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10


Silvano se encontraba sentado en medio de su sala frente a Eleck que mantenía los ojos abiertos a pesar de que estos fueran dos cuencos negros y tenebrosos, el mago de la naturaleza esparcía con cuidado su preparación sobre los ojos del peliblanco. Luego de haber triturado las especias necesarias, de haber conseguido algo de agua limpia y mezclar los ingredientes con esfuerzo y sobre todo paciencia hasta lograr la consistencia requerida, la sustancia verdosa se había convertido en algo similar a la arena, cada grano igual de verde al anterior y bien podía decirse que era polvo de hadas siendo espolvoreado sobre el chico.

—¿Crees que esto funcione? —preguntó un preocupado mago de luz que no dejaba de apretar las manos sobre su regazo.

—Es lo que espero, de todos los hechizos sanadores que conozco este es el más poderoso, puede con todo o bueno, eso es lo que se sabe —respondió observando a los demás presentes—. Necesitaré algo de espacio por lo que les pido que retrocedan.

Una vez Niesse y Alistair dejaron prácticamente la sala para observar desde el umbral de la puerta y los ManeKatt adoptaron su forma animal con mucha curiosidad por lo que sucedería en ese instante, el mago de la naturaleza se puso de pie inhalando hondo; cerró sus ojos para una mejor concentración y extendió sus brazos hacia adelante moviéndolos con lentitud hacia los lados y de regreso al centro. La energía mágica de Silvano se proyectaba como estelas verdosas y brillantes llenas de pequeños copos ambarinos, una bella escena a ojos de cierta bibliotecaria que se maravillaba con todo el mundo de la magia. Una vez estuvo preparado, el rubio acortó algunos pasos para posar una de sus manos sobre los orbes contrarios y la otra en una de sus sienes, comenzó a bombear su magia en dirección a Eleck donde aquella arenilla de su pócima reaccionaba creando destellos coloridos.

Äitimaasta siihen, mikä sinua vaivaa, tuo terveyttä ja lohtua pahuuden häpäisemään ruumiiseen ja poista kaikki sen pimeyden vertauskuvat —murmuraba Silvano mientras y los ojos del chico se volvían verdes por un instante en el que la expectativa de los presentes creció en demasía—. Tuo takaisin tyyneys ja rauha, palauta tasapaino, tuo valoa siihen, mikä on turmeltunut.

Silvano dio todo de sí, puso cada parte de su cuerpo y su energía para poder contrarrestar el Oculi Tenebris de Gya, sin embargo, no surtió el efecto que esperaba puesto que generó un gran rechazo por parte del cuerpo de Eleck y se vio siendo despedido hacia atrás hasta dar contra los muebles de la sala sacándole un quejido; Rayna y Ónice se acercaron a él para olfatearlo sorprendidos por lo ocurrido y toda la luminiscencia que había sido duela de la habitación desapareció sin más llevándose consigo las esperanzas de Eleck, las buenas vibras de los presentes y todo lo que quedaba de la arenilla especial del mago Luonto.

El silencio reinó en el lugar hasta que Eleck se puso de pie con inseguridad tanteando con las manos a su alrededor, sus ojos seguían oscurecidos y sin poder ver nada de nada. Tragó duro llevando sus manos a los mismos para tocarlos lentamente, aun cuando supiera que eso no iba a traer de regreso su vista, necesitaba hacerlo para saber que seguían allí, suspiró dejando caer sus brazos a los lados.

—¿No hay nada más que hacer? —preguntó por lo bajo.

—Lo siento, aun con el hechizo más potente que conozco no soy capaz de revertirlo —Silvano se puso de pie algo adolorido—. No sé qué más hacer, no me dedico a la curación en todo su esplendor.

—No importa, hiciste lo que pudiste y yo lo sé —asintió el peliblanco con tristeza—. Tiene que haber algo que pueda hacer, sin poder ver solo soy una carga, no puedo terminar mi misión.

—Eleck, estoy seguro de que podemos hallar otra solución —Niesse se acercó al chico dándole una palmadita en la espalda a modo de contención.

—Tal vez haya algo —Alistair caminaba de un lado a otro—. Hay conjuros que son capaces de destruirlo todo pero solo pueden ser ejecutados por una magia especial, por personas diferentes a nosotros.

—Dime que no hablas en serio —Rayna lo observó serio, habiendo vuelto a su forma humana.

—Las brujas son nuestra mejor carta, ellas lo pueden todo, especialmente una bruja verde —sonrió Black—, No estamos en posición de desperdiciar ninguna posibilidad, tenemos que quitarle ese maleficio cuanto antes o podría empeorar.

—¿Brujas verdes? —Niesse los observó de hito en hito.

—Sí, las brujas verdes son seres de mucha magia, conectadas con la naturaleza desde sus ancestros, usan las energías de los animales y las plantas —explicó—. Tienen cualidades para la botánica y la herbolaria, son mujeres encantadoras.

—Pero debemos ser cautelosos, como brujas y con su historia, no son de fiar, tenemos que habernos ganado sus ganas de ayudar —añadió Silvano al final—. Pero vale la pena intentar, el tema es que debemos regresar a Khandrya para ello.

—¿Sería lo más adecuado? Tendremos que dejar de buscar al heredero de Merlín hasta que Eleck esté en condiciones —agregó Niesse mientras todos los volteaban a ver—. No me vean así, voy a ir con ustedes y no acepto un no como respuesta, estoy dentro.

—Oh, vaya —Black no se esperaba eso último pero no podía refutarle—. Mejor, cuanto más seamos tendremos más chances de llegar lejos.

—Quisiera descansar un poco —murmuró el Valaisin decaído.

—Claro, ve —Silvano revolvió sus cabellos—. No te preocupes, todo saldrá bien, nos encargaremos de preparar todo.

—Lo mejor sería salir cuanto antes, no quiero perder mucho tiempo —suspiró.

—Lo más importante es que tú te recuperes, que puedas tener tu visión de regreso y lo que tengas que tardar será bien merecido —Niesse observó al peliblanco—. Tienes un equipo aquí, te vamos a ayudar, asique no te desesperes.

—Exacto, creo que hablo por todos cuando digo que estamos dispuestos a ayudarte, sea por lo que sea que estamos todos reunidos y el hecho de que cada uno de nosotros aportar algo al grupo, todos queremos el bienestar de nuestro reino, que la luz vuelva a prosperar en Khandrya —Rayna sonrió de lado—, Y todos queremos saber más de Niesse, que puede ver nuestro mundo, ¿Concordamos?

—De acuerdo —Eleck aferró con disimulo el brazo de Niesse para saber dónde se encontraba ella y los demás—. Hay un portal a Khandrya en el Castillo de Sofiero, si llegamos hasta él tendremos un pase directo a nuestro mundo y será más eficaz que usar portales aleatorios que podamos crear.

—El Castillo de Sofiero queda en Escania, la comarca no está a demasiados kilómetros de aquí y estoy seguro de que podemos pasar desapercibidos ya que es un lugar sumamente tranquilo a comparación de la capital —la bibliotecaria sonrió, conocía Helsingborg desde hacía años por lo que se permitía tener varios conocimientos.

—Perfecto, nos iremos por la mañana, intentemos descansar ahora —el dueño de casa masajeó su cuello, estaba cansado, su hechizo había requerido toda su energía dejándolo agotado, lo peor para él era que no había servido en nada.

Ónice tomó la mano de Eleck para guiarlo a la habitación mientras ronroneaba bajito. Niesse se los quedó viendo hasta que ingresaron en el cuarto, ella sabía que el chico se encontraba bastante incómodo con todo pero sobre todo que odiaba no poder hacer algo al respecto. Lo poco que había visto de Eleck le dio la simple deducción de que es alguien super independiente, que suele hacer lo que le parece mejor sin tener que preocuparse de las segundas opiniones o de que salga bien o mal, es alguien que no va a ser carga, y ahora, por culpa del maleficio, es todo lo contrario a lo que está acostumbrado.

—Niesse, ve con ellos, dale charla —aconsejó Alistair con semblante serio—. No dejes que se quede en silencio.

—¿Qué ocurre? —preguntó por lo bajo acercándose al mago.

—El Oculi Tenebris es una forma de tortura de los Sielun Syoja, es una forma de mostrarte la muerte —suspiró—. No es solo el hecho de que te sumerge en oscuridad y de que no eres capaz de poder ver el mundo, también te vuelve susceptible a la voz de quien te ha embrujado, te puede mostrar una muerte bastante torturante.

—Pero solo sería sensaciones y visiones, ¿no? —frunció el ceño.

—La persona que ha sido hechizada no sabe eso, se vuelve loca —negó preocupado—. Los Sielun Syoja suelen usar ese encantamiento para debilitar a los magos fuertes, para que sea más fácil devorar sus almas y su magia, pero también para divertirse.

—Merlín es el único mago conocido en la historia de nuestro pueblo que ha podido deshacerse de un encantamiento así, uno que le lanzaron a él siendo joven —intervino el mayor de todos—. Pero tardó tiempo en lograrlo.

—Cuidaré de él —la muchacha asintió convencida y se dirigió al cuarto dejando al par solos.

—Tenemos que ser rápidos, esa come almas es bastante fuerte y agresiva —Black chasqueó la lengua—. Odio ese tipo de magos.

—No son magos, estoy convencido de que son criaturas diabólicas, no puedes alimentarte de otros, robando sus almas y magia, asesinándolos de manera cruel —negó molesto—, Los Sielun Syoja son la peor calaña de los Pimeys.

—Concuerdo —asintió Rayna sentado sobre el sofá con la mirada perdida en la ventana.

Eleck se encontraba sentado en la orilla de la cama mientras sus tatuajes se iluminaban con fuerza debido a sus esfuerzos por quitarse el maleficio, sus palmas desprendían luminiscencia puramente blanca dirigida únicamente hacia sus ojos, de una forma u otra seguiría peleando, no podía darse por vencido. Y Niesse lo observaba desde la entrada del cuarto, realmente no le cabían dudas de que él era una persona en verdad perseverante pero tenía el gran defecto de no dejarse ayudar, de no confiar en otros que le brindaban su apoyo.

—Deberías parar —ingresó a paso lento.

—No, no me voy a detener, ¡esta porquería en mis ojos no me va a vencer! —negó frustrado.

—Ya quedó más que claro que no puedes, deja de agotarte en vano —tomó sus manos para quitarlas de su rostro—. Eleck, para ya.

—No quiero sentirme inútil —negó suspirando—. Así me siento ahora, esa maldita me ha dejado sin lo que más amo.

—¿Tu vista? —ladeó la cabeza.

—Mi seguridad —susurró, se quitó su abrigo decidiendo mejor descansar—. ¿Te quedarás aquí? ¿En el cuarto?

—Si quieres —asintió.

—Sí, por favor, no me dejes solo. Temo quedarme sin compañía —comentó.

—Puedo quedarme, amo Eleck, no se preocupe —el ManeKatt se apresuró a hablar no queriendo que su protector pensara que no podía quedarse a su lado una simple noche.

—No, no, no, mejor vete y descansa con tu compañero, por favor —le dio una caricia algo torpe por no poder verlo apropiadamente. El híbrido asintió algo indeciso y finalmente se marchó hacia la sala—. Me da mucho miedo ver tanta oscuridad...

—Estoy aquí, no estarás solo —Niesse tomó la mano del peliblanco con fuerza y el chico suspiró algo aliviado—. Duerme un poco, seguiré aquí cuando despiertes.

Dormir fue una de las más grandes torturas para Eleck, sumirse en sus sueños era una forma en la que se sentía más solo que nunca. Su cuerpo se sentía frío, oía una voz extraña que le murmuraba su inminente final, la forma en cómo moriría cuando él come almas llegara por él, siempre eran murmuros recordándole lo mala persona que era, lo pésimo mago que había sido y lo poco que podría hacer cuando Gya lo encontrara.

Despertó exaltado incorporándose con premura, su espalda chocó con la cabecera de la cama mientras apretaba las sábanas entre sus puños mientras por inercia veía a todos lados a pesar de que era en vano. Restregó sus manos en el rostro respirando agitado, cubrió sus oídos tratando de dejar de escuchar ese murmullo molesto y asustado, sabía que era una trampa, que era Gya queriendo meterse en su cabeza para desestabilizarlo hasta hacerlo trizas, que aquel hechizo se llevaba toda la luz que pudieras tener, desde tu poder hasta tus pensamientos, tus emociones, todo lo bueno, lo bondadoso, te hacía añicos volviéndote una criatura sin vida, vacía o llena de remordimientos que se transformaban en tus enemigo y en tu motor para hacer daño a lo que te rodee.

"Justo así se siente morir, sin nada que ver, sin sonidos, un vacío existencial que provoca la más grande y agónica de las desesperaciones."

—No es verdad, no es verdad, yo no voy a morir... —negó mientras se acurrucaba contra la pared.

"No vas a escapar de mí por siempre, te voy a encontrar, como a todos los Valaisin que han sido mis bocados."

—Asesina —farfulló bajo abrazándose así mismo.

"¿Qué se siente ver lo oscuro que puedes ser tú mismo? ¿no te encanta?"

—¡No! —gritó viendo hacia el frente, ¿acaso esa mujer estaba allí en el cuarto? ¿estaba solo? —, ¿Niesse? ¿Por qué me has dejado solo si te dije que no lo hicieras?

—Estoy aquí, Eleck —la voz a su lado lo sobresaltó, fue como haber salido de una burbuja en donde nada penetraba, el tono suave de su compañera calmó el malestar en el ojiplata—. No me he ido, no me he movido de aquí, tranquilo.

—Ella está aquí —susurró buscando con sus manos a la muchacha hasta encontrar su rostro y las manos del ojimiel se posaron sobre las del mago.

—No hay nadie aquí más que tú y yo, Eleck, solo intenta manipularte —suspiró—. Ojalá pudiera hacer más para poder ayudarte, ser humana nunca me había molestado tanto como ahora.

—¿Te hubiera gustado ser bruja? —sonrió—. Hubieras sido una muy valiente.

—Gracias, eso me reconforta un poco —rió—. Sí, hubiera querido ser una y poder ayudar a otros, ser parte de tu mundo.

—¿Qué tipo de bruja o maga? Te imagino como un Antaa Potkut o un Tuuli —comentó el peliblanco más tranquilo.

—¿Un mago de fuego? ¿es en serio? —elevó una ceja—. Puede ser, no lo descarto, pero habría sido con gusto un Valaisin, como tú.

—Gracias —sonrió suspirando sin saber que sus mejillas se teñían de un leve color rosa y la chica apreció ese detalle.

—Lo digo en serio, que tu magia no haga daño a otros es lo más honrado que hay y debemos admitir que sin luz no hay oscuridad y no hay derivados como los elementos que son parte de un todo —soltó sin más—. Eres parte de algo, Eleck y no te define como mago, solo te da el poder que mereces.

—Para ser humana eres bastante sabio en esto —el Valaisin se recostó sobre la cama sintiéndose seguro, se arropó un poco y cerró los ojos dispuesto a dormirse—. ¿Seguirás aquí?

—Claro, te seguiré cuidando —asintió.

—Puedes dormir del otro lado, luego no vayas diciendo que te exploto —rió.

—Lo tendré en cuenta —lo imitó y ambos se quedaron en silencio, tranquilos y cómodos, Niesse suspiró viendo a su alrededor, ella no había escuchado ninguna voz esa vez, pero no por ello desmerecía lo dicho por Eleck gracias a lo que le habían revelado sus demás compañeros.



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