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Capítulo 14. Buscando el regalo perfecto

Ya había transcurrido tres meses desde que Camila había iniciado su práctica profesional, hasta el momento todo se había dado con normalidad en el prestigioso bufete de abogados "Morat y Asociados, S.A.". Se estaba desenvolviendo muy bien y sus supervisores estaban evaluando dejarla trabajando, después de finalizada su pasantía. Ella se estaba esforzando por aprender bien este oficio y labrarse un lugar en ese mundo.

—Camila, traiga  el informe que le solicité a mi oficina por favor —dijo el supervisor, a través de una llamada telefónica.

—Sí, voy enseguida —respondió y cerró la llamada para llevar lo solicitado.

Tocó la puerta y esperó a que la dejaran pasar.

—Señor Gustavo, aquí  traigo lo que me pidió. Si necesita que investigue algo más sobre el tema, quedo atenta —comentó Camila entregando la carpeta con la información de un nuevo caso. Mientras su supervisor revisaba lo que contenía la carpeta. 

—Está bien realizado, por favor tome asiento quiero hablar un tema con usted —pidió el Sr. Gustavo señalando el asiento frente a su escritorio. Camila se sentó y aguardó a lo que fuera a decirle.

—Dígame en qué más le puedo ayudar.

—Bien, he estado viendo su desempeño y ha comprendido todo lo que se debe hacer dentro del bufete por lo que estuve conversando con mis superiores sobre dejarla trabajando con nosotros una vez culmine su práctica profesional, a lo cual ellos han aceptado gustosos —le dice mirándola con una sonrisa, contento de anunciar esa buena noticia.

—Mil gracias por la oportunidad que me están ofreciendo. Me comprometo a seguir desempeñándome igual o mejor que  hasta ahora —respondió ella agradeciendo el ofrecimiento.

—Eso es todo por ahora, señorita Camila. Puede regresar a sus labores —indicó él.

—Me retiro, si necesita algo más me deja saber —dijo ella levantándose del asiento con dirección a la salida.

La jornada de ese día continuó ajetreado como siempre, pero estuvo motivada por la noticia recibida en la mañana. Una vez finalizó el día, tomó sus cosas y salió con un grupo de compañeros a tomar el ascensor. Tan pronto llegó al lobby se despidió de ellos y caminó en dirección a la parada de autobuses, pero cerca del edificio donde trabajaba había uno en construcción, por lo que mentalmente se preparaba para escuchar cualquier improperio que dijeran algunos de los albañiles de aquella obra. «¡Siempre se me olvida tomar la ruta más larga para evitar toparme con estos tipos!», pensó Camila.

— ¡Oye mamacita! ¡Tas más buenas que un pay! —exclamó uno los hombres todo envalentonado por encontrarse acompañado de otros. Ella ni siquiera le dirigió la mirada, siguió caminando más rápido y rogó mentalmente :"Que no me vayan a decir más nada por favor". Para su suerte eso fue lo único que escuchó aparte de los silbidos comunes, no solo era ella la afectada; sino cualquier chica que pasara frente a estos. «No entiendo por qué dicen tantos "piropos" fuera de lugar como si uno fuera un pedazo de carne que todos se pelean por comer, ¿es que acaso no tienen madre, hermanas o hijas?». Dejó esos pensamientos de lado hasta que llegó a la parada y revisó su celular, respondió algunos mensajes y lo guardó, pues ya estaba por venir el bus que iba a abordar. Una vez llegó a su casa se quitó los zapatos que traía y se dirigió al baño a darse una ducha para despejarse del estrés del día.

—Hijo, ven tengo algo que decirte —llamó Carmen desde la sala.

—¡Voy mamá! —exclamó este saliendo de su habitación para dirigirse hacia ella.

—Bien, es para contarte que tu prima Marcela se vendrá a vivir con nosotros desde este fin de semana. Tu tío me llamó hace unas semanas atrás para preguntarme si no había ningún problema, así que le dije que no, que ella se podía quedar en el cuarto de invitados —comentó su madre mientras veían Grey's Anatomy.

—¿Y a qué se debe que venga a vivir Marcela con nosotros? —cuestionó Aarón agarrando un par de galletas de las que tenía su madre en un paquete.

—Al parecer quiere tomarse un año sabático antes de ir a la universidad y se decide qué carrera estudiar, en lo que eso sucede tomará unos cursos y trabajará como recepcionista en un bufete de abogados —respondió Carmen tomando un sorbo de su té verde.

—Marcela, siempre de indecisa. —Rodó los ojos—. Bueno esperemos llevar la fiesta en paz en la casa. Yo la quiero, pero a veces es tan mimada que me preocupa la convivencia con ella por tanto tiempo —dijo Aarón no muy convencido con la idea, no obstante, guardando la esperanza de que la fiesta fuera en paz.

—Lo sé, hijo. Así que tranquilo, pue con nosotros sólo estará tres meses y luego se mudará con una amiga que vive acá en la ciudad —dijo Carmen mientras cambiaba de canal.

—Está bien mamá, por mi parte me iré a descansar. —Le dio un beso en la frente a su madre y se retiró a su habitación.

La tarde del sábado llegaron sus tíos junto con su prima Marcela a realizar la mudanza como le había comentado su madre días atrás. Entró a su casa y saludó a los recién llegados.

—Hola tíos. ¿Qué tal el viaje? —saludó Aarón apenas entraron a su casa.

—Bien Aarón, un poco cansino; pero nada que no se pueda aliviar con un pequeño descanso antes de regresarnos —respondió su tío Andrés dejando la última maleta de Marcela en la habitación de invitados.

—Aarón, te traje bocadillos de manjar y los rosquetes que tanto te gustan —habló su tía Olivia sacando de su bolso los postres que tanto le encantaban a su sobrino.

—Gracias tía, me alegraste el día con esto —agradeció feliz señalando el cartuchito donde venía el encargo.

—A Carmen le traje sus adoradas rosquitas de la Arena de Chitré para tomar con cafecito —dijo su tía dejando en la cocina dos docenas de estas delicias.

—Ya me pongo hacerles el café para aprovechar lo que trajiste y acá tengo queso blanco para acompañarlo —propuso Carmen poniendo la tetera con el agua y café molido a hervir.

—¿Y Marcela? —preguntó Aarón, pues saludó a todos; sin embargo, faltaba su prima.

—Está en la terraza hablando por teléfono algo relacionado al trabajo que empieza el lunes —respondió su tío.

—Listo, ahora que termina de hablar por teléfono la saludo —dijo Aarón mientras se dirigía a dejar su maleta de la laptop en su habitación. A los pocos minutos de volver a la sala de estar, ya se encontraba su prima con los demás.

—Aarón, tiempo sin verte. Como tres años, ¿cierto? —dijo Marcela apenas llegó su primo donde ellos estaban.

—Sí, la última vez que nos vimos fue para tu quince años —contestó él, yendo a darle un abrazo de bienvenida.

—Bueno como ya estamos todos, vayamos a la terraza a tomarnos el café y comer las rosquitas. En lo que esperamos que llegue la comida que pedí —dijo Carmen sirviendo en las tazas y colocándolas en la bandeja para llevarla a sus invitados.

—Carmen, no era necesario si no nos vamos a quedar tanto tiempo —dijo Olivia ayudándola con la otra bandeja que contenía las rosquitas.

—No siempre vienen por acá, y no está demás que se queden a relajarse un rato antes de regresar a su casa —dijo Carmen, ya estando todo sentados en la terraza disfrutando del buen día que hacía ese día. 

—Marcela, ¿dónde empezarás a trabajar? —preguntó Carmen.

—Como recepcionista en una firma de abogados "Morat y Asociados, S.A." —respondió Marcela con una sonrisa. 

Su sobrina había cambiado desde la última vez la vio, puesto que ahora tenía su cabello negro más largo, rozando casi su cintura. Aunque de estatura seguía siendo probablemente el metro sesenta, con contextura delgada y su rostro en forma corazón como el de su madre.

—Ahí está Camila, haciendo su práctica profesional. La recuerdas, ¿no? —intervino Aarón.

—Sí, la chica que me contaste que es tu mejor amiga —contestó ella.

—Sí, ella misma y bueno ya no es sólo mi amiga,  ahora es mi novia —contó Aarón orgulloso de decirlo a sus familiares.

—Me alegro por ti primo. —Felicitó Marcela con una sonrisa.

El resto de la tarde siguieron poniéndose al día de todos los acontecimientos que habían sucedido en esos tres años que no se veían tanto Aarón con Marcela, como sus tíos con Carmen.

—Amelia, ¿será posible que dejes de andar haciéndote la loca y no fregar lo que ensucias? —reclamó Camila molesta, porque su hermana siempre hacía esa gracia cuando a ella le tocaba dejar la cocina limpia.

—¡Ay, Cami! Deja de ser tan mandona, a veces eres peor que mamá. Ya lo voy a fregar, ¿ves? — refunfuñó Amelia agarrando el vaso que ensució esta mañana cuando desayunaba y mostrándoselo  a manera de decir: "Ya cálmate que lo estoy haciendo".

—Siempre es lo mismo contigo. —Se tocó la frente y negó con la cabeza—. Cambiando de tema, Amelia, ¿me acompañas al centro comercial hoy? —preguntó más animada a su hermana.

—Claro, sabes que adoro ir de compras —respondió Amelia volteándose enseguida a ver a su hermana y aceptar aquella invitación.

—Lo sé, por eso te dije; ya que siempre le atinas al buen gusto —le halagó Camila sonriendo.

—Gracias. ¿Y a qué se debe que hoy quieres salir conmigo? ¿No tienes planes con Aarón? — cuestionó Amelia.

—Pues no, me dijo que venía una familia del interior a visitarlo y algo de que su prima Marcela se quedará a vivir una temporada con ellos —comentó  indiferente.

—Esperemos que sea la prima y no otra cosa —dijo Amelia mirando su hermana con cizaña.

—Cálmate, no me infundes celos innecesarios que él no es Ethan. Conozco a la prima la vez que lo acompañé al quince años de ella; además no podemos estar todo el tiempo pegados, hay que darnos nuestro espacio —refutó Camila tranquila y confiando lo que le había dicho Aarón.

—Tampoco era para que me recordaras al imbécil versátil de Ethan —contestó un poco molesta—. Bueno iré arreglarme, deberías hacer lo mismo es mejor ir temprano; porque si no, no encontramos estacionamiento estratégico. —Amelia limpió los restos de jabón que quedaron en el fregadero y se dirigió a su habitación.

—No te enojes hermanita, lo dije sin pensar —se disculpó Camila mientras ambas abrían las puertas de sus habitaciones.

—Ya, lo pasado pisado. Avísame cuando estés lista —contestó esta y cerró su puerta.

Una hora después se encontraban llegando a los estacionamientos del centro comercial para dirigirse hacer sus compras.

—Ahora que ya estamos acá, ¿tienes algo en mente de lo que quieres comprarte? —preguntó Amelia mientras caminaban buscando a qué local entrarían primero.

—Sí y no, digo vine más que por mí es para comprarle un regalo a Aarón, ya dentro de unas semanas es su cumpleaños y no quiero andar en el apuro de último minuto —dijo Camila deteniendo a su hermana para entrar a una tienda de ropa masculina.

—Bien, empecemos con el regalo para salir de eso. ¿Qué es lo que le gusta Aarón? —preguntó Amelia mientras miraba qué podían comprar que le agradara a su cuñado.

—Su forma de vestir es sencilla, tú misma lo has visto. Suéteres no tan ajustados de colores neutros y sin ningún tipo de letra impresa o camisas manga larga que al final se termina remangado hasta los codos y que le da ese estilo casual -sexy que me gusta —dijo Camila y su hermana dejó de mirar los suéteres con letras impresas.

—Hum lo ideal sería comprarle algo que siempre pueda llevar con él. ¿Qué te parece un reloj? —propuso Amelia viendo que al frente del local que estaban había una joyería.

—Le gustan mucho los relojes y tiene varios que usa de acuerdo a la ocasión —dijo Camila no muy convencida de comprarle otro más para su colección.

—Bueno en lo que nos decidimos, vamos a comprar nosotras y vemos qué idea se nos ocurre que lo sorprenda —habló Amelia arrastrando a su hermana a una tienda de ropa femenina.

—Está bien, pero que no pase de hoy comprar ese regalo; ya te dije que no quiero andar en aprietos después —dijo Camila mientras entraban a la siguiente tienda.

Miraron en un montón de lugares, compraron algunas cosas y en eso se detuvieron en la sección de lencería de otra tienda que habían entrado.

—Camila, se me ha ocurrido una idea genial —dijo Amelia mirando un body negro de encaje, tomó la pieza y se lo puso a su hermana de lejos simulando que lo llevaba puesto.

—¿Qué pretendes con eso? —preguntó Camila desconcertada.

—Deja de hacerte la inocente, Camila. Mi idea es que te compres este body espectacular que puedes usar para modelar frente a Aarón y dejar volar su imaginación. —Camila la miró seria y ella agregó—: O simplemente puedes ponértelo ese día de su fiesta como si fuera parte de tu outfit y lo complementas con la chaqueta de cuero roja que compraste en la otra tienda —dijo Amelia imaginando cómo se vería su hermana.

—Me convenciste y no por la primera idea, sino por la segunda. Todavía no quiero llegar a ese plano con él —confesó Camila un tanto avergonzada.

—Yo a ese bizcocho hace rato le habría dado su par de mordiscos. —Rio con picardía Amelia para molestar a su hermana. 

—Deja de andar imaginando pendejadas con mi novio, búscate el tuyo. —Le dio un ligero golpe en el hombro por su comentario imprudente.

—Sólo era relajo, así que paz y amor hermanita —dijo Amelia y ambas se echaron a reír.

Después de tanto comprar y caminar de aquí para allá, encontraron el regalo perfecto para Aarón, era algo que siempre podría atesorar.

—Bien, objetivo logrado. Ya puedo dormir tranquila —dijo Camila dejando salir el aire tan pronto llegaron al auto de Amelia.

—Me encanta comprar, aunque pobre de mi tarjeta la usé demás hoy —habló Amelia mirando con tristeza el saldo de su tarjeta de crédito en la banca en línea.

—Yo no te mandé a desbocaras comprando, así que deja de lloriquear. —Camila palmeó a su hermana a manera de consuelo.

Llegaron a su casa y Camila fue directo a medirse el body que había comprado, al final la idea le gustaba, pero no lo iba a aceptar frente a su hermana. Dejaría que el momento adecuado llegara sin apuro. Y como si tuviera conectada con el susodicho, este la llamó para preguntarle cómo había sido su día, así que se quedaron hablando por largo tiempo esa noche.

***Hola queridos lectores. ¿Qué piensan sobre el acoso callejero? ¿Y qué tal el nuevo personaje?. Espero que les haya gustado el capítulo de hoy y si gustan pueden dejar su comentario o un voto, les estaré agradecida.

Saludos,

Jenny.***



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