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NUEVE

La mañana siguiente transcurrió normal para ambos, Seungmin y Jisung salieron por la ventana para así comenzar a caminar hasta la casa del omega. El beta le había prestado un perfume que suprimía su olor momentáneamente, por lo que no era tan intenso y no alertaría a ningún alfa soltero. Esa mañana en particular hacía más frío que el día anterior, por lo que Seungmin no lo dudó ni dos veces antes de prestarle un buzo a Jisung, aunque antes de dárselo lo pasó por su cuerpo a propósito, para que su olor quede impregnado en la prenda.

Ambos se escabulleron por la ventana y casi corrieron hasta la casa de Jisung, la cual estaba a dos cuadras de la casa de Seungmin. La habitación del omega quedaba en el piso de abajo, a diferencia de las otras habitaciones de la casa, por lo que fue fácil meterse por la ventana. Jisung se prendió al cuello del beta en un abrazo antes de tener que subir a la ventana, no queriendo que los minutos pasen.

—Perdóname. Como me gustaría que las cosas fueran diferentes. Chan no te molestaría y no tendrías que soportar a la arrastrada que es Felix, tampoco tendrías que sufrir porque los que fueron tus mejores amigos te traicionaron, todo fue mi culpa, perdóname en serio. —dijo Jisung con los labios pegados a la piel del cuello de Seungmin, haciéndole leves cosquillas.

—Te lo dije ya, no es tu culpa. Pero sabes que si quieres hablar mi ventana siempre está abierta. —dijo Seungmin entre risas para luego dejar besos en el rostro del omega. Uno en cada ojo, uno en la nariz, uno en sus abultados cachetitos y otro en sus labios. Jisung quiso aferrarse a aquel contacto, pero no era posible.

—Gracias...—ambos se despidieron y Seungmin salió disparado a su casa para vestirse con el uniforme.

Tan rápido como se fue, entró a su cuarto. Su uniforme estaba sobre la cama, así que cerró la ventana y las persianas para comenzar a desvestirse. Se colocó el uniforme mientras estaba perdido en sus pensamientos, en los bien que se sentía emocionalmente cuando estaba cerca de Jisung, aunque solo sea a escondidas.

Aunque había algo que lo hacía cuestionarse un montón de cosas, ¿Por qué Jisung se disculpaba tanto con él? Claro, en parte podría entenderlo como que Jisung se sentía mal porque fue partícipe indirecto de su sufrimiento, pero ¿Cómo explico las veces en las que se disculpó por la situación y deseaba que hubiera sido diferente? Como si hubiera algo que estaba ocultándole. No le gustaba dudar de Jisung, por más que a veces estaba celoso de él porque tenía una vida perfecta, sabia (o quería creer) que Jisung era sincero hacia él. Bueno, hoy estaba de buen humor así que no pensaría en eso ahora.

Terminó de vestirse y de arreglar su mochila y salió de su cuarto, caminando hacia la cocina en busca de algo para comer y así ir a la escuela. Se encontró con algo interesante. Su madre, apoyada contra la mesada de la cocina, tomando café (cosa que era extraña porque su madre odiaba el café). Al entrar a la cocina la mujer lo miró directamente.

—B-buenos días ma. —saludó el beta algo intimidado por la mirada de la omega mayor.

—Seungmin, ¿anoche estuviste con alguien en tu cuarto?—pregunto su madre. Seungmin palideció al instante, trató de controlar su respiración para no hiperventilar, cosa que su madre notó al instante.

—Cielo, no estoy enojada. Anoche me levanté a las dos de la mañana con el olor de un omega en celo, tu hermana está en casa de tus abuelos así que lo más probable es que seas tú... no quiero saber quien es, pero al menos dime que usaron protección. —dijo la mujer, de nombre Yunah, mirando a su hijo. Se acercó y dio suaves caricias en el cabello de su cachorro.

— ¡Mamá! Eso es vergonzoso... p-pero sí, usamos protección. N-no sabría explicarlo, además de que tengo que ir a la escuela, p-pero en la tarde puedo decirte... creo. —dijo Seungmin un tanto avergonzado por la situación.

—Bien hijo, si quieres decirme a la tarde, está perfecto. No es necesario que me des detalles, pero si te hace sentir mejor hablarlo estoy aquí, al igual que Seonghwa, no te olvides que mañana tienes sesión con él. —habló la mujer. Seungmin creía que su madre era la mejor del mundo, o al menos la que más se acercaba a ese título.

Nunca lo había presionado a hablar de nada, tampoco lo había obligado a nada, siempre trató de llevar un consenso en la familia, para cada decisión que se tome. Aquella confianza que la mujer tenía hacia sus cachorros los había vuelto muy unidos. Seungmin hablaba con su madre, no de todo, pero algunas cosas si, y no tenía tanto miedo de ser juzgado.

El horrible miedo que tenía de hablar de sí mismo y de sus problemas lo tenía desde que Seonghwa lo diagnosticó. Con su madre no era tan frecuente, pero seguía ahí. Una vez, Seonghwa la llamó para tener una sesión ambos adultos. No sabe de qué habrán hablado allí exactamente, pero Seonghwa le dijo que le había hecho varias recomendaciones para cuando tenga que hablar con él. Que le dé la confianza para hablar, o que le dé la opción de omitir ciertas cosas hasta que se sienta lo suficientemente cómodo como para hablar. Cosas mínimas, pero que hacían una gran diferencia a la hora de relacionarse entre ellos.

—Tengo que irme, adiós ma. —dijo Seungmin terminando el café que estaba en la mesa de la cocina, que su madre le había preparado.

—Adiós cielo, suerte. —dijo la omega viendo como su hijo salía por la puerta.

A veces se sentía mal por todo lo que su querido hijo pasó. A quien engaño, era un dolor constante que atacaba su corazón sin pena ni remordimientos. No entendía como gente tan joven podría ser tan mala. No comprendía cómo la gente podía ser as de doble cara y clavarle un cuchillo por la espalda a gente tan pura como lo fue alguna vez su hijo. No entendía como había gente que disfrutaba sumergir a otras personas en la desesperación.

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