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Nostálgico, por qué

Darien se removió inquieto hasta que una mano grande se posó sobre su cabeza alborotando su cabello.

-Tranquilo, estás muy alterado desde esta mañana- la voz de Mijel resonó en su pecho donde estaba recostado.

Allí en pleno parque, en su rincón de paz y tranquilidad donde podían enfocarse en sus propiosu3 asuntos, estaban acostados como cada tarde después de clases. Estar allí era relajante y eso era lo que Darien necesitaba por el momento. Desde que había visto a aquel hombre se había alarmado mucho. 

Había entrado en pánico cuando este intentó tomarlo de la mano y salió corriendo dejándolo con la palabra en la boca. Quién demonios era él y que quería. Tenía que tener cuidado no fuera un acosador que lo quería por su dinero, su padre se lo había advertido en varias ocasiones. Aun así creía haberlo visto en algún lugar y su corazón palpitaba cada vez que lo recordaba

-Qué estupidez- balbuceó en voz baja y Mijel se rio

-Cualquiera que no te conoce te trataría como un loco-

-No te rías- se incorporó y lo golpeó en el brazo.

Mijel sonrió y poniendo una mano sobre su noca lo atrajo hacia él robándole un apasionado beso.

-Sabes que solo es bromeando- volvió a besarlo.

-Aquí no, te conozco y si es por ti no regresamos con la ropa intacta- Darien se separó jadeando pero sonriendo igual-

-Como ordene mi príncipe, pero solo si me vuelve a besar-

-Malcriado- Darien volvió a unir sus labios pero esta última vez se sintió algo diferente, incómodo por así decirlo.

Anubis apretó los dedos de sus manos hasta dolerle. Sentado en la cama de su cuarto, estaba realmente molesto. Primero su cachorro no lo reconocía, después huía de él y por último y para rematar lo veía besándose a saber con quién. Sabía que esto pasaría pero no estaba preparado, era demasiado. 

Una neblina negra comenzó a volver todo difuso y Anubis se alarmó recobrando la compostura, no podía rendirse o sino lo perdería todo.

Toth le había indicado lo que debía hacer. Había utilizado un conjuro para poner a prueba lo poco que quedaba de su alma en el cuerpo del humano, exagerando los deseos internos y pasados del chico. Anubis simplemente tenía que entrar en esa ilusión interno y hacer que lo reconociera, de esa forma podría traerlo consigo atándolo con su fuerza espiritual, pero si el chico renegaba de él y se mantenía aferrado a sus deseos solo significaba que el alma no quería volver.

Parecía simple, pero nada más lejos de la realidad. A Darien le habían dado todo lo que no tuvo y que más deseaba. Qué podría darle él. Acaso su amor. Ya había hecho y ahora estaban en esa situación. La incertidumbre lo volvió a sacudir. Tal vez era mejor dejarlo vivir esa ilusión, al menos parecía feliz, incluso si todo era falso. 

La neblina se volvió más densa. El collar en su pecho quemó y Anubis abrió los ojos. Tomó la pequeña prenda y la miró para besarla. 

-Tú tampoco quieres que desaparezca, no es lo correcto- suspiró y un peso se fue de sus hombros junto a la inseguridad.

No había hecho eso para dejar las cosas a su suerte, aquello era solo una ilusión y el también perecería si fallaba. Se daría una oportunidad, sino funcionaba y Darien estaba realmente cómodo con aquello desistiría, pero si veía una sola pizca de esperanza, nada lo detendría.

***

Darien miró por el borde de la esquina para ver si estaba relativamente desierta, más bien si esa persona no estaba allí. Podría coger otro camino, pero eso significaba más gentío, más largo el camino y llegar tarde, además no había terminado durmiendo la noche preguntándose quien era ese hombre. De curioso no tenía ni un pelo así que la intriga lo estuviera carcomiendo era algo nuevo para él.

-¿Me buscas?-

Darien dio un salto que casi cayó de nalgas al escuchar esa voz en su espalda.

Su cuerpo se volvió a tensar y lo miró de arriba abajo. Aun con su imagen despreocupada de jean, camisa blanca con varios botones abiertos, cabello suelto y manos en los bolsillos, parecía un modelo salido de una revista.

-¿Quién eres, cómo sabes de mí?- y allí esta él entablando una conversación con un total desconocido que lo acosaba.

Anubis ladeó la cabeza de lado dejando que los mechones de cabello se desplazaran por su hombro captando la atención de Darien. Sus manos picaron queriendo tocarlos. Sacudió a cabeza enfocándose.

-De verdad que no me recuerdas cachorro, después de todo lo que pasamos-

Darien enarcó una ceja

-¿Pasamos? ¿Tú y yo? Donde estaba yo en ese momento que no me acuerdo. Esta es la segunda vez que nos vemos-

-¿Estás seguro?- Anubis se acercó sin alarmarlo hasta acorralarlo contra el muro detrás del chico, dejándole espacio para que no se sintiera presionado, no sería bueno que saliera huyendo nuevamente.

El joven asintió con la cabeza, algo nervioso. Esta vez, en vez de querer salir huyendo, el olor de aquel hombre lo tenía embelesado. El celular en su bolsillo vibró y lo sacó para ver el nombre de su novio escrito, habían quedado que ese día se encontrarían en el parque para ir juntos.

Iba a responder la llamada cuando el teléfono fue sacado de sus manos y colgado la llamada por parte de aquel desconocido.

-Oye, no puedes hacer es...- sus palabras quedaron en el aire cuando su boca fue sellada.
Anubis acorraló al chico contra el muro mientras devoraba sin consuelo sus labios. Una ola de celo lo había cegado y haciéndole perder el poco control de si mismo que mantenía. Para su sorpresa el cuerpo debajo de él en vez de pelear para apartarse, se pegó más al suyo y enrolló sus brazos en su cuello respondiendo con la misma intensidad.

Anubis se separó algunos minutos después para ser atraído de nuevo haciéndole dar media vuelta y su espalda quedar contra el concreto esta vez. Darien lo volvió a besar salvajemente mientras ambas lenguas danzaban juntas desenfrenadas. Las manos del chacal bajaron hasta sus nalgas y lo levantó atrayéndolo más hacia él, dejando que sus delgadas piernas se enroscaran en su cintura. Suerte que nadie pasara por allí en ese momento, pues se llevaría un espectáculo un poco escandalizador.

Darien se separó jadeando y atolondrado, con un rubor en sus mejillas y los labios inflamados.
-En serio, quién eres, por qué mi cuerpo reacciona así-

Anubis sonrió aliviado

-Te lo dije, yo soy Anubis y tú...- dejo un beso en la comisura de sus labios- tú eres mi cachorro.

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