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SEIS

Seungmin caminaba lentamente por la calle, eran alrededor de las seis de la tarde. Se quedó una hora más dándole tutorías a Jeongin porque seguía sin entender el tema. Sus ojos se sentían pesados y se veía tan demacrado con aquellos círculos oscuros alrededor de sus perlas apagadas. Con pereza abrió la puerta de su casa y se adentró, cerrándola con llave antes de comenzar a caminar a su habitación.

—Hola, tuve que quedarme un rato más por las tutorías, iré a hacer la tarea. —dijo Seungmin arrastrando las palabras para luego perderse en el pasillo bajo la mirada de su madre, quien lo observaba sentada en el sofá.

Su casa no era súper grande como la de Jisung, quien venía de una familia adinerada, tampoco tenía dos pisos, era una casa normal. Tenía tres habitaciones; una para sus padres, otra para su hermana y la suya. La cocina se unía a la sala para luego seguir en un corredor con las puertas para las tres habitaciones y el baño.

Abrió la puerta de su cuarto y se adentró allí, inhalando el aire que esta tenía, el cual estaba levemente mezclado con su olor. Cuando estaba muy cansado se olvidaba de que odiaba su aroma, se olvidaba de que detestaba su cuerpo, se olvidaba de todo y era un poquito más feliz. Y claro, no estaba en todos sus sentidos como para razonar del todo, es como si estuviera drogado solo que sin sustancias, ya saben.

Con pereza dejo sus cosas en la cama y abrió su armario, sacando una blusa cualquiera y unos pantalones de pijama. Su blusa de siempre estaba lavándose. Se quitó el uniforme y dejó en el cesto de la ropa sucia la ropa que debía lavarse, para luego colocarse las dos prendas que sacó del armario. Ya vestido tomó su mochila y la abrió, sacando su cuaderno de biología y el libro de texto para llevarlos al escritorio, junto a una pila de hojas repletas ce textos de historia que debía estudiar para la semana que viene.

Y con esas dos cosas comenzó a estudiar. No tenía tarea, pero tenía varios exámenes así que debía hacer resúmenes y apuntes para estudiar. En un momento escucho unos golpes en su puerta.

—Está abierto. —dijo Seungmin sin sacar la vista de los apuntes, con un marca textos en la mano derecha para resaltar la información importante de los textos de historia.

—Hola, Minnie, te traje un café. Llevas toda la tarde aquí adentro desde que llegaste, así que pensé que te haría bien descansar un rato y tomar algo.—dijo su madre dejando un platito con unas galletas y una taza de café en el escritorio del beta.

—Gracias mamá, creo que si necesito un descanso. —dijo Seungmin dejando el marca textos sobre la mesa, para luego tomar una galleta y darle un pequeño mordisco.

— ¿Cómo te fue en la escuela? Digo ya sabes, sobre él. —preguntó la mujer liberando algunas feromonas a propósito, para hacer que su cachorro se sienta seguro.

—Ah, él. Nada nuevo, se niega a hablarme, ni siguiera un hola en el pasillo. No lo sé, quizás debería olvidarme de eso y seguir con mi vida. No tengo riesgo de morir por no ser reclamado, y como él es un alfa, no moriría si llegara a marcar a alguien más. —dijo Seungmin mientras que a ratos le daba un sorbo al café, el cual estaba hecho tal como le gustaba. Café con leche, endulzado con miel.

—No quiero que te deprimas por él, hijo, mereces ser feliz. Sé que encontrarás a alguien que sepa valorarte tal y como eres, porque eres maravilloso y tan trabajador, alguien bueno te espera. —dijo su madre acariciando el cabello de Seungmin para luego dejar un beso allí. Se levantó de donde estaba sentada y salió de la habitación, no sin antes decir.

— ¿Quieres cenar o estás bien con eso?—preguntó la omega adulta refiriéndose al café y a las galletas.

—Estoy bien, gracias. — y la mujer se fue.

...

La noche había caído demasiado rápido, Seungmin se encontraba volviendo a su cuarto luego de llevar el plato y la taza a la cocina para lavarlos. Algo que le gustaba mucho de esa casa es que al ser algo antigua, aunque no tanto, las paredes eran bastante gruesas, por lo que si hablaba en un tono normal o un poco más bajo, no lo escucharían ni desde las habitaciones ni desde el pasillo. A veces tenía que alzar la voz cuando tocaban a su puerta, pero sentía que había más privacidad gracias al grosor de las paredes.

Antes de entrar a la habitación pasó por el baño y se lavó los dientes. No se puso la crema que siempre se ponía, se había olvidado, estaba tan cansado que no recordó hacerlo. Su olor era calmante para él, lo hacía relajarse hasta dormir, pero como siempre se colocaba la crema que suprimía ese aroma, recurría a otras cosas. Nada raro, no piensen mal, lo único que hacía era abrazar la almohada, la cual estaba impregnada de un suave aroma.

Cerró la puerta con seguro y comenzó a ordenar el escritorio, cerrando los cuadernos y libros y apilándolos ordenadamente. Se dirigió a la ventana y levantó las persianas, cerrándola y cerrando las cortinas semi transparentes que tenía, o sea, había otras cortinas sobre esas, que eran de tela más gruesa, ustedes me entienden.

Apagó la luz y se dirigió a la cama, desarmándola para meterse bajo las sabanas inmediatamente. Casi inmediatamente cerró los ojos y se durmió, se sentía tan bien cuando dormía. Hoy se sentía bien. Nadie lo había molestado, nadie lo había insultado (aparte de esa idiotez de Changbin, pero no fue mucho), nadie había intentado golpearlo. No tuvo malos pensamientos en la cabeza y casi ignoró el hecho de que odia cada partícula de su cuerpo con toda su alma. Hoy fue un buen día.

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