Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 20.

"Los ojos de una persona, son lo más sincero que hay en ella"


La luz ardió en mis ojos una vez los abrí con lentitud. Me senté con extrañeza y un profundo dolor en la cabeza.

Traté de rebobinar mi memoria a horas atrás, pero todo estaba en blanco. Un lienzo sin pintar.

Examiné con minuciosidad mi alrededor. Las paredes blancas herían mis ojos recién despiertos. Me detuve en la camilla donde me encontraba sentada.

—¿Qué? —murmuré trémula.

—¡Doctora, ya despertó! —gritó una delicada voz femenina.

En efecto, estaba en un hospital, ¿Por qué? No lograba recordar nada y mi cuerpo se sentía un poco pesado. Cómo si fuera plomo o un material parecido.

Unos zapatos de tacón chocaron contra el suelo y una puerta se abrió poco tiempo después. Alcé la mirada, temerosa.

La figura de Ira y una señora se presentaron frente a mí. Mientras que la señora de bata larga se acercaba a mí, Ira se dedicó a cerrar la puerta y mantenerse alejada.

—¿Cómo te sientes?¿Mareos?¿Dolor de cabeza?¿Algo por el estilo? —farfulló, agarrando mi mentón para observar mis ojos y rostro. Sacó una pequeña linterna de su bolsillo y apuntó a mi ojos.

La luz quemó un poco en mi vista, pero no me quejé.

—Dolor de cabeza —fue lo único que respondí, dubitativa. La mujer suspiró con notable alivio.

«Escopolamina» esa palabra llegó a mi mente con una rapidez que asustaba. Al principio no pude detectar los síntomas, pero todo indicaba que había sido drogada con esa sustancia.

Visión borrosa, dificultad para deglutir y hablar, sed y sequedad en la boca. ¿Cómo no lo había notado antes?

—Bien, es bueno saber que no tienes alguna otra dolencia —me sonrió con simpatía antes de sentarse a mi lado con cuidado—. ¿Recuerdas que ocurrió?

—No —articulé con seguridad—. Mis recuerdos están borrosos. ¿Qué es lo que pasó?

—Casi sufres una sobredosis de escopolamina —explicó la doctora, serena—. Es extraño, nunca he visto a alguien que se haya recuperado tan bien luego de ingerir o inhalar una dosis tan grande.

Tragué saliva en silencio. Ira suspiró antes de hablar.

—¿Entonces ya nos podemos ir, doctora? —inquirió con falsa amabilidad—. Dafne debe descansar, ¿No cree?

—Sí, sí, es cierto —la mujer se levantó de mi lado y se acercó a un pequeño mueble—. Debe descansar y tomar estos antibióticos si el dolor de cabeza persiste.

Extendió una pequeña caja en mi dirección. La agarré con una pequeña desconfianza en mi interior.

Ira le agradeció por su ayuda mientras me agarraba del brazo. Me paré, quitando con delicadeza su mano de mi brazo. Ella no emitió queja alguna, pero me asesinó con la mirada.

«Tierra, trágame. Hola Diosito, soy yo de nuevo»

Su mirada azul parecía clavarme navajas en todo el cuerpo, desvié mis ojos a otra parte para evitar sentir esa sensación tan escalofriante.

Ira tiró de mi brazo y me llevó con ella hasta fuera de la habitación. Una vez lejos de ese lugar que parecía ser la enfermería del internado, la escuché suspirar más tranquila.

—Bien. Vete a tu habitación, ya todo el mundo sabe que tú estuviste en la enfermería. Nos vemos en el baile de máscaras y en serio, cuídate mucho —dijo Ira con voz melosa—. ¿Estamos de acuerdo? No es momento de que algo te pase. Nuestro enemigo está más cerca que nunca.

Asentí y comencé a caminar hacia mi habitación. Ni siquiera tuve curiosidad por preguntar sobre lo que había pasado, tenía miedo sobre ello.

...

Me encontraba con el rostro hundido en la almohada cuando la puerta de nuestra habitación se cerró y oí la voz de cierta pelirroja que conocía bastante bien.

—¿Irás al baile? —preguntó a la vez que se lanzaba en su cama.

—No lo sé. No conozco a muchas personas —respondí volteando a verla.

—La verdad es que yo tampoco... —murmuró con un dejo de nostalgia—. Pero podríamos hacernos compañía, ¿No crees?

Asentí, con mis ojos azabache puestos en ella. Sonrió de una manera encantadora y se sentó pocos segundos después.

—¿Sabes que te pondrás? —inquirió con una sonrisa un tanto pícara.

—No... Pero puedes ayudarme si gustas —sonreí simpática y ella dió un pequeño chillido. Me enternecí.

Se paró y caminó hacia el armario, buscando vestidos o algún traje elegante y formal que fuera adecuado para la fiesta. No sabía el código de vestimenta, pero intuía que debía ser formal.

Se hizo un silencio repentino en la habitación y yo me levanté, confundida. La observé con detenimiento, ella se encontraba viendo el colgante que mi hermanastra me había obsequiado días atrás.

—Es precioso —murmuró ella—. Yo tengo uno que es un sol. Creo que ya lo has visto por la mesita de luz.

—Sip —contesté serena—. Es una casualidad, pareciera que compartimos colgantes.

Ella se limitó a esbozar una sonrisa emocionada y continuó buscando ropa. Parecía bastante feliz cuando hablaba de ese tema, por lo que me mentalicé de  hablar de ropa más seguido.

Me perdí tanto en mis pensamientos que no noté cuando ella bajó mis piernas con suavidad. Dejó sobre la cama tres atuendos: dos vestidos, uno azul marino y otro blanco, y un conjunto de pantalón en color negro.

El vestido blanco era entallado en la parte superior, con unos tirantes adornados con volados, y caía suelto en la parte de la falda. Parecía tener acabado tipo de "cola de sirena"

No recordaba tener ese vestido, por lo que supuse que era de Leyla. El conjunto negro si era mío, lo recordaba a la perfección.

—El blanco se te vería bastante bien, resalta tus rasgos y tu cabello. Ten, es todo tuyo a partir de ahora —me extendió la prenda con una enorme sonrisa.

—¿Tú qué usarás? —interrogué con curiosidad, aunque ya me daba una idea de la respuesta.

—Rojo.

«Y en efecto, el rojo es su color favorito. Lo usa casi siempre, tiene varias cosas en tono rojo. Casi que habla del color, así que sí, lo anoto»

...

Cuando finalmente llegó el día del baile, me recogí el cabello en una coleta alta. Pinté mis labios con un color claro y coloqué un poco de máscara de pestañas en mis ojos. No usaría mucho maquillaje, mi piel era un tanto alérgica a éste.

Por lo tanto, sólo podía utilizar productos en pequeña cantidad o con pigmentaciones no tan fuertes. Siempre me dio pena ese asunto, me hubiera gustado probar con más colores y otras técnicas.

Me calcé unos zapatos con un pequeño tacón. Estos eran en color blanco.

Dejé que el colgante en forma de luna, que me había regalado Lila, descansara sobre mi cuello y suspiré.

«Es una noche para divertirte, no para que pienses en lo que intentas descubrir o lo que dijeron los chicos. Tampoco en lo que pasó, relájate» traté de tranquilizarme en silencio.

—Si te sientes mal, regresamos, ¿Si? —aseguró Leyla, con notable interés en su voz—. No quiero que estés incómoda o algo parecido.

—Voy a estar bien —aseguré con una efímera sonrisa. Ella hizo un gesto de alivio.

Sus ojos brillaron por unos segundos, eso me pareció muy lindo. Ella era tan bonita y agradable, tenía un corazoncito de oro.

Y de esos que hoy en día no quedan.

...

Al llegar al salón de la fiesta, Ara se separó de nosotras. Supuse que fue para buscar a William o hablar con algún amigo que tuviera, no me importaba mucho lo que hiciera con su vida. Tampoco quería ser una entrometida.

Ara siempre fue una chica bastante reservada, poco sabía de ella. No hablaba de su vida y yo tampoco decía algo de la mía, así que la entendía bastante.

Me quedé con Leyla, comiendo y hablando de tonterías. Riendo a cada minuto. Era una de esas personas que te levanta el ánimo en cuestión de segundos.

—¡Dios! Es mi maldita canción favorita —gritó con emoción al oír como se escuchaba por los parlantes De música ligera de Soda Stereo.

Di un trago a mi refresco de naranja y me dediqué a observarla. Contoneaba un poco sus caderas al compás de la música, no conocía al artista o banda, pero se percibía como una buena canción. Su letra era pegadiza y su ritmo bastante movido.

—Vamos, ven a bailar tú también —me sugirió, extendiendo su mano. Yo negué con una sonrisa divertida—. ¿Qué pasa? No tengas vergüenza, nadie es un experto como para juzgar. Y si lo haces, que te valga, si a ti te gusta, eso es lo que importa.

Nunca fui buena bailando. No era algo que me llamara la atención, de hecho, mi pasatiempo favorito siempre ha sido tocar el piano. No soy profesional, pero al menos sí decente.

Las palabras de ella me animaron a intentarlo. Así que comencé a moverme al compás de la música, pronto terminó la canción, pero comenzó una de mis favoritas "Wake Me Up" de Avicii.

—No soy buena en esto, sólo sirvo para tocar el piano —argumenté con algo de nostalgia.

—¿Tocas el piano?Siempre quise aprender, ¿Me enseñas? —apoyó una de sus manos en mi hombro, viéndome con una hermosa sonrisa tan brillante y cálida.

Asentí sin pensarlo. Al menos era buena en eso, así que sí podría enseñarle y explicarle muchas cosas en ese tema.

...

Horas más tarde, la fiesta continuaba, pero yo decidí salir a caminar unos momentos. Si bien el salón donde se realizaba el evento era enorme, mi cuerpo solicitaba a gritos un ápice de aire fresco.

Mis tacones blancos resonaban contra el suelo de cemento pulido. Era un poco incómodo, alertaba mis pasos a cualquiera que estuviese allí.

La luna estaba menguante y eran aproximadamente las tres de la madrugada. Hora de los espíritus o eso es lo que dicen muchas leyendas urbanas.

Conforme iba caminando, mis bellos corporales se erizaban. Era extraño, el ambiente cada vez se tornaba más frío sin razón aparente. ¿Cómo era posible? Estábamos en otoño, podía haber bajas temperaturas, pero tampoco tantas.

Leyla iba a mi lado, moviendo sus zapatos bajos de color negro. Llevaba un vestido rojo, con mangas y bastante largo. Su cintura era entallada y el resto del vestido era suelto, mucho más suelto que el mío.

—Nunca vine por aquí —opinó dando un vistazo al lugar—. ¿Qué actividades hacen por aquí?

—Se supone que aquí están los clubes de natación y tenis. Estamos yendo a las piscinas, espero no te moleste —respondí con una pequeña timidez.

—Claro que no molesta —me sonrió con calidez.

—Amo como sonríes, desprendes una energía hermosa con tan solo una sonrisa. Das paz y alegría —comenté sin poder evitarlo. Me ruboricé al instante de decir aquello.

Leyla se quedó callada, sin decir nada, pero por su semblante pude ver que se estaba emocionando.

Me detuve en seco, en la entrada del club de natación. Giré a ver a Leyla.

—¿Uhm? —murmuró con confusión.

Me acerqué a ella y capturé sus labios en un movimiento delicado. No supe porqué, fue un impulso, necesitaba hacerlo.

Sus labios se me hicieron muy deseables en ese momento.

Ella movió su boca contra la mía, disfrutando del tacto suave y del delicioso sabor. El beso era una mezcla de cereza y fresa, raro, pero bonito.

Al cabo de unos minutos, nos separamos con una mirada algo avergonzada. Mis mejillas ardían como un par de brasas calientes.

—Como que hace calor, ¿No crees? —susurró con diversión y yo sonreí un poco avergonzada.

—Lo siento por eso —me disculpé. No estaba bien besarla sin darle un precio aviso antes. No quería que pensara mal de mí.

Amar no es un pecado. Siempre lo supe, pero no quería que creyera que era una interesada o algo parecido.

—No te disculpes, lo estaba esperando desde hace mucho —su respuesta me tomó por sorpresa.

...

Un rato después de aquel beso tan extraño y hermoso, decidimos entrar al club. Hablábamos en el baño, en voz baja.

Todo iba bien hasta que oímos un ruido en el agua. Yo estaba aseando mis manos, ya que éstas estaban sudorosas y no me agradaba la sensación.

Pronto el agua comenzó a tornarse más cálida y el vapor inundó el cuarto. El espejo se volvió borroso, tanto que hasta me provocó temor.

—¿Y el ruido? —pregunté un poco nerviosa. Observé a Leyla.

Ella levantó sus hombros en señal de no saber. Suspiré y le susurré que se quedara ahí.

Me asomé por la puerta que daba a las piscinas, al no ver a una persona, decidí salir de la habitación.

Al principio no noté nada extraño, pero cuando me estaba acercando a la piscina, visualicé un raro color rojizo en el agua.

Un cuerpo estaba flotando en medio, no mostraba señales de vida, por lo que deduje que estaba muerto. Di un paso hacia atrás y mi acompañante habló.

—Salgamos de aquí. No toques nada ni digas algo a las autoridades. Deja que ellos se hagan cargo, tú harás de cuenta que no viste nada. En lo absoluto, ¿Ok? —murmuró con un temor notable en su voz, estaba detrás mío.

Agarró mi brazo derecho y tiró de él. Oí otro ruido, pero esta vez menos perceptible por el sonido que formaba el movimiento del agua.

Más de dos mil palabras. Wow.

Espero que no se les haya hecho tediosa la lectura de este capítulo.

¿Qué habrá sido ese ruido?¿Y ese cuerpo en la piscina?

¿Por qué Leyla reaccionó así?

¿Qué fue lo que le pasó a Vania?¿Quién le provocó eso?

¿Por qué querrán asesinarla?

¿Qué creen que vaya a pasar?

Tuvimos romance en este capítulo. No soy fan de este género y tampocos soy buena escribiendo sobre el, así que fue un romance a mi manera. ❤️

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro