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CAPÍTULO 13


BRADD

Su llamada a media noche fue inesperada. MUY inesperada. Pero muy satisfactoria. Joder. Al instante me adentré en el garage para no tener que llamar a Royer, y saqué el viejo auto que tenía guardado. Esperaba no tener que sacarlo, pero las situaciones se dan y no pueden predecirse.

Fue raro sentarme de nuevo en el asiento del conductor, pero la idea de que ella viniera hacia aquí... Se iba a quedar aquí. Conmigo. En mi casa. Sí, era apresurado, no teníamos una relación ni nada por el estilo, éramos...ligues, ya está. Pero su voz se oía afectada, algo había pasado. Esa pequeña espinita de preocupación se instaló en mi pecho, ¿Qué le pasó?¿Qué fue tan grave para que decidiera irse de casa?

Fruncí el ceño y pisé el acelerador.

A los pocos minutos entré al condominio donde vivía Carla. Ella estaba de pie en la acera con un enorme bolso de viaje colgando de su hombro y la vista perdida en el horizonte. Me bajé en cuanto pude y me acerqué a ella.

—Ey, mano suelta, ¿Qué...?

Me abrazó.

Me quedé paralizado. Miré su melena rubia por varios segundos, sin estar seguro de cómo reaccionar. Ella solo se limitó a hundir la cabeza en mi cuello y justo cuando levanté los brazos para rodearla, se apartó y se limpió los ojos con rapidez.

—Lo siento, yo...yo...solo...por favor, vámonos de aquí.

La miré a los ojos. Se veía...abatida, como si una barrera emocional enorme le hubiera caído encima.

—Lo que tú digas...—asentí, aturdido.

Algo en su manera de actuar me decía que el tema no era de su agrado, así que opté por no preguntarle. Ya me contaría cuando estuviera lista. Rodeé el auto y abrí la puerta para que subiera, yendo al otro lado después para subir por mi lado.

El silencio en el coche no era el más cómodo de todos, pero ninguno de nosotros se molestó en romperlo. A menudo notaba la mirada de Carla perdida en el horizonte, y veía que, en cuanto sus ojos querían llorar, los limpiaba con rabia.

No entendía qué había sucedido en su casa para que una chica como ella se hubiera ido, y tal vez era prácticamente un desconocido para ella, pero eso no tenía por qué mantenerse así.
El camino a mi casa se mantuvo justo así, en silencio. Ella se limitó a mirar el paisaje con desinterés y yo a mirar el camino por el que íbamos para no tener un accidente en la oscuridad del bosque.

Cuando finalmente llegamos, ella bajó del auto y examinó el lugar en silencio. De noche, la colina en la que vivíamos Bella y yo era bastante...tétrica. Y no, no era adrede. No era por el rollo de ser vampiros y tal, a pesar de que la cultura general nos haya dado esa imagen gótica, la vida de los vampiros era tan variopinta como la de los humanos comunes, los había de todo tipo y con todos los gustos.

Simplemente, yo y mi hermana éramos así, nos gustaba lo gótico, lo negro, lo tenebroso.

Me pasé la lengua por los labios y seguí a la rubia frente a mí. Abrí la puerta y me aparté para que entrara, encendiendo las luces. Ella dejó su bolsa en el suelo y sentó en uno de los sofás con un suspiro. Puso sus codos en sus rodillas y otro suspiro, esta vez entrecortado, abandonó sus labios. Me di cuenta entonces de que no quería derrumbarse frente a mí. No era llorar el problema, era que yo la viera así.

—Eh,—me agaché frente a ella, puse mis manos en sus rodillas—Si quieres puedes contármelo, ¿vale?

Ella negó, con los ojos cristalizados.

—No me apetece, Bradd...tal vez...tal vez mañana, yo...—le sujeté la mejilla y la acaricié ligeramente limpiándole las lágrimas con el pulgar.

—Oye, sin presiones, si no quieres no hay problema. Vamos arriba, tengo varias habitaciones, te las puedo enseñar y eliges la que te guste, ¿vale?

Ella apartó la mirada, algo incómoda.

—Tu hermana...ella tal vez no quiera que yo...

—Ya hablaré con Bella mañana, no te preocupes por eso ahora, ¿Te apetece algo de tomar? Creo que Bella tenía té por algún sitio y...

—No, prefiero dormir,... gracias.

Asentí y tomé su bolso haciéndole una señal para que me siguiera. Subí las escaleras y le mostré algunas de ocho habitaciones de la casa, pero quiso detenerse al ver la cuarta.

—Esta me gusta.—murmuró por lo bajo, algo cohibida.

Asentí con una sonrisa. Perfecto.

—Toda tuya pues...—entré y dejé su bolsa en la cama.Ella miró a su alrededor con curiosidad— Ahí tienes el closet, un librero, un escritorio y esa puerta de ahí es un baño. Si quieres cambiar la decoración para estar más cómoda puedes hacerlo sin problema. También podemos llamar a algún sitio para que hagan una limpieza a fondo porque hace mucho que nadie se queda aquí y...¿Carla?

Me detuve al ver que tenía la vista en el suelo.

—Yo...yo...no sé cómo agradecerte esto, Bradd, en serio...—cuando levantó la vista, las lágrimas bajaban por sus mejillas sin control.—Nadie, jamás, se había tomado tantas molestias por mí de manera desinteresada...No sé cómo...

—Como acabas de decir, mano suelta, no busco nada a cambio. Solo quiero que estés cómoda. Sé lo difícil que es estar solo en un momento emocional duro y si puedo ayudarte a sobrellevarlo, pues genial. No hay problemas con eso.—me acerqué un poco más a ella—Si tienes hambre puedes bajar a la cocina y tomar lo que te plazca de la nevera grande, ya que la más pequeña lo que contiene es esa bebida mágica que tú no bebes.—sus mejillas se tornaron carmesí— Así, que,ojalá descanses, mano suelta—le di un beso en la mejilla— Buenas noches.—Y, cuando estaba en el umbral de la puerta, me volteé por encima de mi hombro para decirle—: Cualquier cosa que necesites, mi habitación es la del lado.

Y me marché, cerrando la puerta.

🥀

CARLA

Miré a mi alrededor con una mezcla de sentimientos en mi cabeza, y en mi pecho. Esa sensación de cuando dejas tu vida entera detrás, cuando renuncias a ese patrón que te hacía ser tú...no salía de mí, pero quería creer que había hecho lo correcto. Sophia era mi madre, pero eso no le daba el derecho de llevar mi vida como si yo fuera una marioneta. Estaba cansada de eso. Estaba cansada de que todos decidieran por mí. Ya bastaba de eso.

Me acerqué al bolso y saqué mis prendas metiendo los pocos conjuntos en el closet de dos puertas. Puse mis cosas de uso personal en el baño y me di una ducha poniéndome mi pijama. Me recogí el cabello en una trenza y me recosté en la cama tapándome hasta el pecho y levantando mis rodillas para apoyar mi mentón en ellas. Y no pude más. Las lágrimas no pararon por lo que parecieron horas. Pensé en mi madre, en Marshall, en mi tía Perla, en la abuela Abigail, en el baile, en mi carrera, en Tessa...Fue como si todos aquellos pensamientos que llegaban a hacerme sentir mal se juntaran para que el impacto fuera mayor. Así, en ese desastre emocional, me detuve a pensar en Bradd, en lo gentil que había sido al dejarme quedarme aquí de la nada, en lo comprensivo que había sido al no insistir en el tema y en lo caballero que había sido dándome una habitación separada a pesar de...nosotros, ya me entiendes. Ese pensamiento me sacó una sonrisa, a pesar del llanto. Tal vez, el fuera el rayo de luz en la tormenta de mi vida, irónico, teniendo en cuenta que su vida parece ser de color negro...más o menos.

Pensando, pensando y pensando, me venció el sueño.

🥀

Me desperté tarde, lo supe en cuanto, por la rendija libre de la cortina, un rayo muy potente de sol me dio en la cara. Me removí y me senté con la espalda contra el cabecero de la cama. Joder, ¿qué hora era? Cogí el móvil de la mesita de noche, donde decía que eran las diez de la mañana. Hacía tiempo que no dormía tanto. Me cepillé los dientes y me lavé un poco la cara, aproveché para desenredarme el pelo, y me dejé la pijama para bajar.

Llegué a la cocina agotada de bajar escalones, con actitud modo zombie y abrí la nevera grande para tomar el cartón de leche.

Al cerrarla, me di de bruces con una Bella bastante seria y tuve que tener cuidado para no dejar caer lo que sostenía.

Ella me examinó con los ojos entrecerrados por varios segundos.

—Vaya, Barbie, tú sí que escalas rápido,¿...o debería decirte cuñadita?

Me puse más roja que un tomate.

—Esto...esto es temporal...yo...yo tuve una situación en casa y no...

—Cálmate, estás del color de mi desayuno—miré el vaso con líquido rojo en la encimera y se me subó el corazón a la garganta—. Esta es la cosa, Barbie...Mantén tus cosas rosas lo más lejos de mí posible, y estaremos bien; el rosa me da jaqueca.

—El rosa me da asco—me apresuré a señalar, ofendida.¿Por quién me tomaba?

Ella esbozó una sonrisa satifecha.

—Ey...tal vez no estés tan mal después de todo...—murmuró, luego señaló el cartón de leche en mi mano con el dedo índice—Por cierto, el paquete de cereales está en aquel cajón.—esta vez señaló una alacena en el otro extremo de la cocina.

—Esto...gracias.

Ella meneó la cabeza y sentó en la encimera con su vaso de...sangre. Dioses. Tomé aire y avancé al lugar donde me había indicado y tomé el estuche de cereales. De chocolate, perfecto. Me serví un poco y le eché leche encima para sentarme en el otro extremo de la encimera.

Bella texteaba con alguien en su móvil, pero no quise invadir su privacidad, así que lo ignoré.

Entonces, Bradd entró.

—¡Buenos días, damas!—exclamó con una enorme sonrisa.

Negué con la cabeza,divertida.

—Buenos días, Bradd—dije.

—Buenos días, parásito—dijo Bella en su lugar.

Bradd la señaló con el dedo índice.

—Jo, hermanita, ese insulto es nuevo, eh.

Bella le saca el dedo del corazón, todo sin despegar la pantalla del móvil.
Los ojos del pelinegro se suavizaron posándose en mí y caminó hasta detenerse a mi lado.

—¿Te sientes mejor?—preguntó con voz suave.

Asentí.

—Sí, me ha venido bien descansar.

Él me brinda una sonrisa sincera.

—Me alegro muchísimo, si quieres hablar conmigo de lo que pasó, puedes...—lo interrumpí.

—No me apetece, la verdad—susurré—. Después, quizá...

Él asintió.

—Vale, cómo prefieras.

—¿Fuiste al Bligh?—preguntó Bella, por encima de su móvil.

—Estuve ahí toda la mañana, en un rato debo volver. Sabes que estoy supervisando el rollo de la fiesta de...

—Sí,sí—Bella le hizo una seña para que se callara—.Me cuentas luego, debo irme.

Y, de la nada, se puso el móvil en la oreja y se esfumó corriendo a una velocidad que a penas vi.

Bradd frunció el ceño.

—¿Qué demonios le pasa?—preguntó más para sí.

Jugué con mis cereales distraídamente.

—Tal vez esté equivocada...—comenté—pero yo diría que tiene un ligue.

—Eso no es nuevo...—dijo Bradd, caminando a la nevera pequeña de la que sacó una bolsa de sangre y la vertió en un vaso como si fuera un jugo cualquiera. Aparté la mirada, algo incómoda.—Es Bella, siempre tiene ligues, es su vida y...—lo interrumpí con un chasquido de lengua.

—No, Bradd, no me refiero a eso, me refiero a un ligue...uno con el que está pillada.

Él frunció el ceño, completamente confundido.

—Carla, estamos hablando de Bella, con su forma de ver el mundo, un tío debería construirle un templo para pillarla. Es demasiado exigente en cuanto a los hombres se refiere.

Suspiré.

—¿No has pensado que eso puede cambiar?¿A caso no conoció alguno que le haya gustado de verdad en más de trescientos años?

Él hizo un mohín.

—Sí, bueno...hubo alguien que...—chasqueó la lengua—pero no, eso fue diferente. Olvídalo.

Volteé los ojos.

—Lo que digas, Bradd. Lo que digas.

Él levantó la vista de su vaso.

—¿Eso ha sido suficiencia en tu voz, mano suelta?¿A caso estamos intercambiando roles o qué?

Me reí.

—No digas sandeces, anda...—cuando terminé dejé el plato en el lavavajillas y me giré hacia él que aún bebía sangre en la encimera—¿Habías hablado con Bella? No pareció muy sorprendida de verme aquí.

Él se encogió de hombros.

—Me la encontré por la mañana, me dijo que nos había oído llegar. Me ha dicho que no le importa que te quedes, si eso es lo que te preocupa,... ¿Por qué?¿Te ha dicho algo?

Negué.

—No, la verdad es que no.

—Genial.

—Ya.

Nos quedamos en silencio. Moví los ojos por todo el lugar, buscando algo con lo que pudiera romper el silencio. Él dio un úlimo trago a su vaso y se lavantó para acercarse a mi sitio, junto al lavavajillas. Nuestros cuerpos se rozaron cuando se agachó a colocar el vaso dentro y se me puso la piel de gallina.

—Voy a darme una ducha—dije—. Quiero darme una vuelta por la universidad y tomar las últimas clases y ver si compro algo más de ropa, tal vez tome mi coche y otras cosas de casa...Si no te molesta, claro.

Él levantó una ceja.

—¿Por qué debería molestarme? Recuerdo haberte dicho que hicieras lo que creyeras necesario para sentirte cómoda, ¿no? Pues anda, si crees que debes traer tu coche y todo lo demás, adelante. Si quieres puedo ponerte en contacto con una amiga para que te decoren la habitación un poco más a tu estilo.

Niego.

—Está bien así, en serio. Muchas gracias...—abro la boca sin saber qué más decir.

Él sonríe.

—¿Qué quieres pedir? ¿Podrías dejar de avergonzarte conmigo, por favor? Literalmente vivimos en la misma casa—añade con sorna.

Le doy un golpe en el hombro.

—Eres un pesado...—niego con la cabeza, divertida—Mira, quería pedirte si...si podrías llevarme a la universidad cuando fueras para el Bligh, porque...no quiero andar en taxi en este horario, hay demasiado tráfico y...

—Mano suelta, —me interrumpe poniéndome las manos en los hombros—no tienes que excusarte. Te llevo a donde quieras. Voy a ultimar unos papeles y unas cosas en lo que te preparas. Recuerda que mi habitación está junto a la tuya, cuando estés lista me llamas a la puerta, ¿vale?

—Vale...—sonrío.

Nos quedamos mirándonos varios segundos. Quiero que me bese, pero...por algún motivo siento que si lo hacemos ahora, si nos dejamos llevar esto será...diferente. Así que me aparto.

—Nos vemos en un rato—me apresuro a decir subiendo las escaleras.

🥀

Un rato después salgo con un conjunto cómodo y el cabello húmedo, ni siquiera tuve ánimos de maquillarme, así que solo llevo rímel y un poco de gloss en los labios. Mis botas de tacón bajo hacen ruido en el suelo de madera cuando camino hacia la puerta del lado.

Tomo aire y doy dos toques con los nudillos.
Bradd abre con unas hojas en blanco en las manos.

—¿Lista?—pregunta.

Asiento.

—Tengo que recoger este desmadre, necesito unos minutos. Puedes entrar si quieres.

El corazón me martilla en la caja torácia y entro en la habitación con la adrenalina en mis venas. La habitación de Bradd es enorme, como dos veces la mía. Tiene una cama matrimonial empotrada contra la pared con sábanas negras y rojas y muchos cojines, su closet es de diseño antiguo, con dos puertas y cinco cajones, tiene un estante con unos cinco o seis libros y adornos, y en la otra esquina, a parte de la puerta que supongo que va al baño, tiene un escritorio lleno de documentos. Las paredes están decoradas con papel tapíz color salmón oscuro, tiene una ventana de cristal con vista al inmenso bosque tras la colina.

Miro todo, curiosa. Es una habitación muy acogedora.

—Listo...—murmura él, dejando los papeles en orden y metiéndolos en una carpeta en la que distingo el logo del Bligh.—Vamos, mano suelta.

Aprieto el tirante del bolso, nerviosa. Bajo las escaleras detrás de él, que es considerablemente más rápido. Cuando salimos de la casa y llegamos al auto en el que me trajo ayer le da un golpe en el capó.

—¿Qué te parece?—pregunta, abriéndome la puerta.

Me subo con una sonrisa.

—Es un auto muy bonito, no sabía que manejabas.

—Lo usé un tiempo, luego perdí la costumbre...Decidí desempolvarlo un poco ayer cuando me llamaste.

Suspiro.

—Discutí con mi madre...—digo finalmente—No fue bonito. La verdad es que nunca me sentí cómoda en esa casa. Quiero a mi familia, muchísimo, pero mi lugar no está con ellos. Lo he decidido. No puedo seguir en un lugar donde me hacen daño.

—Es una decisión muy valiente de tu parte, Carla.

Me río, secando las lágrimas.

—Mi verdadero nombre es Carolina, por cierto—señalo.Él se voltea hacia mí con los ojos abiertos como platos—¿Qué?

—Es que...no...Wow.

Suelto una carcajada.

—Nunca me gustó, por eso hice que todo el mundo me llamase Carla. Pero quería que lo supieras.

—Es...es...—él traga saliva, no entiendo por qué luce tan aturdido mientras arranca el auto—Es un nombre muy bonito.

Asiento.

—Sepas que si me llamas así en algún momento te mataré.

—Quiero verte intentándolo.—me reta.

—No, no quieres.

Me da una mirada rápida y burlona antes de volver la vista a la carretera.

Abro la ventanilla y saco el codo dejando que el aire me alborote el cabello, y, sorprendentemente, sonrío mientras nos adentramos en las calles de Karresfield.

🥀🥀🥀

Hola, bolsitas de sangre!!!

¿Cómo les trata la vida?...Hace unos días subí una historia donde les contaba que estaba trabajando en el Capítulo 13 y, aunque me costó un poco, aquí está. Espero que les haya gustado.
Mis exámenes aún no terminan y tengo ciertos problemas familiares que me han absorbido mi tiempo y energía este año, pero estoy sacando tiempo de donde no lo tengo para intentar escribir, porque tanto yo como ustedes nos lo merecemos.

¿Opiniones?

¿Teorías?

Nos leemos❤️

Meloh.

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