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TRES

Seungmin caminaba tranquilamente por las calles, inhalando el fresco aire que lo recibía esta mañana. Tenía muchas cosas por pensar. Sus ojos tristes y sin vida admiraban el cielo con cariño, estaba roto, pero sabía apreciar la belleza de la naturaleza.

Daba pasos sencillos por el cemento de la vereda, su cuerpo se balanceaba  mínimamente entre paso y paso. Era temprano y no había casi nadie en la calle, eso era lo mejor de tener que ir a la escuela a esas horas, al no haber nadie no había una mezcla intensa de olores en el aire.

Los betas, aunque eran bastante parecidos a los humanos, ya que no tenían celos, o alteraciones genéticas u olores; pero si tenían un sentido del olfato muy agudo, incluso mejor que el de los alfas. Podían sentir tantos pero tantos olores, que a veces los abrumaba. Los doctores siempre decían que por esa cualidad especial, los betas eran más propensos a desarrollar trastornos mentales, tales como la ansiedad o el trastorno por déficit de atención con hiperactividad.

Su psicólogo siempre le dijo que esas cosas eran falacias, no por oler un poco más podrías desarrollar eso. Siempre decía que un trastorno estaba en uno, y que siempre despertaban cuando la persona tocaba fondo, por eso había que tratarlos, una teoría bastante interesante. Tener un olfato agudo no provocaba ansiedad, pero si podía hacerla más grave, en caso de que esté previamente diagnosticada, o puede hacer que se presente, en caso de no haberla diagnosticado previamente.

Con cuidado pasó por arriba de un charco, para luego seguir caminando. Poco tiempo después llegó a la escuela, aquella cárcel en la que pasaba más tiempo que en su propia casa. Se adentró al edificio, recibiendo algunos saludos pero sobre todo miradas, miradas cargadas de pena y otras de burla. Siempre era así. Desde que toda la escuela se enteró de que su destinado no lo reclamó, se volvió blanco de burlas, bueno, a quien le importa.

Todo era detestable.

—Aquí llegó el beta solitario, ¿quieres unas palmaditas de tu mami?—se oyó una voz tan conocida para él.

— ¿En serio, Changbin? Mejor no molestes. —dijo Seungmin, no quería lidiar con él ese día.

Siguió caminando, oyendo los bufidos de alfa humillado que soltaba Changbin. En eso se había convertido, en un bastardo que le encantaba molestar. Se había convertido en un falso, un mentiroso y un rencoroso alfa que disfrutaba de hacer sentir menos a la gente.

Se preguntarán ¿y Hyunjin? Dios santo, ¿Cómo te lo explico? Él... cambio mucho. Seungmin lo adoraba antes, era como su sostén emocional, siempre lo escuchaba y le otorgaba su hombro para llorar. Por las malas se dio cuenta de que no tuvo que confiar en él.

Hyunjin se convirtió en un boca floja, no había chisme que no se enterara, y no había rumor que él no empiece. También se convirtió en una perra, una perra sedienta de sexo. La puta del colegio. Pero vaya que era difícil enredarte en sus sabanas, Hyunjin no se acostaba con cualquiera. Aunque sería raro viniendo de un alfa, pero a él le gustaban los alfas rudos, de esos que te empotraban y no te soltaban hasta que llores de placer. Lo más probable es que Changbin sea su tipo, porque era la descripción exacta de Seo.

Hyunjin era una puta, una maldita puta. Era controlador, sabía qué hacer y que decir para tenerte comiendo de sus pies para que no revele nada, era como tu reina.

Aunque, hablando del rey de roma, Christopher era más. Era como Regina George, era el rey de la escuela. Todos querían ser como él. Un alfa perfecto, con la visa perfecta. Tenía el cuerpo perfecto, la sonrisa perfecta, y estaba en un trío amoroso con dos omegas igual de perfectos. No sabía cuando pasó, pero la escuela paso de ser normal y sana a girar en torno al rubio alfa.

Han Jisung, un omega demasiado bueno. Si lo conocieras no podrías creer que se vincule con tanta mierda de personas y aún no haya sido corrompido por su maldad. Era tan bueno. Siempre con aquella sonrisa característica de él, con su cabello teñido de diversos colores. Siempre ayudaba al que lo necesite y estaba allí para sus amigos y no tan amigos. Era un ángel.

Por el contrario, Lee Felix era un demonio. Que esos ojos inocentes y esas pequitas no te engañen, Lee Felix es una perra sedienta del grueso pene de Christopher. Vulgar, manipulador, falso. Todos esos eran sinónimos de Felix. Tendría sexo con cualquiera solo para conseguir lo que quería, aunque tendría sexo con cualquiera por ninguna razón en específico, era la perfecta definición de puta.

Que gracioso, todos se creían el cuentito de que Felix era bueno como Jisung, que tenía buenas intenciones y que tenía sexo con muchas personas porque disfrutaba de su sexualidad, que gracioso. Seungmin conocía al verdadero Lee Felix, lo conocía demasiado bien, pero lo había conocido en los peores contextos.

Primero que nada, era uno de los dos chicos que vivía pegado a su destinado, chupándole la sangre y bebiendo de su pene. Segundo, tristemente cuando ocurrió todo aquello se dejó convencer por Felix, quien le había dicho que estaba ahí para él. Sostuvo falsamente sus manos y lo levantó, solo para dejarlo caer miles de millones de kilómetros más debajo de lo que ya estaba.

Era un beta con el corazón soto, todos lo sabían. Algunos ignoraban eso y lo trataban bien. Otros trataban de acercársele con pena. Otros hacían lo mismo pero con falsa lástima, queriendo aprovecharse de él. Agradecía que hubiera una buena cantidad de personas a las que no les interesaba su vida romántica y lo trataban como uno más.

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