Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

38


La noche transcurría serena, Ónice había adoptado su forma animal para recorrer entre saltitos y corridas la preciosa aldea, no recordaba nada de ella de su infancia pero eso no era impedimento para que la disfrutara como quisiera. El pequeño gato negro se sentó sobre sus patas traseras viendo a algunos cachorros correr hacia sus hogares donde sus padres los esperaban, él había pasado ya su etapa de niño, la dejó atrás a pesar de aun ser joven pero anhelaba poder encontrar a su madre y a su padre; recorrió el lugar viendo a todos, conociendo a los miembros de esa aldea pero no pudo dar con alguien que lo reconociera ni que le diera a él recuerdos de su familia perdida, ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Acaso sus padres ya no vivían allí? ¿Qué pasaría con su familia? Suspiró bajando sus orejitas con pesar, sintiendo que una ilusión se desvanecía sin poder evitarlo pero fueron las pisadas detrás de sí las que lo hicieron voltear encontrando a Rayna en iguales condiciones que tomó lugar a su lado regresando a su forma humana, invitando a su amigo a hacer lo mismo, entrelazaron sus manos viendo hacia el cielo estrellado.

—Hay algo que tengo que decirte —Ray suspiró atrayéndolo hacia sí para cobijarlo en sus brazos—. Es sobre tu familia.

—¿Los encontraste? ¿Supieron algo? —abrió los ojos sorprendido y ansioso a la vez—. ¿Hablaste con el líder? Yo no he tenido suerte con el tema, parece que nadie conocía a mis papás.

—Sí, hablé con él, con mis padres y con otros mayores de la aldea —asintió—. No tengo recuerdos de ti en mi niñez, tampoco de haber visto a alguien que fuera similar a ti en aspecto y luego de platicar el tema con otros, llegamos a la conclusión de que no has pertenecido a nuestra aldea, Ónice; si bien es la única en toda Khandrya, no has nacido aquí, no te has criado con los nuestros y no se han reportado cachorros perdidos o familias desaparecidas en más de dos siglos desde que Merlín nos brindó protección.

—¿Qué? ¿Qué quieres decir? ¡A mí me atacó un grupo de cazadores que querían mis gemas! —espetó apartándose con brusquedad no pudiendo creer lo que oía.

—Tus padres, tu familia, debieron ser nómadas. Muchos ManeKatt prefieren vivir lejos de la aldea por cuestiones propias y personales —apretó los labios sabiendo que la información iba a entristecer a su amigo—. Por eso te perdiste y no supiste llegar, porque no tenías conocimiento de nada sobre nosotros, tus papás fueron los que, de seguro, fueron atacados por los cazadores, tal vez tus hermanos igual, no sé, pero tú escapaste y diste con Eleck.

—O sea que no voy a volver a verlos, ¿Están muertos? ¿Esos cazadores les quitaron sus gemas? —sintió las lágrimas acumularse en sus ojos no pudiendo concebir que a pesar de todo su esfuerzo por reunirse con ellos, de mantener en su mente la idea de que así se realizaría, después de todo eso, no podría volver a reunirse con su familia.

—No sé, Oni, puede que sí como puede que te dieran por muerto o perdido y siguieran su camino nómada, no tengo las respuestas pero te puedo asegurar que aquí no se encuentran —suspiró—. Lo siento mucho, de verdad, ojalá fuera de otra forma.

—¿Qué haré ahora? —susurró deprimido.

—Puedes preguntarle a la adivina sobre lo que pasó con tu familia o... O te quedas conmigo, aquí —acunó las mejillas del más joven para que lo viera a los ojos—. Quiero que te quedes conmigo, Ónice, en la aldea, este es nuestro lugar, nuestro hogar y de verdad me gustaría tener más tiempo contigo lejos de las batallas. Mis papás no tienen problemas en que te quedes con nosotros, el líder Kael se ha mostrado entusiasmado y a ti te gusta estar en casa.

—Pero... ¿Qué hay del amo Eleck? —Ónice frunció el ceño.

—Lo tienes que decidir tú, porque yo quiero quedarme en casa. Mi madre ya es mayor y quisiera poder estar más cerca de ella, mis hermanas quieren conocerte y saber de ti, mi papá está feliz de que estés aquí, tal vez ya me cansé de siempre estar metido en problemas yendo de aquí para allá —se encogió de hombros con algo de pena—. Es una dura decisión.

—¿Qué hay de lo que Merlín nos enseñó? ¿Qué haremos con todo lo que aprendimos para ayudar al amo? —susurró estupefacto.

—Ónice, sabes tan bien como yo que cuando ese momento llegue, cuando tengamos que coronar a ese heredero, no vamos a sobrevivir para contarlo —mantuvieron el silencio—. Merlín nos lo dijo, nos entrenó para eso porque no nos importaba nada más, porque queríamos servirle por estar en deuda con él, pero al menos en mi caso eso ha cambiado porque quiero estar a tu lado, porque quiero seguir compartiendo con mi familia, porque me he dado cuenta de que no era tan importante la misión de nuestro antiguo rey como yo creía.

—¿Cómo puedes decir algo así? —el felino de ojos turquesa lo observó y frunció el ceño.

—¿Has visto el rumbo de esto? No hay buen puerto, no hay heredero ni próximo gobernante porque Merlín no tuvo hijos, no tuvo esposa, no tuvo nada de nada —Ray espetó molesto—. Hemos hecho este recorrido en vano, hemos sufrido, hemos sido heridos, hemos pasado por mucho para que resulte en vano al final.

—Quiero quedarme contigo, Rayna, pero no estoy seguro de que lo que dices es cierto —suspiró—. Yo sí mantengo la esperanza de encontrar al próximo rey de Khandrya, ¿Qué haremos sin un líder? ¿Cuántos crees que querrán apropiarse del trono? ¿Tienes idea de la cantidad de peleas que se van a desatar?

—¿Crees que van a impedirlo? —sonrió con ironía—. Cuando vean que no hay heredero, cuando logren comprender que no hay ni una sola puta pista que nos haya servido, de todas formas habrá una guerra en nuestro reino porque algún bando tiene que liderar, porque hay muchos magos capaces pero ninguno está a la altura de hacer una elección justa. Cuando se trata de poder, las personas, mágicas o no, pueden ser las peores bestias y las más desalmadas e injustas.

—No quieres involucrarte más —asintió comprendiendo.

—No quiero salir herido, y tampoco deseo que te suceda algo —exhaló exasperado por todo—. ¿En verdad estás dispuesto a dejar tu vida para que Eleck pueda coronar al futuro rey? Esto considerando que exista. Y tampoco es seguro el hecho que él sobreviva también.

—Nunca me lo había planteado —desvió la mirada—. Parecía ser una misión única para nosotros, algo que solo nosotros podíamos hacer y tal vez me hacía sentir especial, parte de algo más importante que yo, pero... No me di tiempo a analizar las cosas, porque ahora quiero conocer esta aldea, me gusta cómo me trata tu familia y me gustas tú, quiero seguir viviendo, pero no deseo decepcionar al amo Eleck.

—Creo que es momento de que entiendas algo, Ónice, Eleck no es tu amo, nunca lo ha sido. Es nuestro amigo y, como tal, entenderá tus decisiones —sonrió de lado—. Y es fuerte, él solo mantuvo al dragón cuando peleamos contra Gya, tú y yo nos desmayamos pero Eleck siguió hasta que Niesse hizo lo suyo. No creo que lo decepcionemos en algo si le hacemos saber cómo nos sentimos.

—Supongo —asintió acurrucándose contra su par—. Tengo mucho en qué pensar.

—Igual yo, pero estaremos bien —apoyó su mejilla sobre la cabeza del contrario mientras veía a lo lejos las luciérnagas juguetear entre ellas.

Por otro lado, en otra zona de la aldea, Eleck y Niesse compartían su choza, hogareña y pintoresca, con una gran cama mullida producto de las mantas y de un previo nido —como se formaban allí a la hora de descansar—; el Valaisin había quitado sus prendas dejando únicamente su camiseta y el pantalón, caminando descalzo por el lugar en tanto su compañera terminaba de husmear con curiosidad todo a su alrededor.

Con una sonrisa Eleck se dejó caer sobre la cama suspirando hondo, se sentía suave y cómoda, observó el techo sabiendo que no importa lo que aconteciera no volvería a ser presa del Oculi Tenebris, Gya no existía ya, estaba a salvo, no tenía por qué correr por su vida ahora y se podía relajar lo suficiente como para dormir toda la noche o al menos lo que quedaba de la misma; la cama a su lado se hundió debido al peso de Niss que no dudó en quedar a su lado para verlo, se acomodaron de manera tal que podían verse frente a frente estando de lado sus cuerpos, con una tímida sonrisa dibujada en sus belfos, con los orbes clavados en los del contrario. Fue el mago de luz quien acortó la distancia entre ambos para besar a Niesse que no dudó en enredar sus brazos alrededor del cuello ajeno, ambos con suspiros y caricias para el otro, siendo el silencio del lugar su más grande confidente, su cómplice de besos.

—Nissi, espera —Eleck se incorporó quedando sentado frente a la azabache luciendo un poco nervioso—. ¿Está bien si...? Umm... ¿Está bien si te digo que estoy enamorado de ti? —la joven abrió los ojos sorprendida por la repentina confesión—. Tal vez no sea la manera en que sueles escuchar esto de alguien pero siempre he creído que es mejor hablar desde la sinceridad de lo que uno siente, tratar de explicarlo con mis propias palabras.

—No esperaba que me dijeras algo así tan de repente —sonrió en grande para acomodarse mejor frente al muchacho.

—No planeaba decírtelo porque creí que no era necesario cuando estamos más cerca que nunca, pero descubrí que sí quería hacértelo saber, quería que supieras que contigo me siento bien y diferente, que me molesta que Eldor quiera tu atención porque tengo miedo de que veas que es un buen chico y que no soy tan despampanante como dices tú —rió bajo algo apenado bajando la cabeza—. Estoy enamorado de ti y no sé desde cuándo, ¿Bien? Pero amo que seas dulce y tierna, que rías como una niña y que seas curiosa, que a pesar de los miedos no dejes de ser valiente, que las confusiones no te dejen perderte de nada, ¿Y sabes? Amo tu risa y tu sonrisa, pero lo que más amo es la forma en la que me miras, como si yo fuera realmente más importante que todo lo demás en el mundo y eso... Eso te lo agradezco mucho, Niesse Donovan.

—Quien te tiene que agradecer en realidad soy yo, Eleck —entrelazó sus manos con lentitud y con cariño—. De no ser por ti yo no habría descubierto este mundo ni quién soy, no habría dejado mi tranquila y segura vida, no me habría dado cuenta de que aprecio más los pequeños detalles que vienen en ti que lo que se ve a simple vista y nunca hubiera sabido que ves tanto en mí como yo en ti.

—¿En mí? —murmuró para conectar miradas.

—Eres la persona más dulce que he conocido, al momento de tener nuestra primer charla creí que eras alguien que no dudaba jamás, valiente y algo loco, te veías seguro de todo lo que acontecía y deseé mucho ser como tú, tener esas cualidades, pero solo era una pizca de la superficie, debajo de la armadura de mago de luz hay un chico amoroso, divertido y muy generoso —ella besó cada una de las manos del Valaisin—. Y no importa cómo te veas, siempre me vas a parecer maravilloso porque yo también me he enamorado, de ti. Creí que te habías dado cuenta ya.

—O tú eres muy mala haciéndote notar o yo demasiado despistado —rió.

—Eres tú —rodó los ojos con diversión para lanzarse sobre el ojiplata que no pudo evitar caer hacia atrás entre las almohadas—. Nada mejor que cerrar esta sesión de confesiones con unos buenos besos.

—¿Solo besos? —Eleck ladeó la cabeza.

—Lo que tú quieras, yo te sigo en todo —Niesse asintió acomodando las hebras blancuzcas y se abrazaron entre caricias, con besos por su cuello, jadeos y suspiros, ambos recorriendo al otro más allá de sus caderas, curiosos, traviesos, provocadores pero dulces.

El amanecer pronto estaría llegando a la aldea, toda la magia que por la noche sucede con sus luces especiales, con flores que solo se abren con el astro lunar, las gemas en los ManeKatt resplandeciendo, todo ello se apagaría hasta la próxima velada pero para Eleck y Niesse una nueva experiencia compartida daría lugar a sus mejores momentos, a grandes besos, susurros eróticos, el inicio de un pasional encuentro que haría crecer más allá de lo pensando sus sentimientos.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro