13
El Castillo de Sofiero es ahora sede y testigo de un enfrentamiento mágico aun cuando hay humanos en el sitio, afortunadamente la mente y los ojos mundanos no son capaces de percibir en su totalidad lo que acontece en sus salones pero no por eso no afecta a los turistas. El gran salón principal —donde alguna vez se paseó grácil y paciente la Reina Sofía— se ve lleno de tensión cuando Gya decide acabar con la tertulia que se ha generado debido a su aparición y ataca con un Oculi Tenebris a Equusuu, el hechicero guardián de la principal puerta al reino de Merlín; es esto lo que ha descolocado un poco al hombre que porta un Ave Fénix en su guardia ya que, generalmente, es muy respetado debido a su honorable misión —aceptada con dicha y gozo desde tiempo inmemorables—.
—¡Protego! —Silvano creó un escudo alrededor de Equusuu evitando que fueran sus ojos afectados por esa malévola estela oscura.
—Creo que no has notado con quién te enfrentas —Gya observó a ambos con desdén pero su confianza no disminuía en lo absoluto.
—Será mejor que tú veas que estás en desventaja —Alistair la enfrentó preparándose para pelear mientras que Rayna se encargaba de proteger a un herido Ónice y Niesse ayudaba a Eleck a resguardarse lo mejor posible de la mujer quedándose detrás de los demás.
—¿Realmente creen, grupo de ineptos, que estoy sola aquí? —Gya sonrió con suficiencia sabiendo que sus pares Pimeys y Antaa Potkut llegaban desde diferentes salas para secundarla en la batalla—. De aquí no saldrán vivos.
—¿Qué es lo que está sucediendo? Niesse tienes que decirme, no puedo depender de mis oídos únicamente —Eleck habló rápidamente mientras pasaba su brazo por los hombros de Donovan para poder sostenerse mejor.
—Esa loca mujer tiene un gran grupo de hechiceros de su lado, no somos nada en comparación a ellos —habló por lo bajo la bibliotecaria mientras observaba a su alrededor sabiendo que sus palabras eran ciertas en ese momento, un híbrido herido, un mago que no puede ver y una humana, demasiada desventaja—. El hechicero podría estar de nuestro lado.
—Aun así, no puede causarles mucho daño. Su misión está primero antes que nada, como miembro de la corte que protegía a Merlín no puede quitar vida, es parte del juramento que hacemos —Eleck susurró preocupado analizando las posibilidades que tenían para salir ilesos de allí, o al menos, en las mejores condiciones posibles.
—Estamos en desventaja —negó la chica retrocediendo al igual que sus amigos.
—Tenemos que enfrentarlos —Equusuu habló viéndolos por sobre su hombro—. Dividir el gran grupo que son y tratar de protegernos siempre antes que atacar, de esa manera podré abrir el portal para salir de aquí, de lo contrario, estamos muertos.
—Pero no podemos, tenemos a un herido y a alguien que no puede ver —negó Silvano.
—Háganlo, no podemos perder más tiempo —negó el Valaisin tomando la palabra.
—La humana tampoco es de ayuda —agregó el hechicero volviendo su vista a los magos que se acercaban listos para la pelea y que no esperaron mucho para atacarlos sin más—. ¡Dispérsense!
Eleck y Niesse se lanzaron hacia uno de los lados para evitar ser golpeados por las llamaradas de los Antaa Potkut, Alistair y Rayna quedaron en otro extremo mientras que Silvano y Equusuu hicieron frente a otro grupo para poder darles tiempo a los demás de ver qué harían para salir ilesos; Ónice llegó a duras penas hasta su amo que lo acunó con fuerza sintiéndolo temblar asustado, el chico había tomado su forma animal mientras se quejaba bajito debido a la herida en su pata trasera —las cuales se produjeron cuando Equusuu los interceptó enviándolos por los aires para separarlos—. El Valaisin relamió sus labios pensando qué debería hacer, cuál era la mejor de las opciones en ese caso y no dudó en su decisión por lo que se puso de pie entregándole el ManeKatt a su compañera.
—Sostenlo, cuida de él y en cuanto tengas una oportunidad pónganse a resguardo —el peliblanco se preparó.
—¿Qué es lo que vas a hacer? No puedes pelear si no ves, Eleck, no hagas una locura —espetó Niesse preocupada tomándolo por la muñeca, evitando que pusiera distancia entre ellos.
—No doy la espalda cuando el mal ataca —murmuró levantando la frente en alto, tal vez no viera, pero su magia ayudaría en algo. Sus tatuajes se encendieron como cada vez que usaba sus poderes, susurró—. Spejl Usynling... —varias copias de él mismo se extendieron por el lugar logrando confundir a varios magos, Eleck tenía un especial talento a la hora de multiplicarse a sí mismo siendo sus copias casi tan reales como él—, Confundan al enemigo, ayuden a los demás.
—Veo que Gya es realmente malévola —susurró Niesse apretujando a Ónice contra su cuerpo.
—¿Quiénes son los que comen almas después de todo? —Eleck respondió.
—Demonios —sentenció la muchacha apretando los labios segura de que ese era el hecho con la mujer.
El mago de luz extendió sus manos hacia adelante mientras su magia se dispersaba por todo el lugar brindando escudo a Niesse que cargaba a l híbrido buscando ponerlo a resguardo sino que también dando a sus marionetas la fuerza para que lograran enfrentar a los demás Antaa Potkut; por su parte, Alistair creaba remolinos alrededor de los magos de fuego evitando que tuvieran el oxígeno suficiente para poder crear sus llamas y se movía con velocidad por el campo golpeando a sus oponentes. Silvano movía sus manos como si de una danza se tratara al mismo tiempo que las lianas emergían de entre el suelo trisándolo con facilidad para enredar a sus oponentes, Equusuu se unió a la pelea utilizando a su Ave Fénix como una extensión de su cuerpo que iba y venía por el campo atacando fieramente a los Pimeys.
—¡Silvano! —Rayna alertó desde uno de los extremos al estar luchando cuerpo a cuerpo y ver a su mayor estar a punto de ser golpeado por la espalda.
—Mierda —susurró el mago de la naturaleza al ver a su agresor sobre sí pero rápidamente fue protegido por el hechicero que golpeó con esferas luminosas al sujeto.
—Deberías estar más atento a tu alrededor, no solo en el elemento que manejas —aconsejó Equusuu.
—Creí que no estabas de nuestro lado —elevó una ceja.
—Salvarte no va a condenarme —sonrió levemente para volver a la pelea.
Gya veía todo ya aburrida de todo ese espectáculo pero esperando el momento oportuno para su accionar, sus ojos lo escaneaban todo sin más, cada detalle, cada hueco, cada uno de sus enemigos era visto por ella para notar sus debilidades, fortalezas, todo; el hechicero no podía herirla por pertenecer a la guardia de Merlín —lo cual para ellos era un delito atroz usar magia para quitar la vida—, Silvano se encontraba ocupado siendo el respaldo de Equusuu, Rayna y Alistair hacían lo suyo para amedrentar a los que quedaban de pie, la humana molesto protegía al híbrido herido... Eso solo dejaba a su presa sola... Eleck estaba en el medio del gran salón siendo quien auxiliara a todos mediante sus conexiones con el mundo espiritual debido a su poder, pero nadie lo cuidaba, era el momento perfecto.
—Te tengo —sonrió victoriosa desapareciendo de su sitio solo para reaparecer en el aire, cayendo justo sobre Eleck que no la vio venir y en cuanto tuvo al peliblanco a la vista no dudó en darle un buen golpe sacándolo de su concentración para enviarlo al suelo—. Te dije que ibas a ser mío, tarde o temprano, no te voy a perder pisada, chico.
—Tú... —murmuró el peliblanco tratando de saber la ubicación exacta de la mujer, aquellas copias que defendían a sus amigos comenzaron a desaparecer—. Nunca voy a decirte nada.
—No estoy tan segura, todos cantan sus verdades cuando la vida depende de ellas —se aproximó.
—Mi vida no vale tanto como para que quiera romper el silencio, te has equivocado de persona, no te tengo miedo —negó arrastrándose hacia atrás al mismo tiempo que sus ojos negros se movían de aquí a allá por los nervios.
—Me temerás, te enseñaré a temerme antes de haberte ido a otro mundo —bramó.
Tal vez Eleck no pudiera ser partícipe de lo que veían sus compañeros pero vaya que el grupo jadeó horrorizado y sobre todo sorprendido cuando Gya dejó salir su poder tomando una apariencia sumamente aterradora; la piel de la mujer se desvanecía lentamente dejando ver un ser teñido por la oscuridad, con dentadura filosa, ojos como pozos de agonía y sin brillo o color, con varios pares de brazos y el cabello transformado en una caída de alquitrán espeso, ácido... Incluso su altura había aumentado, esa era la verdadera esencia de un Sielun Syoja que jamás ha sido detenido, que tiene poder inmenso y a la vez ha disfrutado de un sinfín de almas a lo largo de su vida.
—¿Qué mierda es eso? —Silvano susurró retrocediendo unos pasos.
—Ese es un come almas en su máxima expresión —Equusuu respondió en las mismas conficiones que los demás, saber que existen es una cosa, pero verlos es algo para lo que no estás preparado, aunque no quieras sentirás miedo e inseguridad en su presencia. Nunca puedes evitarlo.
—Pero, ¿Qué...? —Eleck sintió su cuerpo ser apresado y no era solo una sensación pues realmente había sido blanco de las sombras que tenían origen en el cuerpo de Gya y que se desprendían de ella como si fueran brazos.
—Los Valaisin son mis bocadillos preferidos —sonrió la criatura acercando al joven hacia sí pues lo tenía inmovilizado y elevado del suelo—. Puedo darte una oportunidad, dime, ¿Qué sabes del heredero de Merlín? ¿Dónde está? ¿Cómo vas a encontrarlo?
—No diré nada —negó el peliblanco sintiendo el corazón latirle como loco debido al miedo que comenzaba a recorrer su sistema.
—Bien, de todas formas no vas a poder encontrarlo estando muerto —espetó con odio.
La come almas abrió su boca siendo su quijada la que se salía de su lugar solo para dejar que su cavidad bucal se volviera más grande, algo totalmente antinatural y con sus sombras atrajo a Eleck hasta tenerlo frente a frente; el Valaisin jadeó sintiéndose perdido de pronto, como si no supiera ni siquiera quién es él, el cuerpo se sentía lánguido, no podía moverse, estaba a merced de Gya y no parecía siquiera importarle, era como un efecto sedante que provocaba caer en sus garras. Fue cuando una especie de halo blanquecino comenzó a salir de la boca del muchacho y del cuerpo se desprendió la luz que era su centro de poder, todo en dirección a la asquerosa criatura que llena de gozo se alimentaba del bocadillo que tanto estuvo persiguiendo.
—¡No! —Rayna gritó alertando a Ónice, ambos ManeKatt observaron la escena notando que los demás magos no podían acercarse pues estaban siendo atacados.
—¡Eleck! —Niesse se puso de pie dejando a un lado al híbrido para correr tanto como sus piernas podían.
No podía quedarse de brazos cruzados, no podía dejar que el chico de blancos cabellos muriera de esa forma solo por defender lo que tanto esperaba recuperar y ella como humana sabía que no lograría hacer mucho, tal vez era suicidio, una locura, una pérdida de tiempo; Niesse apretó los puños con impotencia porque no era nadie en ese momento, ¿Qué podía hacer una bibliotecaria? ¿Qué podía tener ella para hacerle frente a una mujer tan maquiavélica como Gya? Nada, pero lo intentaría, no se amedrentaría, tal vez no fuera quien salvara a Eleck pero sí quien les diera tiempo a los demás para poder ir en auxilio del chico.
—¡No lo intentes humana, no tienes nada para hacerme frente! —la voz gutural del ser oscuro se escuchó en todo el salón.
—Lo veremos —farfulló sintiendo algo extraño dentro de sí, una especie de cosquilleo que nunca en su vida había siquiera imaginado tener y con ceño fruncido con simpleza lo dejó ser, no puso reparos, no tuvo miedo.
Del cuerpo de la bibliotecaria se desprendió una gran onda expansiva que golpeó a todos los presentes sin importar el lado que estuvieran defendiendo, entre los dedos de Niesse podían verse estelas eléctricas verdosas y negras que se extendieron por toda su anatomía, a su alrededor, en menos de lo que esperó la magia fluía de ella hacia todas direcciones creando una bruma espesa. Sus ojos color miel se encendieron para tornarse de un verde jade que sorprendió a más de uno. Con un simple movimiento de manos fue que todo inicio.
—¡Reppelo! —una gran explosión se dio luego de que Niesse conjurara por primer vez, Gya se estrelló contra una de las paredes más cercanas para atravesarla con fuerza hasta otra inmediación. La bibliotecaria corrió como nunca en su vida para atrapar al Valaisin antes de que se estrellara en el suelo con fuerza—. Te tengo.
—¡Niesse! —Alistair llegó a él con rapidez arrasando con cualquiera que quisiera impedirles el rescate dando una barrida al sitio con un movimiento de su mano, las ráfagas hacían lo que quisiera y vaya que era bueno con ello—. Cárgalo, Equusuu nos sacará de aquí.
—¿Dónde iremos? —preguntó llevando a Eleck casi colgado sobre su espalda que apenas y podía abrir los ojos, apenas podía aferrarse un poco.
—A Khandrya, no tenemos más opción —lo empujó para que se apresurara.
—Antes de que la Sielun Syoja despierte tenemos que haber atravesado el portal —el hechicero dibujó sobre el suelo con su cayado las runas necesarias para poder abrir el pasaje—. Es piesaucu Merlina diženo garu, viņa dāvanas un žēlastība ir mūsu ceļvedis, tās ir tautas spēks, valstības cerība un durvis uz Cathair Ghrian.
—Resiste, Eleck —Silvano ayudó a Niesse a sostener al inconsciente mago de luz.
—Todos, dentro del círculo de runas y pase lo que pase, mantengan sus pensamientos en Cathair Ghrian —habló Equusuu viéndolos ingresar siguiendo sus órdenes.
—¿Qué es Cathair Ghrian? —preguntó la joven algo cansado, ahora comenzaba a sentirse débil.
—Es la Ciudad del Sol, Capital del Reino de Khandrya —Ónice sonrió a la muchacha mientras era ayudado por Rayna.
—Aquí vamos —dijo el hechicero, todos escucharon el grito de ira que Gya había dado, se les erizaron los vellos de la nuca pues era una evidente promesa de venganza.
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