Último beso
Darien miraba anonadado de Anubis al nuevo dios buscando las similitudes físicas y allí estaban, el dios no mentía con sus palabras.
El chacal agarró bruscamente su muñeca y lo volvió a poner detrás de su espalda, quería mantenerlo cubierto del nuevo invitado, lo más que podía, sabía las consecuencias de que su pareja cayera en manos equivocadas, y las de su padre cumplían ese papel con creces.
Los dedos apretaron sin consuelo los delgados músculos inconscientemente y Darien ocultó un lamento de dolor, no debía alarmar al dios con nimiedades, no ahora. De seguro tendría hematomas, ya después le reclamaría.
El aura agresiva y oscura de aquel dios lo estremecía y él no era el único consciente de eso.
-Vaya recibimiento, después de varios cientos de años sin vernos- aquel rostro parecía un poema fingido.
-No quiero escuchar tus palabras, Anubis tensó tanto las mandíbulas que le dolieron, el pelaje de su cuello se había erizado y sus uñas habían creído algunos milímetros más- Seth-
Ohhhh, ahora todo tenía sentido. Darien comprendió por qué incluso Horus, que cuidaba a Tobías con cautela, parecía un animal a punto de explotar y materializaba su lanza. Seth, el traidor, el asesino de Osiris, la muestra de lo que un dios no puede ser y el maldito era su suegro.
-Eso que intentas ocultarme, me gusta-
La espalda de Anubis se tensó más si era posible.
-Mi señor- Bastet a su lado se revolvía tomándole de la mano y besándola.
-¿Cómo pudiste caer tan bajo?- Ra mostraba una expresión neutra totalmente opuesta del torbellino de sus ojos- Vender al Imperio por una rata como él-
La diosa lo miró y sonrió autosuficiente.
-No lo comprenderías, tú, desde tu gran trono, que solo atiendes lo que te interesa- se incorporó al lado de Seth- Él me prometió lo que no podrías darme, lo que nadie puede darme. Victoria, poder, y que mi mayor deseo se cumpla. Todo esto lo hice por ti Anubis. Después que termine esto, nada se interpondrá entre nosotros-
-Estás loca- el chacal casi escupía sus palabras con desprecio, nunca esperó que la puñalada por la espalda fuera por parte de ella.
-¿Loca?- se rió- no, mi querer, loca estaría sino hubiera hecho algo para salir de tu sombra, pero no te preocupes, pronto todo terminará.
-NASTET- Ra gritó antes que Anubis pudiera responder.
La esfinge cambió de forma en un santiamén y junto a tres bennu que salieron de entre las sombras se abalanzaron en dirección a los traidores.
Seth solo sonrió y su figura se fue difuminando hasta fundirse en una neblina negra que cubrió el cuerpo de Bastet.
-Esto es solo el principio- dijo antes de esquivar la garra de la Esfinge y desaparecer ante los ojos de los presentes.
-Demonios- Ra maldijo entre dientes- solo era una proyección de su imagen-
De repente la Tierra empezó a sacudirse y se detuvo solo segundos después y el Todopoderoso lo supo.
La guerra había comenzado.
-Anubis, se giró hacia el chacal- llévate a los humanos a un lugar seguro. Y déjalos con Kalet-
El último iba a protestar pero la mirada del dios mayor lo decía todo, no era momento de réplicas. Aquello era una emergencia.
-Nastet, reúne a las tropas en la frontera, la primera oleada debe llegar en cualquier momento-
La esfinge asintió y salió corriendo rugiendo a su camino.
-Horus, prepárate- el halcón asintió aflojando sus puños que soltaban las pequeñas gotas de sangre que habían quedado por apretar tanto sus dedos.
Darien se sintió atormentado mientras era arrastrado sobre el hombro humano de Anubis y a su alrededor los demás dioses, tanto mayores como menores corrían de un lado a otro, lo mismo con diferentes armas, como con armaduras, en serio la guerra estaba allí.
Anubis lo dejó en el suelo una vez hubieron entrado a un templo no tan grande y de gruesas paredes algunos niveles más abajo de la media.
-Aquí estarán seguros- Kalet afirmó chasqueando los dedos provocando que las diversas antorchas en las paredes se prendieran iluminando la estancia desgastada.
-Cachorro, espérame aquí, volveré dentro de poco- le dijo tan rápido que apenas pudo entender las palabras pero cuando se giró para irse Darien lo agarró del brazo.
-Espera- había desesperación en su voz- ¿Vas a luchar?
El dios lo miró y solo pudo atraerlo hacia su pecho y enterrar su rostro entre su cabello.
-Todo estará bien- besó la coronilla mientras sentía los brazos del menos rodear su cintura- Regresaré, es una promesa, y nunca más me volveré a ir de tú lado-
-No prometas cosas que no puedas cumplir-
Anubis impactado lo separó para encararlo pero lo que vio casi lo desploma. El rostro indefenso de Darien bañado en lágrimas.
-No te pediré que te quedes, no tengo ese derecho- sollozó intentando mantenerse firme- no te prometeré que te esperaré. Solo, solo- no pudo terminar la frase antes de estallar nuevamente en llanto y abrazarse al dios buscando su calor- solo no mueras, estúpido dios-
Anubis lo volvió a rodear con sus gruesos brazos e hizo un esfuerzo terrible para evitar que sus lágrimas escaparan de sus ojos.
-No moriré cachorro, no moriré-
-¿Puedo darte algo?- la voz temblorosa de Darien apenas era audible.
Buscó en el bolsillo de su pantalón y encontró el pequeño sobre. Lo abrió y extrajo su contenido.
-Sé que no es el mejor momento- sorbió su nariz-pero creo que es necesario.
Se puso en puntillas y rodeando el cuello de Anubis dejando sobre su cuello una delgada cadena dorada con un hermoso diamante pulido de color negro que podría fundirse con sus oscuros orbes.
El mayor solo pudo apreciar su regalo conmovido antes de abrazarlo y atacar sus labios como una fiera hambrienta.
Tal vez ese podría ser su último beso.
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