Capítulo 13. Con las manos en la masa
El viernes por la noche Amelia se estaba preparando para ir al apartamento de Ethan. Pues desde hace más de un mes se había puesto en esta rutina de quedarse los fines de semana con su novio y estaba evaluando mudarse del todo con él. Terminó de empacar lo necesario y fue la habitación de Camila para avisarle que ya estaba lista.
—Cami, ¿estás ahí?— preguntó tocando dos veces la puerta de la habitación.
—Sí, pasa —respondió.
—Es para avisarte que ya tengo mi maleta lista, como te comenté necesito que por favor me dejes en casa de Ethan, me llevas en mi auto y luego te regresas en este con mucho cuidado —le dijo Amelia tratando de no sonar exagerada con lo último.
—Tranquila hermanita, sabes que yo manejo con cautela. —Camila tomó su bolso y salieron de la habitación de esta.
—Lo sé, pero jamás está demás hacer la advertencia —insistió Amelia.
Una vez llegado a su destino Amelia se despidió de su hermana, le volvió a recalcar que tuviera cuidado de regreso y ella solo la miró exasperada.
—Amelia, ve. Ya entendí que debo manejar con cuidado como si este carro fuera un bebé —dijo burlándose de su hermana con su insistencia en la precaución.
—Sí, está bien. Me avisas cuando llegas. —Se despidió con la mano y se alejó con dirección al lobby. Saludó al portero y siguió su camino al ascensor, marcó el seis y esperó a que llegara al piso donde estaba el apartamento de su novio.
Cuando llegó al apartamento 669 se acordó que no le había avisado a Ethan que ese viernes llegaría más temprano de lo habitual, miró su reloj y marcaba las 7:00 p.m. «¡Ay! Dudo que que se enoje conmigo por no avisarle», se dijo mentalmente y sacó la copia de la llave que le había dado él, giró la misma y la cerradura de la puerta cedió.
Entró al apartamento y notó que Ethan ya había llegado, pues estaba la mochila de su laptop en el sillón. Dejó su bolso en ese mismo lugar y caminó hacía la habitación, mientras caminaba observó que había dos pares de zapatos regados en el pasillo y unas prendas tanto masculina como femenina. «Amelia, respira profundo que no es lo que estás pensando»; se dijo así misma tratando de no hacer ruido. Agarró el pomo de la puerta y contó hasta tres, lo que vio la dejó decepcionada. Ethan estaba teniendo sexo no solo con otra mujer, sino también con otro hombre.
—¡Hasta aquí llegamos, Ethan! ¡No me vuelvas a buscar más nunca en tu miserable vida! —gritó y estrelló la puerta con fuerza producto de la ira que sentía en ese momento. Sabía que no era el hombre perfecto, pero jamás pensó que le sería infiel de esa manera. Se sintió asqueada y traicionada, una lágrima recorrió su mejilla mientras corría a la salida. Cogió su bolso y salió de aquel lugar.
Ethan al escuchar la voz de Amelia quedó sorprendido, pues no se esperaba verla tan temprano en el apartamento y mucho menos que lo encontrara en esa situación tan comprometedora aquella noche. Se retiró brusco de sus acompañantes, se puso el primer pantalón que vio y salió en búsqueda de ella.
Por su parte Amelia apretaba rápido el botón del ascensor para irse de ahí, cuando vio que venía Ethan a buscarla; en ese momento no quería verlo a la cara, ya que su molestia acrecentaba. Llamó a Camila en un intento de calmarse y salir lo más pronto de ahí.
—Amelia, espera te puedo explicar todo —dijo Ethan con voz agitada por haber corrido a toda prisa. Ella lo miraba resentida y esperaba que su hermana contestara la llamada.
—Camila, por favor ven a buscarme ya, no tengo nada más que hacer acá —le dijo tan pronto escuchó la voz al otro lado de la línea, mientras miraba fijamente a Ethan, este sólo respiró profundo y esperó a que colgara.
Camila por su parte no le replicó nada y dio la vuelta para regresar a buscar a Amelia.
—Amor, por favor no te vayas así —volvió a insistir Ethan tratando de agarrarla del brazo para retenerla un poco más.
—¡¿Todavía tienes el descaro de llamarme "amor"?! —dijo exaltada y a la vez tratando de no alzar la voz tanto para así no armar un escándalo en pleno pasillo.
—Sé que no estuvo bien lo que he hice, pero por favor regresa al apartamento y hablemos con calma —suplicó Ethan con evidente vergüenza.
—¿Pretendes hablar conmigo, estando aún ahí tus amantes? —Bufó irónica—. No, yo no tengo más nada que hablar contigo, así que desaparece de mi vista. No somos nada desde el instante que decidiste hacer tus porquerías a mis espaldas —dijo Amelia soltándose del agarre de Ethan y metiéndose en el elevador.
Diez minutos más tarde llegó Camila a los estacionamientos del PH, Amelia no demoró ni dos minutos en acercarse y subir al auto. Su expresión seria le dio a entender que su hermana acababa de tener una discusión muy grande con su cuñado.
—Vamos a donde nos lleve la corriente, porque seguro no quieres llegar a casa aún —propuso Camila saliendo de los estacionamientos del lugar.
—Sí, estas en lo correcto. Solo quiero despejar la mente —contestó tratando de contener las lágrimas.
No se dijeron más nada en el camino hasta que Camila encontró una tienda de conveniencia para comprar algo de tomar y comer, esas que están en cada gasolinera. Compró dos capuccinos, galletitas y golosinas para decir que tenían algo para matar el tiempo. Volvió al auto y se fueron al parque cercano de su casa, ya eran pasadas las 9:00 p.m., así que se estacionó y dejó el auto encendido, pues no pretendían bajarse.
—¿Quieres contarme qué sucedió? —preguntó Camila tratando de no sonar impertinente.
—No sé si contarte, pero también sé que si me lo guardo será peor. —Amelia respiró hondo para luego soltar el aire—. Ethan me engañó y ha sido la escena más asquerosa que he visto en toda mi vida.
—¡Oh, Amelia! Lo siento mucho y ese imbécil se las verá conmigo —dijo Camila y se acercó a su hermana para abrazarla. Esta empezó a sollozar y dejó que soltara todo lo que estaba conteniendo.
Tan pronto comenzó a calmarse, se alejó de su hermana para secarse las lágrimas con los kleenex que tenía en la guantera. Una vez más tranquila procedió a contarle lo que sucedió.
—¿Sabes lo que me ha enojado de todo esto? —La miró con sus ojos rojos de tanto llorar—. Que no tuvo los huevos para decirme que ya no me quería. Debió terminar la relación por lo sano antes que pasara todo esto. Habría entendido que era bisexual, pero no de esta forma, Camila. Encontrarlo teniendo sexo con una chica mientras otro hombre se lo hacía a él. Es simplemente repulsivo el solo hecho de recordarlo —dijo Amelia todavía en estado de shock.
—Amelia, no vale la pena que llores por ese tipo. —Le pasó más Kleenex para se que sacara las lágrimas—. Y sí, acepto que duele; pues sé lo enamorada que estabas de él y los planes que tenían a futuro. Pero es mejor que te dieras cuenta ahora, que estar casada con alguien que no te iba a respetar y amar como te lo mereces; aún eres joven y ya encontrarás en su momento al hombre indicado —dijo Camila abrazando por los hombros a su hermana.
—Tienes razón. ¿Será que al próximo le hago la prueba de castidad anal?—dijo Amelia tratando de ella misma auto motivarse. Su hermana se echó a reír, ni en ese momento dejaba de ser así tan escueta en su forma de expresarse.
—No creo que sea necesario, aunque entiendo tu punto de vista —respondió Camila y ahora ambas se echaron a reír. Sólo era un mal trago que a veces da la vida en las relaciones amorosas.
—¡Hey, Francisco! ¿Qué tal va todo? —preguntó Aarón a su amigo, después de regresar de sus vacaciones.
—Todo bien, Aarón. Haciendo lo posible por sacar el trabajo —contestó su amigo con una sonrisa y chocando el puño a manera de saludo.
—Por lo que veo hay más trabajo de lo habitual. —Se sentó en su escritorio y encendió la laptop.
—Sí, varios se fueron de vacaciones y el trabajo aumentó. Por cierto, estamos planeando ir al karaoke bar Luciérnaga, el jueves hay descuentos en bebidas; si vienes dile a Camila que venga—le propuso Francisco
—Le preguntaré a Camila si puede ir, pero cuenten con nosotros igual.
—¡Súper!, todos hemos estados tan ocupados acá que necesitamos un respiro.
—Ya me estoy dando cuenta, nada más hice abrir la bandeja de correos y tengo más de mil —comentó Aarón sorprendido. Solo dos semanas se fue de vacaciones y todo lo que le espera por ponerse al día.
Llegado el jueves se disponían todos ir al karaoke, Aarón pasó a recoger Camila al nuevo lugar de trabajo donde estaba realizando su práctica profesional, como sabía que iría a pasar el rato había llevado otra muda de ropa para cambiarse en el carro.
—Hola Aarón —saludó apenas se subió al auto, dándole un beso a su novio.
—Hola Camila, en el puesto de atrás está la ropa que dejaste para lo de hoy. —Señaló un bolso plástico con el logo de una tienda de ropa de la localidad.
—Gracias, tendré que cambiarme en el auto. Por suerte me puse falda hoy, así me pongo el pantalón más rápido —dijo Camila yéndose al puesto de atrás para tomar la bolsa y sacar la ropa.
—Yo no sé cómo harás, pero el hecho de que los vidrios sean oscuros no siempre te salvará —habló Aarón viendo por el retrovisor como ella maniobraba para ponerse el pantalón mientras él conducía. Ya que no podía negar que se veía sexy haciendo eso y un montón de pensamientos lujuriosos se le vino de pronto.
—No seas exagerado, Aarón —le refutó—. Y deja de mirarme por el retrovisor, que después tenemos un accidente por no ver al frente —dijo Camila sacándole la lengua.
—Tranquila, ya estoy mirando al frente. —Sonrío con picardía—. Pero si necesitas ayuda me detengo en un santiamén —volvió hablar solo para molestarla.
—Ni se te ocurra que lo haremos aquí —regañó ella mientras trataba de ponerse la blusa.
—¿Y quién dijo que haríamos cosas triple equis aquí? Tú fuiste quien lo insinuó, yo no. —Él se echó a reír y ella solo entornó los ojos haciéndola ver molesta.
—Qué gracioso andas hoy, pero para tu desgracia ya terminé de arreglarme. Bombón. —Ella le dijo cerca al oído de manera provocativa. Él se le erizó la piel solo de escucharla.
—Ya llegamos —dijo él. Camila se cambió al puesto de al frente y se acercó a su novio, este la atrajo sonriendo ambos con lujuria y se dieron un beso apasionado antes de bajarse para encontrarse con sus amigos.
—Eres un pícaro, Aarón —dijo Camila mordiéndose el labio inferior.
—Si me tientas, me encuentras —respondió cerca del oído de ella, luego tomó su manos una vez bajaron del auto.
Ya dentro del local se fueron a la mesa donde se encontraban Francisco, Liliana y Moisés, ellos les alzaron las manos apenas vieron a Camila y Aarón.
—Chicos, ¿cómo están? —saludó Camila apenas llegó a ellos.
—Bien gracias, Camila. Tiempo sin verte —respondió Moisés.
—Sí, lo chistoso es que habíamos acordado vernos pronto y a pasado un mes desde la última salida —intervino Liliana.
—Al final todos andábamos ocupados —dijo Aarón.
—Bueno como ya estamos todos, empezamos con el karaoke —animó Francisco siendo el anfitrión de esa velada.
Comenzaron a buscar las canciones que irían a interpretar, entre juegos y risas todos se estaban divirtiendo.
—Ya tengo la canción que voy a cantar, es "Las abejas" de Juan Luis Guerra —comentó Moisés
—¿En serio?, ¿y a quién vas a picar? —indagó Francisco.
—A Liliana —contestó Moisés mirándola con sorna.
—¿Y qué te hice yo?, ¿acaso soy tu enemiga? —cuestionó Liliana.
—Oigan, no vayan a discutir por una tontería —intervino Aarón.
—Es que ella aún no acepta ser mi novia —confesó Moisés de pronto y todos quedaron mirándolo a él y luego a Liliana. La aludida se sonrojó y de lo blanca que era quedó pareciendo un ají chombo.
—Pues creo que, si la presionas de esa forma menos aceptará —dijo Camila y Moisés agachó la cabeza.
—Ve a cantar tu canción, ya habrá alguien a quien picar —dijo Francisco dando por terminado ese mal entendido. Después de eso todos siguieron contando anécdotas graciosas como si nada hubiese pasado y no siguieron hasta la madrugada, pues tenían que levantarse temprano al día siguiente para sus labores.
***Hola queridos lectores. Nueva semana, ¿qué tal el capítulo de hoy?
¿Se esperaban lo de Ethan o los tomó de sorpresa como a Amelia?
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