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No te vayas de mi lado

Agobiado. No, esa no era la palabra correcta. Aterrorizado, tampoco, había tenido otros eventos más traumáticos y vivir para contarlo. Confundido, muchísimo. No todos los días te dicen que eres un fenómeno con la capacidad de matar a un dios y de paso, ser descendiente de uno.

Agarró las sábanas bajo él, con los puños y las apretó hasta doler. Como que su locura y su vida anterior no estaba mal en comparación con su actual, podía lidiar más fácil con eso.

Miró la habitación que Ra le había designado, era espaciosa y bien amueblada. Le habían llevado un plato con más comida incapaz de digerir en ese momento. Se había dado un baño caliente cuando lo habían dejado allí con el agua de una tina especialmente preparada. Ahora esperaba a que trajeran a Anubis. Eso si había sido otra discusión con el Todopoderoso dios, que se negaba a que estuviera con alguien. Solo le había dejado una opción. Chantajearlo. Amenazarlo con sus mismos métodos, si no dejaba que Anubis estuviera a su lado, le contaría a cualquiera lo que habían descubierto.

Ra le había dicho que eso solo lo pondría en peligro, pero en peligro había estado tantas veces que una más no haría la diferencia y en este momento, era mejor estar con alguien conocido, que solo a su suerte.

La puerta de la habitación se abrió y dos bennu aparecieron llevando a su pareja en brazos. Darien se levantó corriendo y lo recibió en los suyos al soltarlo en la entrada cayendo de rodillas.

Lo rodeó para encontrarse con su espalda llena de dolorosos surcos en carne viva. Las dos criaturas se fueron cerrando la puerta a su espalda. Darien frunció en ceño sintiendo el cuerpo más grande sin fuerza y jadeando. No era quien, para juzgar, pero se habían ensañado con el castigo. Eso tenía una pinta horrible-

-¿Anubis, puedes moverte? no puedo llevarte yo solo a la cama- el dios levantó levemente la cabeza y asintió débil.

El chico hizo de soporte para el gran hombre y aun así les costó un tiempo respetable cubrir los metros que los separaban de la cama. Lo ayudó a acostarlo sobre la cama boca abajo teniendo una mejor vista de su piel herida. El corazón de Darien se paralizó y las lágrimas nublaron su vista. Eso había sido su culpa. Si no hubiera escapado, sino hubiera roto el hechizo, si solo no hubiera dejado que Anubis lo mimada y protegiera, no estuviera recibiendo el castigo por destruir el manantial. Sabía que era duro consigo mismo siempre echándose la culpa de todo, su madre le decía que era una desgracia que hubiera nacido, trayendo problemas a todos a su alrededor, tal vez era verdad.

La mano de chacal sobre la suya lo sacó de sus atormentadores pensamientos. Sobó su nariz y secó las lágrimas de su rostro.

-No te culpes cachorro- Su voz era apenas audible y ronca -No fue tu culpa-

-Hablas por ti- Acarició la piel del brazo manchado con diminutas gotas de sangre- Sino fuera por mí, no estuvieras en esa situación-

-Y si yo no me hubiera relacionado contigo no te hubiera pasada nada de esto- Sonrió débilmente- Estamos a mano-

Darien tragó una risa soltando otra lágrima

-Ese análisis tuyo no tiene sentido-

Anubis apretó su mano mientras cerraba los ojos.

-No te vayas de mi lado Darien. Puedo soportar esto y mucho más, pero te quiero junto a mí-

Las palabras del dios hicieron eco dentro del chico que soltó un sollozo como si fuera un niño. Ya había perdido la cuenta de cuantas veces había llorado. Tantas que podía seguir.

-Vamos a limpiarte- Se levantó de la cama y buscó la primera tela limpia que le apareció. Se secó el rostro ahora algo colorado y los ojos hinchados y volvió con vasija con agua caliente que había quedado inutilizada del baño anterior. Dejó las cosas sobre el borde de la cama y llevó los dedos al shenti manchado de Anubis.

-¿Puedes levantarte un poco?- Anubis asintió y con un gemido leve le hizo caso

Rodeó su cintura con los brazos y metió las manos por debajo de su cadera abriendo la prenda que se amarraba adelante y la soltó arrastrándola hasta sacarla completamente, dejando al dios desnudo sobre la cama.

Mojó la tela y la pasó lo más delicado posible por cada surco que poco a poco se estaban cerrando, pero por la velocidad le tomaría un día entero. Limpió cada herida bajo los gemidos reprimidos del hombre que solo fruncía el ceño ocultando el dolor.

Darien dejó el trozo de tela para tomar otro y pasarla por los brazos, las nalgas y las piernas. Mojó su cabello y lo secó.

-Puedes ponerte un poco de lado- Anubis lo hizo con los ojos cerrados y con ayuda de Darien. Limpió el pecho y el abdomen dejándolo lo más limpio que le permitió la posición.

-¿Mejor?-

-Si mucho mejor, gracias- Un suspiro de alivio salió de sus cansados labios- No te preocupes por las heridas, dolerá un poco, pero para mañana estará casi curadas. Ven acá- lo tomó de la mano y lo jaló hacia él, acostándolo bajo su cuerpo.

Puso la cabeza en el pecho más pequeño y rodeó la cintura con su el brazo.

-Quédate así hasta que me duerma- le dijo mientras sus ojos volvían a cerrarse dejando caer parte de su peso sobre Darien.

El chico no protestó. Acarició el cabello largo y bicolor suavemente sintiendo la respiración ya constante y cálida sobre su piel. Allí dentro de ese cuarto cualquiera que los viera diría que solo estaban descansando, pero el chico sabía muy bien que Anubis solo garantizaba que él no se escabullera de sus manos.

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