5
—Déjalo en paz —Kenneth le dio un empujón a Mark, quién soltó un quejido al tiempo que se acariciaba el brazo. Ambos eran buenos amigos, o al menos eso era lo que Ollie tenía entendido, sin embargo, desde que comenzó a salir con Kenneth, se había vuelto el objetivo de las burlas de Mark, quién encontraba graciosísimo que el ratón de biblioteca ahora se relacionara con alguien como su amigo.
—No seas delicado, solo estaba jugando ¿Verdad cuatro ojos? Así nos llevamos —Mark siempre fue muy alto y al hablar con él se inclinaba para encontrar su mirada. En ese entonces tenía el pelo color chocolate, de ojos azules, pero tiempo después comenzó a teñirse de negro porque intentó decolorarse y las monjas lo obligaron a teñirse una vez más de un tono "natural".
—Yo...—Ollie no supo que contestar, no quería tener problemas con Mark, pero tampoco quería hacer quedar a Kenneth como un tonto por defenderlo. Mark ni siquiera era el peor de todos sus bullies, sólo le ponía apodos y tomaba sus cosas sin permiso, pero de vez en cuando hablaba con él y se reía con él, no de él, aun así, Kenneth parecía enojado.
—Oye —su novio se metió entre ambos, bloqueándole el contacto visual. Mark levantó la vista retrocediendo—. Estoy hablando contigo.
—Pero ¿Por qué te enojas? Si a él no le importa —espetó, adoptando una sonrisa que parecía intranquila. En ese momento Mark se dio cuenta que Kenneth estaba furioso y comenzó a actuar a la defensiva.
—Porque es mi novio y tú eres mi amigo y no quiero que le hables así —dijo cruzándose de brazos. La cara de Ollie se puso roja al escuchar aquellas palabras, la verdad es que nadie que no fuera su abuelo lo había defendido de esa manera.
Él era cómo una ballena solitaria en inmenso océano, viajando solo por las rutas migratorias. Sin embargo, era extraño darse cuenta de que ahora tenía a alguien. Se permitió sonreír, oculto detrás de Kenneth.
—Bueno...—después de unos momentos de silencio, Mark cedió—. No le diré nada raro ¿Está bien? —dijo, no pudo evitar sonar un poco sarcástico. Ollie lo entendía, debía estar avergonzado y con el orgullo herido.
—Está bien —aceptó Kenneth. Pudo notar cómo su espalda se relajaba, a él debió costarle trabajo enfrentar a su amigo, lo cual hizo que el gesto fuera más especial en su corazón.
—¿Comemos pizza? —ofreció Mark, resignado y cambiando de tema para no tener que pensar en incómodo enfrentamiento.
—Vamos a Tonys, también venden hamburguesas ahí —dijo, girándose hacía Ollie, este le sonrió en respuesta.
—Está bien.
Cassie se fue una hora después y pasó a despedirse de él antes de marcharse, aunque parecía un poco incómoda por la forma en que Ollie rechazó estar en la misma habitación que ambos. Él actuó educado, pero no le sonrió, le supo mal tratarla con frialdad, pero estaba tan agotado, el hambre hacía que cualquier sentimiento se multiplicará por mil y enterarse de que la chica se había casado con Kenneth lo tenía muy amargado. Ya ni siquiera valía la pena llorar, estaban divorciados después de todo, pero eso no quería decir que se sintiera de ánimos para hablar con cualquiera de los dos.
Ella se despidió, captando la indirecta y desapareció alejándose con ese incesante taconeo que la seguía a todos lados. Ollie se llevó las manos a la cara, le dolía la cabeza, tenía una inquietud que se manifestó como un nudo en el estómago. No volvió a la oficina incluso después de que ella se fue, todavía faltaban dos horas para poder irse a casa, como ya tenía dinero podría hacer una pequeña compra y preparar un almuerzo modesto, lo suficientemente como para no morir de hambre. Sonrió un poco, pensando en la ilusión que le causaba entrar a una tienda para comprar la despensa, estaba en ello cuando Kenneth salió de la oficina tendiéndole una carpeta amarilla, bastante gruesa.
—Acompáñame, tenemos que salir, llévate tus cosas —dijo y se dirigió al estacionamiento. Ollie lo persiguió, caminando unos pasos detrás de él para no tener que hablarle, Kenneth le abrió la puerta y él se subió sin decir nada más, no quería mezclar sentimientos personales con el trabajo, así que se aguantó las ganas de hacerle un desplante.
Kenneth arrancó el auto, por dentro era incluso más lujoso que por fuera, con asientos recubiertos de suave piel sintética, aire acondicionado y una pantalla donde se mostraba el mapa de la ciudad.
—¿A dónde vamos? —preguntó, poniéndose el cinturón.
—Al centro comercial —explicó—. La feria del auto es en dos meses y tenemos que apartar nuestro lugar dentro de la plaza —Kenneth arrancó. Oliver no pudo evitar notar que, manejaba con mucha prudencia y lo hacía de una forma natural, como si estuviera acostumbrado a comprobar todo dos veces antes de ponerse en marcha.
La imagen de Kenneth en la moto, con Cassie montada en la parte vade atrás, usando su casco le revolvió el estómago. Frunció el ceño.
—Pensé que no te gustaban las mujeres —dijo, sin poder tragarse sus palabras antes de ponerse en ridículo iniciando una conversación como esa.
Kenneth hizo una mueca, al principio no pareció entender de que estaba hablando, hasta que el entendimiento llegó a su rostro.
—¿Te contaron tan rápido? —él se río, pero no había rastro de humor en su expresión—. Un consejo, ten cuidado con las oficinas pequeñas, es un mundo de chismes.
Ollie no respondió, entendiendo la forma en que evadió la pregunta. Cuando el silencio se extendió, se cruzó de brazos, insatisfecho por la forma en que Kenneth simplemente decidió ignorarlo. No había una razón para que se sintiera así, después de todo terminaron mucho tiempo atrás, pero era obvio que todavía estaba comprometido sentimentalmente con ese hombre.
—No me gustan las mujeres, pero bueno, es Cassie, ya que tenía que casarme con una mujer, Cassie era la mejor opción ¿Cierto? —dijo, apretando su agarre en el volante. Ollie frunció el ceño.
—Yo también me casé, pero con un hombre —dijo de forma impulsiva. Se sentía tan mezquino en ese momento que era capaz de inventar cualquier cosa para no sentirse como un fracasado.
El auto frenó de golpe, pudo escuchar las llantas chillar por la fricción, Ollie se fue de frente y la única razón por la que no se golpeó con el parabrisas es porque estaba teniendo cuidado y se puso el cinturón de seguridad nada más entrar al auto. El ruido fue tan estruendoso que ahogó el grito de sorpresa que se le escapó por el miedo.
Sorprendido se giró hacia Kenneth, que lo estaba mirado con los ojos abiertos de par en par.
—¿Qué demonios te pasa? ¿Crees que tengo dinero para pagar una rinoplastia? —preguntó, de repente le dio la impresión de que la imagen que tenía de Kenneth se estaba torciendo poco a poco
—¿Te casaste? —sus ojos fueron a las manos de Ollie, quién no entendió el gesto hasta que se dio cuenta de que estaba buscando el anillo. Oliver se aclaró la garganta, avergonzado y con la cara roja.
—Solo estaba bromeando —murmuró, sintiendo cómo sus hormonas se alborotaban sin que pudiera controlarse. No era un tonto, no completamente y la reacción de Kenneth hizo que una molesta luz de esperanza naciera en su pecho, junto con la terrible sensación de que iba a enfermarse de la rabia, porque ese hombre no era nada suyo y no tenía derecho a celarlo.
—Bien —Kenneth soltó el aire, con un poco de alivio, contó hasta tres y encendió el auto. Por suerte el camino estaba vacío, por lo que evitaron un accidente. El silencio se hizo entre los dos, había una pregunta flotando en el aire, Ollie no podía soportar la anticipación y sintió que pasaba una eternidad hasta que Kenneth se animó a hablar—. ¿Estás saliendo con alguien ahora mismo?
—Soltero, no disponible —respondió de forma contundente.
—Ah —Kenneth no insistió en el asunto, aunque se veía que ganas no le faltaban. Ollie apretó los labios, no quería ir por ese camino, pero no pudo evitar echar un vistazo a su ex, cuya camisa estaba ya arremangada y se había quitado la chaqueta.
De repente le vio el antebrazo, le llamó la atención no sólo porque se le marcaban las venas y los músculos y parecían un par de extremidades que podían hundirte en la cama y hacerte llorar (en realidad podían, si lo sabía él) sino también por una visible cicatriz que le atravesaba desde la muñeca hasta el codo.
Oliver no dijo nada, pero enseguida comenzó a hacer conjeturas y llegó a la conclusión de que esas marcas eran seguramente el resultado de uno de sus accidentes en moto. Kenneth se dio cuenta de que lo estaba mirando y se encogió de hombros, bajándose la manga. Ollie levantó una ceja, pero no dijo nada.
El centro comercial "La estrella" era enorme y lujoso, tenía unas oficinas muy pequeñas prácticamente ocultas en la parte de atrás del lugar. Él no había notado la existencia de la misma, pero tampoco frecuentaba ese tipo de lugares. Durante la reunión, le hicieron anotar los detalles del uso del espacio, los presupuestos, las fechas disponibles y salieron a recorrer el lugar. A Ollie no le sorprendió lo capaz que era Kenneth para su trabajo, siempre hacía preguntas concretas y era muy cuidadoso con los detalles, una característica que había mejorado y pulido hasta llegar al ahora.
Oliver tomó fotografías de los lugares donde se exhibirán los vehículos y escribió todos los comentarios extras a tener en cuenta. Cuando terminaron faltaba media hora para la salida del trabajo, por lo que se detuvieron en uno de los restaurantes que estaban por ahí cerca.
—Vamos, comamos y después a casa —dijo, señalando un restaurante de comida japonesa dentro del lugar, el letrero de la entrada era enorme y de color rojo, con letras amarillas, la decoración era bastante normalita, pero todo se veía caro. Ollie suspiró, ni quería aceptar, pero estaban todavía en horario laboral.
—Está bien —aceptó.
Ambos tomaron un lugar cerca de los ventanales y echó un vistazo fuera, donde montones de personas andaban de aquí para allá perdiendo el tiempo.
—¿Tú pagas? —preguntó. Aunque asumió que así sería, no estaba de más cerciorarse.
—Claro, adelante —Kenneth le extendió la carta, para que pidiera primero. Oliver, que no estaba muy feliz con el hombre, le señaló el platillo más caro.
—Quiero este —dijo, señalando un platillo de camarones, arroz, ensalada, varios acompañamientos, un platillo de pescado sin nombre y bebidas.
—Ese es para seis personas —dijo Kenneth, tomando la carta en las manos y frunciendo el ceño.
—Me llevaré lo que sobre —dijo levantado una ceja, Kenneth se le quedó mirando, sin saber muy bien que decir, la vacilación lo puso de mal humor—. No te había tomado por avaro —espetó. Después de llorar tanto por ese hombre, ahora sólo le quedaba rabia para dedicarle.
Kenneth suspiró y tocó la campana que dejaron en su mesa y pidió las órdenes. Ollie no pensaba que aceptaría comprarle eso, pero no se quejó.
Estaban esperando en el más absoluto silencio, un poco aturdidos por el ruido alrededor, cuando de repente alguien se paró del otro lado del vidrio, dándole unos golpecitos y agitando las manos. Ollie frunció el ceño, observando al extraño, pero Kenneth sonrió, saludando de vuelta. El hombre entró en el restaurante, dirigiéndose directamente a dónde estaban ambos, Ollie bajó la vista, no muy interesando en hablar con un tipo que no conocía de nada.
—No sabía que habías vuelto al país ¿Cómo es eso que te divorciaste? —Sin muchas ceremonias el hombre le dio un abrazo a Kenneth, quién se puso en pie para corresponder al gesto.
—Yo supe que tú rompiste tu compromiso —dijo Kenneth haciéndose a un lado para dejarle sitio, desviando la atención de la pregunta inicial.
Ollie observó al extraño, era guapo, alto, de hombros anchos, tenía la cabeza rapada y varios percings en las orejas, además estaba usando una chaqueta de cuero hermosa, que se notaba bastante pesada, llevaba guantes colgando de la bolsa del pantalón, las botas negras con cinturones por todos lados, los jeans rotos y una playera blanca que se le ajustaba al pecho, dejando ver la firmeza de sus músculos. Mentiría si dijera que su apariencia no causó algo en él, hacía tiempo que no se cruzaba con un hombre tan atractivo.
—Bueno es que nunca pensé en casarme de verdad —dijo encogiéndose de hombros—. Ya sabes, das el anillo, pero no pones fecha, tu gatito está contento un tiempo y coges como condenado hasta que se da cuenta. En mi caso el anillo de diamantes cubrió la cuota sexo de dos años enteros —celebró, haciendo un bailecito ridículo.
Ahí se murió el encanto.
Kenneth abrió la boca, sorprendido, balbuceó, no supo que decir, lo miraba con los ojos como platos. El hombre soltó una carcajada, al tiempo que le daba unas palmadas en el hombro a Ken.
—Sigues siendo un santurrón —exclamó en tono jovial. Kenneth hizo un gesto.
—Y tu sigues siendo un bicho malo —espetó haciéndole un gesto para que se marchara—. De todas formas, estoy en horario laboral, piérdete por ahí —comentó, medio en broma medio en serio.
Mark estaba a punto de decir algo cuando su mirada se centró en Oliver y se detuvo en él. Ollie pudo notar cómo su expresión pasaba de la incredulidad a una sonrisa extraña, entre radiante y embelesada, como si se hubiese encontrado un billete tirado en la calle. Él puso la mano en la mesa y se inclinó, invadiendo su espacio personal en un gesto que se reconoció enseguida.
—Mark —dijo, frunciendo el ceño, seguía siendo la misma criatura rabiosa que en la escuela, aparentemente inofensivo, pero de muy mal carácter.
—Ollie —espetó, luego se giró hacia Kenneth, quién parecía tenso—. No sabía que habían vuelto —comentó de forma casual.
—No volvimos, trabajamos juntos —aclaró Oliver, asegurándose de no hablar demasiado rápido. Logro su cometido, sus palabras se escucharon tranquilas, casi frías.
—Vaya, que triste noticia —Mark tiró de la silla que le ofreció Kenneth, manteniendo siempre una sonrisa en el rostro y la colocó peligrosamente cerca de Ollie, casi sentándose en la esquina de la mesa. Este se quedó quieto un momento, recordando que el hombre tenía la costumbre de invadir su espacio personal de esa manera, Kenneth siempre se ponía furioso cuando hacía eso, frunció el ceño, dándose cuenta del porqué de sus reacciones.
—Kenneth —la palabra se le escapó como una queja, ofendido se negó a mirar a Mark, Ken entendió perfectamente lo que estaba tratando de decir, se puso en pie y se paró en medio de los dos, dedicándole una mirada a su amigo, este soltó un resoplido, dejando el asiento libre para que Kenneth se pudiera sentar.
—Ustedes dos nunca cambian —dijo, su sonrisa era una mueca estirada, desprovista de humor. A Ollie le sorprendió que, a pesar de su mezquindad, la apariencia del hombre todavía parecía inmaculada. Sin embargo, no se dejó llevar, los hombres atractivos nunca fueron su debilidad, sólo lo fue uno de ellos.
Ollie frunció el ceño, mirando hacia afuera, donde una gran cantidad de gente iba de aquí para allá. Se concentró en una familia, madre, padre y dos niñas pequeñas, sonriendo y comiendo un helado juntos. Era una escena un poco cliché, ni siquiera se permitió tener una ilusión de una vida como esa.
Cuando la comida estuvo lista, decidió que ignoraría la charla de aquellos dos y se concentraría en comer. Estaba todo delicioso y sobró un montón que se pidió para llevar. Mark levantó una ceja al verlo, pero no dijo nada.
—Ya son más de las tres, me marcho a casa —dijo, ignorando a ambos y saliendo al centro comercial.
Bueno, acá estoy de vuelta con un capítulo nuevo, poco a poco las cosas se irán poniendo más interesantes, sobre todo con lo que respecta a la relación de Ollie y Ken.
Espero que el capítulo les haya gustado y nos leemos en el próximo capítulo. <3
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