el comienzo de esta historia Parte 1
idea y agradecimiento a Errorcross
En medio de la nada absoluta, el vacío reinaba. No había luz, ni sombras, ni rastro alguno de vida. Era un espacio donde la percepción del tiempo mismo parecía no existir, un lugar donde cualquier noción de realidad se disolvía en el inmenso océano de oscuridad. Pero, en ese vacío eterno, una figura solitaria permanecía de pie, inmóvil, como si el mismo espacio careciera de significado para ella.
El ser vestía un traje negro impecable, tan oscuro que se fundía con el entorno, haciéndolo parecer una extensión natural de la penumbra. Encima de su cabeza descansaba un sombrero de ala ancha, inclinándose ligeramente hacia adelante, cubriendo la mayor parte de su rostro en sombras. Solo los contornos de su mandíbula se delineaban con una precisión inquietante, y unos ojos vacíos, ausentes, que no miraban nada en particular, como si estuvieran enfocados en algo mucho más allá de lo visible.
Este ser, quienquiera que fuera, parecía estar observando algo... o nada. El concepto de tiempo parecía ajeno a él, sin embargo, en un punto indefinido, algo cambió. Sin previo aviso, una sonrisa fina, astuta, se formó en sus labios. Era el tipo de sonrisa que no prometía nada bueno, el tipo que precede a la ejecución de una idea tan brillante como peligrosa. Se quedó en silencio unos segundos más, disfrutando de su propia reflexión antes de que esa sonrisa se ampliara aún más. Parecía estar deleitándose en su ingenio, como si una chispa de malicia lo hubiese alcanzado en el momento preciso.
De repente, chasqueó los dedos, un sonido casi imperceptible en medio del silencio absoluto. El chasquido no fue fuerte, pero resonó como un trueno en ese vacío insondable, como si el mismo acto tuviera un poder inimaginable. A medida que el sonido se disipaba, algo en el ambiente cambió; aunque no había luz, el espacio parecía vibrar, como si una energía invisible hubiera comenzado a fluir.
Ser de traje: Esto... será una fantástica idea.
La voz del ser era baja, suave, pero cargada con una autoridad aplastante. Era el tipo de voz que no necesitaba alzar el tono para ser escuchada. Cada palabra parecía deshacerse en el aire, dejando una estela de promesas y caos.
Ser de traje: Me pregunto si R se molestará por esto... Aunque, pensándolo bien, solo estoy haciendo algo pequeño.
El tono, ligeramente divertido, sugería que lo que el ser consideraba "pequeño" era todo menos insignificante. Había una burla oculta en sus palabras, un juego entre líneas que solo él comprendía.
En el vacío, a su alrededor, se comenzaron a formar figuras. No eran figuras del todo claras; eran sombras de sombras, como si una parte de ese vacío mismo hubiera cobrado una especie de forma distorsionada. Las figuras se movían lentamente, casi como si fueran arrastradas por una voluntad ajena a ellas. Al principio, eran solo formas amorfas, pero poco a poco empezaron a tomar estructuras más definidas. Algunas eran altas y delgadas, otras bajas y robustas, pero todas parecían estar ligadas al mismo origen oscuro.
Ser de traje: Sí... no le molestará. Después de todo, ¿qué es un poco de diversión en este vasto abismo?
El ser dio un paso adelante. A cada paso, el vacío parecía retroceder, como si el simple movimiento de esa figura alterara las mismas reglas de la existencia. No había tierra bajo sus pies, pero caminaba como si estuviera sobre el suelo más sólido imaginable. Las figuras en el entorno se dispersaron, pero siempre permanecían en la periferia de su visión, como testigos silenciosos de lo que fuera a suceder.
Ser de traje: R debería comprender. No es como si esto fuera algo... trascendental. Solo una pequeña alteración aquí y allá.
Su tono de voz, burlón y casi indiferente, dejó claro que para él, todo esto era un simple entretenimiento. No había preocupación en sus palabras, ni miedo a las consecuencias. La sonrisa aún estaba presente en su rostro, inmutable, mientras observaba cómo las sombras comenzaban a moverse de manera más frenética. Era como si el simple hecho de su presencia les hubiera otorgado una vida primitiva, incompleta.
Ser de traje: Quizá incluso lo disfrute... Es más, tal vez agradezca la emoción. Después de todo, el aburrimiento puede ser mortal.
Se detuvo de nuevo, mirando al horizonte vacío, un horizonte que no existía realmente. Su mirada se tornó reflexiva, pero no perdió la chispa de diversión que la acompañaba. Para él, todo esto no era más que un experimento, una obra de arte improvisada en un lienzo infinito de oscuridad.
Ser de traje: Solo es cuestión de ajustar algunas cosas, nada más. Y si sale mal... bueno, ¿quién se enterará?
El ser levantó la mano una vez más, preparándose para otro chasquido. Pero esta vez, antes de que sus dedos se tocaran, una risa suave y casi imperceptible escapó de sus labios. Era una risa que hablaba de secretos oscuros y de futuros inciertos.
Ser de traje: De cualquier manera, será interesante. Muy interesante.
Y con eso, chasqueó los dedos de nuevo. Esta vez, el chasquido no fue solo un sonido en el vacío; fue una detonación. El espacio mismo pareció retorcerse por un breve instante. Algo cambió. La nada, antes vacía y estática, comenzó a moverse. No había luz ni color, pero una energía indescriptible comenzó a arremolinarse alrededor del ser, como si respondiera a su voluntad.
Ser de traje: ¿Ves? Una pequeña chispa de caos... nada más.
Se quedó en silencio, observando cómo el vacío comenzaba a llenarse lentamente de algo nuevo, algo desconocido. Y mientras lo hacía, su sonrisa se ensanchó, satisfecha con el pequeño ajuste que acababa de hacer en esa vasta, y hasta ahora inmutable, oscuridad.
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Ramiro despertó de golpe, respirando de forma agitada. Su corazón latía con fuerza en su pecho, como si acabara de salir de una pesadilla, aunque no podía recordar exactamente de qué se trataba. Mientras trataba de controlar su respiración, miró a su alrededor. Estaba en una habitación ligeramente desordenada, con ropa amontonada en una silla y algunos libros tirados en el suelo. No era su cuarto, pero de alguna forma, lo sentía tan familiar como si lo fuera.
Ramiro: ¿Qué está pasando...? No estoy en mi cuarto, pero... se siente como si lo estuviera.
Se levantó de la cama de un salto, y al hacerlo, notó que algo estaba muy, pero muy mal. Su altura. Había disminuido, y bastante. Frunciendo el ceño, se acercó a un espejo que estaba en la esquina de la habitación, el cual parecía haber estado allí desde siempre, aunque Ramiro no recordaba haberlo visto antes. Se detuvo frente a él, parpadeando varias veces, como si al hacerlo las cosas cambiarían y todo volvería a la normalidad. Pero no. Lo que vio en el reflejo lo dejó congelado en el sitio.
Ramiro: A la mierda...
Frente a él, el reflejo que le devolvía el espejo no era el de un adolescente. Era un niño. Un niño de alrededor de diez años, con una cara que no le era del todo desconocida, pero definitivamente no era la suya. Por un momento pensó que estaba soñando. Se llevó una mano al brazo y se pellizcó, esperando que al sentir el dolor, todo desapareciera y volviera a su cama. Pero no. No sentía nada, y todo seguía igual. El espejo no mentía, y lo que veía era su nueva realidad.
Ramiro: No puede ser... Esto no es un sueño.
Su corazón volvió a latir con fuerza, y por unos segundos, el pánico empezó a inundar su mente. Salió corriendo de la habitación, casi tropezando con la puerta, y se encontró en una casa vacía. Había algo extraño en esa sensación de vacío, como si el silencio de la casa pesara sobre sus hombros. Caminó lentamente hacia la cocina, con el miedo aún presente en su estómago, hasta que vio una nota sobre la mesa. La reconoció enseguida: era la letra de su madre.
Nota: Hijo, como hablamos la otra vez, por tu decisión decidiste quedarte solo mientras nosotros vamos de vacaciones a Brasil. Esperamos que la pases bien. Si necesitas algo, llámanos. Atentamente, papá y mamá.
Ramiro leyó la nota una y otra vez, tratando de entender lo que estaba sucediendo. No recordaba haber tenido esa conversación con sus padres, ni mucho menos haber decidido quedarse solo. Pero ahora estaba allí, solo, en una casa que no era suya, en un cuerpo que no reconocía.
De repente, algo más extraño ocurrió. Un torrente de información empezó a llenar su mente, de golpe y sin previo aviso. Fue como si todos sus recuerdos y pensamientos se desbordaran al mismo tiempo. No pudo soportarlo. Cayó de rodillas, sujetándose la cabeza con ambas manos, mientras trataba de contener el dolor y la confusión. La información que invadía su mente era clara, pero al mismo tiempo, completamente irreal.
Ramiro: No... no puede ser...
Imágenes de un mundo que no era el suyo pasaron por su mente. De pronto, comprendió lo que estaba ocurriendo. Estaba en el universo de *Ben 10*. No podía ser cierto, pero todo en su mente le indicaba que lo era. Sabía, sin saber cómo, que Ben Tennyson era real. Que las aventuras que había visto en la televisión eran tan reales como el aire que respiraba. Y lo más extraño de todo era que él no estaba solo en este mundo. Había alguien más. Un nombre resonó en su mente como un eco: Cross.
Ramiro: Cross... ¿Conocía a alguien así?
La respuesta no tardó en llegar. Cross no era solo un nombre cualquiera. Antes de estar en ese cuerpo, Ramiro lo había conocido. Un amigo, o más bien, un conocido. Lo recordaba vagamente de interacciones en Discord y Wattpad. Lo más sorprendente era que, si lo que Ramiro creía era cierto, Cross también era alguien de su mundo. De Argentina, como él. Y ahora estaba aquí, en este mundo de fantasía. Pero, ¿cómo? ¿Por qué? No tenía las respuestas, pero por alguna razón, estaba convencido de que Cross también estaba atrapado en este lugar.
Ramiro: ¿Cross también está aquí? ¿Cómo es posible...?
Tratando de calmarse, Ramiro se levantó del suelo con esfuerzo. Su cabeza seguía doliendo por la cantidad de información que había recibido, pero poco a poco empezó a organizar sus pensamientos. Sabía que no podía quedarse allí paralizado. Tenía que moverse, tenía que actuar. Y recordó algo más: hoy era su último día de clases. Esa idea lo desconcertó. ¿Ir a la escuela, en medio de todo esto? Pero su mente lo impulsaba. Era lo que tenía que hacer.
Ramiro: Está bien... Solo debo mantener la calma.
Se dirigió a la cocina y rápidamente preparó un desayuno improvisado. No tenía hambre, pero sabía que necesitaba algo en el estómago si iba a enfrentar el día que le esperaba. Mientras comía, sus pensamientos volvían una y otra vez a la misma pregunta: ¿Qué significaba todo esto? ¿Qué iba a encontrar en la escuela? ¿Y dónde estaba Cross?
Ramiro: Supongo que solo hay una manera de averiguarlo...
Con esa determinación en mente, Ramiro dejó los platos en el fregadero y se dirigió a la puerta de la casa. El aire fresco de la mañana lo recibió al salir, pero incluso eso se sentía extraño, como si no fuera del todo real. Cada paso que daba hacia la escuela lo acercaba más a lo desconocido, a un mundo que apenas empezaba a comprender. Pero una cosa era segura: lo que fuera que le esperaba, estaba lejos de ser algo ordinario.
Ramiro: Hoy será un día muy largo...
Al mismo tiempo pero en otro lugar
Cross despertó bruscamente, el eco de su propio nombre resonando en su mente mientras trataba de enfocar su visión. El techo que veía no era el que recordaba, la luz que entraba por la ventana no parecía la misma que lo solía despertar en las mañanas. Se incorporó lentamente, aún desorientado, y miró a su alrededor. No reconocía nada.
Cross: ¿Dónde mierda estoy...?
La habitación no era suya. Parecía una habitación común, con una cama ordenada y algunas pertenencias desperdigadas, pero no era su espacio. Sintió un leve escalofrío de incertidumbre mientras su mente intentaba recordar cómo había llegado hasta allí, pero no había respuesta. Nada. Solo un gran vacío en su memoria reciente. Pero antes de que pudiera concentrarse en el pánico que amenazaba con apoderarse de él, algo más urgente lo reclamó. Como suele pasar en las mañanas, su cuerpo le dio una señal clara: tenía que ir al baño.
Sin pensar más, se levantó rápidamente, sin notar en ese momento lo extraño de su situación. Caminó hasta el baño y, después de atender sus necesidades, se detuvo frente al espejo. Fue ahí cuando el horror lo golpeó con toda su fuerza. El reflejo que lo observaba no era suyo. No era su rostro, no era su cuerpo. Inmediatamente dio un paso atrás, llevando una mano a su cara como si necesitara confirmar que lo que estaba viendo era real.
Cross: ¡¿Qué demonios...?! ¡Este no soy yo!
Observó con detenimiento el reflejo. Su altura había disminuido notablemente, pero no se había dado cuenta antes debido a la urgencia de ir al baño. Ahora, en frío, todos los detalles que no encajaban golpearon su mente como un torrente. Sus manos eran más pequeñas, su rostro más juvenil, y había algo... distinto en cómo se sentía dentro de este nuevo cuerpo.
Cross: No, no, no... Esto no puede estar pasando...
Trató de calmarse, pero la ansiedad era abrumadora. Se miraba en el espejo, como si esperaba que en cualquier momento su verdadero reflejo volviera. Pero no era así. El cuerpo que veía, el que sentía, era el suyo ahora. Después de un largo suspiro, salió del baño, decidido a entender qué estaba sucediendo.
Al regresar a la habitación, sus ojos captaron algo en la mesa de noche. Una nota. La tomó entre sus manos y comenzó a leerla. Era de su padre.
Nota: Cross, estaré fuera todo el día por trabajo. Si necesitas algo, llámame. Nos vemos por la noche. - Papá
Cross apretó los dientes. Nada en esa nota tenía sentido para él. ¿Su papá? ¿Qué papá? La habitación, el espejo, el cuerpo, todo lo que estaba viviendo no era suyo. No pertenecía a este lugar, y cada detalle nuevo solo añadía más confusión a su ya aturdida mente.
De repente, una avalancha de información lo asaltó. Sin previo aviso, una ráfaga de recuerdos y conocimiento que no le pertenecían empezó a golpear su cerebro. Imágenes, nombres, situaciones. Todo llegó tan rápido y con tanta intensidad que no pudo soportarlo. El dolor fue insoportable. Cayó de rodillas al suelo, sosteniéndose la cabeza, tratando de resistir la sobrecarga de información. Su visión se nubló, y en cuestión de segundos, su cuerpo se desplomó por completo.
Cruz permaneció allí, desmayado durante lo que parecieron horas, aunque solo fueron unos minutos. Cuando finalmente abrió los ojos, aún tirado en el suelo, las imágenes y los recuerdos seguían en su mente, pero ahora tenía la claridad suficiente para empezar a entender lo que estaba sucediendo.
Cross: Esto... no es posible.
Se puso de pie, tambaleándose un poco, y miró alrededor una vez más. Esta vez, las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar. Sabía dónde estaba ahora, aunque todavía no podía creerlo. Estaba en el universo de Ben 10. Todo encajaba: la nota de su "papá", la habitación extraña, y lo más perturbador, el hecho de que ahora era amigo de Ben Tennyson.
Cross: ¿Amigo de Ben...? Esto no puede ser cierto...
Pero lo era. Por más absurdo que sonara, lo era. El nombre de Ben, así como todos los recuerdos de aventuras y momentos con él, estaban presentes en su mente como si los hubiera vivido durante años. Y no solo eso... había otro nombre que lo hizo detenerse en seco.
Cross: Ramiro...
Ese nombre resonó en su cabeza con una fuerza peculiar. No era solo un nombre al azar en este nuevo mundo. Ramiro... Lo conocía de antes, del mundo real. ¿Podía ser? Recordó rápidamente interacciones en Discord, Wattpad... Ramiro era alguien con quien había hablado más de una vez. Un conocido del mismo país que él, Argentina. ¿Podía ser que Ramiro también estuviera aquí? ¿En el mismo universo de Ben 10?
Cross: Esto no tiene ningún sentido...
Pero todo apuntaba a que Ramiro estaba aquí también, de alguna manera. Ahora, la pregunta era si Ramiro sabría lo que había ocurrido. ¿Estaría tan desconcertado como él? ¿Sabría cómo habían llegado aquí o por qué estaban atrapados en este mundo?
Tratando de enfocarse y no dejarse abrumar por las preguntas sin respuestas, Cross se dirigió hacia la cocina. Sabía que no podía quedarse allí, esperando respuestas que no llegarían solas. Tenía que moverse, tenía que hacer algo. Recordó un detalle importante de toda la información que había recibido: hoy era el último día de clases.
Cross: ¿Último día de clases...?
El simple pensamiento de ir a la escuela en medio de este caos parecía ridículo, pero algo en su mente lo empujaba a cumplir con esa rutina. Era como si el cuerpo en el que estaba tenía una vida propia que debía seguir viviendo, y él no tenía más opción que obedecer.
Abrió el refrigerador y sacó una fruta, comiéndola rápidamente mientras sus pensamientos volvían una y otra vez a lo mismo: ¿Cómo había terminado aquí? ¿Por qué? Y sobre todo, ¿qué demonios estaba pasando?
Cross: Sea como sea, tengo que llegar a la escuela... Quizás allí encuentre algunas respuestas.
Con esa única idea en mente, se dirigió a la puerta, sin saber qué le esperaba. El aire fresco lo golpeó al salir, pero no era el mismo aire que solía respirar. Todo en este mundo parecía igual, pero a la vez, completamente diferente. Caminó con rapidez hacia la escuela, esperando encontrar a Ramiro, esperando entender qué estaba ocurriendo, y esperando, con suerte, una manera de volver a su realidad. Pero en el fondo, una pequeña parte de él no podía evitar preguntarse si tal cosa sería siquiera posible.
Horas después, en la entrada de la escuela, Cross y Ramiro se encontraron. Ambos se miraron, sorprendidos, sin saber cómo reaccionar. No era una sorpresa cualquiera, no era solo un saludo casual entre amigos. Lo que cada uno veía en el otro no coincidía con lo que sabían de sí mismos.
Ramiro, aún algo desorientado, se acercó primero, observando a su amigo.
Ramiro: No son nuestras verdaderas apariencias, ¿verdad?
Cross asintió con la cabeza, cruzando los brazos mientras lo miraba detenidamente.
Cross: No, no lo son. Y, sin embargo, aquí estamos. No morimos, Ramiro. Pero aún así, terminamos en otro lugar... con una nueva vida.
Ramiro: Lo sé. Es como... como si hubiéramos sido transportados a algo completamente diferente. Entremos. Hagamos lo que haríamos normalmente en la escuela. Supongo que no tenemos otra opción por ahora.
Ambos chicos caminaron hacia la escuela, tratando de parecer lo más normal posible. Ramiro, en sus pensamientos, solo suspiró con agotamiento. No era solo la carga física de volver a la rutina escolar, sino el hecho de que lo estaba haciendo en un nuevo mundo, en una nueva vida. Es irónico, pensaba, volver a la escuela cuando ni siquiera es mi verdadera vida.
Ya dentro del edificio, se encontraron con Ben. Como era de esperar, los saludó amigablemente, con una sonrisa amplia.
Ben: ¡Hey, chicos! ¿Qué tal?
Ramiro y Cross intercambiaron una rápida mirada antes de responder con un saludo amigable.
Ramiro: ¡Hey, Ben! ¿Cómo va todo?
Cross: ¡Todo bien!
Por dentro, ambos sabían que era más que un simple saludo. Ben era su amigo aquí, y aunque todo se sentía fuera de lugar, tenían que mantener las apariencias. No querían levantar sospechas.
Durante las últimas horas de la escuela, todo parecía transcurrir con normalidad. Sin embargo, la mente de Ramiro y Cross estaba ocupada, tratando de procesar lo que les había sucedido. Finalmente, cuando la jornada terminó, ambos decidieron hablar en un lugar más privado. Se alejaron de la multitud de estudiantes y se dirigieron al pequeño patio detrás del gimnasio, donde nadie los molestaría.
Cross fue el primero en romper el silencio.
Cross: Entonces... ¿qué vamos a hacer, Ramiro? No podemos simplemente quedarnos aquí, ¿verdad?
Ramiro, mirando al suelo, sonrió con gracia y respondió con cierta ironía.
Ramiro: Si supiera la solución, créeme que te lo diría. Pero, sinceramente... no tengo idea. No sé cómo salimos de esto.
Cross: Cuando desperté, toda la información vino de golpe, como si mi cerebro estuviera colapsando. Por un momento, sentí que iba a morir.
Ramiro: Sentí algo similar. Aunque creo que lo tuyo fue peor. Pero al final, aquí estamos, ¿no?
Ambos se quedaron en silencio unos instantes, mirando el cielo. La situación era abrumadora, pero antes de que pudieran profundizar más en sus pensamientos, algo en el horizonte les llamó la atención. Ben y otro niño estaban colgados de un árbol, como si hubieran sido víctimas de una broma pesada.
Cross: ¡Maldición!
Ramiro: No me jodas... Los bullies de nuevo.
Ambos chicos se acercaron rápidamente al árbol. Aunque estaban molestos por lo que habían hecho a Ben, decidieron no hacer un escándalo. Después de todo, era el último día de clases. Ayudaron a bajar tanto a Ben como al otro niño que estaba con él.
Cross: Ben, ¿qué intentaste hacer? ¿Por qué siempre terminas metido en estas cosas?
Ben, algo avergonzado, se encogió de hombros.
Ben: Solo intentaba hacer lo correcto.
Ramiro, mientras ayudaba al otro chico a levantarse, añadió.
Ramiro: Mira, Ben, hacer lo correcto está bien, pero no puedes simplemente lanzarte a ayudar sin estar preparado. No puedes ayudar a alguien si no tienes las herramientas necesarias para hacerlo.
Cross lo miró, algo incómodo por la franqueza de Ramiro.
Cross: No seas tan duro con él, Ramiro.
Ramiro suspiró, mirando hacia otro lado.
Ramiro: No quiero serlo. Solo... soy realista. A veces, ayudar no es suficiente si no estás listo.
Ben asintió lentamente, recordando algo.
Ben: El niño que intenté ayudar me dijo algo similar...
Ramiro lo miró con una expresión más suave, arrepentido por haber sido tan directo.
Ramiro: No era mi intención hacerte sentir mal, Ben. Solo quiero que seas cuidadoso la próxima vez.
De pronto, un sonido de motor se escuchó a la distancia. Giraron la cabeza y vieron una casa rodante acercándose. Era nada más y nada menos que el famoso vehículo de Max Tennyson, el abuelo de Ben.
Cross y Ramiro no pudieron evitar pensar lo mismo.
Ramiro: Es el Max tennyson... No, el "coge aliens"...
Ambos se miraron y sonrieron de manera cómplice, mientras Max se acercaba y estacionaba el vehículo.
Max: ¡Chicos! Llegó la hora. Tenemos que irnos si queremos llegar al campamento antes de que anochezca.
Ben miró a sus amigos, un brillo de emoción en sus ojos.
Ben: Oye, abuelo... ¿Pueden venir mis amigos con nosotros?
Max, siempre amable, asintió sin pensarlo mucho.
Max: Claro, pero tendrán que avisar a sus padres primero. No quiero causarles problemas.
Ramiro fue el primero en responder.
Ramiro: Mis padres están en Brasil de vacaciones. No creo que tengan problemas con que me vaya.
Cross, por su parte, dudó por un momento.
Cross: Tengo que hablar con mi papá, pero no creo que haya problemas.
Max sonrió, satisfecho con las respuestas.
Max: Perfecto. Vayan a sus casas, empacen lo necesario. Los buscaré en el vehículo en un rato.
Ramiro, recordando algo, miró a Ben.
Ramiro: Oye, ¿vienes conmigo? Quiero darte algo antes de irnos.
Ben asintió, curioso.
Ben: Claro, vamos rápido. No quiero que nos retrasemos.
En los pensamientos de Ramiro, todo se agitaba. El "Ramiro anterior", como él lo llamaba, había comprado un juego de "Zumos Golpeadores" para Ben, y era su deseo dárselo antes de irse. Si ese Ramiro quería que Ben tuviera el juego, lo menos que puedo hacer es cumplir ese deseo, pensaba.
Tomaron caminos separados. Cross y Ramiro se despidieron por un momento, sabiendo que pronto se reencontrarían para el viaje. Ramiro y Ben caminaron hacia la casa de Ramiro, mientras Cross se dirigía a la suya para empacar y avisar a su padre.
Unos momentos después, tras empacar todo lo necesario, Ramiro entregó el juego a Ben.
Ben: ¡Zumos Golpeadores! ¡Gracias, Ramiro! Siempre quise uno de estos.
Ramiro sonrió, satisfecho de haber cumplido con lo que el "Ramiro anterior" deseaba. Finalmente, ambos subieron al vehículo de Max, donde ya los esperaba Cross.
Ya en el camino, Ben no pudo evitar notar a alguien más en el vehículo, alguien que claramente no le caía bien.
Ben: ¿Qué hace ella aquí?
Gwen, con una expresión neutral, respondió rápidamente.
Gwen: No fue mi idea, Ben. Mi mamá convenció al abuelo de que viniera.
Ben miró a Max, esperando una explicación.
Ben: ¿Abuelo? ¿Tú propusiste esto?
Max, con su tono calmado, respondió.
Max: Pensé que sería divertido si tu prima venía. ¿Hay algún problema, Ben?
El tono serio de Max dejó callado a Ben, quien prefirió no discutir más.
Ramiro, curioso, le preguntó a Ben.
Ramiro: ¿Nos vas a presentar?
Ben suspiró, sin mucho entusiasmo.
Ben: Ella es Gwen, mi prima.
Ramiro, con su habitual educación, sonrió y saludó.
Ramiro: Un gusto, Gwen.
En su mente, Cross no pudo evitar pensar con cierto fastidio. Míralo al provinciano, haciéndose el lujoso, pensó, refiriéndose a Ramiro con una sonrisa oculta.
Cross, sin más rodeos, se presentó rápidamente ante Gwen.
Cross: Soy Cross. Un placer.
Acto seguido, le susurró a Ramiro.
Cross: No me cae bien...
Ramiro, sin mucha sorpresa, respondió en voz baja.
Ramiro: Pues qué mal, porque vamos a tener que pasar mucho tiempo juntos.
Cross suspiró, resignado, mientras Max arrancaba el vehículo y el viaje comenzaba. Las aventuras que les esperaban estaban aún por descubrirse, y aunque las incógnitas sobre su nueva vida seguían presentes, sabían que no podían hacer más que seguir adelante.
Espero que les haya gustado
opiniones
preguntas
voten compartan y hasta la proxima
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