Capítulo 9.
"Los caminos que tomamos en la vida están determinados por el deseo y el dolor"-Dark, serie.
Unas horas más tarde, me encontraba duchándome en los vestuarios del club de natación. Al final, decidí ser parte de dos clubes: lectura y natación.
El recuerdo de los ojos azules de él escrutándome regresó a mi mente. Sus ojos parecieron haber perforado en mi alma, mi interior.
Pero fue por un efímero instante por más que haya parecido eterno. Él simplemente se retiró y las chicas tuvieron que explicarme varias veces las nuevas normas que empezarían a regir.
No salir de noche por el internado.
Cuando se vaya al comedor, se debe anunciar con la secretaria.
Los fines de semana siguen siendo libres, pero se tomará asistencia los lunes para verificar que estén todos presentes.
A mí me parecieron unas normas un poco estúpidas... Digo, ¿En serio creían que nadie saldría de noche?Había lugares donde no había cámaras y era fácil saltarlas.
Negué con la cabeza y continué enjuagando mi cabello castaño oscuro. El agua caliente relajaba mis músculos.
Se escuchó el ruido de una puerta cerrarse, pero no le di importancia. Las duchas y vestuarios eran un lugar bastante frecuentado.
«Podrías haberte duchado en el baño de la habitación» me recriminé en mis pensamientos.
Una vez terminé de bañarme, agarré mi toalla y rodeé mi cuerpo con ella para salir.
—Tu cabello se ve mejor —opinó una voz femenina muy familiar. Con una mano acomodó su cabello castaño con elegancia.
—¿Qué necesitas, Ira? —bufé mientras buscaba mi ropa. Evité mirarla, sus ojos azules me daban escalofríos.
—¿Por qué estás aquí? —la sentí detrás mío y un escalofrío me recorrió la espalda, intenté no sobresaltarme—. Respóndeme.
—Porque me cambié de colegio, ¿Por qué más? —respondí con desdén y agarré mi ropa mientras me alejaba de ella.
—¿Segura, Dafne?¿O debería decir Vania? —al escuchar mi nombre salir de sus labios me paralicé, mi garganta se secó, juro que hasta incluso sentí como mi corazón había dejado de latir por unos segundos.
—No sé de qué m-me hablas, mi nombre es Dafne —tartamudeé un poco, nerviosa. Ella se rió dulcemente.
—Deberías mentir mejor, querida —murmuró con una sonrisa burlesca—. Ok, volvamos al punto, ¿Qué has visto?
—Nada —respondí con la mirada baja.
—Vania, Vania, Vania... —canturreó—. Imagino que no quieres que se sepa que eres una mentirosa, ¿Verdad?
—No miento —dije firme.
—Tu mejor amiga se llama Adrianne Lacost, tus padres están muertos y tienes una hermanastra —sonrió ladina—. ¿Ahora me dirás qué no mientes?
Tragué saliva, sintiéndome intimidada por sus ojos azules.
—¿Qué quieres? —vacilé mientras clavaba mi mirada en ella.
—Podemos hacer un trato, me sirves bastante aunque tienes que aprender más —sonrió con calidez falsa y se acercó a mí para que estemos sólo a centímetros—. Realmente me da pena lo de tus padres, ¿Sabes? —hizo un mohín con sus labios.
Revoleé los ojos, su cercanía me ponía muy nerviosa. Demasiado.
Me tensé un poco al oír eso sobre mis padres. ¿Cómo...?
—¿Qué trato? —dije directa, ella recobró su compostura.
—Te unes a nosotros o, si quieres, todos sabrán que eres una mentirosa y que estás tomando una identidad ajena. Eso creo que es un delito, además, tu madrastra te ayudó con ello con lo cual a ella también le cae lo mismo —pronunció en un tono agridulce—. ¿Qué me dices?
Lo pensé bastante, siendo sincera, mi madrastra no me importaba pero no quería generarle problemas a mi hermanastra. Jamás me lo iba a perdonar.
Y ella era la única que valía la pena de esa "familia".
—Acepto —contesté adusta, ella dió un leve asentimiento y amplió su sonrisa.
—Nos vemos más tarde —anunció y se fue alejando—. Ah y, cuidado con lo que dices. Todo lo que digo, lo cumplo. Soy una chica de palabra —cerró la puerta al pronunciar aquello.
Me recosté contra una pared y cubrí mi rostro exasperada. Frustrada. Ahogué un grito cansado y suspiré para calmarme.
¿En qué maldito lío me estaba metiendo?En uno bastante grande.
...
Terminé de cenar y me quedé sentada en la mesa, taciturna. Me sabía mal tener que salir en secreto a la noche. Me sentía mal por no decirles a las chicas, ellas siempre fueron buenas conmigo y me contaron cosas de ellas.
—¿Qué te pasa, Daf? Estás rara hoy —interrogó Leyla, viéndome a los ojos con inocente preocupación.
—Seguro me cayó algo mal —mentí y agarré mi vaso de agua. Ella arqueó una ceja no muy convencida con mi respuesta.
—Ya, Leyla, deja de ser pesada. Si le cayó algo mal, la pondrás peor —argumentó Ara con tranquilidad.
Leyla la observó un momento como diciéndole: Cállese tipa, no se entrometa. Para luego prestarme atención a mí.
Podía notar como no estaba muy convencida con mi respuesta, pero no indagó más. Supongo que fue para no molestarme.
Ella no era mala, pero era bastante intensa cuando se preocupaba. No te dejaba sola y te preguntaba tu bienestar a cada rato. Eso me lo había contado Ara.
—¿Ustedes van a salir este fin de semana? —cambié de tema, un poco incómoda, faltaban dos días para que sea fin de semana. Pude ver como a Leyla le brillaron los ojos.
—Yo sí, quiero ver a unos amigos y visitar un poco a mi familia. Tal vez Ara quiera venir —comentó en un tono que denotaba alegría.
Ara asintió, concentrada en terminar su pastel de papa.
—¿Y qué piensas hacer? —me preguntó Leyla.
—¿Yo?Creo que ir a visitar a mi mejor amiga estaría bien —musité y bebí un poco más de agua.
Ella me sonrió cálida, le devolví la sonrisa con un sabor amargo en la garganta.
...
Por la noche, me dispuse a salir de la habitación y caminar por los pasillos. Examinaba minuciosamente donde estaban las cámaras de seguridad para así evitarlas.
Tenía el cabello recogido en una coleta baja y vestía mi pijama. Era una camiseta de color rosa claro con frutillas y unos pantalones en color crema. Lo sé, un poco infantil.
Me puse de puntitas de pie y avancé por el lugar donde no captaba la cámara, atravesando el pasillo lentamente.
No tenía idea de a dónde debía reunirme con ellos, pero supuse que sería donde los había visto en otras ocasiones.
«Esto es mala idea. Regresa a dormir, por fis, son la una de la madrugada y a ti te encanta dormir» pensé con algo de nervios y temor.
Una vez ya estaba en la zona de los casilleros, observé para todos lados sin encontrarlos. Eso me desesperó, seguro era una trampa para que me regañaran y yo había caído como una tonta...
Pero unos tacones resonaron en la soledad del recinto y volteé a ver, una cabellera rubia me recibió con soberbia.
—Ya van a venir —informó en un tono altivo mientras fingía mirar sus uñas con atención.
—Stacy... ¿No? —intenté entablar una pequeña conversación. Ella asintió sin mirarme, pero al final todo quedó en eso; puesto que la tensión se notaba en el aire.
Mientras esperábamos, visualicé sus ojos avellanas. En ese momento estaban de un color más oscuro al cual no le presté atención.
—¿Es en serio, Ira?¿Vas a traer a ésta? —preguntó Eiden en un tono despectivo y soberbio. Me enserié, no me dejaría pisar por un niño.
—Hago buenas elecciones, querido —sonrió engreída—. No me cuestiones.
Eiden revoleó los ojos y acomodó su cabello rubio con su mano. Alterné la mirada entre él y Stacy, lo que me hizo notar que ellos habían sido parte de los que se burlaron el primer día.
«La chica que abrazaba a un chico ... Esa chica era Stacy. ¿Serán pareja? »
¿Y a mí que me importaba eso?No sé, tal vez creí que sería un buen chisme.
Daniel me lanzó una mirada asesina. Una que yo interpreté que contenía odio, desprecio...
Ira sonrío falsamente y me hizo una seña para que la siguiera. Enarqué una ceja, dudosa, pero la mirada de los demás me hizo seguirla.
«Pareces una oveja entre lobos. Vámonos, vámonos, es un sueño, Vania»
Conforme avanzábamos, nos alejabamos del lugar. Llegamos a una pared.
—¿Para qué estoy aquí? —inquirí con extrañeza. Ella chasqueó los dedos y Eiden se aproximó a la pared, dió unos toquecitos y se mostró una cerradura.
Ira le lanzó la llave al rubio, quien la atrapó con facilidad y la introdujo en la puerta. Tras dos vueltas, se abrió la puerta.
—Está oscuro adentro, cuidado —advirtió William. Asentí levemente y me aproximé a la puerta una vez el rubio entró.
Y William no mentía, estaba oscuro, apenas podía visualizar algo. Casi me caí por las escaleras que estaban allí.
Con cautela apoyé mis pies en el primer escalón y fui bajando lentamente. Palpaba la pared tratando de encontrar algo de lo que sostenerme para no caer, pero fue inútil.
Me resbalé y casi me fui para abajo, de no ser que Daniel me agarró de la cintura y evitó que cayera.
—¿Eres estúpida o qué? —me gritó Stacy, enfadada. Por su tono parecía estar harta de soportarme, ni siquiera habíamos hablado aún.
Llegamos a una habitación a oscuras, entré sin invitación y luego uno de los chicos prendió la luz.
Las paredes eran blancas, había unos sofás azules y estanterías con frascos. Cualquiera pensaría que era una sala común y corriente, pero algo en las paredes me decía que no.
—Una vez entras aquí, no hay vuelta atrás —anunció Ira, seria—. Te metiste donde no debías y ahora tienes que estar aquí. Eres nuestra cómplice, sí nosotros caemos, tú también. Sé que tus ansias de descubrir misterios no se detendrán, pero deberás calmarlas o acabarás mal.
Su voz fría y melodiosa golpeó mis oídos, volteé a verla a los ojos. Sus ojos azules me lo dijeron todo otra vez: Ya no había vuelta atrás para volver. Me había condenado en un lugar que no conocía, con desconocidos y para colmo, no tenía idea que hacían ellos.
Pero algo me gritaba que no era nada bueno. Y yo, como tonta, decidí seguir.
Mercink~
¡Más de mil quinientas palabras!Este es el capítulo más largo que hay hasta ahora en esta historia.
Díganme...
¿Qué les parece?
¿Qué hará Vania?
¿Qué es lo que hacen los chicos y por qué la necesitan?
¿Qué oculta el Blue College?
Aún no sabemos que oculta el colegio, los chicos son sólo una parte de todo lo que hay detrás de él.
Espero que no les haya sido tedioso leer el capítulo.
Nos vemos.
🌙🌙🌙
*Por cierto, cada vez que haya una frase de mi autoría al comienzo de un capítulo, lo especificaré al final o no pondré autor alguno*
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