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Más que peligroso

Si había algo peor que la muerte, era el aburrimiento, y Darien se estaba muriendo de aburrimiento, literalmente. Habían pasado tres horas desde que se había levantado y no tenía nada que hacer. Anubis dormía como un tronco recuperándose de sus heridas, y no se atrevía salir solo, a saber, que le podía ocurrir. Tenía más que experiencia para que los problemas lo siguieran cada vez que se encontraba solo.

Suspiró recostándose en el borde de la ventana que daba a un inmenso jardín con más bloques de adorno que césped. Algunas esculturas de aquí para allá daban un poco de vida. Las miró una por una entreteniéndose memorizando su aspecto, no tenía más nada que hacer mientras esperaba. Dos siluetas a lo lejos irrumpieron la soledad de aquel lugar y Darien se incorporó. Uno de ellos, el más moreno y de baja estatura no lo reconoció, pero esa máscara no tenía confusión. Un sentimiento indescifrable revoloteó en su estómago al verlo caminar.

Como todo un profesional que estaba hecho pasó las piernas por el marco de la ventana y saltó el metro que lo separaba del suelo no sin antes darle una última ojeada a Anubis que no se movía.

Caminó rápido para encontrarse con él agitando las manos para llamar su atención.

Cómo se llamaba. Se restregó el cerebro, Nati, Tinet, Nastet. Una sonrisa cruzó su rostro al recordar su nombre. Por un momento se sintió estúpido sintiéndose feliz por una persona con la que apenas había intercambiado algunas palabras.

Los dos hombres se detuvieron y el mayor tuvo que poner una mano sobre el hombro de su acompañante deteniéndolo, pues ya había sacado uno de los cuchillos del borde de su shenti y se disponía a atacar al humano.

Darien se detuvo viendo la acción y retrocedió un paso.

-No te hará daño- sonó detrás de la máscara.

El humano no se movió, aunque sin liberar la tensión de su cuerpo.

Nastet dejó al chico a un lado y fue hacia Darien poniéndose delante de él.

-No deberías alejarte de Anubis-

No respondió.

Nastet era intimidante con aquella máscara y cuerpo y recordar que su figura original era aquel bicho de tres metros lo estremeció. Inconscientemente retrocedió otra vez, pero el dios lo agarró de la mano atrapándola como si fuera un grillete.

Quiso escapar, pero supo que era inútil, su cuerpo se congeló en el lugar. La Esfinge llevó su mano a la espalda y sacó un pequeño puñal decorado en bronce y cuero.

El chico se sacudió pensando que sería herido...otra vez..., solo se calmó cuando la pieza fue puesta en su mano acorralada.

Miró hacia abajo cuando los dedos lo liberaron. Pestañeó confuso.

-Esto...-

-Mantenlo contigo. Sera más útil de lo que imaginas-

Darien seguía sin comprender. Aquel era un dios raro, e impredecible.

-Vuelve con el dios de los muertos, a Ra no le gustara saber que saliste de la habitación sin permiso-

-Ni que fuera un prisionero-

El dios no le respondió el comentario, pero el joven creyó oír un bufido saliendo de él.

Darien lo ignoró y retrocediendo volvió corriendo por donde había salido deteniéndose en el medio y dándole las gracias mientras resguardaba el puñal sobre su pecho.

-¿Quién es él?- La voz de Kalet a su espalda sonaba más curiosa que molesta.

-Alguien especial para un amigo, y si sigue aquí, alguien importante para Ra-

El dios menor cruzó los brazos sobre el pecho desnudo alzando una ceja.

-Pareces interesado en él. Tú nunca das regalo-

-Se me fue encomendado entregarle la daga- Nastet lo enfrentó.

-Esa daga la protegías con tu vida, debía ser muy importante el dueño de esta-

La Esfinge pasó los nudillos por la bronceada mejilla.

-¿Celoso?-

Un segundo de silencio.

-Ni en tus sueños más húmedos-

Kalet le dio la espalda y siguió caminando seguido después por su maestro que pronto lo igualó

-¿Quiéres un regalo tú también-

-No lo necesito-

-En serio- Lo retó.

-No insista- Kalet le respondió.

Darien se sentó en el borde de la cama y se recostó al cuerpo de Anubis. Sentir su piel y su respiración era un recordatorio que estaba junto a él. Estudió curioso el arma blanca en sus manos, parecía más una pieza antigua de museo que un puñal utilizable. Le había dicho que le sería útil, por alguna razón sería. Pasó los dedos por el cuero viejo de la funda y se sintió suave al tacto a pesar de su aspecto. Quitó la protección y se quedó maravillado al darse cuenta que el filo estaba intacto y brillante, como si solo el exterior era el que se había deteriorado. Rozó el metal pulido y este se iluminó débilmente mientras una parte de su energía era absorbida por el puñal. Raro, maravilloso y aterrador. Se encontró sonriendo otra vez. No sabía por qué pero la atesoraría.

Un pequeño sonido salió de los labios del dios a su lado y su concentración se esfumó. Todavía seguía dormido. Las heridas en su espalda dentro de poco serían un recuerdo y tenía un mejor aspecto. Llevó su mano a su cabeza y acarició el largo cabello deleitándose con su rostro descansando en calma.

***

Ra bebió la décima copa de vino ese día y aun no se relajaba. Odiaba su resistencia incluso al alcohol más fuerte. Los pasos de dos personas le hicieron dejar la copa sobre el suelo y mirar al frente. Nastet y su protegido habían llegado. El primero se sentó delante de él en la mesa baja, sobre los cojines rechazando la copa de vino que le brindó. El segundo se inclinó y se retiró de la sala bajo la mirada de su maestro.

-Esfinge- Ra le llamó la atención

Nastet volvió su rostro hacia el magnate.

-Disculpe mi insolencia- Si había algo que era sabido era que nadie, en todo el Imperio, podría sobrepasarse con Kalet. Él era una propiedad de Ra y lo que era de Ra no se tocaba, aunque el chico no era muy consciente de esto y su relación con su persona, de maestro a alumno podría malinterpretarse.

Ra le hizo un resumen detallado de la situación y si no fuera por la máscara del guardián podía jurar que tenía una expresión se asombró en el rostro.

-A lo que te refieres con matar a un dios...-

-Es la destrucción de todo su ser. Perder la capacidad de volver del mundo astral, no poder resucitar como Osiris-

-No pensé que existiría nadie así-

-Yo tampoco- Ra volvió a tomar otro trago- Es un arma de doble filo. En nuestras manos no hay problema, pero en las equivocadas hasta mi vida corre peligro y más cuando cada vez se hace más fuerte su inmunidad a nuestro poder-

Nastet cerró el puño con la preocupación creciendo en su interior. Al ser el guardián del Imperio y con la tarea de entrenar a las tropas y a los mismo bennu, era la persona de más confianza del trono y sabía que ese secreto no podía salir de aquel cuarto, porque si no las cosas se podían poner más que feas. Algunos dioses no estaban de acuerdo con el rey actual o simplemente querían más poder. Darien era una persona peligrosa.

***

El chico, en su total ignorancia de la magnitud de su poder despidió a la mujer que, por no sabía que vez, le traía sino comida, ropa o cualquier cosa que pudieran necesitar. Cerró la puerta y apoyó la frente en la madera. Un suspiro largo salió de sus labios.

Unas manos se posaron a cada lado de su cabeza y un cuerpo grande, sólido y desnudo lo apretó contra la puerta. Darien sonrió restregándose como un gato bajo el contacto y cada curva del cuerpo masculino, cálido excitado.

Una voz ronca acaricio su oreja mandándole un estremecimiento hasta la punta de los pies.

-Ya estoy al 100%-

Nota: hola. Se que esta semana solo actualizo una vez pero mi salud ha ido en declive y no he estado en mi mejor momento. Espero estar mejor la semana que viene para seguir el cronograma de actualizaciones.

Y muchas gracias por todo su apoyo. Ya somos mas de 20k y estoy super feliz.

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