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Capítulo 18. ¿Estoy lista para una nueva relación?

—Amelia, gracias por aceptar mi invitación —dijo Francisco cuando estaban camino al restaurante que él la había invitado.

—No tienes nada que agradecer, el tiempo que paso contigo lo disfruto mucho. —Ella lo miró dejando asomar una sonrisa haciendo que él se sonrojara.

—¿Quién diría que eres la hermana mayor de Camila? Aarón, debió presentarnos mucho antes —dijo él mientras seguía conduciendo.

—Si no te conocí antes, es porque aún no era el momento. Hay cosas que sólo Dios o el destino sabe lo que va a suceder y, aunque, no siempre se esté de acuerdo tiene su propósito al final — respondió Amelia sin dejar de mirarlo, algo en él la hacía sentirse bien a pesar del poco tiempo que tenían de conocerse.

—Entonces agradezco a Dios que te pusiera ahora en mi camino. —Esta vez fue Francisco quien la miró a ella cuando se encontraban esperando que cambiara la luz roja a verde del semáforo.

Ella no supo qué contestar, los sentimientos hacia él estaban aflorando a pesar de que venía de una reciente ruptura, lo que hizo que se replanteara si en verdad llegó a amar a Ethan o solo estaba enamorada. Lo que, sí tenía claro, es que no quería ir deprisa con Francisco, sino conocerse lo más posible y así evitar de alguna forma salir lastimada ella o en caso contrario lastimarlo a él.

Por su parte Francisco sentía que era la primera vez que podía congeniar con una chica desde el principio, que tenían cosas en común y en las que no, no le molestaba en lo absoluto. Esperaba que esta vez sí lograra tener una relación duradera o por lo menos más estable emocionalmente.

—Hola Camila, ¿ya arreglaste tu maleta para el viaje que tienes mañana? —preguntó Romina por teléfono a su amiga.

—Hola Romi, justamente me encuentro en eso. No sé por qué, pero me siento nerviosa —comentó Camila mientras terminaba de elegir lo que se llevaría para el viaje con Aarón.

—¿Por qué el nerviosismo? ¿Crees que te proponga matrimonio? —cuestionó Romina mientras echaba sirope de caramelo a su helado de fresa.

—No, no creo que me proponga matrimonio aún. Nos encontramos enfocados en otras cosas —Suspiró—. Es que desde que somos parejas es la primera vez que nos quedaremos solos —confesó Camila algo avergonzada.

—¡¿En serio?! —exclamó sorprendida—. Yo juraba que ustedes ya habían dormido juntos.

—No te burles, lo que te digo es cierto. Siempre que iba a pasar algo más, pues sucedía un improvisto y los planes cambiaban —confirmó Camila decepcionada.

—Amiga, pero es que es cómico. Digo ustedes siempre se la pasaban juntos, por eso me pareció tan extraño; en fin... deja los nervios a un lado. Si sucede déjalo que se dé de manera natural, sin forzarlo. Así no te sentirás ansiosa —la animó Romina.

—Sí, eso es lo que pienso. Iremos a relajarnos y salir de la monotonía. —Terminó de guardar todo en su maleta y se acostó en su cama.

—Antes que se me olvide por andar comiendo tanto —Se ríe—, Bruno tendrá una fiesta la próxima semana, es que se va a mudar de apartamento y pues quiere que celebremos con él ese nuevo logro —dijo Romina viendo su vientre que apenas se empezaba a notar su embarazo.

—¡Qué bien! Dile que estaré en la fiesta, nada más que no se te olvide enviarme la dirección, porque cómo andas de olvidadiza amiga. —Se echó a reír haciendo que Romina se contagiara de la risa también.

—No te preocupes, apenas me lo envíe te lo paso. Te quiero, Cami; que les vaya súper bien en ese viaje —se despidió Romina.

—Más te vale que así sea y gracias. Yo también te quiero, Romi.

Cuando terminó la llamada con su amiga, entró su hermana esta vez sin preguntar. Se le veía con un rostro contrariado, como si le estuviera inquietando algo.

—Hola hermanita —saludó Amelia apenas entró a la habitación.

—Hola Amelia, ¿está todo bien? —preguntó Camila mientras se sentaba mejor en su cama.

—Quisiera decir que sí, pero la verdad es que no. Es por eso que vine a conversar contigo —dijo Amelia sentándose en la silla del escritorio.

—¿Qué es lo que te aflige? —indagó Camila levantándose de la cama para acomodarse mejor al pie de esta.

—Hoy tuve una cita con Francisco, de verdad lo pasé bien con él. El problema vino cuando llegando acá recibí un mensaje de texto de Ethan diciendo que me extrañaba, que lo lamentaba y un montón de excusas más. Es como si de pronto todo se hubiese revuelto en mí, sé que no debería sentirme así, pero no sé me invadió la nostalgia. —Desbloqueó su móvil y le mostró el mensaje que había recibido.

—Es comprensible, su relación fue bastante larga y la ruptura muy abrupta; pero ¿te has puesto a pensar si valdría la pena regresar con él? Después de una separación por infidelidad como fue la de ustedes de alguna manera quedan cicatrices no tan fáciles de cerrar y te lo digo yo que pasé por lo mismo. Quizás ya no sea tanto que lo quieras como tal, sino la molestia de que las cosas hayan terminado tan mal entre ustedes —puntualizó Camila tratando de aconsejarla.

—Estoy consciente que si perdono a Ethan y regreso con él la confianza que nos teníamos ya no será la misma, pues está fragmentada. Por más que quiera que así no sea, nada me va a garantizar que no lo vuelva hacer —afirmó Amelia segura de que no vale la pena intentarlo.

—Entonces lo que te molesta es que justo ahora que estás conociendo a alguien, él vuelva aparecer de alguna manera en tu vida.

—Sí, porque podría decir que lo estaba superando. —Exhaló abatida.

—Tienes dos opciones según desde mi perspectiva que sería: Uno hablar con él, ya sea por teléfono o viéndose frente a frente para confrontar lo que sucedió, o dos no hacer caso a ese mensaje y seguir tu vida como hasta ahora —propuso Camila. Por su parte Amelia se quedó pensativa evaluando con cuál opción se sentía más cómoda.

—No creo que haya nada que confrontar, desde que nos separamos no volvió a insistir de vernos para hablar sobre ello, ¿y ahora si quiere? pues no. Así que seguiré mi vida como hasta ahora y no va arruinar la calma que tengo —manifestó firme la decisión que había tomado.

—Bien, entonces ya no tengas esa cara abatida. Suficiente de tristezas —dijo Camila yendo a abrazar a Amelia.

—¿Qué estás planeando Carolina? —indagó Marcela viendo cómo su amiga buscaba algo en su celular.

—Ideando una manera de vengarme de Aarón y de su noviecita de pacotilla —explicó Carolina viendo el perfil de él en Instagram para buscar una foto que pudiera manipular.

—¿Es que tú no te cansas? En la fiesta quedaste humillada, pues mi primo decidió por sobre todo quedarse con ella, te largó de ahí sin importar que gran parte de los invitados te vieran. Y, aun así, tú sigues insistiendo ¿es que acaso no tienes dignidad? —cuestionó molesta Marcela, porque no entendía esa obsesión de su amiga.

—Sabes bien que nadie puede resistirse a mí, todos los chicos con los que he salido siempre han caído bajo mis encantos. ¿Cómo es posible que él no le mueva nada? —preguntó con fastidio Carolina mirando a Marcela.

—¿Será porque tu siempre te acostabas con ellos a la primera sin importarte que tuvieran novia?—sentenció Marcela.

—Deja de hacerte la santa Marcela, porque si vamos hablar de "zorras", tú tampoco te quedas atrás —contraatacó Carolina mirándola de manera desafiante.

—No soy santa, pero no ando buscando hombres que ya tienen pareja. Yo no quiero la etiqueta "roba maridos" —siguió sacando más argumentos contra su amiga.

—Marcela, más que ser mi amiga pareces mi enemiga —reprochó Carolina dejando el móvil a un lado para cruzarse de brazos.

—Ser amigas no significa solapar sinvergüenzuras. Así que conmigo no cuentas más. —Le quitó el teléfono a Carolina y salió de la casa de esta.

—¡Marcela! —gritó Carolina viendo cómo su amiga se fue enojada de su casa.

«Con tu ayuda o sin ella nada me va a detener de hacerlo sufrir». Pensó Carolina abriendo su teléfono para buscar la imagen que se había enviado cuando logró sacar la foto de la cuenta de Aarón antes de que su amiga le quitara el móvil.

Faltaba poco para que Aarón llegara a buscarla, por lo que se dispuso a darse una última mirada en el espejo asegurándose de que todo estuviera en su lugar. Revisó su equipaje de que nada le hiciera falta. Minutos más tarde vio el auto de su novio, por lo que se dispuso a salir; no sin antes despedirse de sus padres.

—¿Cómo te encuentras? —preguntó Aarón con una sonrisa apenas ella subió al auto.

—¡Feliz! Después de tanto tiempo nos podemos dar una pequeña escapada juntos —respondió  viéndolo con alegría, haciendo que los nervios del día anterior desaparecieran por completo—.¿Y tú cómo te sientes?

—Yo también estoy feliz, pues se suponía que debimos irnos hace dos semanas cuando fue mi cumpleaños; pero como ambos andábamos ocupados tuvimos que posponer todo —dijo él mientras buscaba una emisora en la radio desde el mando del volante.

—Sí, pero lo que cuenta es que logramos hacer este viaje siempre —expresó animada Camila.

—Exacto y según la hora en que salimos calculo que estaremos en el hotel dentro de hora y media —mencionó Aarón mirando su reloj, el que le había regalado ella para su cumpleaños.

—Estás que no sueltas para nada ese reloj que te regalé —dijo Camila mirando la muñeca izquierda de su novio.

—Como no me va a gustar, si fuiste tú quien me lo obsequió. Podré tener un montón más, pero este siempre será especial —explicó con tanta emoción que Camila se sonrojo.

—Te creo, por la forma en la que te has expresado. Es más, lo recordarás siempre por la fecha que quedó marcada en el reverso de este —dijo ella señalando el reloj.

—Lo sé, es la fecha en que nos hicimos novios —respondió él aún con la sonrisa en su rostro.

—No quiero arruinar el momento, amor. Pero quiero preguntarte algo —Exhaló algo nerviosa y continuó—: ¿Qué fue lo que te dijo Carolina al oído recién había llegado a la fiesta? —aguardó por la respuesta.

—¿En serio quieres traer a colación a esa fulana? —Miró a su novia con pocas ganas de hablar de ese tema, pero igual respondió—. Me dijo que no le importaba que yo estuviera contigo, que pronto acabaría en la cama con ella —contó Aarón sintiéndose otra vez molesto por recordar lo que le dijo aquella chica ese día en su fiesta.

—Ahora con más razón no me arrepiento de haberla lanzado con fuerza contra el pavimento —confesó Camila retorciendo la botella plástica vacía donde momentos atrás había tenido agua.

—Ya no pensemos en eso, Cami. Espero que con lo que pasó aquel día entienda que no tiene chance conmigo, solo tengo ojos para ti, pequeña. —Tomó con su mano derecha la mano izquierda de ella para darle un apretón cariñoso.

Con las palabras que le había dicho él, ella se sintió más tranquila a pesar de que le molestaba hablar de esa chica; tenía esa pregunta guardada desde aquel día. El resto del viaje la pasaron conversando cosas más amenas hasta que pasado el tiempo pronosticado llegaron a su destino. El hotel Valparaíso ubicado en las costas del pacífico en el litoral panameño se asentaba imponente frente a ellos, apenas entraron al lugar se sentía el ambiente playero y de relajación que tanto buscaban, desde el vestíbulo había un gran ventanal que daba hacia la playa dejando ver el color azul turquesa de sus aguas.

Una vez le dieron la llave de su habitación se dispusieron a llevar las maletas para poder disfrutar de lo que quedaba el resto de la tarde, antes de que se ocultara el sol.

—Camila, hora de disfrutar todo esto para nosotros. —Aarón la tomó por la cintura para atraerla hacia él y abrazarla, ella se acunó en su pecho respirando aquel aroma particular en él que hacía vibrar todos sus sentidos, ese perfume varonil con notas de ámbar, pachulí y cedro.

—Sí, vamos antes que se nos haga más tarde. —Se separó de él y lo tomó de la mano para ir hacia la playa antes del atardecer.

Aarón la miraba juguetear con las olas del mar y reírse cuando se lanzaba sobre él para darle un beso con sabor a agua salada. Lo que ella no sabía es que él tenía una sorpresa planeada esa noche para celebrar su quinto mes de novios.

Hola, queridos lectores. Después de casi dos semanas sin actualizar por motivos personales les traigo este nuevo capítulo, espero que les guste. ¿Y qué creen que sea la sorpresa que la tiene a Camila?

Saludos,

Jenny.



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