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Tras las sombras

Ese era el mejor momento para discutir. Pensó irónicamente Darien mientras los dos dioses, ante él, comenzaban una acalorada disputa de quien lo cargaría para salir de allí rápidamente. A patitas, la sombra los alcanzaría, así que habría que usar ciertos poderes divinos para escapar.

El único pequeño problema que lo tenía nervioso era esa misma sombra, se acercaba a ellos con una velocidad bastante preocupante.

-Ni se te ocurra ponerle un dedo encima Horus- Anubis parecía soltar su rabia por cada poro de su piel.

-Tienes las manos llenas, un empujoncillo no vendría mal- Y Horus por su parte se mantenía inquebrantable con sus nervios de acero.

Darien pateó la acera restregándose el pelo. Sino fuera porque los hombres le sacaban más de medio metro les hubiera dado un sopapo por la cabeza. Ya lo tenían harto. A uno lo odiaba y el otro, empezaba a mermarle la paciencia.

-Horus, estás cruzando la línea-

Darien mandó al demonio todo. Estos dos solo trabajaban en "equipo" cuando les convenía.

Se acercó a ellos dos y les dio un pisotón con todas sus fuerzas. Solo lo miraron con el ceño fruncido sin apenas dolerle la agresión. Maldito exceso de fibra muscular.

-Darien no te metas en esto- Anubis le gruñó, que su primo estuviera cerca de su pareja, después de todo lo ocurrido, lo tenía de muy mal genio.

-¿Qué ni me meta? dices. Acaso no ven que los que corremos peligro somos nosotros mientras ustedes dos están discutiendo como dos adolescentes precoces-

-Cuida tu lenguaje humano- Horus no parecía muy contento con la ofensa.

-Vete a la mierda Horus. Sé que la situación está tensa, yo soy el primero que no quiero que estés cerca, pero miren a su alrededor, no creo que sea el momento. Y tú, Anubis, estas bastante grandecito para sus provocaciones -

-Cachorro- le soltó en tono de aviso.

A Darien no le importó. Estaba que explotaba y no quería ser convertido en piedra por las irresponsabilidades de estos inmortales que poco valoraran los años de vida mortal.

-Si ustedes se van a quedar aquí discutiendo, bienvenido sean, yo me voy. Por favor dame a Tobías, yo lo cargo- el humano extendió los brazos hacia el chacal- No pienso dejarlo a su suerte

-Acaso te estás escuchando- bufó el halcón.

-Bájame- la voz de Tobías salió en un pequeño susurro y se movió entre los brazos de Anubis. Al parecer no solo uno, estaba harto de la situación. El dios lo miró y entrecerró los ojos -Puedo caminar. Suéltame-

-Eso no me lo creo ni yo- El chacal no parecía muy convencido al ver su semblante pálido- Tenemos que llevarte a un lugar seguro junto a Darien-

-Sueltame- le volvió a pedir y movió sus pies violentamente

Muy a su pesar lo dejó en el suelo evitando que se lastimara.

Darien corrió a su lado y lo sostuvo.

-Nosotros nos vamos, si quiere venir con nosotros y dejar su inmadurez, entonces adelante- el chico se estaba dejando controlar por la adrenalina, sabiendo que después podía arrepentirse.

-Demonios- de repente Horus exclamó entre dientes. La sombra que anteriormente estaba lejos había aumentado la velocidad y estaba casi debajo de ellos.

Los dioses se movieron a tanta velocidad que los chicos no pudieron reaccionar. Horus agarró a Tobías y desplegó sus alas alzándose en vuelo, mientras Anubis cargó a su cachorro, trasformando sus pies hasta la altura de las rodillas rompiendo sus zapatos y pantalones y dando un salto hasta la terraza del edificio de cuatro plantas detrás de ellos.

Darien no pudo gritar, se tuvo que tapar la boca para no devolver todo el desayuno por el rápido movimiento.

Anubis se detuvo sobre la terraza con el chico abrazado a su cuello conteniendo las arcadas.

-Aguanta- le pasó la mano por la espalda para ayudarlo a relajarse mientras no perdía de vista la sombra que ahora parecía seguirlos, subiendo por la superficie de la edificación.

Horus aterrizó a su lado con el humano cargado sobre su hombro.

-Oye- Darien giró su rostro con dificultad -Trátalo mejor, que fue herido-

Horus chasqueó los dientes y lo ignoró. Él no era nadie para darle órdenes, Aun así, lo acomodó.

-Creo que eso está detrás de nosotros-

-Tenemos que volver al Imperio, quedarse aquí es muy peligros- Anubis frunció el ceño.

-No podemos a menos que Ra habrá el portal, no nos dio amuleto esta vez para volver-

-Entonces solo nos queda resistir hasta que lo abra- sus palabras se quedaron en el aire cuando tuvo que volver a saltar hacia otro edificio, corriendo por la superficie vertical, rompiendo los vidrios a su paso, huyendo de la sombra que cada vez se volvía más densa y empezaba a separarse del suelo materializando una forma irregular.

-¿Qué es eso?- Darien miraba sobre el hombro de Anubis sin imaginarse que eso que ponían en las películas de horror fuera real.

-Es un Sheut, es un traga almas, consume la energía de todo lo que toca-

Anubis se detuvo otra vez. Su cuerpo estaba más que tenso. Algo no estaba bien.

-No deberíamos detenernos-

-Estamos rodeados-

Darien abrió los ojos. Horus revoloteó sobre ellos cuando una de sus alas fue envuelta en una neblina negra y casi lo derribó. El dio sacudió su parte divina y logró soltarse no sin dejar las plumas magulladas. Con esfuerzo cayó arrodillado al lado de su familiar, con su semblante desfigurándose por una mueca de rabia.

-Lo que me faltaba-

-Buen momento para que no puedas volar- el sarcasmo se oyó en la voz de Anubis.

Horus iba a protestar pero su primo lo agarró de la camina y lo empujó hacia atrás impidiendo que fuera atacado por una orla negra que rompió el cemento a sus pies.

El chacal saltó y se apartó quedando de nuevo a su lado. No confiaba aun en dejarle Tobías a su cuidado.

Los dioses tragaron en seco. Habían sido atrapados. A su alrededor una pared negra irregular los comenzaba a rodear muy rápidamente y se cerraba en torno a ellos.

-Creo que estamos en un gran problema, estúpido Ra, acaba de sacarnos de aquí- Horus retrocedió, algo inútil. Por reflejo pegó al joven en sus brazos contra él. Anubis hizo lo propio besando la cabeza de Darien.

-No te preocupes cachorro, saldremos de esta- al fin lo tenía en sus brazos, no podía dejar que se lo quitarán tan fácil.

Utilizar sus armas era inútil y sus poderes estaban descartados. Los Sheut no podían ser tocados, no podían ser destruidos, alguien estaba utilizando artillería pesada contra ellos.

Una luz brilló a sus espaldas que los hizo girarse. Una mano gruesa rodeó cada una de la de los dioses y antes que la pared los engullera completo fueron absorbidos junto por un portal junto a ese extraño al que no pudieron verle el rostro.

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