Soy de palabra
Darien comenzó a retroceder lentamente para perderse entre la multitud. Era más fácil para Anubis si él no estaba a su lado, después de todo, solo era un estorbo. Pero su brillante plan fue frustrado cuando fue tomando de la mano y bruscamente llevado hacia una de las tantas esquinas donde la luz era mínima y la oscuridad se tragaba cada movimiento.
Unos labios se unieron con los suyos y lo comenzaron a devorar como si no hubiera un mañana. Unas grandes manos rodearon su cintura y lo pegaron a su cuerpo como queriendo fundirse con él mientras su lengua se hacía camino y saboreaba cada rincón escondido y sensible de la boca de Darien. El chico primero se revolvió queriendo salir de esos brazos como grilletes a su alrededor, pero su cuerpo y su mente apenas eran conscientes de su pelea y rápidamente se rindieron para dejarse llevar por las caricias. Toda la rabia, frustración y dolor se desvanecían dejando sólo un vacío.
-¿Qué crees que haces?- Anubis sonaba molesto y agitado una vez que soltó sus labios.
-Darte el espacio que necesitas, encontraste la mujer para tu hijo ya yo cumplí con mi parte del trato-
-Acaso crees que lo nuestro termina se esta forma porque lo digas y ya-
No importaba lo que ocurriera o dijera Darien tenía que mantenerse fuerte o pagaría las consecuencias más tarde.
-Ya hablamos de esto. Yo soy un simple prostituto loco y tú contrataste mi locura. Es verdad que lo pasamos bien, increíble para ser sinceros, pero tú tienes una misión que cumplir y yo una vida que seguir, y será mejor que me prestes menos atención o perderás la oportunidad- Darien señaló con un movimiento del mentón a la chica que se estaba moviendo de un lado a otro y se perdía por momentos en la multitud.
Anubis maldijo chasqueando los dedos. No quería dejar las cosas entre ellos así pero el humano tenía razón y el castigo por no cumplir no era precisamente el más agradable. Por eso odiaba a los humanos, hacían una tormenta en un vaso de agua, pero por más que lo enfadara, por más cruel que fuera, ni un solo cabello de aquel chico podía hacer odiarlo.
Miró a Darien y se acercó hacia él bajando lo cabeza hasta que sus frentes se unieron hasta sentir sus propios alientos, y le puso una mano en la nuca evitando que rompiera el contacto. Darien se quedó quieto.
-No me importa lo que pienses o lo que reclames. Tú mismo lo dijiste, soy un dios, egocéntrico y egoísta, por eso te prometo que haré todo lo imposible para tenerte mi lado-
Esa promesa tomó al joven desprevenido, sus piernas se hicieron gelatina y su corazón casi quiso salirse del pecho. Supo que no mentía. Sus ojos estaban fijos en él y no había ni pizca de gracia en ellos. Solo en ese momento se dio cuenta de que por primera vez en su vida significaba algo para alguien, pero quien era él para atar a este hombre. Nadie.
-No prometas cosas que no puedas cumplir- Fue la frase más difícil de decir en toda su corta vida y tragó un sollozo.
Anubis sólo lo miró para darle un beso fugaz pero que revolvió más de lo que Darien quería en su interior.
-Pruébame y te mostrare que soy de palabra- Y diciendo eso se separó del chico y se encaminó hacia la pista de baile detrás de su presa.
El cuerpo entero de Darien se estremeció y se llevó una mano a la boca. Las lágrimas corrieron silenciosamente por su rostro. Qué demonios le había hecho este dios a él. Había llorado en pocos días más de lo que hacía en 5 años y aunque su pecho dolía, no era un ataque de pánico, era su corazón marchitándose en pedazos. Si eso era amar a alguien, prefería no hacerlo.
Se dirigió a la barra más cercada de las cinco del local limpiándose las mejillas y pidió una cerveza. No le gustaba el sabor pero en ese momento la necesitaba con urgencia.
La tomó y se dirigió a la salida trasera sin mirar la pista de baile, sabía que si lo hacía no le gustaría lo que encontraría y no creía poder soportarlo.
El aire frío de la noche lo golpeó refrescándolo in poco. Se dejo caer contra una pared y bajó la mitad se la botella de un sorbo. Sacó la lengua con asco e hizo una mueca. No sabía lo que encontraba la gente de bueno en ella. Dejó caer el resto de la botella con la otra parte del contenido lamentando haber gastado el dinero.
No quería tomar, no quería bailar, no quería estar ahí y menos con lo que ocurría adentro. Quería ir a casa lejos de todo y de todos. Se incorporó pero cuando se dignó a caminar una voz tras él lo paralizó.
-Que coincidencia. Nos vemos de nuevo, precioso- el chico se giró con dificultad para encontrarse cara con cara al que menos quería ver -Esta vez el entrometido de Anubis no nos interrumpirá-
Lo próximo que Darien supo es que todo a su alrededor se volvió negro.
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