8
El padre de Kenneth llegó antes de lo usual y le estaba echando la bronca, acusándolo de meter a una novia a la casa mientras esté se quedaba callado e intentaba rebatirle con voz nerviosa. Ollie estaba en el pasillo, observando la escena que se desarrollaba al pie de la escalera, no sabía que hacer a continuación, no quería meter a Kenneth en problemas, pero sabía que si el padre del muchacho los encontraba juntos se armaría una grande.
Kenneth nunca lo dejó encontrarse de frente con el hombre, por lo que apenas conocía su rostro, pero no le hacía falta más para saber que era un bestia.
—Ollie —Rowan le hizo una seña para que fuera a su habitación, este corrió a encontrarse con él, quien le metió dentro del cuarto al tiempo que en el primer piso el padre de Kenneth aseguraba que revisaría la habitación de su hijo de pies a cabeza para encontrar a la supuesta novia.
Rowan ocultó en su armario, desde donde escuchó el escándalo en la habitación de al lado, la sucesión de gritos y cosas rompiéndose lo tomaron por sorpresa. Cuando todo se quedó en silencio, una extraña sensación de intranquilidad lo invadió, por lo que se metió entre los trajes colgados de Rowan. El dichoso armario era prácticamente una habitación con cientos de conjuntos colgados, zapatos, chaquetas, gorros, todo lo que pudieras querer para estar vestido impecable, además de un espejo enorme en medio del mismo, adornado con luces de Hollywood.
Ollie acababa de esconderse cuando el padre entró a la habitación de Rowan.
—¿La estás escondiendo aquí? —perjuró. Pudo notar cómo Rowan se sobresaltaba.
—Aquí sólo estoy yo —dijo.
Acto seguido se escucharon ruidos de búsqueda frenéticos, pero muy poco minuciosos que barrieron como una tromba hasta que la puerta del armario se abrió de golpe. Ollie se sobresaltó, pero logró mantenerse quieto, el hombre no pareció prestarle mucha atención al lugar y se marchó casi enseguida. Ollie no se atrevió a salir y notó que Rowan tampoco hizo amago por sacarlo, permanecieron ignorándose por unos diez minutos hasta que la puerta se abrió otra vez.
—¿Pasa algo? —La voz de Rowan se escuchó un poco más tranquila.
—Recoge este desastre —sentenció su padre y esta vez se fue de verdad.
Ambos estuvieron fingiendo que el otro no existía durante dos horas, hasta que Rowan consiguió sacarlo de la casa. Una vez fuera ambos comenzaron a reírse, en medio del alivio de haber engañado a su perseguidor. Ollie no era muy cercano a Rowan, pero compartió momentos como ese en varias ocasiones, después de todo una vez hermano mayor, siempre eres un hermano mayor.
Miriam lo alcanzó en la escalera que daban a la cafetería, se sentó su lado y le acarició la espalda.
—Lo siento —dijo y no agregó más, no hizo falta, Ollie entendió que estaba siendo sincera.
Ella se sentó a su lado y soltó un suspiro, luego le acarició la cabeza mientras lo veía llorar. Ollie intentó recomponerse, pero tardó más de lo esperado y entonces se dio cuenta que tenía a Miriam sentada sobre una escalera de metal en uno de los días más calientes del año.
Con la cara roja y los ojos hinchados la miró para disculparse, pero ella negó con la cabeza. Tenía una sonrisa confiada en el rostro que le dijo que todo estaba bien.
—Si tienes dudas, le pedí a Kenneth que no viniera ¿Quieres que le diga que se vaya? —No lo estaba juzgando, era una pregunta genuina. Ollie abrió la boca, pero en lugar de palabras lo que salió fue un ruido ahogado.
Se cubrió las manos con la cara y se enfrentó a otro ataque de llanto. Ollie estaba destruido, lo que le dijo Miriam no era la gran cosa, pero de todas formas lo hizo sentir como un estúpido, porque después de todo lo que había sufrido, de todo lo que había llorado por ese hombre, se dio cuenta de que, si se lo pedía con las suficientes ganas, a lo mejor lo perdonaba.
—Es tu hermano —dijo finalmente—. ¿Cómo le vas a pedir que se vaya? —preguntó con la voz temblorosa. Ella le tomó del rostro y le limpió la cara.
—Pues se lo pido y ya, si te sientes incómodo estoy seguro de que el se marchará sin quejarse —agregó, encogiéndose de hombros.
—No, estoy bien —aseguró, aunque era obvio que no lo estaba.
Aún así no volvieron enseguida, aunque Ollie no quería tenerlos como tontos ahí afuera, expuestos al sol y al calor, todavía no se atrevió a volver enseguida. Sin embargo, cuando el llanto se calmó, trato de enfrentar la vergüenza cómo un campeón y volvió a la tienda, aceptando que Miriam le comprara un café.
Podía notar que de vez en cuando Kenneth le lanzaba miradas incómodas, sin saber muy bien que hacer con esa situación. Sin embargo, luego de un rato en el que Ollie se negó a mostrar una reacción, simplemente volvió a comportarse con normalidad.
Sabía que quizás quedarse no era lo más sano y que su forma de actuar podía verse errática, pero ya había demostrado que no era una persona que se caracterizara por tomar buenas decisiones.
En su lugar se dedicó a hablar con Miriam, quién estaba parecía muy diferente a la señorita de alta sociedad que solía ser, aunque aquel aire desenfadado le quedaba muy bien.
La cafetería estaba cerrada, resulta que Miriam era la dueña y ese día estaban haciendo reparaciones en las cañerías de la cocina, así que decidió cerrar un par de días hasta que estuviera todo listo, sin embargo, todavía tenía que supervisar el trabajo y le pidió a Kenneth que la acompañara durante la tarde.
Cómo Ollie estaba de visita ella decidió llenarle de comida, le dio un café frío delicioso, una variedad de sandwiches y postres, al parecer estaba intentando conseguir que Oliver escogiera su favorito, pero hacía tanto tiempo que no ingería esa clase de comida que todo le sabía a gloria.
Estuvieron un buen rato ahí y el hecho de que el café estuviera casi vacío le ayudó a relajarse un poco, aunque todavía sentía una opresión en el pecho, su respiración se volvió menos pesada.
—¿Qué hora es? —preguntó Miriam de repente, frunciendo el ceño. Kenneth revisó su reloj de pulsera y estaba a punto de responder cuando una risa de niño los interrumpió.
Miriam y Kenneth se giraron al mismo tiempo hacia la puerta y escucharon una vocecita gritando mientras golpeaba la puerta.
—¡Tía! ¡Tía! ¡Ábreme! —la vocecita se escuchaba animada y Ollie pudo distinguir las voces de adultos intentando calmar al pequeño.
Ollie sintió una extraña incomodidad al darse cuenta de que estaba a punto de quedar en medio de un encuentro familiar, buscó en su cabeza miles de excusas para largarse corriendo de ahí, pero estaba en blanco y no se le ocurrió nada que valiera la pena.
Incómodo, observó a Miriam abrir la puerta y recibir en brazos a un niño pequeño muy parecido a cualquiera de los hermanos. Luego apareció una mujer joven de expresión melancólica, cabello negro y muy lacio, que usaba ropa discreta que la hacía parecer bastante frágil, casi enfermiza.
Por último, entró un hombre, bastante similar a Kenneth, con la diferencia de que parecía una versión sería y estricta del hombre. Tenía una expresión dura, un aura fría, tardó un tiempo en darse cuenta de que se trataba de Rowan.
Cuando era un jovencito siempre fue un poco callado y distante, pero tenía un aura amable, cordial, a veces ayudaba a Ollie y le sonreía en una mueca débil, pero sincera. Este hombre parecía tan distinto que a primera vista se sintió intimidado.
Rowan se giró a verlo en cuanto notó su presencia, Ollie le sonrió.
—¿Ya viste quien está de vuelta? —preguntó Miriam, haciendo una seña hacia él—Es Ollie.
Rowan no dijo nada, pero tampoco fue necesario, la expresión del hombre se transformó en una mueca de desagrado, una hostilidad que le tomó por sorpresa, Oliver retrocedió y Kenneth se aclaró la garganta ante el gesto.
—Bueno, me tengo que ir —dijo y luego tomó la mano de Ollie, con la intención de arrastrarlo fuera del local, la sonrisa en el rostro de Miriam se endureció, mientras miraba de un hermano a otro.
—Kenneth, no te olvides de que este fin de semana hay cena familiar, trae a Cassie contigo —espetó Rowan con un tono tan cortante que Ollie sintió que su pecho se oprimía en respuesta.
—Cassie y yo estamos divorciados —espetó, de mal humor.
—Pero van a volver, es una tontería dejar de invitarla por eventualidades —sentenció en tono amargo.
—No vamos a volver —La cara de Kenneth estaba roja, se le nota a furioso. Ollie se le quedó viendo, nunca había visto a los hermanos discutir de aquella forma, aquellos tres solían ser un frente unido, pero notando la forma en que Miriam puso los ojos en blanco al escucharlos discutir, parecía que aquella escena era el pan de cada día.
—No digas tonterías —Rowan también estaba furioso.
—Deja de preocuparte por matrimonios ajenos y mejor cuida el tuyo, que por algo estás divorciándote —Kenneth, con la mínima paciencia, golpeó donde dolía.
Sorprendido, Oliver no pudo evitar que su mirada fuera hacia la mujer melancólica que estaba mirando por la ventana como si no hubiera nada menos interesante que la escena que se desarrollaba frente a ella. Miriam, por su parte, se puso de pie con el niño en brazos y se dirigió a la sala privada del café, hablando sobre regalarle un helado para él solo.
—No nos vamos a divorciar —Espetó Rowan, dando un paso amenazador frente a Kenneth justo en el momento en que Miriam cerró la puerta a sus espaldas.
—Si nos vamos a divorciar —Por primera vez la mujer levantó la voz y miró a Rowan con expresión furiosa. Este apretó los puños y golpeó la mesa, la mujer se sobresaltó, pero no le desvío la mirada.
—Cállate, nadie te metió en esta discusión —dijo, en un tono bastante amenazador. Oliver sintió un ligero deja vú al escuchar su tono de voz, pero la situación era tan extraña que su mente no conectó los puntos.
—No le hables así bastardo —Kenneth se puso en medio, cubriendo a la mujer con su cuerpo. Oliver sintió que las cosas estaban escalando demasiado rápido.
—Kenneth basta —dijo, tomándole del brazo. Kenneth se sobresaltó, pero al ver la expresión de Ollie, se echó para atrás, respiró y se tranquilizó.
—¡Miriam! —gritó—. Ven acá, ya me voy —Aunque no era su intención, las palabras sonaron cómo un regaño, por lo que su hermana apareció, dirigiéndole una expresión furiosa, mientras el niño parecía un poco asustado por toda la escena.
—Maggie, vamos a la cocina, les dejaré escoge un postre —dijo con aire de suficiencia, pasando de sus dos hermanos. La esposa de Rowan, Maggie, decidió tomar la salida que le dio su cuñada y se puso en pie, abandonando la habitación.
Kenneth tomó a Oliver de la mano y lo sacó de la tienda. Este echó un último vistazo a Rowan, que estaba tan furioso que parecía dispuesto a desquitarse con él si le daban la oportunidad. Sintiendo un escalofrío en el cuello, decidió mirar al frente y quedarse callado.
Una vez fuera Kenneth se disculpó con él y lo llevó a su casa. Cuando regresó a su diminuto piso, donde apenas cabía su propia existencia, se sintió extrañamente aliviado de haber escapado del asfixiante entorno en el que se movían los hermanos.
Suspiró y se hizo prometer que nunca se dejaría llevar otra vez por Kenneth, aunque segundos después se dio cuenta ir quizás aquella promesa estaba destinada a romperse.
Las cosas se están poniendo difíciles con esta familia. ._.
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