|Capítulo 11|
Lion ya estaba empezando a acostumbrarse a no poder conciliar el sueño cuando todos los demás ya lo habían hecho.
Era extraño. Ahora que podía pasar la noche en una cálida cabaña con una manta, se sentía más despierto que nunca.
Seguramente su mente solo lo odiaba.
No era demasiado noche para cuando todos, excepto Lion, empezaron a caer dormidos, pero el cálido fuego de la chimenea y la oscuridad que les rodeaba bastó para arrullarlos, y a diferencia de los otros días, ninguno de ellos se sintió paranoico o con miedo de estar siendo espiado desde las sombras… A diferencia de Lion, claro está.
Él tenía sus ojos abiertos y sus piernas estiradas sobre el suelo. Su espalda estaba apoyada contra la pared detrás suyo y sus ojos fijos en el extremo opuesto. Diana estaba a un lado suyo, y Ethan al otro, y ambos estaban tan dormidos que parecía que podía estallar una bomba ahí mismo y ninguno despertaría.
Lion suspiró con cansancio por décima ocasionarlo, restregando sus ojos y cambiando de postura con sus rodillas contra su pecho.
Curvó sus labios en una mueca, poniéndose finalmente de pie y estirándose un poco. Odiaba esa sensación de incomodidad que ahondaba en la boca de su estómago y deseaba poder deshacerse de ella. A pensamientos le resultaban una tortura y no podía dejarlos ir.
Pasó una mano por su cabello, revolviéndolo y notando de forma repentina que habían pasado cinco días desde que había tomado un baño… Honestamente, no sabía qué le había hecho pensar en eso, pero igual supo que era real. Bajó la mirada, observando sus manos con detenimiento y notando que lucían pálidas al ser iluminadas por el fuego de la chimenea.
Hundió sus manos en su sudadera, recordando de forma vaga que le había dado su abrigo a Ethan la primera noche que despertaron ahí. No parecía haber una razón de todos esos pensamientos vagos y aleatorios, sin embargo, los prefería antes que a las voces en el interior de su mente que no hacían otra cosa más que alimentar su inquietud y angustia.
Lion sintió entonces una superficie familiar en el bolsillo de su abrigo, y recordó que había guardado el mapa ahí. Con cuidado, lo sacó y lo desdobló, mirándolo con el ceño fruncido y recorriendo con la yema de su índice el papel.
Parpadeó varias veces cuando percibió con el tacto algo particular en la esquina inferior derecha del mapa, y cayó en cuenta de que este lado se sentía distinto al resto de la superficie… Se sentía como si alguien hubiera escrito sobre o encima de él.
Con la intención de obtener más luz, Lion se acercó a la entrada, saliendo de la cabaña por el espacio que se creaba entre una de las cajas y el marco de la puerta.
El frío invadió su cuerpo de forma inmediata, y maldijo por lo bajo, mirando la nieve que ahora lo rodeaba, por suerte no era mucha, pero no dejaba de ser perceptible. No obstante, no permitió que esto le afectara y enfocó su mirada en el mapa, aún si en realidad había menos luz afuera que adentro.
Y abrió sus ojos de par en par al caer en la cuenta de que, después de todo, tenía razón.
En la esquina del mapa lentamente aparecieron un par de letras en color neón que brillaron débilmente y apenas siendo perceptibles. Lion las cubrió con su manos, comprendiendo que no reaccionaban a la luz sino a la oscuro.
El mensaje seguía siendo bastante difícil de comprender, y Lion tuvo que acercarse para poder descifrarlo.
Sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal cuando por fin cayó en la cuenta de lo que la frase que juntaban las palabras escritas en el mapa:
"Si los demás quieren escapar ahora. Uno de ustedes debe quedarse".
Lion frunció el ceño, mordiendo su labio inferior con fuerza y pestañeando con fuerza. No lo entendía. ¿Qué quería decir ese mensaje? A descubrir con sus manos el mapa, las letras se volvieron ilegibles y el mensaje volvió a ocultarse.
Sin embargo, lo hecho, hecho estaba, y si Lion alguna vez tuvo la oportunidad de conciliar el sueño, entonces esta se había esfumado en el aire por completo.
Soltó un delgado suspiro y tembló un poco, doblando de nuevo el mapa y guardandolo en el interior del bolsillo de su abrigo.
¿Debía despertar a los demás y contarles lo que había descubierto? No, no serviría de nada… ¿Qué podrían hacer ellos? Además, no era como si hubiera recibido una amenaza de muerte. De hecho, era lo opuesto; parecía haber recibido una especie de oferta.
No lo alcanzaba a entender por completo y tampoco estaba seguro de querer hacerlo, sin embargo, si de algo tenía la certeza, era que la oportunidad de que sus amigos se marcharan de ese bosque estaba más cerca de lo que había creído en un inicio.
No… ¿Pero qué estaba pensando? No estaba considerando aquella escalofriante frase una manera de salir de ahí, ¿cierto? Es decir, si asumía que su secuestrador planeaba llegar a un acuerdo con ellos y liberarlos si uno de ellos se quedaba, ¿quién rayos iba a quedarse? Lion sería incapaz de pedírselo a cualquiera de los niños en el grupo, de eso estaba seguro.
Sin embargo, la idea de protegerlos y hacer que volvieran a casa le resultaba tan buena y tangible que juró que podía tocarla para hacerla real.
Lion tensó la mandíbula cuando su audaz y escabrosa mente finalmente llegó a la conclusión más sensata. Y no pensaba admitirla en voz alta.
Apretó sus puños y volvió a la cabaña, ahora con la determinación aflorando en su interior. Antes de decidir cualquier cosa, se aseguraría de que aquella oferta fuera real, y no un simple juego mental para él.
Lion, al entrar a la cabaña, se dirigió de forma instantánea hacia Alexia, quien se suponía que se había quedado con el walkie-talkie, el cual, para su buena suerte, yacía en el suelo a un metro de distancia de la niña.
Por unos instantes, él dudó seriamente acerca de lo que estaba haciendo, son embargo, acabó por suspirar y sacudir la cabeza. Se inclinó hacia el suelo, levantando el walkie-talkie y apretando sus labios.
Miró a su alrededor, asegurándose de que los demás siguieran profundamente dormidos y, con un nudo empezando a formarse en su garganta, Lion dio media vuelta y abandonó la cabaña una vez más.
El frío volvió a pegarle de lleno, solo que esta vez fue más sencillo ignorarlo debido a los pensamientos que ocupaban su mente. Se alejó un par de pasos de la descuidada y maltrecha construcción, deteniéndose a lo lejos y entre un par de árboles con la intención de que el grupo no pudiera escucharle desde esa distancia.
Nada le aseguraba que el hombre al otro lado de la línea del walkie-talkie realmente fuera a responder y, en cierto modo, Lion esperaba que así fuera.
No obstante, aún así logró reunir coraje de quién sabía dónde, y encendió el botón para hablar, preguntando con un tono de voz bajito y tan seguro como pudo hablar:
—¿Qué quiere decir lo que está escrito en el mapa?
Por unos instantes, no hubo ninguna respuesta, y Lion se relajó un poco, pensando que el hombre haría caso omiso de su pregunta.
Pero, al final, no fue así.
Y tras unos segundos en un completo silencio, la voz por fin contestó, diciendo:
—Seguramente ya lo sabes. No hay mucho qué explicar al respecto.
Lion rascó su cuello con aire frustrado, porque no sabía con exactitud qué emoción le generaba el haber recibido aquella respuesta.
Pensó en qué decir por unos momentos, y al no hallar las palabras adecuadas, se decidió por contestar con lo primero que le vino a la mente.
—Si yo decidiera quedarme, ¿dejarías ir a los demás?
¿En qué momento había considerado eso? En realidad, sí lo sabía. Había sido uno de los primeros pensamientos que surcó su cabeza al leer la inscripción en el mapa, no obstante, no ahondó en esta idea por completo, porque era inevitable que el fondo le causara pavor.
—Sí, lo haría —contestó el hombre.
—¿Cómo podría confiar en tu palabra? —volvió a preguntar Lion, removiendo sus pies en el suelo y notando como sus zapatos hacían marcas sobre la nieve bajo él.
—No tengo motivos para mentir. Si este juego se detiene al menos tendré algo de repuesto.
Lion curvó sus labios en una mueca.
—Si me quedara y esto acabara, ¿qué sucedería conmigo? —cuestionó, aunque si era honesto, no estaba seguro de desear oír la respuesta.
—¿Qué sentido tiene que lo sepas ahora? Si realmente vas a terminar con este juego ahora, entonces tendrás que dar también tu palabra de esto, ¿sabes?
Lion se quedó en silencio.
¿Realmente iba a hacerlo? Él tenía motivos para salir de ese bosque, ¿no? Tenía a sus padres, tenía familia y un sinfín de razones para no quedarse en ese sitio con un potencial psicópata que les había secuestrado en primer lugar.
Sin embargo, ¿qué sucedía si al no aceptar condenaba a sus amigos a la probabilidad de resultar heridos en otra prueba? ¿Y si algo como lo del río se repetía? Pero, ¿y si ahora la diferencia erradicaba en que el margen de resultar herido y terminar muerto era casi imperceptible?
Lion sabía que no sería capaz de perdonarse si algo así sucedía, y en especial ahora que era consciente que podía terminar con todo esto justo en este preciso momento.
Tembló un poco, mordiendo su labio inferior y diciendo:
—Si quisiera aceptar, ¿cómo lo haría?
—Si realmente deseas hacerlo entonces puedes reunirte conmigo a mediodía en el río. La arena movediza estará desactivada para facilitar tu acceso.
Y así, sin dar ningún otro detalle al respecto, la voz desapareció, y Lion tuvo el presentimiento de que no volvería a responder.
Antes de que pudiera procesar su efímera conversación o pensar en lo que podría o no suceder, de pronto se sobresaltó al escuchar un ruido a sus espaldas, y miró sobre su hombro con sus ojos abiertos como platos.
Se relajó un poco al ver que solo se trataba de Ethan... Aunque enseguida entendió la gravedad de lo que esto significaba y su espalda volvió a tensarse.
Por unos momentos, se cuestionó si él había escuchado la conversación, sin embargo, la respuesta llegó a él antes de que pudiera emitir un solo ruido cuando Ethan dijo:
—Eres un verdadero idiota, ¿lo sabías?
Lion se congeló en su lugar, guardando el walkie-talkie en el interior del bolsillo de su sudadera y volviéndose de lleno hacia Ethan, mirándolo con el ceño fruncido y sabiendo que no tenía caso tratar de fingir que la conversación no había sucedido.
Soltó un suspiro, desviando su mirada al suelo y apretando los dientes.
—No lo soy —replicó—, solo intento hacer lo que es mejor para los demás...
—¿Y es que quién ha decidido que tú debes hacerlo? —soltó Ethan con molestia—, ¿es que acaso esas historias de detectives que lees te han lavado el cerebro y te han hecho creer que cualquiera puede lanzarse al peligro y ser un héroe? Porque si crees que eres uno al ser tan absurdamente imprudente entonces no podrías estar más equivocado.
—No lo entiendes. Quiero ayudarlos, tengo miedo de que no puedan regresar a casa... ¿Aceptar esto no es más sencillo? Solo estoy cansado, y no me importa cómo termine esto, pero quiero que termine de una vez.
Ethan bufó.
—No voy a dejar que hagas algo como esto. ¿Siquiera entiendes el hecho de que seamos "liberados" y tú te quedes aquí? Porque no lo parece... ¿Acaso no has pensado en la culpa que sentiríamos nosotros por haber dejado que te quedaras aquí? ¿Crees que seríamos capaces de mirar a tus padres sin pensar en lo que sucedió?
Lion apretó los puños con fuerza, sintiendo la rabia arremolinarse en su pecho... Sin embargo, estaba surgía más que nada porque se daba cuenta de que realmente no había pensado en nada de lo que Ethan estaba diciéndole.
—¿Y qué esperas que haga? —espetó—, ¿sentarme a esperar que terminen todas las pruebas? ¿Qué sucederá para ese momento? ¿Cuántos más incidentes como el del río habrán ocurrido para entonces?
—Sé lo que sucede contigo. Todo este concepto de "héroe" que lees en las historias te ha cegado, ¿cierto? Bueno, ¡advina qué, Lion! Esto no es nada de eso, es la vida real, ¿de acuerdo? Y solo somos niños abandonados en un estúpido bosque, así no que intentes ser valiente o el héroe en todo esto, la vida no se divide en algo tan sencillo como eso... Y puedo asegurarte que si aceptas de nuevo un trato con el psicópata que nos puso aquí, nada bueno saldrá de ello.
Lion frunció el ceño, cayendo en la cuenta de que las lágrimas estaban nublando su visión. ¿En qué momento había empezado a llorar? No lo sabía, y tampoco sabía cómo frenar el llanto.
—No puedo permitir que algo les ocurra s alguno de ustedes —sollozó, comprendiendo que sus amigos realmente se habían vuelto importantes para él, incluso si el tiempo del que se conocían era corto.
Ethan por unos momentos se quedó en silencio.
—Lo entiendo —murmuró él, dudando un poco al hablar—, entiendo esa culpa... Pero esa carga no es solo tuya... Siendo sincero, nunca antes había tenido amigos, quizá se debía a que siempre pensé a que no tenía sentido, sin embargo, ustedes son diferente, y la idea de que algo les suceda es una pesadilla... Y si algo he aprendido de esto es que el dolor es menor cuando lo compartes con otra persona... Lion, deja de tratar de hacer todo por tu cuenta, ¿quieres? ¿O es que no confías en nosotros?
Lion sopesó estas preguntas. ¿No confiaba en sus amigos? Por supuesto que lo hacía, irónicamente, confiaba más en un grupo de niños que había conocido en menos de una semana a gente que conocía desde que tenía memoria... ¿Las experiencias que habían compartido tenían que ver con ello? Sí, probablemente, ¿y eso implicaba que la confianza fuera menor o insignificante? No, para nada.
Restregó sus ojos, enjugando las lágrimas que habían rodado por sus mejillas.
—No es eso... —murmuró, alzando levemente la cabeza y mirando de reojo a Ethan—, es solo que no quiero que nadie más resulte herido.
Ethan suspiró con pesadez.
—De verdad que esos libros te han trastornado —contestó, aunque sin mucho afán de burla—. Escucha... Entiendo que quieras hacer todo por ti mismo, no puedo negar que a veces es la solución que parece más fácil, pero no lo es. Y lo entiendo porque todo lo que conocía hasta ese momento era así, ¿bien? No podía hacerme la idea de lo que era un equipo, o al menos no uno funcional... Mi padre siempre dijo que si una persona no podía hacerse cargo de sí misma entonces era débil. Sin embargo, está equivocado, y no es debilidad pedir ayuda.
Lion no pudo evitar sentirse un tanto asombrado de estas palabras, pues debía confesar que Ethan, alguien que sin duda lucía tan gruñón y amargado, era de quien menos había esperado oírlas. Parpadeó varias veces, levantando la vista por completo y observando a Ethan, notando que él no le estaba mirando y tenía su vista fija en el cielo.
—Hum, creo que entiendo lo que quieres decir —dijo Lion, aunque no pudo sonar del todo convencido.
—Más vale que lo hagas —respondió Ethan, arrugando el entrecejo—, porque si vuelves a decir que actuarás por tu cuenta entonces te golpearé en la cabeza, ¿entendido?
Lion sonrió a medias.
—Está bien —murmuró.
Ethan asintió, y luego le hizo una seña con su mano para que le siguiera.
—Deberíamos volver a la cabaña —comentó, mirándole ahora fijamente con cierto aire recriminatorio—, y una vez ahí despertaremos a todos y les contaremos sobre esto.
Lion titubeó.
—Uh, ¿de verdad debemos despertarlos? —cuestionó, mordiendo el interior de su mejilla—, podemos esperar hasta que sea de día, ¿sabes
Ethan sacudió la cabeza en negación.
—¿Para que puedas escabullirte mientras nadie mira? —soltó—, no, gracias.
Y luego de eso, los dos niños dieron media vuelta y volvieron hacia la cabaña, dejando sus huellas sobre la delgada capa de nieve en el suelo y soltando profundos suspiros.
Si era honesto, Lion no podía negar que realmente se había sentido mejor al hablar con Ethan acerca de cómo se sentía con toda aquella situación en el bosque. Había sido como si un gran peso hubiera sido removido de su espalda, e inevitablemente esto le parecía una sensación agradable.
Cuando llegaron a la cabaña, Ethan fue comenzó a despertar a todos, mientras que Lion se sentaba en el suelo y de pronto deseaba no estar ahí.
—¿Qué sucedió? —preguntó Diana cuando despertó, soltando un hondo bostezo y sentándose en el suelo de piernas cruzadas.
Ethan no contestó y despertó al resto con sacudidas que resultaban un tanto bruscas.
Cuando todos estuvieron con sus ojos bien abiertos y rostros de confusión por que sus sueños hubieran sido interrumpidos de forma tan abrupta, Ethan carraspeó con la garganta para llamar la atención de todos. Él estaba de pie al lado de Lion, y su semblante lucía de lo más serio.
—Uh, ¿algo malo pasó? —inquirió Johana, algo adormilada—, ¿por qué nos despertaron?
—¿Todos están bien? —fue la pregunta de Oliver, quien no parecía haberse despertado del todo.
—Podría decirse que sí —respondió Ethan, mirando de reojo a Lion—, ¿quieres empezar a contarles lo que sucedió?
Lion se hundió en su lugar cuando observó que ahora era el centro de atención del grupo, jugueteando con sus pulgares con ademán nervioso.
Cuando se quedó callado debido a que estaba pensando en qué palabras usar, Ethan pareció dar por hecho que no iba a contarles nada en lo absoluto, y bufó, diciendo:
—De acuerdo, entonces yo se los contaré.
Y así fue cómo Ethan relató el momento en el que escuchó un ruido que le despertó y vio a Lion abandonar la cabaña, así como de su decisión de seguirlo y la conversación que había escuchado.
A decir verdad, Lion, a medida que el relato avanzó, empezó a sentirse avergonzado y con ganas de salir de la cabaña, pero tenía la sospecha de que si lo intentaba siquiera Ethan lo obligaría a volver a su lugar. Aunque si de Lion hubieran sido, no habría dicho ni palabra de lo ocurrido para empezar... Sin embargo, en el fondo no podía negar que le causaba cierto que su amigo le hubiera seguido.
Cuando Ethan finalmente terminó de hablar, el resto del grupo se quedó en un tenso silencio, probablemente proecesando sus palabras, algo que debió dificultarse debido al hecho de haber sido despertardos de forma tan abrupta y repentina.
Diana fue la primera en romper el hielo, frunciendo el ceño y poniéndose de pie.
—Uh, no estoy segura de haber entendido —confesó, pasando una mano por su cuello—, ¿dices que Lion descubrió un mensaje secreto en el que ponía que si uno de nosotros se quedaba los demás podían irse y él decidió por su cuenta ser ese de nosotros?
Sí, Diana básicamente lo había resumido todo.
Lion soltó un suspiro, preguntándose si sería un buen momento para defender su postura de lo que él creía correcto, sin duda embargo, cuando Ethan le dirigió una mirada furiosa, supo que lo mejor era quedarse callado.
—Sí, eso fue lo que sucedió —contestó Ethan, encogiendose de hombros.
Diana miró a Lion, un tanto incrédula.
—Sigo sin entender —respondió—, ¿por qué harías eso? Deberías habernoslo contado en primer lugar.
—¿En serio pensabas tomar una decisión tan grande como esa sin decirnos nada? —cuestionó Johana, arrugando el entrecejo.
Lion mordió el interior de su mejilla, jugueteando con sus pulgares en ademán nervioso.
—No es eso —dijo, dubitativo—, yo solo quería...
—¿... Tratar de decidir algo por nosotros? —completó Maximo, aunque más que molesto, lucía confundido—, honestamente, ¿quién en su sano juicio consideraría con seriedad la idea de quedarse con un psicópata? No lo entiendo.
—Yo solo quería tratar de ayudarlos, ¿de acuerdo?
—Bueno, pues eso es egoísta —soltó Alexia.
—¿Cómo eso podría ser egoísta?
—Porque nosotros no queremos que te quedes aquí —dijo Diana, empezando a exaltarse y sentirse frustrada—, tú dijiste que todos saldríamos de aquí, ¿no? ¿Acaso piensas romper esa promesa?
Lion apretó sus puños, tratando de encontrar algo de calma en sus pensamientos, sin embargo, estos también lo estaban traicionando al concordar con lo que sus amigos decían.
—Entonces, ¿qué haremos? —preguntó, mirando de reojo a Ethan y luego volviendo su mirada hacia los semblantes de los demás—, nada nos garantiza que estaremos bien durante las próximas pruebas... Y si soy sincero, estoy tan cansado de tener que hacerlas, pero también me siento acorralado, porque sé que ustedes no podrían regresar de la misma forma que yo... Quiero ayudarlos, pero la verdad es que a estas alturas no sé cómo hacerlo.
—Podrías empezar con dejarnos ser parte de esto —sugirió Oliver, un poco tímido—, estamos todos juntos en esto, y es justo que todos opinemos respecto a una decisión.
Lion sabía que tenía razón, sin embargo, eso no evitó que sintiera frustrado al oírlo. Se cruzó de brazos, rehuyendo su mirada al suelo.
—¿Y cómo esperan hacerlo? —murmuró—, ¿debo recordarles que estamos solos en este bosque? Honestamente, no confío en lo que sucederá al final del todo...
—Ya discutí esto contigo —masculló Ethan, exasperado—, y sé que los demás coinciden conmigo: no te dejaremos hacer esto, e incluso si alguien tuviera que entregarse, no entiendo por qué tendrías que hacerlo tú... Tienes motivos y razones para volver con tu familia, algo que yo, por ejemplo, no tengo.
Lion frunció el ceño, curvando sus labios en una mueca. Aquellas palabras se sintieron como una apuñalada al corazón, porque sabía que era verdad, y eso le resultaba mortificante.
—No se trata de eso —repitió, pero luego comprendió que no tenía caso seguir discutiendo el tema... Igualmente, ya había perdido cualquier oportunidad de disuadirlos con el tema—, olvidenlo, si no quieren salir de aquí por esta forma, entonces será mejor que sugieran algo más, pues no quiero que sigamos exponiendonos en un tonto peligro por estas pruebas.
—Quizá deberíamos simplemente dejar de hacerlas —comentó Johana con aire pensativo—, quiero decir, dejar de seguir este juego es lo único que lo detendrá.
—¿Hablas en serio? —preguntó Maximo—, ¿quieres dejar de jugar lo único que nos provee de comida y un techo? Además, ¿recuerdas la niebla y la arena movediza artificiales? ¿Quién sabe qué más cosas podría hacer el loco que nos puso aquí?
Lion de pronto recordó algo y se puso de pie de un salto.
Todos le miraron, no obstante, él se limitó a colocar un dedo sobre sus labios con la intención de que guardaran silencio. Recorrió con su mirada cada pared de la cabaña, que estaba siendo iluminada débilmente por la luz del fuego en la chimenea.
Había recordado súbitamente el extraño aparato que halló en el bosque durante su conversación con su secuestrador para negociar el que la niebla cesara.
Mordió su labio inferior con vacilación al no encontrar nada de lo que había esperado... Sin embargo, entonces lo vio.
Parpadeó varias veces y se inclinó sobre el suelo, acercándose a un pequeño aparato similar al que había visto antes y que habría pasado desapercibido ante su mirada si no lo hubiera estado buscando. No cabía duda: se trataba de un micrófono para espiarlos.
Lion lo arrancó de la pared, a la cual parecía estar pegado, y luego caminó hacia la entrada de la cabaña para luego lanzarlo lo más lejos posible.
Volvió con sus amigos y ocupó el sitio que había abandonado.
—¿Qué fue eso? —preguntó Diana sin entender.
—Era un micrófono que estaba oyendo nuestra conversación —explicó Lion—, ¿recuerdan la noche en la que el hombre del walkie-talkie nos dijo que realmente nos estaba espiando y que no tenía caso buscarlo? Bueno, pues seguro que no nos estaba vigilando en persona, sino por cámaras y micrófonos escondidos en el bosque.
—¿Y qué fueron los ruidos que que escuché la primera vez que despertamos aquí y me separé de ustedes? —cuestionó Johana, pestañeando con fuerza.
—Quizá solo trató de llamar tu atención hacia nosotros...
—¿Y crees que haya otro micrófono escondido? —preguntó Oliver.
Lion negó con la cabeza con leve vacilación.
—No lo creo —dijo.
—Bueno, si ese es el caso, creo que deberíamos hablar de lo que es importante —comentó de pronto Ethan con suma seriedad.
—¿Qué quieres decir? —cuestionó Alexia.
—Pensaba que era obvio... Hablo de encontrar una forma de salir de este estúpido bosque sin completar todas las pruebas.
.
Uhh, esto empieza a ponerse emocionante. Y lol, amé escribir la discusión entre Lion y Ethan, no sé por qué, simplemente me gustó.
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