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El silencio también duele

-Te dije que salieras del medio Bastet- Su voz resonó contra las paredes del templo.

Los dioses menores a su servicio y que habían velado por la salud de su superior se arrodillaron con un ligero temblor. Su amo, el dios mayor Anubis nunca gritaba, pero cuando lo hacía era porque estaba más allá de lo llamado furia.

La mujer que le cortaba el paso apenas se movió, ni siquiera pestañeó, no le tenía miedo y era una de las cualidades de ella que antes admiraba, más no ahora.

-No dejaré que salgas en tu condición y menos sin decirme quien es ese tal Darien- Anubis apretó los dientes sintiendo un impulso salvaje de tomar su forma original y lanzarla a un lado, era su amiga pero de vez en cuando se tomaba algunas atribuciones fuera de lugar, pero dos dioses luchando en el Imperio era imperdonable y su reputación con Ra ahora mismo no era la mejor.

-Eso no te interesa-

Ella negó con la cabeza, a pesar que ahora se veía como una muy delgada y esbelta mujer, con cabello negro cayéndole sobre la espalda, que apenas le llegaba al cuello, se sabía que esa imagen delicada no tenía nada que ver con su carácter.

-Eso se lo dices a otra persona, te conozco de años maldito chacal-

-Y eso no te da derecho a meterte en mis asuntos, apártate- Su rostro comenzaba a desfigurando cubriéndose de pelaje negro, rompiendo a su paso el vendaje del cuello dejando a la vista las recientes quemaduras.

Bastet tensó todo su cuerpo pero respiro profundo y se apartó, para que él reaccionara así debía ser algo serio. Anubis pasó por su lado con paso ágil recuperando su aspecto anterior.

-Quien sea que intente quitármelo lo destrozarle con mis garras- Dijo la diosa cuando no sintió la presencia del dueño del templo- y ustedes que miran, vuelvan a trabajar.

Los dioses menores se levantaron y pusieron la mayor distancia posible de la deidad.

***

Darien oyó a Horus gemir a su espalda tras su último orgasmo. Desde que había aceptado el trató se sentía como un juguete vacío. Si antes la esperanza de que lo fueran a rescatar lo mantenía cuerdo, ahora no significaba nada, su cuerpo apenas se inmutaba al recordar el rostro del compañero de su efímero pero apasionado romance.

Horus se separó para sentarse a su lado con una enorme sonrisa en los labios y el cabello húmedo por el sudor echado hacia atrás. Esta vez Darien no se pudo quejar de dolor, al menos no el físico. Por primera vez, no lo había azotado, ni golpeado, ni mordido, hechos que hacían que tuviera que recurrir a la medicina para recurarse.

Dejó caer su cuerpo sudado, exhausto, tenso por la falta de satisfacción y cubiertos de fluidos ajenos. Horus nunca le interesaba si el culminaba, ni siquiera lo tocaba más de lo necesario, era simplemente una marioneta sin vida en sus brazos.

Un estruendo rompió la nebulosa de sueño que lo estaba envolviendo y solo pudo girar la cabeza hacia el otro lado para ver de dónde provenía.

El dios se mantuvo sentado mostrando su perfecta desnudez sin la preocupación de ocultarse de los ojos acusadores que ahora lo cuestionaban.

-Devuélvemelo al chico- Anubis soltó en un gruñido al entrar a la habitación sin ningún obstáculo, como si lo estuvieran esperando.

Horus recargó el peso sobre una mano con expresión desinteresada.

-No deberías exigir lo que no es tuyo-

-Cállate Horus y no tientes mi paciencia, raptaste a Darien y ahora te crees dueño de él-

El cuerpo del dios se estremecía por momentos tras darse cuenta de que su ex pareja estaba acostada detrás de su enemigo no muy limpio, mostrando la culminación del acto sexual.

-¿Por qué primero no le preguntas a él si quiere ir contigo? Después de todo cuando me lo encontré fuera de aquel lugar de bullicio me imploro que me lo llevará, el muy puto-

-Mentira- Anubis apenas podía mantenerse en su lugar- Es mentira ¿verdad Darien?- Se dirigió al chico que lo miraba fijamente.

Pero no respondió. Cerró los ojos girando su rostro hacia el otro lado evitándolo.

-Vez, soy la verdad personificada- Horus soltó una carcajada complacido saboreando su victoria fraudulenta.

El chacal no daba crédito a lo que veía. Tanto le había afectado al humano sus acciones que le había pedido a su mayor enemigo que lo consolara. No podía creerlo.

-Así que eso es lo que significo para ti- El dolor y la frustración del rechazo se aglomeró en su pecho.

No recibió ni un movimiento de respuesta por parte del humano.

Respiró calmando la opresión en sus pulmones que amenazaba con quitarle el aire y no derrumbarse delante del otro odioso hombre.

-Si ya viste que no te quiere eres bienvenido a irte, estas interrumpiendo un buen momento- Se pasó la mano por el abdomen sensualmente hasta llegar a su ingle- Se nota que sabe lo que hace, me tiene satisfecho-

Anubis frunció el ceño y se giró para irse con el orgullo más que deshecho, romper la inquebrantable ley de matar a otro dios pasaba por su mente una y otra vez.

-Puede que digas todo eso, pero quiero que sepas que no me creó ni una sola palabra- se dirigió hacia Darien, era egoísta y no permitiría que las cosas se quedaran así, ¿o sí?

-Pues más vale que lo hagas, al menos hazte a respetar-

Anubis no prestó atención a sus palabras y salió de aquel templo con un nudo en la garganta y aguantando las lágrimas de frustración.

-Eres espectacular- Horus elogió al joven- No podía pedir menos, cuando escuchaba del amor loco de los humanos nunca creí que fuera cierto, sacrificarse totalmente por la persona que amas, es una total idiotez-

Tal vez era una idiotez para Horus pero las lágrimas de Darien contra la almohada nunca desvanecerían el odio hacia sí mismo, de ser el causante de las horribles heridas en el majestuoso cuerpo de su antiguo amante.

Anubis lo había ido a buscar y simplemente lo había rechazado. No importaba que fuera por su propio bien, Horus lo había maldecido y amenazado, prefería ser un cascaron vacío que sentirse culpable por la muerte de la única persona que lo vio por lo que era, un simple ser humano.

Fin.




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