Entre dioses nadie se debe meter
Darien se escondió detrás de la ancha espalda de Anubis mirando solo por el costado del brazo al nuevo inquilino y se sorprendió casi cayendo de nalgas de la impresión.
Había visto a la tal esfinge en su forma original. Sabía que solo usaban su forma humana por comodidad o para rituales, pero tener la imagen delante era un poco chocante.
A pesar de haber estado con Horus un tiempo en el Imperio, nunca había visto su forma de dios y era más que impresionante, intimidante para ser exactos.
Su cuerpo había aumentado de masa muscular, al igual que la altura hasta llegar a los dos metros y medios. Su piel normalmente pálida ahora tenía una coloración cercana al oro viejo y resplandecía con las ondas del agua en sus pies. Las grandes alas en su espalda parecían hechas de diversos metales y cristal donde la luz traspasaba, y su cabeza. Eso era lo más impresionante, el rostro de halcón adornado con diferentes orlas de oro y su cabello rubio fundiéndose con las plumas era todo un espectáculo. Odiaba a Horus con todo su ser, pero no podía negar que su figura actual era majestuosa. Entonces se preguntó cómo sería la de Anubis, si sería tan magnífica. La curiosidad lo picó y apretó el brazo con sus manos temblorosas para encontrarlo tenso.
-No salgas de detrás de mí- le dijo corriéndose un poco hacia atrás resguardándolo con su cuerpo.
-Ni creas que te saldrás con la tuya perro faldero, vamos devuélveme por las buenas al chico- Horus tenía la voz más grave debida a su transformación.
-¿Por las buenas?- Anubis río sínico- Si piensas que soy tan imbécil de entregártelo después de todo lo que le hiciste estas en una serio problema Horus, tal vez es hora que te revisen el cerebro, además no fui yo quien entró aquí haciendo estragos- Sus ojos negros resplandecieron- Él es mío-
-Anubis- el dios dijo su nombre entre dientes mientras el agua a su alrededor comenzaba a soltar burbujas.
Darien pudo sentir como la piel de sus piernas comenzaba a picar y cuando miró hacia abajo soltó un grito que captó la atención de los dos hombres.
Anubis lo tomó por debajo de los brazos y lo puso rápido sobre el borde de la piscina viendo la piel roja e irritada de las rodillas para abajo.
Habían sido unos segundos pero el agua de la piscina se había calentado debido a la temperatura manipulada del dios y el único afectado había sido su cachorro.
Darien se retorcía echándose hacia atrás alejándose del vapor que salía gimiendo de dolor. Anubis lo detuvo y agarró su muslo para estudiar más de cerca las quemaduras que ahora se volvían más evidentes. Cogió una de las toallas de lino cerca enfriándola entre sus dedos y la depositó por arriba de la piel apartando las manos que se agitaban para apartarla.
-Espera aquí, me encargaré de esto rápido. Sé fuerte y aguanta un momento- le dio un beso rápido en una rodilla mientras el humano se retorcía en protesta. No quería dejarlo sin atender en esas condiciones pero si no actuaba rápido sería atacado a traición.
Anubis se giró hacia Horus que no se había movido pero mantenía el agua burbujeando. Incluso él ya lo sentía pero no se inmutó. La rabia estaba invadiendo cada célula de su cuerpo. La transformación en su cuerpo comenzó y la dejó volar tomando su forma original en todo su esplendor.
-Esta me las pagas y en grande- Y se lanzó hacia el otro dios que lo evitó saltando, pero el chacal alzó la mano materializando su báculo de los muertos y agarrándolo de uno de los tobillos lo lanzó contra una de las columnas la cual hizo trizas. Este se levantó sacudiéndose y con un ala impulso uno de los escombros que apenas Anubis pudo contener con los brazos.
Darien solo oía sonido por aquí y por allá, el picor en sus piernas no lo dejaba concentrarse. Otra vez su cuerpo sufría las consecuencias de estar cerca de un dios. Hasta cuando sería el mismo ciclo, ya se estaba aburriendo de la monotonía. Levantó el rostro buscando a su pareja, para saber que ocurría con él. Estaba peleando por lo que le había hecho Horus. Solo esperaba que estuviera ileso.
Se tapó la cara cuando el agua lo salpicó y el cuerpo de Anubia le cubrió el ángulo de visión y sus ojos se abrieron.
Ahí lo apreciaba por primera vez. La piel cubierta por pelaje azabache, su cuerpo adornado por oro y piedras y su cabeza de chacal que más que asustarlo le fascinó, no era un amante de los perros por gusto. Si no fuera por la situación alzaría la mano para tocarlo para saber si bajo su tacto la piel era suave o dura como mostraban sus músculos.
Anubis se giró hacia él con su cuerpo todo empapado y cargándolo en brazos lo alejó del borde mientras esquivaba lo que Darien pensó que fue un haz de luz que de paso rompió el suelo donde él estaba. Tragó en seco. Por los pelos.
Lo dejó en el piso varios metros cerca de una columna.
-Quedate aquí- no lo miraba y hacía todo lo posible por evitar los ojos del joven.
El chico lo cogió por el pelaje del cuello y le tiró aunque con eso gimió de dolor al forzar sus piernas para mantener el equilibrio.
-No hagas eso- Anubis pestañeó- No te ocultes de mí-
Su pequeña mano fue rodeada y besada.
-Terminaré cuando...- Pero no pudo seguir teniendo que saltar para evitar la roca que paso a pocos centímetros del rostro del chico.
Anubis se impulsó sobre una columna y arremetió contra Horus golpeándolo en el rostro mandándolo a volar unos metros. Se arrodilló en el suelo y predicando unas palabras en voz baja una neblina oscuro cubrió su cuerpo para volverse el de seres deformes y sin rostro.
Horus se levantó sacudiendo el escombro de sus alas sonriendo irónicamente. Tenía que reconocer que aunque estuviera por encima en estatus, ambos tenían una fuerza similar. Abrió las alas y dejó que una gruesa capa de violento viento se formada en ellas mientras materializaba dos dagas inmensas pertenecientes a sus plumas.
-Ahora, vamos en serio, esto me gusta- y se lanzó contra el chacal que lo copio.
-Anubis- Darien solo pudo gritar su nombre mientras caí al suelo sin poder mover sus piernas y llegar hasta él.
El suelo alrededor de ambos de rompió mientras el agua cedía bajo el poder que emanaban hasta que sus cuerpos se congelaron con apenas tres metros de distancia. El humano solo pudo mirar la figura que pasó delante de él y aplaudía pausadamente con una sonrisa en sus labios.
-Bueno, me parece que es hora que los niños dejen de jugar. Demasiados estragos para un solo día-
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