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Más Nutella. Especial de San Valentin II


Darien temió que sus muy chismosos vecinos oyeran los gemidos de placer de su pareja, cliente, empleador, lo que fuera ese hombre junto a él, pero todas sus preocupaciones se esfumaron al sentir el sabor mezclado de lo que su boca estaba saboreando. Apenas podía llegar a la mitad sin tener que forzar todos sus músculos, aunque la mano que acariciaba su cabeza no lo forzaba y la cadera de Anubis se mantenía en su lugar evitando así que se ahogara por accidente. Pero él no quería que fuera así, quería darle más placer, hacerle perder el control y verlos derrumbarse gracias a él. Y con esa idea se esmeró con todo su esfuerzo.

Relajando su garganta llevó el miembro, al cual ya no le quedaba rastro de chocolate, hasta lo más profundo que pudo apretando allí el glande. El cuerpo de Anubis se estremeció y tembló. En su rostro mostraba tanto placer como dolor por contenerse. Pero él forzaría ese control. Le demostraría que en su terreno ni siquiera un dios era capaz de ganarle.

Rodeó el falo con la lengua y lo saboreó mientras apretaba los testículos de Anubis con el borde de las uñas.

-Darien, detente- gimió agarrando el cabello con su puño y empujándolo hacia atrás sin hacerle daño, pero el humano no cedió.

Cerró sus labios y empezó un movimiento de vaivén hasta que la cadera de Anubis se movió junto con él llevando su miembro lo más profundo que pudo. Su cuerpo se tensó y casi convulsionó al soltar el líquido blanquecino dentro de la garganta del chico.

Darien no lo soltó hasta tragar cada gota de su semilla. Abrió la boca y limpió lo que quedaba alrededor no desperdiciando nada del preciado néctar que le pareció más dulce que cualquiera que hubiera probado antes.

Anubis se agarraba a la meseta que ahora se había agrietado, tomando todo el aire que sus pulmones le permitían. Estaba extasiado, pero no terminaría allí. Miró a Darien aún arrodillado. Recogió el hilo de semen que se había escapado por el borde de sus labios y se lo llevó adentro de la boca para que terminara bien lo que había iniciado. Nunca pensó que pudiera llegar al orgasmo tan fuerte sin estar dentro de alguien. Tener a Darien en todos sus sentidos era mejor que tenerlo a su merced, el placer llegaba a otros límites.

Se inclinó hacia adelante y lo agarró por debajo de sus brazos y sin esfuerzo lo sentó el en borde de la meseta asegurándose que no se hiciera daño con los pedazos dañados, otra cosa que tendría que tener en cuenta, pero eso era para después. Le abrió las piernas y se metió entre ellas mientras dejaba caer la camisa al piso.

Darien le rodeó el cuello y lo acercó llevando los gruesos labios del hombre hasta los suyos. Se moría por saborearlos otra vez desde la primera vez que el dios le había robado un beso. Y fue recompensado con caricias un poco desesperadas. Curvó la espalda hacia atrás juntando sus caderas mientras sus pechos casi se fusionaban.

El humano gimió en su boca y eso solo hizo a Anubis querer devorarlo. Enredó su lengua con la de él y sintió su propio sabor en el paladar del chico. Descendió lamiendo el cuello donde la vena latía desenfrenada. Chupó la piel dejando una vistosa marca que sabía que duraría días en desaparecer.

-No hagas eso- Darien soltó en un gemido mientras enterraba las uñas en la musculosa espalda.

-Tú hiciste conmigo lo que quisiste, ahora es mi turno de comerte- dijo contra su piel.

-Ahora quién es el travieso- los dos rieron para luego seguir explorándose.

Anubis embarró otro dedo pero esta vez lo pasó por el cuerpo de su pareja. Lo lamió dejando pequeñas mordidas que solo estremecían el cuerpo del menor. Llevó sus dedos al borde del piyama y lo comenzó a bajar dejando a la vista el miembro erecto de Darien. Sonriendo lo llevó a su boca y succionó.

El humano se echó hacia atrás y recostó su espalda sobre los azulejos que le parecieron de hielo bajo su ardiente piel. Impulsó su cadera bajo las caricias de Anubis que ahora lo masajeaba con su gruesa mano mientras besaba el interior de sus muslos. Sintió de repente una invasión que lo hizo soltar un grito algo agudo. Abrió los ojos que no supo cuando los cerró, y vio el brillo dentro de los orbes negros del dios y sabía que algo tramaba.

Intentó incorporarse pero una pesada mano sobre su pecho detuvo sus movimientos mientras otro dedo dilataba su interior, buscando algo, y Darien sabía que era. Y supo que lo había encontrado cuando una corriente eléctrica lo recorrió curvando su espalda y gimiendo muy fuerte.

-Lo sabía, estaba aquí- volvió a acariciar ese punto especial que le hizo soltar lágrimas al chico.

Anubis se levantó en todo su esplendor y se posicionó entre las piernas dobladas poniendo presión en su agujero con su miembro mientras comenzaba a penetrarlo. El cuerpo de Darien cedió mágicamente a la invasión como sabiendo lo que venía después y rodeó la cintura con las piernas mientras apretaba con fuerza los antebrazos de Anubis. Por un momento la fricción se sintió un poco incómoda y al darse cuenta que no tenía ningún lubricante cerca, Anubis lo sustituyó por la viscosa crema de chocolate. Algo nuevo que probar, dejó caer una generosa cantidad, antes de volver a moverse. Cuando lo sintió dentro de él, hasta la empuñadura Darien se echó hacia delante y mordió el cuello de su invasor para evitar gritar de nuevo.

El inmortal agarró su nuca y la masajeó mientras el dolor y el placer se fundían en su cuerpo como una banda de fuego. Comenzó un movimiento de vaivén agarrando la cadera del chico para que se mantuviera en su lugar mientras él lo penetraba. Poco a poco fue aumentando el ritmo guiándose por los gemidos desenfrenados de Darien, con que él disfrutara era suficiente.

Sus cuerpos estaban pegajosos y húmedos y el olor a sudor y chocolate los aturdía. Anubis gemía en su cuello mientras se hundía más fuerte y las paredes cálidas del interior del humano lo abrazaban pidiendo más.

Un nuevo orgasmo se comenzó a formar dentro de él y sus músculos se volvieron a tensar deliciosamente. Cargó a Darien y lo llevó hasta el colchón donde lo puso y le dio la vuelta poniéndolo sobre sus rodillas mientras se posicionaba detrás y sin dejar de penetrarlo volvió a moverse. Darien apenas era consciente de lo que ocurría. Su mente ya no era capaz de razonar, lo único presente era la sensación de su cuerpo y del dios que lo llevaba a límites que ni el mismo conocía.

Apenas con energía, logró girarse y atraer de nuevo a Anubis, quería ver su rostro cuando se viniera dentro de él. Lo apresó con sus piernas cruzadas sobre sus glúteos mientras éste aumentaba la fuerza llegando a la cúspide del placer. Darien lo siguió dejándose llevar por completo y perdiendo el conocimiento por algunos segundo, por las intensas sensaciones.

Al abrir los ojos se encontró con el rostro satisfecho y sorpresivamente ruborizado de Anubis sobre él, que lo besó ligeramente. Las hebras largas de cabello acariciaban su sensible piel.

-Necesitas un nuevo colchón, urgente-

Darien solo pudo reír a todo pulmón, como hacía años no lo hacía.


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