Epílogo
—Mamá, papá tenemos algo que contarles —dijo Amelia llamando la atención de ambos—. Por favor siéntense —les pidió señalando hacia los sillones de la sala de estar.
—¿Pasó algo hija? ¿Por qué está Francisco contigo? —preguntó su padre mirándola a ella y luego a su yerno extrañado de verlo ahí un sábado por la noche y más, porque se le notaba nervioso.
—Carlos, deja que hablen primero. Sentémonos y escuchemos lo que tengan que decir —intervino Sofía tocando el hombro de su esposo para que le hiciera caso.
—Bien, ya que estamos todos reunidos podemos decirles la noticia —Miró a sus padres e inhaló para tomar aire—; Francisco y yo vamos a tener un bebé —soltó de golpe.
Su padre quedó estupefacto con la noticia y su madre solo miraba a ambos. Francisco tomaba la mano de ella para darle fuerzas a lo que fuera que llegaran a decir sus suegros y, a la vez darse valor él mismo.
—Esto de verdad que no me lo esperaba —dijo su madre, después de unos minutos en silencio—. Ustedes apenas llevan tres meses de noviazgo —les dijo saliendo del estado de asombro.
—Eso es lo de menos Sofía. —Tocó la rodilla de su esposa y dirigió la mirada a ambos jóvenes—. A mí lo que me preocupa es cómo harán para criar a ese bebé. Francisco, apenas y te conozco lo suficiente. ¿Qué me asegura que cuidarás de mi hija y de mi nieto o nieta como es debido?—preguntó sin rodeo viendo directo a su yerno.
—Papá, ambos somos adultos y sabremos salir adelante —intervino Amelia.
—Hija, quiero que me responda él —contestó cortante su padre.
—Señor Carlos, mi intención jamás ha sido incomodarlo, pero le puedo decir que a su hija la amo y haré todo lo que esté a mi alcance para protegerla tanto a ella como a nuestro bebé. Y si le preocupa mi estabilidad económica, tampoco es necesario, cuento con casa propia, auto y un trabajo estable como diseñador gráfico —respondió con toda seguridad a su suegro.
—Eso me tranquiliza un poco —dijo Carlos reclinándose hacia atrás. Por la forma en que habló aquel joven que pasaría a ser familia suya dentro de unos meses, notó que lo que decía era en serio.
—Creo que por nuestra parte no tenemos nada más que decirles. Lo que si me gustaría es que lleguen a formalizar su relación, si es posible antes de que nazca el bebé que viene en camino —esta vez habló su madre haciéndose la idea que sería abuela pronto y que su hija ni siquiera se había casado aún.
—Por eso no hay problema, señora Sofía. Eso está más que claro —contestó Francisco mirando a su novia, a lo que esta sintió que se estaban imponiendo.
—Un momento todos, el hecho de que vayamos a tener un hijo antes de casarnos no quiere decir que eso sea un pecado y que debamos adelantar todos los planes de boda, solo para quedar "bien" con la sociedad. Yo amo a Francisco, pero el matrimonio puede venir después que pase todo esto del embarazo y, en fin, que la gente hable lo que quiera, ellos no me mantienen ni a mí ni muchos menos al bebé que tendremos —habló un tanto molesta por cómo habían girado las cosas.
—Amelia, nadie te está imponiendo nada. Sin embargo, tu madre tiene razón. Es mejor que se casen ahora y así su bebé nacerá dentro del matrimonio —apoyó su padre la idea de su esposa tratando de mediar el asunto.
—No es lo que parece papá, pero lo que si haré —Miró a su novio y luego a sus padres—. Es irme a vivir con Francisco, eso sí lo habíamos hablado, él está de acuerdo y feliz con la idea, ¿verdad amor? —Él miró a todos y luego a ella para al final asentir con la cabeza.
—Sí, como dice Amelia el matrimonio puede esperar un poco más. Pero si me hará feliz vivir con ella y disfrutar toda esta etapa de ser padres, igual tenemos claro que ser novios no es igual a ya vivir como pareja de hecho. —Sonrió nervioso rogando que no hubiese vuelto a meter la pata ni con sus suegros ni mucho menos con ella.
—Está bien, será lo que ustedes quieran —dijo Sofía un poco decepcionada de que su hija no le hiciera caso con casarse.
—¿Cómo te fue con la noticia a nuestros padres?—preguntó Camila apenas llegó de la cita que tuvo con su novio.
—Bien —respondió enojada Amelia.
—Por como lo dices, suenas molesta. ¿Qué pasó? —volvió a preguntar a su hermana.
—Aceptaron lo del embarazo, pero querían imponernos que nos casáramos antes de que nazca nuestro bebé. Camila, no soy ninguna niña; ya sé que metimos la pata y creo que fue más por el hecho del tiempo que llevamos de novios es su disgusto, pero eso no justifica lo que piden —se desahogó Amelia dejando salir toda la rabia contenida.
—Sabes que nuestros padres son bien chapados a la antigua, pero lo que importa es que ya lo saben y fue lo mejor, así que tranquila pronto se les pasará el enojo y estarán felices de acompañarte en esa nueva etapa de tu vida —le animó Camila.
—Lo sé, pero aceptaría que se pusieran así si yo fuera menor de edad o una adulta que ni siquiera trabaja ni estudia, lo que es todo lo contrario. He hecho todo lo que me han pedido como hija, solo quería escuchar un ¡Felicidades Amelia! Era todo lo que pedía. —Se sentó en su cama abatida por esa incomprensión de sus padres.
—No te pongas triste, Amelia. Sé que todo lo comprenderán pronto, por ahora disfruta de tu embarazo y de estar con Francisco, sé lo mucho que se quieren y merecen ser felices. —Se sentó a lado de su hermana y la abrazó.
—Romina, falta poco para que nazca. Ya estoy viendo su cabeza ¡Puja! —ordenó su doctor.
Ella con las pocas fuerzas que le quedaban hizo un último intento más hasta que escuchó el llanto de su pequeña Vanessa. Sintió que junto a ese sonido había nacido la razón más hermosa de vivir. Su esposo la tomaba de la mano y miraba con atención cómo llevaban a su hija a otro lado de la habitación para limpiarla, medirla y tomarle el peso. Este besó la frente de ella y en un susurro le dijo: "Te amo."
Los meses pasaron más rápidos que el viento, que ni se dieron cuenta que había llegado el momento para dar ese gran paso a un nuevo capítulo de sus vidas, ahora como esposos. Su boda había estado cargada de muchas emociones, rodeados de sus familias y de sus amigos más cercanos. Fue tan íntimo y tan cálido al mismo tiempo que todo fluía de la mejor manera posible.
Hasta sus sobrinos se divertían a pesar de los pequeños que estaban Mathew y Sabrina de seis meses, los mellizos que tuvo su hermana estaban riendo con las caras divertidas que le hacía su padre. Y qué decir de la pequeña Vanessa que con apenas un año y medio le encantaba bailar como toda una casi experta.
Todo lo que Camila pudo desear se encontraba en ese lugar, y el amor rebosaba tanto por los aires que hasta su suegra Carmen había encontrado ese compañero de vida ideal.
Pero la mejor parte de todo su cuento de hadas se encontraba a su lado, Aarón. Quien la miraba aún si creerse todo lo que estaban viviendo en ese momento.
Las horas pasaron y los novios debían partir de la fiesta, ahora se debía dar paso a algo más especial.
—Las noches más bellas son las que paso contigo, pero el día... eso es otra cosa que no puedo describir —dijo Aarón mirando a su esposa con ese brillo especial de alguien enamorado.
—¿Por qué no puedes? —preguntó ella mientras se acurrucaba en sus brazos bajo las sábanas sintiendo ese calor particular que él le brindaba.
—Porque cuando algo es demasiado hermoso las palabras se quedan cortas para nombrar aquellos sentimientos —respondió él dando un beso corto en los labios de ella.
—Tienes razón, sin embargo, tu corazón se encarga de decirme todo eso que no puedes me puedes decir con palabras —contestó ella mientras escuchaba los latidos de él.
—Mi corazón está hecho a la medida para amar el tuyo, Camila. —Tomó su mano y la afirmó en su pecho—. Porque amarte es lo único que hago y lo que haré por el resto de mi vida. —La abrazó y las palabras que él le dijo la estremecieron a ella.
—Y el mío está dichoso de haber descubierto el camino correcto a ese lugar llamado amor —susurró ella alzando su rostro para mirarlo.
Sus ojos se encontraron deteniéndose a observarse sin prisa, solo dejando que estos hablaran ese idioma predilecto de los amantes. Las manos de ella recorrieron el pecho de su amado hasta alcanzar su rostro y delinear sus labios, él deslizó sus manos por los muslos desnudos de ella subiendo por esa curva que le encantaba y afincar su ajuste en la cintura de su esposa, cuando no hubo más nada que decir sus bocas se unieron para volver a sellar ese pacto de amor eterno.
Siete años más tarde
—Camila, ya está todo listo para la conferencia que dará en breve —llamó su asistente entrando a su camerino.
—Gracias Lucía, coordina que estén todos mis invitados sentados en los lugares que le corresponden —dio la instrucción sonriendo por lo emocionada que se encontraba.
—No se preocupe, ya lo verifiqué antes de venir hacia acá. ¿Necesita algo más? —preguntó Lucía.
—No, no necesito nada más —respondió Camila mirándose una última vez en el espejo antes de salir a la conferencia de prensa.
Caminaba nerviosa y a la vez contenta de que todo su esfuerzo durante esos largos años empezaba a dar frutos, y lo que un día pensó como imposible ahora era realidad. Apenas llegó al escenario donde daría aquel discurso, escuchó los aplausos de los asistentes y su corazón comenzó a rebosar de alegría.
—Demos la bienvenida a Camila Valverde de Benavides la aclamada escritora y columnista de El Blog de Camila —dijo la moderadora dando la presentación a la invitada de honor.
Ella se colocó detrás del pódium. Desde ese lugar podía ver a su familia y amigos más cercanos, quienes estaban tan contentos de verla triunfar, después de tantos tropiezos. Sonrió, inhaló y empezó su disertación.
—Cuando emprendí este viaje de escribir El Blog de Camila hace ya siete años de ello, no tenía idea de a dónde iba a parar, ni si alguna vez vería la luz. Lo empecé como un pasatiempo para hablar de esos temas que nadie le gusta decir en voz alta y sobre todo para demostrar que la vida está llena de tantos retos que sortearlos no siempre es fácil. Un día le pregunté a mi hermana Amelia: "¿Qué debo hacer para que alguien llegue a leer lo que escribo?". A lo que ella me respondió: "Es un mundo tan complicado, que si quieres sobresalir deberás ser única en lo que escribes y tocar tantas puertas como puedas hasta lograrlo". En ese momento sentí que era imposible que con un simple blog llegara a lograr mi sueño, pero las palabras de ella me dieron esa valentía para seguir intentando hasta que decidí convertirlo en un libro y enviar el manuscrito a tantas editoriales como pudiera.
Lloré, pataleé, me enojé, me caí y me volví a levantar tantas veces como pude por cada vez que recibía una carta de rechazo, pero jamás me di por vencida. Solo puedo agradecer a cada uno de los que estuvieron conmigo aguantando mis preguntas locas e irreverentes.
A mis padres por ser mis guías, a mi hermana por ser esa amiga incondicional, a mi mejor amiga Romina por estar siempre conmigo sin importar estar al otro extremo del mundo para tomar una llamada y debatir conmigo, a Dios y, por último, pero no por eso menos importante a mi esposo Aarón y a mi hijo Sebastián quienes han sido esos dos grandes pilares de mi vida.
La estancia se llenó de aplausos y vítores de los presentes, esa tarde era el comienzo de una nueva etapa para ella.
"Hay sueños que demoran en hacerse realidad, pero mientras se tenga la fe y las ganas de conquistarlo no debes rendirte jamás."
***Hola mis queridos lectores. Ahora si hemos llegado al final de esta historia y ya empiezo a extrañarla, pues de todas las que he publicado esta es la que más empeño le he puesto para que llegara a empatizar con ustedes de alguna manera u otra cada uno de los personajes que cree. Por lo tanto, puedo decir que fueron los cinco meses más gratificantes de mi vida este año, donde conocí muchas personas que me apoyaron con este proyecto desde el día uno, a todos ellos ¡Gracias! por estar ahí y esperar que me dignara en actualizar (Jajaja) no siempre me sentía del mejor ánimo y alguna veces casi tiro la toalla. Leer sus mensajes me animaban bastante para continuar y seguir entreteniéndolos con cada tema loco que se me ocurría. Y pues nada, espero verlos pronto con otra historia igual o mejor que esta.
Un gran abrazo a todos.
Saludos,
Jenny.***
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