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El Comienzo de esta historia Parte 2

Durante el viaje en la casa rodante de Max, el ambiente dentro del vehículo estaba cada vez más tenso. Ben estaba sentado junto a Cross, mientras que Ramiro estaba al lado de Gwen, quien mantenía una expresión de disgusto desde que habían comenzado el viaje. Tanto Ben como Gwen parecían estar a punto de explotar en cualquier momento, cada uno molesto por la presencia del otro.

Ben, con los brazos cruzados y la mirada fija en la ventana, soltó una queja con voz frustrada.

Ben: Estuve esperando todo el año para este viaje, ¡todo el maldito año! Y ahora la niñita lo arruinó.

Gwen, escuchando el comentario, frunció el ceño y sacó unos planos de su mochila, desplegándolos en sus piernas con movimientos bruscos.

Gwen: ¡Oh, por favor! Yo también tenía mis vacaciones perfectamente planeadas. Miren esto.

Sacó un marcador y comenzó a señalar los colores en su plan de actividades.

 Errorcross: (creo que deberías enfocarte más en divertirte y dejarte llevar, que a pegarte a un cronograma, por lo menos en mi perspectiva, ya que sería tedioso si pasa algo inesperado y alguna actividad se cancela, lo mejor sería primero saber e investigar un plan de respaldo para no aburrir te, en pocas palabras, diviértete y deja ese papel)

Gwen: Marqué cada actividad con un color diferente para no repetir lo mismo en dos días. ¡Lo tenía todo bajo control! Y ahora, tengo que pasar mis vacaciones en un campamento asqueroso con el baboso de mi primo y sus amigos.

Errorcross: (¿Y yo que te hice? Que te lleves mal con Ben no es mi problema)

Ramiro y Cross se miraron confundidos, sin saber si deberían intervenir o simplemente dejar que los primos descargaran su frustración. Ben giró la cabeza rápidamente hacia Gwen, claramente irritado.

Ben: ¡Retrasada!

Gwen, sin quedarse atrás, lo fulminó con la mirada.

Gwen: ¡Tonto!

Errorcross: (a ver a ver a ver no empecemos con los insultos no digan la palabra T y la palabra con R, mejor digan tomate asado y reviro un huevo y cebolla, mejor hablemos de comida y no de insultos, vamos calmano)

Max, quien estaba conduciendo y había estado escuchando la discusión, soltó un suspiro de resignación.

Max: Parece que va a ser un largo verano.

Mientras Ben y Gwen seguían intercambiando insultos bajo la mirada de sus amigos, Cross se inclinó hacia Ramiro, susurrando lo más bajo posible.

Cross: ¿En qué piensas?

Ramiro, con una sonrisa pícara, hizo una seña hacia la escena entre Ben y Gwen y luego respondió en voz baja.

Ramiro: Solo espero que estemos en un universo normal... y no en uno donde Ben y Gwen sean santiagueños.

Errorcross: (referencia a rena norteño Santana)

Cross, claramente molesto por el comentario, le dio un golpe suave en la cabeza a Ramiro, quien soltó una carcajada.

Ben, notando la interacción, frunció el ceño y miró a Ramiro con curiosidad.

Ben: ¿Qué fue lo que dijiste?

Ramiro, aún frotándose la cabeza donde Cross lo había golpeado, respondió rápidamente.

Ramiro: Nada importante, una tontería. No te preocupes.

Ben miró a Cross, esperando una confirmación, pero Cross solo suspiró y asintió.

Cross: Sí, solo una tontería.

Finalmente, el ambiente se calmó un poco, aunque Ben y Gwen seguían lanzándose miradas molestas de vez en cuando. El resto del viaje transcurrió en silencio hasta que llegaron al campamento. La casa rodante de Max se estacionó en una pequeña área despejada en medio de un bosque denso y tranquilo. El sol estaba comenzando a ponerse, y el aire olía a pino y tierra húmeda.

Max fue el primero en bajar del vehículo, estirándose antes de comenzar a sacar algunas cosas del compartimento trasero.

Max: Muy bien, chicos, vamos a desempacar. Y, por cierto, la comida está servida.

Ben, Gwen, Cross y Ramiro lo siguieron hasta una mesa de picnic que Max había preparado previamente. Sobre la mesa había un gran tazón cubierto con una tapa. Max la destapó con una sonrisa.

Max: ¡Gusanos marinos! Son difíciles de encontrar y se consideran un manjar en algunos países.

Ben y Gwen se inclinaron hacia adelante, observando el contenido del tazón con una mezcla de asco y curiosidad. Los gusanos, de un color marrón verdoso, se retorcían ligeramente, y el aroma que desprendían no era precisamente apetitoso.

Ben: ¿Qué son?

Max, con la misma calma de siempre, respondió.

Max: Gusanos marinos. Son deliciosos en algunos lugares, aunque...

Gwen, haciendo una mueca, lo interrumpió.

Gwen: Y asquerosos en otros.

Max sonrió, sin dejarse afectar por el comentario de Gwen.

Max: Si no les gustan, también tengo lenguas de cordero en el refrigerador.

Ben frunció el ceño, claramente decepcionado.

Ben: ¿No podemos comer algo normal? ¿Como hamburguesas o algo parecido?

Max negó con la cabeza, divertido.

Max: Este verano será una aventura, incluso para sus paladares. Así que, disfruten de lo que hay.

Cross, quien había estado observando la escena en silencio, se inclinó hacia Ben y Gwen y les susurró con una sonrisa cómplice.

Cross: No se preocupen, traje algunas botanas.

Ben y Gwen lo miraron con alivio.

Ben: Gracias, Cross. Eres un salvavidas.

Gwen asintió, aunque con menos entusiasmo.

Gwen: Sí, gracias.

Sin embargo, Cross no había terminado.

Cross: Pero no voy a desaprovechar la oportunidad de probar algo nuevo.

Tanto Ben como Gwen lo miraron confundidos, mientras Cross se volvía hacia Ramiro con una sonrisa traviesa.

Cross: Te apuesto a que puedes comer varios de esos gusanos.

Ramiro, quien había estado observando la comida con desconfianza, levantó una ceja.

Ramiro: ¿Cuántos?

Cross: Diez. Y si lo haces, te daré veinte dólares.

Ramiro sonrió, viendo la oportunidad de ganar algo de dinero.

Ramiro: Trato hecho.

Sin pensarlo más, Ramiro tomó uno de los gusanos del tazón y lo observó de cerca antes de llevárselo a la boca. Al principio, masticó con cautela, claramente desconfiado del sabor, pero después de unos segundos, sonrió.

Ramiro: No están tan mal.

Ante la sorpresa de todos, Ramiro comenzó a comer más gusanos, uno tras otro. Ben y Gwen lo miraban con una mezcla de asco y admiración, incapaces de creer lo que estaban viendo.

Gwen: Dios, come como un cerdo.

Cross, sin perder el ritmo, se unió al comentario de Gwen.

Cross: No, los cerdos mastican. Yo diría que es más como pato.

Ramiro, con una sonrisa de satisfacción, se metió el último gusano en la boca y lo tragó sin esfuerzo. Cross, fiel a su palabra, sacó un billete de veinte dólares de su bolsillo y se lo entregó.

Ramiro, feliz, besó el billete en broma antes de guardarlo en su bolsillo.

Ramiro: Con esto, en cuanto tenga la oportunidad, les compraré algo dulce a Ben y Gwen. Como dice el refrán, si te bendicen, bendice a los demás.

Ben y Gwen sonrieron ante el gesto, aunque aún estaban un poco impactados por lo que acababan de presenciar. Max, observando la escena desde la distancia, no pudo evitar sonreír.

Max: Me alegra que al menos uno de ustedes esté dispuesto a probar algo nuevo. Este verano será memorable, sin duda.

Ramiro, aún sonriendo, se sentó junto a Ben nuevamente, mientras Cross se acomodaba al lado de él. A pesar de las tensiones iniciales, parecía que poco a poco el grupo estaba comenzando a adaptarse al extraño viaje que les esperaba.

En el frío vacío del espacio, dos naves surcaban la inmensidad estelar, una pequeña y ágil, la otra grande y amenazante. La nave más grande, un crucero de guerra oscuro y imponente, perseguía a la nave más pequeña, lanzando disparos esporádicos que rozaban el escudo de su presa. La nave pequeña hacía lo posible por esquivar, pero sus movimientos eran cada vez más lentos, mientras se acercaba peligrosamente a la órbita de un planeta azul y verde, la Tierra.

En la nave más grande, un ser alto y cubierto por una armadura oscura miraba con desdén cómo la nave pequeña se tambaleaba tras recibir el impacto de uno de sus cañones. Uno de sus subordinados lo miró con expectación, esperando órdenes.

Soldado: Señor, los sistemas de propulsión de la nave enemiga están destruidos. No podrá huir por mucho tiempo.

El comandante asintió lentamente, su rostro oculto bajo una máscara metálica que apenas dejaba ver sus ojos fríos y calculadores.

???: Preparen las tropas. Vamos a abordar. Quiero ese Omnitrix cuanto antes.

Mientras los soldados se preparaban para el abordaje, la nave pequeña, aparentemente indefensa, lanzó un último ataque sorpresa. Un proyectil luminoso fue disparado directamente hacia la cabina de mando de la nave grande. El impacto sacudió todo el crucero, y los gritos de los soldados resonaron mientras intentaban mantener el control.

El comandante se tambaleó y una de las pantallas a su alrededor estalló en chispas. El ataque había herido gravemente a uno de los seres a bordo, el mismo que estaba a cargo de encontrar el Omnitrix.

La nave grande disparó nuevamente, impactando de lleno a la pequeña nave, destrozando aún más su estructura. Sin embargo, justo antes de que la nave pequeña fuera completamente destruida, lanzó un objeto hacia el planeta que estaba debajo de ellos. Era la Tierra, y el artefacto cayó en picada, atravesando la atmósfera como un meteorito.

En la Tierra, una noche tranquila se cernía sobre un campamento. Ben estaba concentrado en un videojuego en su consola portátil, sus dedos moviéndose rápidamente sobre los botones, ajeno a todo lo que sucedía a su alrededor. Gwen, sentada a su lado, estaba igualmente absorbida, pero en su computadora portátil, tecleando frenéticamente mientras investigaba algo.

Ramiro, por su parte, estaba leyendo un libro de historia, con unos auriculares puestos. Estaba escuchando uno de sus álbumes favoritos: Hybrid Theory de Linkin Park. Mientras pasaba las páginas, agradecía en sus pensamientos a la persona que lo había traído a este cuerpo, y sobre todo, por haberle dejado un dispositivo tan genial con música de su banda favorita.

Cross, en cambio, estaba tirado sobre el césped, mirando el cielo nocturno. Se encontraba terriblemente aburrido, sin nada emocionante que hacer.

Max, siempre con su energía contagiosa, se acercó a los cuatro.

Max: ¿Quién quiere bombones?

Pero ninguno de los jóvenes le prestó atención. Max, sin darse por vencido, sonrió y cambió de táctica.

Max: Entonces, ¿qué tal si contamos historias de terror?

Ben, sin despegar la vista de su consola, soltó un comentario mordaz.

Ben: No hay nada más terrorífico que pasar el verano con mi extraña prima.

Gwen levantó la mirada de su laptop y lanzó una mirada fulminante a Ben, antes de volver a concentrarse en su pantalla.

Gwen: Me encantaría, abuelo, pero estoy buscando una cura para la estupidez extrema... y todavía no encuentro nada. Aunque, claro, hay algo de esperanza.

Cross, tratando de participar, agregó con una sonrisa.

Cross: Yo no tengo ideas. Y olvídense de preguntarle a Ramiro. Con esos audífonos, podrían ocurrir 200 mil tragedias y él sería el último en enterarse.

Dijo lo último con gracia, riéndose suavemente.

Max: Ya basta Especialmente ustedes dos, Ben y Gwen. Están juntos en esto. ¿No pueden intentar llevarse bien? ¿Qué les parece?

Gwen se encogió de hombros.

Gwen: Yo voto por quedarnos como estamos.

Ben dejó su consola de lado, claramente irritado.

Ben: Voy a caminar.

Cross, viéndolo como una oportunidad para estirarse, se levantó rápidamente.

Cross: ¿Puedo ir contigo? Y de paso llevamos a Ramiro.

Ben no puso objeciones.

Ben: No tengo problema.

Antes de que Ramiro pudiera darse cuenta, Cross se lanzó sobre él, tumbándolo del sitio donde estaba sentado.

Ramiro: ¡Maldito seas, Cross! ¿Qué te pasa?

Cross, riéndose, lo ayudó a levantarse.

Cross: Vamos a caminar con Ben. ¿Vienes?

Ramiro, claramente molesto, se frotó la cabeza.

Ramiro: ¿Me tacleaste solo para preguntarme eso?

Cross asintió, sonriendo. Ramiro lo miró con fastidio.

Ramiro: Eres un pendejo.

Max, desde la distancia, observó la escena y sonrió satisfecho.

Max: Veo que ya empiezan a llevarse bien.

Mientras caminaban por el bosque bajo el cielo estrellado, Ben, Ramiro y Cross hablaban de todo un poco. Ben, aunque seguía molesto por la situación del campamento, admitió algo.

Ben: Estas vacaciones podrían haber sido mucho peores, pero al menos están ustedes dos aquí. No serán tan aburridas con su compañía.

Ramiro y Cross sonrieron, aunque no dijeron nada. De repente, un sonido agudo interrumpió la conversación. Un meteorito surcaba el cielo, brillando intensamente mientras descendía a toda velocidad.

Ramiro y Cross intercambiaron miradas rápidas. En un instante, sin decir palabra, ambos sabían lo que estaba en juego.

Cross: (El primero que llegue se queda con el Omnitrix. Y el perdedor no puede quejarse).

Ramiro: (Bien)

Los dos asintieron casi al unísono. En cuestión de segundos, el meteorito cayó cerca de ellos, iluminando la zona. Los tres corrieron hacia el lugar del impacto, logrando llegar justo antes de que el calor y la luz del meteorito desaparecieran.

Ramiro, respirando entrecortadamente, fue el primero en romper el silencio.

Ramiro: ¿Están bien?

Ben y Cross asintieron, ambos igualmente sorprendidos por lo que acababa de suceder. Mientras se acercaban al cráter, vieron lo que parecía ser una cápsula. No era un simple meteorito. Algo más había caído del cielo.

Ben: Esto... se parece a un satélite o algo así.

Ramiro negó lentamente.

Ramiro: No estoy tan seguro.

De repente, la cápsula se abrió con un leve chasquido. La luz que emitía cegó brevemente a los tres, y cuando finalmente pudieron ver, quedaron sin palabras. Dentro de la cápsula había tres relojes.

Ramiro y Cross se miraron, confundidos. Lo que más les llamó la atención era que no solo había un Omnitrix, sino tres. Uno de los relojes era verde, el clásico Omnitrix de Ben. Pero había otros dos: uno dorado y otro rojo con negro.

Ben: ¿Qué hacen tres relojes en el espacio?

Antes de que pudieran reaccionar, tanto Ramiro como Cross se acercaron para agarrar los relojes dorado y rojo. Sin embargo, en el mismo instante, los tres relojes se pegaron automáticamente a los brazos de Ramiro, Cross y Ben. El Omnitrix verde se adhirió a Ben, el dorado a Ramiro y el rojo a Cross.

Ben, siendo el más nervioso, comenzó a intentar quitárselo de inmediato.

Ben: ¡Quítame esto!

Cross, en cambio, intentaba calmarlo.

Cross: Tranquilo, no sentimos nada raro.

En sus pensamientos, Cross estaba en shock. Tener un Omnitrix en su brazo era algo que no podía haber imaginado nunca.

Ramiro, por su parte, observaba su propio Omnitrix dorado, sorprendido pero más tranquilo.

Ramiro: La verdad... está chido.

Mientras los tres se quedaban en silencio, mirando los nuevos dispositivos que ahora formaban parte de sus brazos, sabían que sus vidas acababan de cambiar para siempre.

En la calma del campamento, Gwen y Max notaron la ausencia de Ben, Ramiro y Cross. Max, siempre confiado, soltó una pequeña risa.

Max: Bueno, parece que Ben y sus amigos decidieron dar un paseo. Supongo que no se meterán en muchos problemas.

Gwen, sin apartar la vista de su computadora, soltó un suspiro antes de hablar.

Gwen: Claro, abuelo, a menos que decidan convertirse en la cena de algún oso.

Max le lanzó una mirada divertida.

Max: Vamos, Gwen, no seas tan pesimista.

Gwen: Se puede soñar, ¿no?

Max sacudió la cabeza con una sonrisa, confiado en que los chicos estarían bien.

Mientras tanto, Ben, Cross y Ramiro estaban detenidos en el bosque, contemplando los relojes alienígenas que se habían pegado a sus muñecas. Ben, curioso e impaciente, tocó el Omnitrix verde en su brazo. Inmediatamente, el dispositivo se iluminó y empezó a transformarlo, sus huesos crujieron y su piel cambió, envolviéndose en un tono anaranjado brillante. De repente, su cuerpo estaba cubierto de fuego, y Ben dio un grito ahogado, mirando sus manos envueltas en llamas.

Ben: ¡Estoy en llamas! ¡Ayuda!

Cross se apresuró a calmarlo, poniéndose frente a él y levantando las manos.

Cross: ¡Tranquilo, Ben! ¿Sientes dolor?

Ben se detuvo un momento y miró sus manos ardientes. Luego, movió los dedos, dándose cuenta de que no sentía ningún dolor.

Ben: No... no me duele nada.

Ramiro, quien hasta ese momento había observado la situación divertido, dejó salir una risa contenida antes de dirigirse a Ben.

Ramiro: A ver, Ben, deja de correr como loco si no te duele. Solo te ves ridículo.

Ben, aún algo nervioso, parpadeó sorprendido y luego se rio de su reacción. Con una sonrisa cómplice, Ramiro levantó su brazo y activó su propio Omnitrix. En cuestión de segundos, su cuerpo cambió y se transformó en la misma criatura en llamas que Ben. Cross, sin perder el tiempo, siguió su ejemplo, activando su Omnitrix y sumándose a la transformación.

Ramiro miró sus manos de fuego con asombro.

Ramiro: Esto es... ¡increíble!

Ben, ahora más tranquilo, apuntó un dedo hacia un árbol cercano y, sin pensarlo mucho, lanzó una llamarada de fuego que envolvió la corteza. Cross observó la escena y, acercándose a Ramiro, murmuró en tono de broma.

Cross: ¿Crees que deberíamos detenerlo?

Ramiro, sin quitarle la vista de encima a Ben, asintió con un suspiro, aunque su entusiasmo por probar sus propias habilidades era evidente.

Ramiro: Sí... pero, siendo sincero, también quiero ver qué puedo hacer.

Ben, embriagado por la adrenalina de sus nuevos poderes, concentró más fuego en sus manos y creó una esfera de fuego que, al lanzarla, incendió aún más el árbol, esparciendo las llamas a los árboles circundantes. Se quedó mirando con los ojos muy abiertos, alarmado por lo que acababa de hacer.

Ben: ¡¿Qué hice?!

Ramiro se adelantó y lo tomó por los hombros, evitando que se acercara más al fuego.

Ramiro: Ben, ¡detente! Los tres somos de fuego, y si intentamos apagarlo así, solo vamos a empeorar el incendio.

Ben, con los ojos fijos en el incendio que había provocado, suspiró con preocupación.

Ben: Nos van a castigar.

En el campamento, Max y Gwen notaron una columna de humo negro que se alzaba desde el bosque. Max frunció el ceño.

Max: Debe ser un incendio forestal...

De inmediato, ambos recordaron que Ben, Ramiro y Cross habían ido en esa dirección. Alarmados, Max corrió hacia la caravana, sacando dos extintores y dándole uno a Gwen antes de dirigirse al lugar de donde provenía el humo.

Cuando llegaron, el fuego ya había alcanzado varias zonas del bosque. Gwen corrió hacia las llamas y, enfocándose en apagar el fuego, se encontró rápidamente con las figuras de tres criaturas en llamas. Al reconocer a uno de ellos, soltó un grito de susto.

Gwen: ¡Ben! ¡¿Qué... qué te pasó?!

Ben, aún transformado y cubierto de llamas, le hizo una seña para que se calmara.

Ben: Sí, sí, sé que me veo raro, ¡pero no exageres!

Antes de que pudiera decir algo más, Gwen le dio un golpe con el extintor y le lanzó un chorro del contenido. Ben tosió, cubriéndose el rostro, mientras Gwen lo miraba con incredulidad.

Cross rápidamente se interpuso entre Gwen y Ben, tratando de calmar las cosas.

Cross: Gwen, tranquila, somos nosotros: Cross, Ramiro y Ben.

Gwen parpadeó, aún confundida.

Gwen: Espera, ¿qué pasó? ¿Por qué... están así?

Cross tomó aire, tratando de explicar.

Cross: Verás... estábamos caminando, vimos un meteorito que casi nos cae encima. Pero en realidad era una especie de satélite, y dentro había tres relojes. Cuando los tocamos, cada uno se ató a nuestras muñecas, y al probar qué eran, Ben se transformó... y, bueno, se prendió en fuego. Y nosotros también.

Gwen se llevó una mano a la frente, tratando de procesar toda la información. En ese momento, Max llegó corriendo y, al ver a Gwen, le preguntó.

Max: ¿Estás bien, Gwen? ¿Qué sucede aquí?

Gwen hizo un gesto hacia los tres alienígenas en llamas.

Gwen: Adivina.

Ben levantó la mano, saludando a su abuelo.

Ben: Soy yo, abuelo.

Max, sorprendido, notó que tanto Ramiro como Cross también estaban transformados, y miró sus brazos con detenimiento, observando los Omnitrix.

Max: ¿Qué demonios pasó aquí?

Ben abrió la boca para explicarlo, pero Gwen lo interrumpió, señalando el fuego que aún ardía a su alrededor.

Gwen: Dejemos las explicaciones para después. ¡Tenemos que apagar esto!

Max asintió con determinación y miró a los chicos, dándose cuenta de su situación especial.

Max: Escuchen, chicos, lo que tenemos que hacer es usar fuego contra fuego. Si crean un incendio controlado, podemos hacer que este se consuma con el otro.

Ramiro miró a sus amigos y asintió.

Ramiro: Yo lo intentaré.

Cross: Yo también.

Ben también asintió.

Ben: Crear fuego... sí, creo que puedo hacerlo.

Los cinco se separaron en distintos puntos alrededor del incendio y, con coordinación, Ben, Ramiro y Cross generaron pequeñas llamas controladas que, poco a poco, empezaron a consumir el fuego más grande.

Finalmente, tras unos minutos de trabajo en equipo, el fuego se extinguió por completo. Exhaustos, Ben, Cross y Ramiro se miraron, satisfechos con su primer logro en equipo como aliens.

Sin embargo, justo después de que los chicos abandonaran la zona, un guardabosques llegó en su vehículo, observando con sorpresa el área quemada del bosque.

Espero que les haya gustado

un saludo a SonHero457 NewangelithoL a ZaydelfernandoPaduaa a Renacimiento1990

y por supuesto Errorcross

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Voten, Compartan Y hasta la proxima 

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