CUATRO
Un destello iluminó los ojos de Chan, quien entreabrió la boca, como si quisiera hablar. Una mueca entre asustada y enojada se dibujó en las delicadas facciones del rubio, oh no.
—No puede ser... tú eres... no, no, esto no puede estar pasando. ¿En serio un beta?—habló Chan en un tono tan despectivo, tan rudo. El débil corazón de Seungmin no necesitó más para terminar de romperse.
—P-pero...-
—No digas nada, no quiero oírte. ¿En serio, diosa luna? ¿Qué tan drogada estabas cuando nos emparejaste? Demonios, que inútil. —gritó Chan al cielo, insultando a la diosa que unía a las almas gemelas.
El corazón de Seungmin no lo soportó, ahora estaba hecho polvo. Se escuchó el sonido de algo quebrarse, el corazón de Seungmin estaba oficialmente roto, y un corazón roto era difícil de sanar. De sus ojos comenzaron a brotar innumerables lágrimas, sus manos aún temblaban, al igual que su labio inferior. Se veía tan indefenso, tan triste.
Y, aunque los betas tengan un olor suave que era casi imperceptible, todos los presentes olieron la tristeza pura que emanaba Seungmin. Los lobos internos de los cinco restantes aullaron de dolor y lloraron junto con el beta interior de Seungmin, rasguñaban sus paredes internas en busca de acercarse al beta para envolverlo en un abrazo protector, más eso no pasó nunca.
Hyunjin se acercó a Kim y apoyó su mano en su hombro, pero Seungmin se apartó bruscamente. El tacto del que creyó que era su mejor amigo quemaba en su piel, por más que tenía dos capas de ropa. Estaba repeliéndolo. Hyunjin se sintió triste, muy triste, había arruinado una amistad valiosa por alguien más.
—N-no me toques...—dijo Seungmin para luego salir corriendo en busca de sus cosas.
Tomó su mochila y caminó por la escuela, buscando un lugar para esconderse porque juraba que sintió el olor de los chicos cerca. Lo único que encontró cerca fue el almacén del conserje, abrió la puerta y se encerró allí, cerrando la puerta con seguro. Tiró sus cosas y se apoyó contra la pared, para romper en un llanto ruidoso y lleno de dolor, su respiración dolía debido a los violentos hipidos que daba. Sus débiles piernas dejaron de sostenerlo, cayendo al suelo. Podían escucharse sus llantos desde afuera, y Changbin y Hyunjin se dieron cuenta de aquello cuando pasaron por ahí. El olor a preocupación se coló por la cerradura de la puerta, llegando a las fosas nasales de Seungmin.
—Váyanse, no quiero verlos, los odio. —dijo Seungmin dolido, cada palabra fue como una estaca en el corazón de los dos alfas.
Pasaron largos minutos hasta que Seungmin sintió que sus ahora ex mejores amigos ya se habían ido. Tomo su celular de su mochila y marcó el número de su psicólogo, necesitaba estar con él.
Piii
Piii
Piii
Atendió.
~ ¿Hola? ¿Seungmin? Nunca me llamas, ¿pasó algo?~
—Y-yo, necesito que vengas...—dijo Seungmin para luego romper en un llanto doloroso.
~ ¿Estás en la escuela, cierto?~ preguntó su psicólogo.
—S-si, en el armario del conserje del segundo piso...—dijo Seungmin entre hipidos.
~ Voy para allá, no te muevas. ~
Eternos fueron los minutos por los que espero por su psicólogo. En todos esos minutos no sintió a Felix o a Jisung, siquiera a Chan, al parecer se habían ido después de que salió corriendo, no les interesó nada su estado. Que mierda de personas.
Toc toc toc
— ¿Seungmin? ¿Estás allí?—se oyó la voz de su psicólogo desde el otro lago.
Con esfuerzo, Seungmin se levantó y le quitó el seguro a la puerta, abriéndola lentamente. Seonghwa, su psicólogo, se sintió triste al momento que lo vio. Se veía destrozado. Su corazón estaba totalmente quebrado.
Seungmin miró a los ojos de Seonghwa, cargados de preocupación y de dolor. Así que, violando su regla de no contacto físico debido a su miedo, Seungmin lo abrazó fuertemente, encontrando un nuevo lugar seguro al sentirse cálido en los brazos que no dudaron en acogerlo. Por primera vez en años, se sintió bien abrazando a alguien.
— ¿Quieres que vayamos a mi consultorio para hablar? No tengo más turnos así que puedes quedarte hasta la hora que quieras. —dijo el mayor dando leves caricias en la cabeza del beta.
El beta restregó su naricita en el pecho del mayor, quien tomó aquello como un"si". Soltó un poco a Seungmin y se agachó para tomar su mochila, colgándosela en los hombros. Aun abrazando al menor, se las ingenió para salir de allí, comenzando a caminar por los pasillos de la institución. No había si una sola alma en la escuela, Hyunjin y Changbin se habían retirado hace poco, mientras que el trío se fue tiempo atrás. Salieron de la escuela y Seonghwa lo dirigió a su auto, ayudándolo a subir en el asiento del copiloto. El mayor comenzó a conducir mientras miraba a la calle preocupado.
...
Seonghwa era bueno. Seungmin podía confiar en Seonghwa.
Se habían conocido cuando Seungmin tenía unos once años, estaba en quinto de primaria. Había comenzado a apartarse de la gente y a comportarse de una manera "extraña", según sus padres y maestros. El menor había pasado ya por otros tres psicólogos, pero le rogó a sus padres que lo cambiaran porque ninguno le agradaba, y si no le agradaba no habría forma de hacerlo hablar.
Cuando entró por primera vez al consultorio se sintió cálido, se sintió cómodo. El cuarto tenía un aura bonita, desprendía un delicioso olor a chocolate caliente. El consultorio estaba en el departamento del psicólogo. Era un tres ambientes, con cocina-comedor, una habitación, el baño y una habitación extra, la cual transformo en su consultorio. La habitación del consultorio estaba cerca de la puerta de entrada, y el resto del departamento se dividía con un pasillo con una puerta. Ese día Seungmin estuvo hablando dos horas sin parar sobre lo incómodo que se sentía en la escuela, rodeado de personas. Nunca volvió a rogar por otro psicólogo, Seonghwa lo hacía sentirse cómodo.
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