Entre sábanas y besos
Unas grandes y cálidas manos acariciaban su espalda impidiéndole salir del estado de soñolencia. Darien no quería que esa sensación terminara. El grueso brazo debajo de su cuello, el pecho duro y caliente que lo sostenía como su ancla y las piernas torneadas enredadas entre las suyas. Si pudiera despertar así todos los días, daría lo que fuera.
Los dedos acariciaron su cuello hasta descansar en su mejilla donde corrieron un rizo rebelde hacia atrás. Darien se revolvió sin abrir los ojos y solo se abrazó más a aquella fuente de calor donde dejó un rastro de besos en el pecho, teniendo un estremecimiento en respuesta.
-Si sigues haciendo eso no creo que pueda dejarte tranquilo y tu cuerpo necesita descansar- Un susurro acarició su oído seguido de un ligero chupón en el lóbulo.
Darien puso su mayor empeño en abrir sus cansados ojos. Su cuerpo estaba agradecidamente exhausto y saciado. Anubis se había encargado de eso toda la noche, toda la maldita noche. Chasqueó los dientes cuando sus músculos protestaron pero no le prestó mucha atención pues se había quedado hipnotizado por aquellos hermosos ojos que lo miraban con...¿ternura?.
-Hasta que por fin despertó el bello durmiente- El dios le daba ligeros masajes por detrás de la oreja.
-Bello durmiente oliendo a chocolate y con complejo de chicle- Se refirió a lo pegajoso que se encontraba su piel no solamente por la mezcla del pote que ahora estaba casi vacío en algún lado del apartamento. Anubis supo darle un muy buen uso.
-Quieres que te lave o lo harás tú mismo-
-Realmente no quiero levantarme todavía, estoy cómodo- No quería que ese momento terminara. Tanto él como Anubis estaban a flor de piel. Él sin las barreras que había creado a lo largo de los años para protegerse y el dios sin su habitual máscara de todopoderoso y autosuficiente.
Si no fuera porque sabía que era un ser inmortal podría pasar por un humano después de una maravillosa noche de sexo.
-Pues quedémonos el tiempo que quieras- Le pasó el brazo por la cintura y lo atrajo más hacia él para sentir mejor su contacto. Era la primera vez que Anubis deseaba algo con tanta fuerza y tenía miedo de perderlo.
Darien se sintió extraño de momento, no por la posición, respecto a eso le encantaba, su piel aún joven bajo la áspera pero a la vez suave de él era casi una bendición. Lo que lo puso intranquilo fue la sensación de las sábanas bajo su cuerpo. Se incorporó como pudo y se dio cuenta que no estaba sobre su viejo colchón. Con los ojos como platos miró a su acompañante y las palabras se le atragantaron sin saber que decir.
-¿Te gusta? La compré esta mañana-
Darien asintió con la cabeza con la boca abierta de la impresión. Ya era pasado el mediodía y la vida estaba rodando a su alrededor y él que había estado en el mundo de los sueños.
-Busqué una que no fuera tan grande para que cupiera aquí pero si lo más cómoda posible. Las sábanas son de lino italiano y la madera es importada de Alemania-
El chico no daba crédito a aquellas palabras que hablaba de lino italiano así como así. ¿Al menos tenía una idea de lo que costaban las sábanas de la tienda de la esquina, que eran de un material normal y corriente?
Al no ver más de solo una reacción por parte de su pareja lo tomó por la nuca y lo llevó hacia sus labios donde depósito un beso para después hablar sobre ellos.
-No me has dicho que te parece-
-¿Cuánto costó?- Darien hacia cuentas matemáticas mentalmente y ni con todo el dinero que ya tenía y el que faltaba por pagar, daba para comprar ni siquiera una funda.
Anubis esbozó una sonrisa de lado y se giró boca arriba jalándolo hasta posicionar el torso del chico sobre el suyo de modo que podía hablar cara a cara.
-Las gracias que me vas a dar después-
-En serio, no estoy jugando- Intentó incorporarse poniendo las manos sobre los duros pectorales pero los dedos entrelazados en su cintura se lo impidieron.
-Yo tampoco. Hago lo que quiera con mi dinero y quise comprarte una cama. Acaso quieres que termine con dolor en las rodillas cada vez que lo hacemos-
Darien se sonrojó ante sus palabras y escondió el rostro sobre su pecho. De cierta forma le pareció una indirecta para días futuros.
-Gracias- Dijo en voz baja pero lo suficiente para que el oyera.
Pero levantó la cabeza de pronto.
-Y como demonios la pusiste aquí dentro y terminamos arriba de ella-
Anubis volvió a sonreír y a Darien le pareció, entre su expresión relajada y los cabellos desparramados por la almohada que contrastaban a la perfección, la imagen más hermosa que hubiera visto. Su corazón palpito y un sonrojo mayor lo cubrió.
El dios se giró y posicionándose sobre comenzó a besarlo sobre el cuello descendiendo poco a poco.
-Tengo mis métodos-
Darien sólo asintió asimilando el nuevo sentimiento dentro de él y se dio cuenta de una cosa.
Tal vez. Sólo tal vez se estaba enamorando.
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