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Maldita abstinencia


Anibis lanzó al chico a la cama de tamaño imperial en cuanto entró al cuarto de hotel de media clase. No se gastaría tanto dinero en un revolcón. Decía eso pero la verdad, estaba más caliente que las veces que recordaba.

Los grandes ojos del chico lo tenían cautivado y desprendía un olor a canela que lo tenía dolorosamente duro. Ya después se enfocaría en por qué el poseía el aura dorada, pero ahora su mente estaba en satisfacer su cuerpo.

La tela de la camisa lo comenzó a sofocar y se la quitó dejando a la vista su torso bronceado y definido en forma de triángulo invertido.

Estaba más que conforme con su figura humana a semejanza de su verdadero cuerpo, solo extrañaba el medio metro de más. Con su altura, que de por si era respetable, no podía mirar por arriba de la cabeza a la raza inferior de los humanos.

El chico acostado en la cama lo seguía observando con los ojos vidriosos pero que no enfocaban nada. Aunque lo escondido en su pantalón demostraba que le gustaba lo que estaba delante de él.

Anubis se acarició el pecho y descendió la mano por la piel lampiña hasta el borde de sus jean desatando el cinturón y abriendo los botones, liberando su miembro.

El jovencito se contorneó para ver su regalo y se enderezó inestable para sacarse la camisa negra de cuero de al menos dos tallas más pequeña.

El dios se quedó mirando el acto relamiéndose los labios admirando el cuerpo sumamente delgado y blanco, hasta que descubrió marcas rojas visibles en su cuello y alrededor de sus tetillas. Algunos verdugones que amenazaban con hacer un muy feo morado se tallaban sobre su cintura perdiéndose en su espalda.

Maldijo internamente. Su juguete de hoy ya había sido probado por alguien más en más de un sentido. Sintió indignación y maldijo su suerte, que ni si quiera le mandaba algo decente. Tomó al chico de los tobillos y lo jaló hacia él. Agarró el borde de su jean y los sacó de un tirón dejándolo solo con la prenda superior aun enredada en sus codos.

El chico solo volvió a reír como si aquello no le importaba.

Abunis estudió su cuerpo lleno de marcas mientras su agujero estaba rojo y aun chorreaba semen de la actividad sexual recién.

-Si no.. te gus taaaa te puedes irrr- dijo el humano atropellando los palabras- peroo pa gaa por arrastrarrrrrme.

Anubis enarcó una ceja. El prostituto bajo él, estaría fuera de sus cabales, pero estaba muy consciente de la recompensa de su servicio

Río irónico. Aunque al final no le importó mucho. Ya era muy tarde para salir a buscar personas y como estaba el día, no creía encontrar algo mejor

-Quien dice que me iré- Se inclinó hacia el dejando que su cabello largo acariciara la piel más joven estremeciéndola.

-Te haré gritar tanto que olvidarás haber tenido sexo con alguien más-


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