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CINCO

Las clases empezaron normales, Seungmin sentándose en las filas de al frente, prestando atención a la clase para evitar que sus pensamientos divaguen en su destinado, no quería llorar ahora, menos soltar feromonas a lo loco.

Desde ese día en el que Chan lo rechazó, trató de mantener su cabeza ocupada en otras cosas, para evitar pensamientos intrusivos y demás. Se enfocó de lleno en sus estudios, cosa que antes no le prestaba mucha atención. Se metió en el consejo estudiantil, más específicamente en el grupo que se encargaba de darle la bienvenida a los chicos de primer año y a alumnos nuevos, aunque a veces hacía unos trabajillos de alguna otra cosa. También se anotó en el programa de tutorías, el cual había organizado el equipo de directivos para ayudar a los alumnos que tenían notas bajas, dándole tutorías a un beta de segundo año y a una alfa de primero.

También se anotó a varias cosas extra curriculares. El club de fotografía le abrió las puertas cálidamente desde el primer día, y estaba infinitamente agradecido. También comenzó a ir a clases de canto en una academia a un par de cuadras de su casa.

Su agenda semanal estaba explotada de cosas, además de sus tiempos de estudio y las horas que se tomaba para hacer la tarea, el tiempo para pensar era reducido, el cual se limitaba a la noche y un par de minutos en la mañana. Lo malo es que esos tiempos reducidos bastaban para hacerlo llorar hasta dormirse, haciéndolo odiarse por no ser suficiente, por no ser un bonito omega de bonito cuerpo, con un olor hechizante y un celo, todo lo que un alfa desearía.

Seungmin deseaba con todas sus fuerzas ser un omega. Seungmin quería ser como Jisung, no, él quería ser Jisung. Han era la descripción del omega perfecto. Bonito cuerpo. Bonita personalidad. Bonita voz. Todo de él era bonito y sensual. Jisung ayudaba y daba todo de sí sin esperar nada a cambio. ¿Cómo podría odiarlo? Jisung es un ángel. Pero quizás, muy en el fondo, quisiera que esté muerto.

Jisung era hermoso, demasiado hermoso. Jisung era inteligente, talentoso, bueno, lindo. Jisung era todo. Y demonios, nadie sabía valorarlo, al igual que a Seungmin. Creo que en eso se parecen mucho. Seungmin fue tratado como la misma mierda cuando todos se enteraron de que su destinado no lo reclamó. Jisung era un ángel entre demonios, personas malas que no temían aprovecharse de la bondad de unos para sacar provecho de ello.

Nadie más que las paredes de su habitación sabían de sus encuentros con Jisung. Nadie más sabia de aquellas noches en las que Jisung se colaba por su ventana y hablaban hasta quien sabe que hora, cuando se abrazaban y lloraban hasta dormirse. Ellos eran muy parecidos. Todas las veces que Jisung habló con él, se disculpó, se disculpó tantas veces que había perdido la cuenta. Se disculpó por el trato que recibió de Chris, de Felix y de los que alguna vez fueron sus mejores amigos. Se disculpó por tener una relación con su destinado. Se disculpó por cosas que no eran su culpa.

Asumió la responsabilidad de toda la mierda que pasó en la vida de Seungmin, siendo que él no tenía ni un gramo de culpa, siquiera debería estar relacionado.

...

La hora del almuerzo llegó antes de lo esperado, y Seungmin se levantó de su silla para tomar sus cosas y meterlas en su mochila, saliendo del agua con la velocidad de un rayo. Caminó por los pasillos, tratando de evitar hacer contacto visual con cualquier persona. Él era un fantasma más, un observador pasivo que se encargaba de ignorar a las pobres personas que caían entre los puños de Changbin o entre los encantos de Hyunjin o Felix.

Sus ojos consiguieron alcanzar la vista de Felix comiéndole la boca a algún alfa, probablemente para conseguir algo o quién sabe. Apartó la mirada rápidamente y siguió su camino, caminando más rápido aún. Observó a Changbin golpear a un chico de segundo para obligarlo a hacer su tarea o algo así. Evadió la mirada que suplicaba ayuda que le envió aquel chico, tuvo que ignorarle, no quería problemas. Siempre era así.

Almorzó solo en la biblioteca, en una de las mesas del fondo. Bueno, no es que haya almorzado, solo comió una manzana.

El resto de la tarde fue normal, Changbin no se acercó a él en todo el día, eso era bueno. Al dar las cuatro en punto el timbre de fin de clases retumbó en sus oídos. Todos sus compañeros corrieron a la puerta, saliendo de allí como alma que lleva el diablo. Seungmin guardó sus cosas lentamente, quedándose hasta lo último junto al profesor de historia.

—Disculpe, joven Kim, las tutorías van a ser en las aulas del tercer piso, la biblioteca será usada esta tarde para otra cosa. Tenga una buena tarde, adiós. —dijo el profesor Hong, o Joshua como le gustaba que le dijeran, antes de salir del aula sin dejarle tiempo a Seungmin de modular palabra alguna.

Colgó su mochila en su hombro derecho y salió del aula para dirigirse a las escaleras, subiendo un piso para llegar al tercero. Caminó por las aulas, metiendo su cabeza en ellas para ver cuál estaba desocupada. Escogió un aula del fondo, así que dejo sus cosas en la mesa y sacó su teléfono, para escribirle a su alumno de hoy.

Minnie (tutorías)
Hey, estoy en el tercer piso, aula 5D.
Hoy tendremos clases aquí.
16:11

Jeonginnie
Oki, voy para allá
16:11

Guardó su celular al recibir el mensaje. De su mochila sacó un cuaderno, el cual usaba para dar clases. Jeongin era su alumno de hoy, un tierno beta de segundo año. Era muy inteligente, solo que las matemáticas no eran lo suyo. Se llevaban muy bien, Jeongin era divertido y tenía ganas de aprender.

—Hola hyung, ¿Cómo ha estado?—saludó Jeongin al entrar al aula. El menor caminó hasta la mesa donde Seungmin estaba sentado, sentándose al frente del beta.

—Como siempre, Jeongin, ¿y tú?—dijo Seungmin abriendo el cuaderno en la última hoja que había usado, y ahí comenzaron las tutorías.

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