el más grande del grupo (o al menos esto suponía en base al físico de los demás), por lo que la responsabilidad de cuidar de ellos cayó sobre sus hombros.

—No deberíamos tener problemas en pasar la noche —consoló, guardando el walkie-talkie en la sudadera para evitar tener que verlo, pues el simple objeto le evocaba sentimientos negativos—, solo tenemos que juntarnos y dormir, no será difícil...

—¿Es qué acaso estás de acuerdo en seguir lo que nos diga la persona que nos secuestró? —espetó Johana, y a juzgar por su tono de voz, se estaba desesperando y entrando en pánico.

Lion quiso señalar que no necesariamente el hombre que les había hablado era quien los alejó de sus hogares, ya que bien podría ser más de uno el que orquestara ese desagradable plan, pero supuso que eso no ayudaría a que ella se calmara, y en su lugar dijo:

—Por supuesto que no estoy de acuerdo, ¿de verdad piensas que yo no quiero irme? Pero, seamos lógicos; nos han secuestrado, no sabemos en dónde estamos y tenemos una fecha límite para escapar de un sitio que no sabemos qué tan extenso sea... Me parece que la mejor solución es seguir lo que sea que diga el hombre que nos habló...

—¿Ah? ¿Y si nos dice que nos tiremos de un puente le harás caso? —inquirió de pronto Maximo, frunciendo el ceño (acción que resultó un tanto cómica por el hecho de que seguía manteniendo sus ojos cerrados) y cruzándose de brazos

Lion suspiró con leve frustración que trató de hacer pasar desaparecida.

—No, obviamente no —respondió—, pero si el hombre nos quisiera muertos ya nos habría matado, ¿no crees?

—¿Dices que nos va a matar aquí entonces? —cuestionó Diana, abriendo sus ojos de par en par.

—No, no estoy diciendo eso...

—¡Yo solo quiero irme de aquí! —exclamó Oliver, al borde del llanto.

—No podemos irnos...

—Quizá si caminamos lo suficiente encontraremos la salida —aportó Alexia, tensando la mandíbula.

—¿Qué? No...

—O tal vez el hombre nos mintió y la policía ya nos está buscando —comentó Ethan, arrugando la nariz.

Lion empezó a frustrarse.

—¡Por favor, callense! —exclamó, y el grupo obedeció, mirándole con ligera sorpresa—, entiendo que estén asustados y no entiendan nada... Yo tampoco lo hago, ¿de acuerdo? Pero de nada sirve hacer teorías que probablemente no se cumplirán.

—¿Dices que la policía no vendrá por nosotros? —murmuró Diana, bajando la cabeza y apretando sus labios en una fina línea recta.

—No... E incluso si así fuera, estaríamos apostando por una mínima probabilidad, ¿es que no se dan cuenta que estamos solos y que un potencial psicópata nos dejó en este lugar? Honestamente, no quiero quedarme y esperar por una ayuda que no llegará.

El grupo se quedó en silencio, con sus miradas fijas en el suelo y sin saber qué decir.

—¿Entonces qué se supone que debemos hacer? —musitó Johana, cruzándose de brazos—, ¿tenemos que ignorar que esto es una situación horrible y resignarnos a hacer lo que quiera el loco que nos trajo aquí?

Lion se encogió de hombros, siendo consciente de que decir que así era no aliviaría la tensión en el ambiente.

Johana bufó ante su falta de respuesta, frunció el ceño y se abrazó a sí misma, frotando sus brazos y dándole la espalda.

—Bien, pues tú puedes hacer lo que quieras —soltó—, yo me iré de aquí.

—¿Hablas de irte? —preguntó Oliver, parpadeando con fuerza—, no puedes hacerlo, lo mejor sería que nos quedemos juntos...

—Si ustedes van a quedarse a hacerle caso a la persona que nos secuestró entonces háganlo, y yo haré lo que también me plazca, ¿vale?

Y luego, sin esperar a que alguien dijera algo, ella empezó a correr hacia el bosque, fundiéndose en la oscuridad hasta que dejó de ser visible.

Lion hizo amago de ir detrás suyo, pero se detuvo cuando sintió la mano de Diana aferrándose a su brazo.

—No lo hagas —le pidió ella, percibiendo el cómo estaba a punto de actuar—, solo nos vamos a separar... Hasta ahora eres el único que se mantiene tranquilo, si te vas todos empezarán a hacerlo también...

Lion dudó, sin embargo, decidió no moverse de su lugar, mirando ansiosamente hacia el sitio por el que Johana había desaparecido... Ella estaría bien, ¿cierto? Seguro volvería una vez que cayera en la cuenta que no había una salida de ese sitio.

Tragó saliva y, con ello, las ganas de llorar que comenzaban a formarse como un nudo en su garganta. Aquellas circunstancias eran estresantes y completamente abrumadoras, al punto de que ya comenzaba a vacilar de cuál era la decisión más ortodoxa a seguir.

Mordió su labio inferior y soltó un suspiro tembloroso, volviendo su vista hacia el resto de los niños que veían hacia el camino que Johana había tomado.

—Ella va a volver —aseguró Lion, mintiendose de paso a sí mismo—, ahora necesitamos dormir... Estoy seguro de que todos están cansados.

Él también lo estaba, incluso luego de haber estado inconsciente por un buen rato. Sus ojos se sentían pesados y percibía que sus extremidades aún no se recuperaban de aquella sensación como si estuviera bajo el agua (quizá se trataba de un efecto de la droga que su secuestrador había mencionado).

—¿Y cómo esperas que lo hagamos? —preguntó Ethan, y Lion notó que él tenía su mirada fija en el lugar por el que Johana se había marchado... Tal vez estaba pensando en que debió haber ido con ella.

—Supongo que podríamos sentarnos alrededor de un árbol —comenzó diciendo Lion, inspeccionando uno de los troncos y decidiendo que estar a espaldas de uno podría crear una sensación de seguridad lo suficiente firme como para permitir que al menos uno o dos conciliara el sueño—, tenemos que estar juntos para que el frío no sea tan perceptible...

—Creo que lo mejor es que al menos uno permanezca despierto —aconsejó Alexia, vacilando al hablar—, quiero decir... ¿Y si el hombre mintió sobre que no íbamos a tener problemas?

Lion admitió para sí mismo que esta era una posibilidad en la que también había pensado, y aunque no le parecía una muy alta, igualmente asintió con la cabeza.

—Yo lo haré —se ofreció, observando cómo los demás se aliviaban al oírlo, seguramente sin querer tener que quedarse despiertos hasta tarde bajo esas circunstancias... Quizá lo que más querían hacer era quedarse dormidos con la esperanza de despertar y descubrir que todo eso había sido una mera pesadilla.

Luego de eso, el grupo se acomodó en torno a un tronco que era lo bastante grueso para que ellos pudieran sentarse de espaldas a él. Respectivamente, el orden era: Diana, Maximo, Oliver, Alexia, Ethan y Lion.

Habían recopilado un par de hojas secas con la intención de recrear algo parecido a un pequeño nido que les ayudara a desviar las gélidas corrientes de viento, y funcionó, o al menos lo suficiente como para que poco a poco los niños empezaran a caer dormidos.

Lion, como había prometido, no permitió que el sueño llenara su mente, y permaneció con sus ojos abiertos y sus oídos atentos a cualquier ruido que llegaba al bosque. A decir verdad, incluso si hubiera tenido la oportunidad, no habría sido capaz de dormir, pues su pensamientos iban y venían como un tornado de angustia, en especial porque tenía la molesta costumbre de analizar todo más de lo que se consideraría sano.

¿Qué era lo que pretendía hacer la persona que les había dejado ahí? ¿Su intención era herirlos u observarlos pasar sus supuestas pruebas? ¿Realmente pensaba abandonarlos en la tormenta si no lograban salir del bosque en dos semanas? Lion no podía ignorar la seriedad de todo el asunto y el genuino riesgo de morir que existía... Muerte. Sin duda este era un concepto con el que no estaba familiarizado, o no demasiado, pues nunca había asistido a un funeral y su conocimiento respecto a esto se limitaba a los libros que leía.

Sabía que no quería que ninguno de los niños de ese grupo resultaran heridos por ninguna cosa. Sin embargo, ¿Lion era lo suficiente fuerte o valiente para protegerlos? Ya había dejado que Johana se marchara por su cuenta, creyendo y diciéndose a sí mismo que ella sería capaz de volver... Pero, ¿y si no lo era? ¿Y si ella no regresaba y resultaba ser el culpable de que algo le hubiera ocurrido?

Lion no soportaba esa idea, y tampoco soportaba esos pensamientos escabrosos que fluían con su mente con una exasperante libertad.

Tensó su mandíbula, deseando profundamente estar con sus padres... Incluso si no podía recordar con nitidez sus rostros e incluso si no alcanzaba a visualizar en su mente cómo eran, quería estar con ellos y lo sabía con certeza.

Se mantuvo despierto por lo que le pareció una eternidad, atento a cualquier simple soplo de viento y mirando a su alrededor de vez en cuando. Al volver sus ojos hacia su izquierda, notó que los niños a su lado estaban profundamente dormidos, lo que en cierto modo le aliviaba.

Una vez que se hizo medianoche (o así lo supuso Lion), lanzó un bostezo y sus ojos empezaron a cerrarse, pero incluso así su mente se negó a dejarse llevar por el sueño.

—Deberías dormir —murmuró de pronto una voz a su lado.

Lion se sobresaltó, susceptible a los ruidos cercanos a él. Sin embargo, se relajó al darse cuenta de que solo se trataba de Ethan, que le veía con ojos entrecerrados y aire somnoliento.

—Quizá —contestó Lion, hablando con tono bajito para evitar despertar a los demás, desviando su mirada al suelo y suspirando—, pero es algo difícil hacerlo para mí...

Ethan se encogió de hombros, esgrimiendo una mueca en sus labios.

—Dudo que la mejor solución a esto sea quedarte despierto —continuó diciendo—, pareces ser el único cuerdo en este grupo, y honestamente no serías nada útil si estuvieras desmayandote del sueño.

Lion frunció el ceño, mirando a Ethan y notando que él tenía sus ojos fijos en el frente.

—Oh, gracias —ironizó—, seguro que ahora puedo conciliar el sueño tras esas reconfortantes palabras.

Ethan le ignoró.

—Solo duerme, y si te hace sentir mejor, me quedaré despierto hasta que amanezca.

Dudando un poco al respecto, Lion no contestó, aunque cuando sus labios soltaron un involuntario bostezo, acabó por resignarse y asentir con la cabeza.

—Uh, de acuerdo —murmuró, acomodándose un poco mejor y cerrando sus ojos.

Se durmió casi de inmediato.

Lion soñó con una escuela que supo que era la misma a la que había asistido antes de aparecer en este sitio. No había sido una memoria exacta, sino más bien algo ambiguo que no le dio ninguna pista acerca del pasado al que no lograba acceder.

Frustrado por haber sido incapaz de desbloquear estos recuerdos, Lion se despertó, parpadeando varias veces y dándose cuenta de que el cielo sobre su cabeza poco se había aclarado, y apenas si era perceptible la diferencia del paisaje que visualizó la tarde de ayer.

Ayer... Realmente había despertado en el bosque, no se había tratado de ningún sueño o vil pesadilla, sino que era real... Muy real.

Lion mordió el interior de su mejilla y apretó sus puños, sintiéndose frustrado ante la idea de que nada había cambiado... Seguía siendo dolorosamente igual.

Se incorporó, percibiendo un agudo dolor en su espalda debido a la mala postura en la que había estado por varias horas. Sus labios se fruncieron en una mueca y volvió su cabeza hacia su izquierda una vez más, observando que Ethan estaba despierto, tal y como había dicho, y los demás parecían estar en un estado de decidir si abrían sus ojos o no.

Lion observó a su alrededor, sintiéndose culpable al darse cuenta de que no había señal de Johana... ¿Ella habría pasado la noche explorando el bosque o se habría detenido en cierto punto? Esperaba que hubiera hecho lo segundo, pues sería más difícil encontrarse con ella si hubiera caminado sin cesar.

Soltó un suspiro algo ruidoso, llamando la atención de Ethan y Alexia.

—Oh, ¿ya vamos a despertar? —inquirió la voz de Diana al otro extremo de donde se hallaba Lion.

—Tengo hambre —se quejó Oliver, removiendose en su lugar y abriendo sus ojos con pereza.

Alexia bostezó, restregando sus párpados.

—Ugh, ¿creen que haya comida aquí? —inquirió, y Lion no quiso decirle que la probabilidad de que así fuera era realmente baja.

—Dudo que haya algo más que frutos secos y ese tipo de cosas —comentó Ethan con desagrado, sin tener la misma cortesía de callarse—, estamos en época de otoño e invierno y no ayuda que seguramente ninguno de nosotros tenga experiencia en cazar animales, si es que acaso hay aquí...

—Yo sé cómo limpiar un pescado y cocinarlo —dijo Alexia, un tanto tímida.

Diana sonrió ampliamente.

—Y yo sé atrapar peces —aseguró.

—Pero de nada sirve si no hallamos un río o si este ya está congelado —les interrumpió Maximo con cierto deje de burla.

—Bueno, nunca está de más saber lo que pueden hacer los otros —contestó Oliver, encogiéndose de hombros.

¿Qué podían hacer? Se preguntó Lion, pensando que quizá si fueran un poco mayores tendrían una disponibilidad y movilidad más amplia, y tampoco era como si ellos hubieran vivido lo suficiente para tener una experiencia considerable en ese tipo de ambiente... En cambio eran niños abandonados en ese bosque.

Aunque entonces se dio cuenta de algo: habían superado la primera prueba.

Y Lion deseó que las demás fueran tan sencillas como esa.

Aún si tenía la sospecha de que eso no iba a ser posible.

...

¡Hey! Hola ^^

No suelo hacer notas de autor pero con esta historia me prometí involucrarme más con mis lectores (si es que llegan a haber...), así que, ¿les está gustando la historia 👀?

¿A qué creen que se haya referido el secuestrador cuando respondió que los niños eran la razón de que estuvieran en ese bosque? ¿Creen que Johana tomó la decisión correcta al separarse del grupo?

De cualquier forma, gracias por leer, ¡hasta el próximo capítulo ^^!

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