Un reflejo dice más que mil palabras
El cuerpo de Darien aun temblaba mientras las manos de aquel desconocido lo secaban. Tuvo que sentarse en el inodoro pues sus piernas era verdadera gelatina. Siempre odiaba las noches después de entregar su cuerpo, pero esta fue la primera vez que se lamentó no recordar lo sucedido.
El hombre dejó la toalla a un lado después de secar el rizado cabello del chico, éste no tenía ni fuerza para eso.
Agarró otra para el mismo y la pasó por la piel que Darien se encontró admirando. Si había alguien perfecto en este mundo, él podía ostentar ese título. El chico se lamió los labios resecos. Esperaba que la magia no se acabara tan rápido. No se permitía confiar en nadie, pero con este extraño se sentía realmente bien, y ni siquiera conocía su nombre.
Su nombre. Toda la noche con un tipo en el mismo cuarto que le había hecho de todo y ni siquiera sabía cómo se llamaba.
-Disculpa- Logró articular algo ronco - Me di cuenta que no sé cómo te llamas-
El gigante dejó de secarse y lo miró aunque no respondió.
-¿Es para ti tan importante saber el nombre de tu cliente?-
Darien se mordió la lengua y sólo giró el rostro avergonzado. Solo quería ser amable
-Anubis- El dios respondió al ver el semblante de su rostro. Los humanos le daban tanto interés a un simple dato como el nombre.
-¿Estás jugando conmigo verdad?-
Anubis lo miró incrédulo.
-¿Por qué lo haría? -
Darien volvió a girar el rostro. Otra vez su maldita lengua. Se aseguraría de mantenerla amarrada de ahora en adelante. Oyó como el tal Anubis soltó un suspiro, y lo miró de reojo.
Acto seguido soltó un grito ahogado y se cayó del inodoro pegándose a la pared de atrás con los ojos abiertos de par en par.
-¿Pero qué demonios?- El dios se había sorprendido con el repentino ruido.
-A a..nuu...anu. Anubis..- Dijo tartamudeando.
-Te lo acabó de decir- enarcó una ceja.
-Eres Anubis- Repitió señalando el espejo detrás de él con el dedo, que apenas contenía un movimiento estático. -El dios de la muerte-.
El hombre mayor miró sobre su espalda en dirección al cristal y se sorprendió. Sabía que su figura original era imposible de ocultar en los reflejos, pero los humanos no eran capaces verlo.
Sólo había una forma de que eso ocurriera y él lo iba a averiguar.
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