Lo más difícil es creer, es confiar
Darien abrió los ojos para sentir un bic, bic, bic, constante que taladraba su cerebro. La luz blanca sobre él lo cegó y el fuerte olor a desinfectante lo mareaba.
-¿Está bien?- una suave voz le hizo abrir lentamente los ojos enfocando con dificultad el cuerpo de una mujer delgada, vestida de blanco.
Ohhh, estaba en el cielo, aunque el bic taladrador no cesaba.
-Qué bueno que despertó, no teníamos esperanza que lo hiciera tan pronto-
Espera ¿dónde estaba? Darien intentó incorporarse para sentir cada hueso de su cuerpo crujir, soltando un grito en el acto.
-Por favor. No lo haga. Doctor, doctor, venga enseguida-
No lo podía creer. En un hospital, estaba en un hospital.
-¿Qué me pasó- Hablo con la voz pastosa, como si hiciera mucho no lo hiciera.
-Tranquilice paciente, usted ha estado en coma por todo un mes, no debe forzarse, es contraproducente. Una persona lo trajo con una vestimenta algo extraña y hasta ahora se mantuvo en ese estado-
Sus ojos se abrieron ante la noticia. Un mes, había estado todo un mes en...COMA. El mundo le dio vueltas y creyó que vomitaría. En eso llegó el doctor y revisó la pantalla de uno de los tantos aparatos unidos a él.
-Su presión es estable, su respiración también, solo esta alterado. Le mandaré una vacuna para tranquilizarlo- le dijo más a la enfermera que a Darien.
-Y si aprovechamos para rellenar el cuestionario. No sabemos si puede volver a caer en coma-
El doctor asintió con duda
-No lo fuerce tanto, acaba de salir de un estado muy delicado-
La mujer hizo un movimiento de cabeza y desapareció de su lado solo para volver con una tablilla y papeles. Se sentó en una silla y empezó el interrogatorio.
-Nombre-
-Darien-
-Apellidos-
-No tengo- la mujer casi sonrió con una ceja alzada.
-Todos tenemos apellidos-
-Yo no, mis padres renegaron de mi cuando era más joven-
-¿Ok?- la enfermera anotó algo en el papel indecisa.
-Edad-
¿Qué día era hoy? ¿Qué año era hoy? no sabía, el tiempo corría de la misma manera en los dos lugares, ni idea. La mujer con amabilidad le respondió su incertidumbre.
-20 años- su fecha de cumpleaños había pasado y él no se había dado por enterado.
-Trabajo-
Darien no respondió. No creía que fuera adecuado decir a lo que se dedicaba y más cuando ponía flor de piel los últimos acontecimientos.
La mujer volvió a escribir algo sin sentido.
-Seguro social-
-No tengo- esa era mala, como pagaría los gastos por el tratamiento en el hospital.
Varias preguntas siguieron después de esa y el respondió mecánicamente. Su mente apenas podía pensar como para inventarse algo.
-Eres un muchacho con suerte- le dijo la enfermera rato más tarde.
-En serio, no me digas- Darien escéptico.
-La persona que te trajo pagó todo el tratamiento y la estadía en el hospital y te dejó un sobre con lo poco que traías arriba-
El chico volvió a intentar incorporarse en vano.
-¿Cómo era? Alto, con el cabello veteado, ojos negros. La esperanza de que Anubis hubiera estado a su lado, que lo que había oído fuera mentira palpito dentro de él.
-La verdad no, pude verlo de lejos y recuerdo que era como de tu estatura, con el cabello rubio oscuro muy lacio-
La ilusión se deshizo en pedazos.
-Y dejó dicho algo- esperaba que no fuera un antiguo cliente para pasarle factura después.
-No, nada importante, que tomarás el sobre cuando te diéramos el alta y que lo emplearlas bien-
Darien no le importaba el resto de las palabras. Anubis no había ido tras él. Tal vez no se había enterado de lo ocurrido, no tenía su manilla así que no podía rastrearlo, aunque....ya había pasado un mes.
Tres días más tarde fue dado de alta viendo que no había complicaciones mayores. Revisó el sobre que solamente estaba con el shenti que tenía en el momento de ser empujado. Se estremeció. Todo cayó de golpe sobre él y se tuvo que sostener de una pared. Las palabras de aquella mujer aun retumbaban en su mente, y no saber si era verdad o mentira era la peor parte. Tampoco podía confiar en Ra, él lo había mandado a llamar solo para ...enviarlo de vuelta y Anubis no había hecho acto de presencia.
El sonido del papel en sus manos lo hizo mirarlo. 300, 600, 1000, 3000 dólares habían dentro.
El chico casi se sentó de nalgas. Quién en su sano juicio regalaba esa cantidad de dinero a un desconocido.
Cerró la boca de la impresión y su corazón latió.
Entró a si apartamento con la copia de la llave que guardaba el casero y el olor a humedad lo repugnó. Tendría que limpiar. Se sentó en la cama que el dios le había regalado y tantos recuerdos pasaron por su mente. No, no perdería la esperanza, seguro que vendría. Estaba claro que no sabía dónde estaba, pero en su casa era imposible que no lo encontrara. Esperaría, el chacal lo quería, o eso había dicho él, aunque nunca le había mencionado aquellas palabras que la mujer profesaba una y otra vez. Anubis nunca le había dicho que lo amaba, ni siquiera que lo quería.
Repetía que lo quería a su lado, pero eso mismo le había dicho cuando le pidió que trabajará con él. Sacudió la cabeza. No debía pensar negativamente, él no era un problema insufrible y Anubis tenía sentimientos por su persona, o eso creí. Tenía que confiar, no perder el ánimo.
Una semana después
Anubis nunca apareció.
Nota: Y para que se empiecen a romper el cerebro con las teorías, esta parte me encanta, la persona que lo rescató ¿quién es? Ya salió en el libro.
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