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Capítulo 34

"A estas alturas, lo imposible puede suceder"

Después de conversar un poco con Leyla y un beso corto que nos dimos, me dirigí hacia el club de natación. Tocaba mi clase del grupo y por primera vez en mucho tiempo, estaba motivada a asistir.

Quería ir a la clase y dar el examen para ver si estaba apta para competir en las carreras de la escuela. Estaba segura que no pasaría la prueba, pero realizarle me ayudaría a despejar mi mente.

Nadar despejaba mi cabeza, me ayudaba a olvidar todo ese dolor que sentía por las noches, mientras abrazaba a la almohada y lloraba.

Extrañaba demasiado a mi familia, a mi vida feliz y sin complicaciones. Dicen que la vida es muy buena con todos, ¿Pero conmigo? Parece que nunca lo fue.

También nadar me ayudaba a olvidar la traición de ella, sí, hablo de Ara. ¿Cómo pudo fingir tanto tiempo?¿Cómo no me di cuenta?

Ella estaba con los Sark. Ella supo que asesinarían a mi hermanastra, ella le dijo mi verdadera identidad a Leyla para generar un conflicto que me distrajera, estaba más que segura de ello.

Pero... ¿De qué quería mantenerme distraída?

Al llegar a las piscinas, me apresuré a cambiarme a mi traje de baño y a recoger mi cabello. Había llegado temprano y eso era bueno, podría elegir una buena ducha para cuando saliera del agua.

Lamentablemente al agua de las piscinas le colocaban cloro, y en mi opinión, en cantidades industriales. Ya me había pasado más de una vez que me quedé sin ducha por llegar tarde.

Si el cloro permanece mucho tiempo en el cabello, este se seca y queda enredado, más allá de quebradizo y pastoso. No es que fuera fan de cuidarme el cabello, pero tampoco quería tenerlo dañado.

Acomodé mi ropa y toalla en mi rincón, dejando mi bolso en el piso. Mis piernas se enfriaron un poco al sentir una corriente de aire frío chocar contra ellas, maldije en silencio, no fue buena idea usar shorts en vez de pantalones largos.

Me estaba recogiendo el cabello en una coleta alta a la que luego convertiría en rodete, cuando oí un estruendo fuera. Arqueé una ceja con confusión, tomando la iniciativa de acercarme a ver qué había provocado el ruido.

Lo más probable es que fuese un pájaro o cuervo de esos que revoloteaban cerca de la escuela. Sí, el colegio estaba ubicado en una zona bastante silvestre y solitaria, prácticamente no había urbanización en unos 30 kilómetros cerca.

Al menos el aire era más fresco, pero eso era bastante sospechoso.

Aún así, antes de ingresar a la escuela, había leído toda la información posible que pude encontrar del colegio. Nada sospechosos o malo, la reputación era impecable.

Me sorprendí, al salir de los vestuarios, de visualizar una silueta femenina a lo lejos. Estaba cerca de la piscina más profunda y llevaba un vestido negro con decoraciones en blanco.

—¿Qué... demonios? —mascullé dando pasos lentos hasta la figura.

Ella se volteó a verme. Su cabello rizado, que recordaba tan bien, estaba lleno de frizz. Su mano derecha sostenía su cabeza, manchada del líquido rojo carmín que tanto conocía.

Su rostro tan familiar me asustó por un momento. No era posible.

—No es posible —opiné con una negación de mi cabeza—. Tú no puedes estar viva.

Ella sonrió entre triste y a la vez tétrica. El suelo alrededor de ella se estaba comenzando a teñir de rojo, producto de la sangre que escapaba de la herida de su cabeza.

No era posible que ella estuviera ahí.

Pero a estas alturas, ¿Qué es posible o imposible?

—Yo te maté —aseguré en voz baja una vez me acerqué lo suficiente para observarla con mis propios ojos.

Eso era más que cierto, yo había matado a Ana Catmet. Por lo tanto, resultaba imposible que ella estuviera allí, parada, con una herida en su cabeza.

Sus ojos color ámbar conectaron con los míos y se sintió como ver un vacío interminable y más que doloroso, a través de ellos. La sensación no era para nada agradable.

No lo hiciste —murmuró con la voz quebrada, dando unos pasos temblorosos y sin fuerza, casi cayendo—. No fue a mí.

Cuando estuvo a punto de caerse, la sostuve. No porque sintiera compasión o algo parecido, sino porque lo que decía me interesaba.

Si no la había asesinado a ella, ¿Entonces a quién fue?

Acerqué mis manos a su rostro, éstas empezaron a tornarse rojizas por el líquido que escurría de su herida. Sus ojos estaban cristalizados, podía ver la culpa a través de ellos. ¿Culpa de qué?

Sin embargo, yo no sentí nada.

Ni culpa.

Ni lástima.

Ni piedad.

Simplemente la nada misma.

—¿Qué quieres decir, Ana? —pregunté casi en un susurro, agarrando su rostro para que me viera a la cara. El frío tacto de mis dedos contra su calidez, provocó que se estremeciera.

Ella tosió un poco, tomando una respiración profunda.

—Que tú no me asesinaste a mí, mataste a mi hermana —susurró con apenas voz—. Ellos te quieren a ti, ellos te buscan. Cuídate, ¿Si?

Fruncí el ceño, confundida por sus palabras.

—No fue seguro para mí, no lo es para ti —recordar como había escuchado esa frase proveniente de la voz que oía con anterioridad, me revolvía todo el interior.

Basement, mon amour —susurró con la mirada perdida. Su cuerpo se dejó caer al cabo de unos segundos.

Fue ahí cuando comprendí que había muerto, que la herida en su cabeza produjo un severo golpe en su cerebro y otras partes importantes del cuerpo. Que la habían matado, no sabía quién, pero si eran los Sark y mataban a una de los suyos, ¿Hasta que límite llegarían por sus intereses?

Suspiré y retiré mis manos de su rostro, dejándola en el suelo.

—No creas que pienso que no debías morir, Ana, porque si lo estoy pensando. Estuviste con ellos hasta el final y ellos mataron a la única persona que me importaba —susurré con rencor, acercando mis dedos a sus ojos—. Los destruiré a todos.

Acaricié sus ojos y los cerré. Pensé en dejarlos abiertos, pero la impulsividad me controló en ese momento.

Oí las pisadas de mis compañeros del club y suspiré con pesadez. Ahora debía encontrar la manera de explicarles sin que me consideraran una asesina.

No me importaba ese título, pero debía mantener mi fachada.

Maldije que el club no tuviera cámaras. Así podría saber quién había asesinado a la que apenas me dio respuestas antes de morir, aunque igual no me las hubiese dado si seguía viva.

No la veía como alguien dispuesta a soltar todo lo que ocultaba sólo por salvar su pellejo.

...

Después del acontecimiento en el club de natación, la clase se suspendió y a mí me quedó la boca con un amargo sabor.

No fue por verla morir a Ana.

Fue porque ella me había dicho cosas y me estaba impulsando a investigar el sótano de la escuela. No estaba muy segura de hacerlo sola, pero...

¿Tenía que dejarme vencer por el miedo? No, podía sola. Y si me mataban, eso sería culpa de los chicos.

Les dejé bien en claro lo que podía suceder si yo investigaba por mi cuenta.

—O sea, nos estás diciendo que Catmet te nombró el sótano antes de morir. ¿O nos equivocamos? —preguntó Daniel, indiferente.

Su pregunta me sacó de mi ensoñación y me devolvió a la realidad. Parpadeé un poco antes de asentir, sin encontrar las palabras correctas para responder.

Por obvias razones no les había relatado toda mi conversación con Ana, sólo les mencioné el dato más importante: la palabra que había mencionado, basement.

Los ojos azules de Daniel me observaron con frialdad y nulos sentimientos al observarme. Tragué saliva, sin dejarme intimidar por él.

No me volvería a intimidar como la primera vez.

—Esta noche iremos otra vez a la oficina. Si ella dijo sobre el sótano, debe ser por algo —decidió sin apartar su mirada de mí. Su voz se escuchó seria y a la vez con leves destellos de crueldad.

Nadie se opuso a su decisión. Sonreí satisfecha por lo que había logrado y volteé a mirar al resto, sus miradas recaían en él y yo, pero no decían nada.

No obstante, podía ver en sus ojos un pequeño brillo de miedo cada vez que me veían. Y no saber el porqué me frustraba más y más.

Tras unos minutos de estar sumidos en silencio, decidí levantarme de la silla que estaba ocupando. Les lancé una última mirada a los chicos antes de caminar hacia mi mesa con Leyla y la traidora Ara Vega.

Debía continuar la cena con normalidad. Actuar como si nada hubiera pasado, porque así era: absolutamente nada había ocurrido.

Al menos no hasta el momento.

—Isabel —llamé al sentarme a su lado—. ¿Puedo preguntarte algo?

Sus ojos verdes me observaron extrañada y a la vez interesada en lo que le diría, asintiendo sin decir nada mientras bebía un vaso de jugo.

Pude notar como Ara no dejaba de observarme, con los brazos apoyados en la mesa y una expresión seria en su rostro. No me importó, ella era así de reservada siempre y solía observarme.

Dirigí la mirada a la mesa, colocando mis manos sobre la misma, antes de hablar:

—¿Qué sabes de los hermanos Smith?

—Ya estabas tardando en preguntar —opinó con una sonrisita animada—. ¿Qué te gustaría saber?

—Lo que te parezca importante decirme —murmuré mientras pinchaba mi comida con el tenedor.

—Bueno —se aclaró la garganta, tratando de no llamar la atención del resto—. Sus padres nunca aparecieron, ellos jamás salen los fines de semana, se quedan vagando por la escuela según me han dicho. Desde hace pocos años que llevan el título de "asesinos", más que nada por las muertes que hay aquí.

—Dicen que Ira estuvo en el sótano y que a Daniel no le importó, se supone que es por ese motivo que ella no mantiene una relación muy unida con su hermano —susurró Ara, interrumpiendo a Leyla—. La más cercana a a ella es Stacy, ya ves como se llevan.

Asentí mientras llevaba un bocado de filete a mi boca, esperando a que continuaran hablando. Ara no tenía idea que yo estaba enterada de sus "secretos", si es que se le puede llamar así, lo cual significaba una ventaja para mí.

Le sacaría información, como estaba haciendo en ese momento.

—Mucho cuidado con ellos, Nia —me aconsejó Leyla, paseando su mirada por todo el comedor antes de volverla a mí—. Sobre todo con Ira, no por nada su nombre es el de un pecado capital.

...

Al caer la noche, fue la misma rutina de todas aquellas madrugadas en las que nos reunimos. Me cambié de ropa, vigilé que las chicas estuvieran dormidas y me dirigí hacia la zona de los casilleros. Stacy me recibió allí y fuimos a la oficina de la directora.

Me senté en la silla frente a la computadora, encendí el monitor y esperé a que la pantalla se quedará prendida por completo para iniciar sesión en el sistema.

—¿Tienen los expedientes? —pregunté seria, dando una ligera mirada al resto—. Búsquenlos. Ahora.

Adielt se apresuró a acercarse a la estantería detrás de mí y comenzar a buscar las decenas de carpetas que tenían letras marcadas con color rojo y negro.

Teníamos un obstáculo: ¿Qué significaba el rojo y el negro?¿Qué formaba cada color?

No podíamos equivocarnos. Uno era la ubicación del sótano, con la que podríamos acceder a las cámaras y la información. Estaba más que segura de eso.

Pero, ¿Y el otro color?

¿Una advertencia?

¿Algo que se debía cumplir estrictamente en el sótano?

¿Qué era?

El pelinegro dejó con delicadeza todas las carpetas sobre la mesa. A simple vista, pude notar que faltaban algunas, le di una mirada que claramente preguntaba "¿Son todas?"

—Todas las que encontré —respondió con pesar—. No hay más con las remarcaciones. Lo siento.

Habían desaparecido las otras carpetas. Maldición.

Suspiré y llevé mis manos a cabello azabache para alejarlo de mi rostro. Agarré la carpeta más cercana, que casualmente era la de Ira y la examiné tanto por dentro como por fuera.

Revisé bien todos los números que contenía en su interior, también las palabras y letras sueltas. Si mirabas una sola vez, no le encontrabas sentido a algo tan rebuscado como eso.

Pero déjenme decirles que hasta lo más rebuscado tiene todo el jodido sentido del puto mundo.

—¿Quién sabe otro idioma? —indagué curiosa y a la vez, atando algunos cabos sueltos. Dejé la carpeta de Ira y pasé a agarrar otra.

—Yo sé inglés e italiano —respondió Stacy con aires de superioridad.

—Francés —respondió Daniel con desdén.

Levanté la mirada de los papeles para observarlos fijamente. Ellos podían serme de utilidad, ya que, si no recordaba mal, Ana me había hablado en francés.

—Díganme como se dice sótano en esos idiomas —pedí cortante, dejando el expediente sobre el escritorio y comenzando a teclear algunas cosas en la computadora.

Tenía la esperanza de no estar equivocada, de estar en lo correcto. Mi teoría era que la clave para acceder a la información del sótano, eran los números remarcados en rojo y las palabras coloreadas en negro, además de la palabra sótano en tres idiomas distintos.

¿La razón? No lo sé, simplemente se me ocurrió y quería ser Sherlock.

—Recopilen todos los números de las carpetas —ordené sin pensarlo dos veces—. Y ustedes, Stacy y Daniel, empiecen a decirme las palabras.

Stacy soltó un bufido de notable molestia y se aclaró la garganta.

Basement, seminterrato.

—Sous-sol.

Tecleé las tres palabras juntas lo más rápido que pude, claro que con ayuda de los chicos. Si sabía cómo escribir sótano en inglés, pero no sabía cómo era la palabra en italiano y francés.

Poco tiempo después, Adielt y William ya tenían preparados todos los números remarcados. Eran alrededor de unos veinte, pero se sintieron como cinco.

Procedí a escribir las palabras remarcadas en negro. Agradecí al cielo que eran pocas o me volvería loca.

Cuando quise presionar la tecla "enviar", la pantalla se volvió negra por unos segundos antes de pudiera continuar. Para mi suerte, lo que había escrito era la contraseña que bloqueaba la información del sótano.

—Bien hecho, Vania. ¿Cómo lo supiste? —me felicitó Ira con una voz muy dulce, poniendo sus manos en mis hombros.

—Si esto es obra de los Sark, harán lo posible para que sea accesible a ustedes sin que se den cuenta. Está todo frente a sus narices, pero no lo ven —expliqué en voz baja, un tanto incómoda por sentirla tan cerca de mi cabeza.

Cuando abrí las carpetas, me llevé la sorpresa de encontrar las claves de las cámaras del sótano. Y sobre todo, de poder leer la próxima fecha de utilización del sótano.

"30 de agosto".

—¿Qué mierda...?

Mercink~

Bastante fuerte el capítulo de hoy, ¿No?

Espero que no se les haya hecho aburrido leer tanto ♥️

¿Alguna teoría de por qué dijeron eso del final?

¿Qué significa ese 30 de agosto?

¿Qué hacen en el sótano?

¿Les gusta la nueva portada? A qué es hermosa uwu

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