Etapa 1: Detrás de la Noticia
Luisa se dirigía hacia el baño para vomitar lo poco que su estómago le había recibido esa mañana. No se imaginó que después de haber cambiado de vivienda, y de haber modificado su rutina lo vería de nuevo. Había ido al hospital para encontrarse con el investigador Marlon, y entrevistar a un joven que quedó paralizado en un accidente de tráfico, tenían que esclarecer lo sucedido ya que la investigación no demostró falla mecánica.
Al llegar al tercer piso se encontró con un caos, un paciente había entrado en paro, las enfermeras corrían y los doctores solo gritaban nombres de medicamentos y procedimientos. En una esquina divisó al detective que hablaba por celular. Con prudencia trató de averiguar si había la posibilidad que algún doctor los atendiera, cuando se dirigía hacia la recepción de ese piso, vio como una silueta conocida salía de la habitación donde estaba aconteciendo la emergencia, el frio y un malestar general la azotaron, fue como si le robaran la energía, sosteniéndose de las paredes llegó al baño para sucumbir y lamentarse por haber recaído.
Ya habían pasado tres meses de la muerte trágica de Julián, su prometido. Durante ese tiempo creyó volverse loca al verlo en todos los lugares donde ellos solían pasar. Algunas de esas crisis la hicieron correr para alcanzarlo y poner en riesgo su vida; en una oportunidad estuvo a punto de ser atropellada, en otras su cuerpo colapsaba como estaba sucediendo en ese preciso momento. Debido a eso fue que siguió los consejos de sus colegas y de su gran amigo Abraham, director del noticiero, de ir con un psicólogo.
Le costó mucho superar la etapa de negación dado que su mente seguía empecinada en ver a Julián. Lo primero que hizo fue cambiar las cerraduras de su apartamento, y eso no sirvió, varias veces sintió su presencia, más cuando al despertar sentía tibio el otro lado de su cama. Todo apuntaba a que estaba sugestionada por la culpa y esa necesidad de llenar el vacío, fue necesario la medicación y cambiar de residencia. Con esto esa etapa fue menos critica; sin embargo había momentos donde ella se ponía a pensar más de la cuenta y terminaba concluyendo, que debió haberle ayudado a enfrentar todo ese escándalo con la editorial, así el no habría cambiado tanto, ni se habría distanciado como lo hizo.
Lavó varias veces su rostro, trató de recuperar la calma, pero su pecho seguía oprimiendo, sofocándola y otorgándole unas ganas inmensas de llorar. Ya no reconocía su reflejo, pues en este veía a una mujer cansada, triste, y con rabia consigo misma por estar así. Se suponía que las terapias la estaban ayudando, y que la medicación ya no era tan necesaria. Con estremecimiento buscó sus pastillas y tomó las que lograban tranquilizarla. Gracias a estas más los golpes y la voz del detective la obligaron a enfocarse.
—Luisa, ¿quiere que llame a un doctor?
—No se preocupe, no desayuné bien, creo que el olor a hospital y la misma situación me enfermaron —contestó abriendo la puerta sin antes recuperar su postura—, ¿hubo algún avance con la entrevista?
—Me temo que no, y no será posible porque al que íbamos a entrevistar fue el que tuvo la crisis y quedó en shock.
—Pero si antes de venir llamé y la enfermera confirmó que él estaba estable, que por orden del doctor le habrían disminuido los calmantes para que pudiera hablar con nosotros.
—Todavía no entienden lo que pasó. Por el momento tendremos que conformarnos con la información brindada por sus conocidos —Decidió el detective.
Esa tarde regresó al estudio y puso al tanto a sus colegas y a su jefe sobre el inconveniente, decidieron posponer por la trasmisión de esa noticia en la sección de casos insólitos de los fines de semana.
—Esperemos que salga de esto y se pueda hacer justicia, la familia está destrozada —expresó Silvina, encargada de la sección de farándula.
—Yo no creo que se pueda hacer mucho con su caso, si él no reacciona, habrá vencimiento de términos y los cargos serán retirados —exclamó Mery, presentadora de la emisión matutina.
—No podemos desestimar su caso, nadie ha sido capaz de enfrentar a otro Wu sin salir mal —declaró Abraham, notando como Luisa se quedaba viéndolo —. Perdona mi imprudencia, no quise tocar ese tema.
—No hay problema —mintió y se levantó por un café —, si me disculpan iré a terminar de hacer unas notas sobre otros casos.
Entrada la noche llegó más cansada de lo usual, no fue necesario tomar la pastilla para dormir, antes de eso le envió un mensaje a su psicólogo
«Doctor, volví a verlo, recaí. Tengo miedo de volver a ser la de antes»
Corría en aquel hospital persiguiendo a su prometido, lo alcanzó justo en el techo, lo abrazó, y ambos cayeron. Ya en el suelo comprobaba que estaba bien, cuando giró, su prometido no tenía rostro y su cuerpo estaba reventado. Un temblor inesperado la hizo caer.
Aquel golpe la despertó, más la vibración de su celular, el número que salía era privado.
—Aló, si sabe que es de madrugada.
—...
—Aló, no sea grosero y hable.
—Hay un 901 en la zona empresarial, revela la verdad, todos son culpables de muchas desgracias.
—¿Quién habla?
—Alguien que fue obligado a despertar y deambular, no tuve opción más que su vida robar. Ya no podrá ser reconocido, está en un lugar vacío, mira tú reloj y lo sabrás.
Cuando finalizó aquella llamada, el miedo la hizo aterrizar, ese código significaba un homicidio, temblando tomó su celular, se le cayó dos veces antes de lograr hacer la llamada. Recordó lo del reloj, eran las 4:25 y la llamada entro a las 4:13.
—Aló —La voz ronca del detective Marlon sobresalió.
—Hay un muerto en la zona empresarial —Logró decir antes de que el llanto le impidiera hablar
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