Al otro lado de la puerta
Darien abrió los ojos y OMG. Se sentía increíble. Saciado hasta la última célula de su cuerpo. Su piel apenas se restregaba en las sábanas y se estremecía. Sus tetillas aún estaban rojas e hinchadas que dolían al tacto. Y estaba todo pegajoso, desde el pecho hasta su agujero, en donde sentía escurrir semen por sus nalgas y piernas por lo dilatado que aún estaba.
Pero su cabeza estaba hecha un lío.
No sabía dónde rayos estaba. Ésta no era la habitación donde había estado teniendo sexo con su cliente. Su columna se congeló y se restregó la mata de rizos castaños sumamente enredados.
Y ahora pies a la tierra. Primer error en este negocio. Quedarte dormido después del servicio. Pero no solo se había quedado dormido, no recordaba nada después de tomar algo raro que el tipo le puso en la boca.
Maldijo y corrió hasta el pantalón tirado sobre el suelo y buscó en los bolsillos encontrando unos billetes. Respiró con alivio y contó uno por uno. Estaba completo. Ahora la otra parte era saber dónde estaba y quien era la persona detrás de la puerta dándose una ducha. Al menos tuvo la decencia de no robarle el dinero de la comida de hoy.
Su vida daba asco.
Se levantó y tanteó en el pomo de la puerta que la encontró abierta, sus manos temblaron de la anticipación.
-Vas a pasar o te quedarás ahí parado como un idiota-
Darien no hizo caso del insulto. Lo habían llamado de tantas formas en sus cortos años de vida, que ya no tenía el mismo efecto.
Entró al baño lleno de vapor de la ducha. La temperatura estaba para hornear un cerdo.
La espalda del chico tocó la puerta cuando cayó hacia atrás. Refunfuñó cuando su piel magullada hizo contacto con el material, pero su atención volvió rápidamente hacia adelante.
El tipo allí dentro era enorme. Le sacaba tantos centímetros como quería y su cuerpo, de delicioso, tenía todo. Al menos el último revolcón debió haber sido bueno, lástima que no recordara nada.
El hombre se giró hacia el corriéndose hacia atrás la melena húmeda hasta los hombros de tantos mechones negros y dorados que no sabía al final cuál era su color real.
Su pecho musculoso, tenía varias libras de fibra bien trabajada y dura. Y eso que estaba allá abajo, no podía haber entrado en él. Era imposible con su tamaño.
-Entra a la ducha mientras aún hay agua caliente. Estas lleno de mí por todas partes-
Las mejillas de Darien se sonrojaron. Trataba con clientes hacia 5 años pero nadie nunca le había hablado tan...íntimo sin ser tan obsceno. Ni se había preocupado por el después del sexo.
Vaciló pero al final entró y el espacio pareció más chiquito con el hombre también dentro. Se mostró dócil, eso siempre le regalaba unos billetes de más.
Dándole la espalda tomó la esponja con gel y la pasó por el cuello y pecho.
Las grandes manos tocaron su cabeza y comenzaron a masajearlo. Darien se giró pero los dedos lo mantuvieron en su lugar.
-Puedo lavarme yo solo-
-Cállate y déjame hacerlo-Restregó con algo de más fuerza. Tienes semen hasta en tu cabello.
Los pálpitos de Darien se multiplicaron. Estaba nervioso. Como su primera vez. Una ironía. Aunque sí que era la primera vez que alguien se preocupaba al menos un poco por el después del servicio.
-No creas que por esto te voy a cobrar más barato-
Las manos en su cabeza se detuvieron. Otra vez la había cagado y en grande. Él y su maldita lengua.
Una mano se deslizó por su columna y sintió un tirón no muy delicado que lo dejó pegado a los azulejos de la regadera, mientras el agua mojaba su espalda.
Intentó apartarse para salir cuando las fuertes manos del hombre lo sujetaron por los hombros manteniéndolo en el lugar.
Darien tembló. Sabía que tanta amabilidad no podía ser verdad. Tenía miedo. Quería irse. No quería estar a la suerte de lo que el hombro le iba a hacer. Se sacudió con fuerza pero fue por gusto, un grueso muslo se puso entre los delgados de él abriéndole las piernas, levantando así su trasero. Tuvo que ponerse se puntillas para mantener el equilibrio.
-No quiero el dinero. Me voy y no hay problema- El pánico lo comenzó a invadir y sus palabras salieron temblorosas.
-Te dije que te calles- la voz masculina a su espalda sonó igual de calmada, apenas un susurro -No me importa cuánto te tengo que pagar. Esto lo hago por el buen servicio de ayer. Siéntete agradecido-
Darien giró su rostro como pudo y lo miró de reojo interrogativo.
-Para mí el dinero no significa nada. Una acción paga otra acción-
El chico iba a hablar pero un gemido lo interrumpió. Su interior fue invadido por dos dedos que rotaron dentro de él tocando la muy sensible piel.
-Que estás haciendo-
-Limpiándote. Me vine muchas veces dentro de ti, aun estas chorreando-
Darien cerró los puños y arqueó la espalda levantando un más su cadera inconscientemente. Había tocado ese punto que tanto le gustaba.
-Ni te emociones, no lo vamos a hacer de nuevo-
Darien gruñó
-Entonces no toques más ahí-
El hombre levantó una esquina de la boca
-Aquí-
Una oleada de placer tan fuerte recorrió a Darien que gritó y se llevó una mano a la boca para callarse el mismo.
Los ojos se le llenaron de lágrimas.
Por lo que había dicho el hombre y él no recordaba, habían pasado una noche muy, muy candente y aun después de eso su cuerpo pedía más.
Ya se empezaba a endurecer sobre el duro muslo.
Y como si lo hubiera imaginado una mano lo rodeó y comenzó a masajearlo.
-No se supone que me estas limpiando- Gimió y se mordió el labio inferior
Estaba dejando que un total desconocido hiciera con él lo que le daba la gana. Ni siquiera conocía el nombre. Eso no estaba bien. Pero a quién le importa eso cuando tienes a un tipo como ese, detrás de ti haciendo llegar al cielo.
Ya habrá tiempo de preocuparse más tarde.
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