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16


Ollie sintió que se le caía el alma al piso, una serie de pensamientos llegaron como avalancha y bloquearon todos sus movimientos. Consternado se preguntaba que estaban haciendo ahí y una parte de él sintió que su abuelo estaba dentro, tumbado en su cama, esperando a que volviera de las clases particulares para que cenaran juntos, pero el sentimiento no duró mucho. La casa estaba en mal estado, el jardín fue destruido por el paso del tiempo, la maleza estaba en alto, la barda blanca se había oxidado y las enredaderas se trepaban en las paredes descoloridas.

—¿Qué...? —Ollie no pudo completar la frase, se giró anonadado hacia Ken, abriendo la boca como un pez bajo el agua. Este observó alrededor, miró su reloj y frunció el ceño.

—Se supo que alguien nos estaría esperando aquí —dijo. Ollie sintió que se le formaba un nudo en la garganta.

Un auto giro en la esquina, Ken sonrió al ver el vehículo estacionarse rápidamente. Un hombre mayor, de unos cincuenta años, muy elegante y bien vestido, bajó llevando unos papeles en la mano y se apresuró a alcanzarlos. Ken lo saludó con efusividad, ambos parecían conocerse desde hace tiempo. Ollie estaba confundido y no sabía qué hacer.

—Oliver, te presento a Leonard Choi, es mi abogado —dijo, señalándolo con un gesto. El hombre extendió la mano hacia Ollie y este la estrechó, aunque su mente todavía intentaba descubrir que estaba pasando.

—Mucho gusto —dijo el hombre y luego miró a Ken, ambos mantuvieron una conversación silenciosa y finalmente el abogado abrió la carpeta que tenía en la mano, tomó el lapicero que descansaba en el bolsillo de su chaqueta y se lo extendió a Ollie—. Lo único que necesitamos para efectuar el traspaso de la propiedad es su firma.

Ollie miró a Kenneth sin saber que hacer, había algo irreal en lo que estaba pasando. El hombre le sonrió, lo rodeo en un atraso y besó la cima de su cabeza.

—Feliz cumpleaños.




Miriam y Caroline tenían una historia complicada, ambas se hicieron amigas en la universidad, cuando su padre insistió en enviarla a esa institución de señoritas donde terminó sus estudios superiores. Miriam estaba segura de que tenían algo, una vibra que llenaba la habitación cuando estaban juntas, Caroline le miraba con unos ojos que destilaban miel y aunque se movían con cautela, había algo inevitable entre ambas.

En ese tiempo, ella estaba pensando que era momento de desafiar a su padre, estaba harta de la forma controladora en que manejaba sus vidas, Kenneth se había sometido a él y Rowan también, ella sabía que era el resultado de mostrar su debilidad frente a ese hombre, pero Miriam era diferente, todavía no estaba dispuesta a rendirse.

El día de la boda de Kenneth, apenas tres años después de su separación con Oliver, Miriam se presentó con Caroline del brazo a la fiesta. La mayoría no les dedicó una segunda mirada, eran dos mujeres que se reían juntas y cuchicheaban entre ellas como cualquier par de amigas. A su padre no le importó, su gran acto de rebeldía fue ignorado frente al gran evento que significaba la rendición total de Kenneth a loa planes que se habían trazado para él.

Sin embargo, la presencia de Caroline en esa boda fue el inicio de un efecto mariposa que los llevó hasta donde estaban en el presente. Su padre ya conocía a la chica, le había echado el ojo desde hace tiempo, pues era la hija mayor de un magnate del ramo automotriz que heredaría la mitad del imperio de su familia.

Fue muy ingenua al pensar que su padre no tendría planes al respecto, el hombre, claro está, ya sabía de la existencia de Caroline y había estado pensando bastante en sus dos hijos solteros, Rowan y la misma Miriam. A ella le pareció extraño que su padre insistiera tanto en juntar a Kenneth con Cassie, pero esa noche quedó claro lo que llevaba orquestando desde hace mucho tiempo: Kenneth se casaría con Cassie, Rowan con Caroline y a ella planeaba emparejarla con Charles, el hermano menor de Caroline.

Quizás si la chica no se hubiera quedado deslumbrada cuando conoció a Rowan, Miriam hubiese hecho algo al respecto, al menos algo más que decirle "Mi hermano no te ama ni te amará jamás" y en ese caso la habría tomado más en serio en lugar de pensar que solo estaba celosa porque no le escogió por encima de Rowan.

Como sea, lo hecho, hecho estaba, su padre pudo obligar a Rowan a casarse en contra de sus deseos, convenciéndolo de que era el camino que estaba destinado a seguir. Ella se lo tomó con filosofía, nunca nadie había muerto por un corazón roto y a diferencia de sus hermanos, un par de llorones patéticos, no era una persona que se aferrara al pasado, así que dejó todo atrás, limó asperezas con Caroline y ahora tenía un adorable sobrino al que amaba con todo su corazón.

Sin embargo, Rowan absorbió todo el rencor y paranoia de su padre y se volvió un energúmeno insufrible. Él estaba consiente de ese "algo" previo entre Miriam y su esposa, no podía quitarse de la cabeza que Miriam era bisexual. Durante años no mencionó nada al respecto, pero podía notar los engranajes girando en su cabeza cada vez que ambas mujeres hablaban en las cenas familiares. Ahora que iba a divorciarse y Caroline necesitaba una red de apoyo, iniciaron las peleas con Rowan, quien pensaba que estaba intentando robarle a su esposa.

Quizás para el pequeño cerebro de su hermano mayor era imposible que Miriam viviera en presente. Como él llevaba años lidiando con la separación con Cassie no se podía imaginar que ella hubiese superado limpiamente su ruptura.

—Miriam ¿Tú te llevaste a mi esposa? —la voz de Rowan se escuchaba furiosa al otro lado de la línea.

Ella estaba en el café, no planeaba llevar a Caroline a su departamento, iba a invitarle la cena y la dejaría en algún hotel cercano.

—¿No viste mi camioneta llegar? —respondió, poniendo los ojos en blanco. Miriam usaba una camioneta todo terreno que le resultaba muy cómoda y que definitivamente no era el tipo de auto al que subirías a una mujer con su hijo pequeño, pero que por necesidad había servido para ese propósito.

—No quiero tener problemas contigo, dime dónde está y fingiré que nada ha pasado —dijo el hombre a modo de amenaza, obviando que a ella las amenazas no le iban.

—Caroline me dijo que te pusiste violento otra vez —respondió frunciendo el ceño—. No te preocupes, Charles viene en camino, se la llevará a su casa esta noche, hablen mañana cuando estés más calmado —dijo, un poco harta de toda aquella rutina, no era la primera ni la última vez que sacaba a la chica de noche de esa casa porque su hermano se había vuelto loco.

—No me puse violento, ha sido ella quien me ha estado sacando de quicio todo este tiempo, me vuelve loco —espetó, golpeando la pared con fuerza. No dudaba que la mujer lo sacara de sus casillas, ella era de carácter difícil y Rowan tenía tan poca paciencia que cualquier cosa lo hacía explotar, era como presenciar el abraso de un alfiler y un globo.

Miriam echó un vistazo a Caroline, que se encontraba en una de las mesas, dándole de cenar al niño. En realidad, no quería meterse en ese problema, pero últimamente no podía evitarlo, como cuando unas semanas atrás Rowan encontró a Oliver comiendo en su café o como cuando le contó a Oliver sobre Ken, debería simplemente lanzar su teléfono al mar y mantener la boca cerrada.

—En realidad no quiero saber sus problemas, ni los de ella, no quiero que me cuentes que te lastimaste de tus sentimientos porque no supiste ser un hombre y decirle desde un principio que no querías casarte —espetó, frunciendo el ceño.

—Quédate donde estás, iré a allá y voy a matarte —se oía furioso y pudo notar el momento en que lanzó el celular y este se estrelló contra la pared.

—Carol, será mejor que te vayas, vienen para acá —dijo, soltando un suspiro.

—¿Está enojado o está triste? —preguntó al tiempo que le tapaba los oídos a su hijo. El niño debía estar muy acostumbrado porque no dejó de comer en ni un momento.

—Enojado, furioso diría yo —respondió, pensando que era una pregunta rara de hacer en una situación como esa.

—Que se vaya a la mierda entonces —Ella soltó al niño y siguió comiendo como si nada. Caroline se había transformado en una sombra gris de la chica astuta y alegre que solía ser, pero recientemente la ira le hizo recuperar un poco de su brillo.

—Qué ¿Si estuviera triste te habrías ido? —Sin querer se le escapó una risa, aquellos dos peleaban tanto, pero todavía se querían lo suficiente como para preocuparse el uno por el otro de vez en cuando.

Caroline se le quedó viendo, la expresión mortalmente seria. Miriam se obligó a adoptar la misma postura, sin saber que esperar a continuación.

—No, ya no, me divorciaré pronto de él, así que quiero pedirte por favor que lo cuides —La mujer se quedó pensativa un momento, como si estuviera planeando decir algo, pero se arrepintiera de último momento. Abrió la boca, pero el niño la interrumpió.

—Ma, ya terminé, tengo sueño —dijo, con los ojos medio cerrados del cansancio. Caroline se giró, lo tomó en brazos y se puso en pie.

—Creo que al final sí que me marcho —sentenció, acomodando a la criatura sobre a su pecho para que pudiera descansar tranquilo. Miriam se sacó las llaves de la camioneta del bolsillo del pantalón y se las lanzó a la mujer, quien las atrapó en un movimiento elegante. En los últimos meses ya se habían acostumbrado a esa rutina y ella veía cada vez menos a su amado vehículo.

Una vez que estuvo sola, esperó el momento en el que Rowan aparecería hecho una furia. Aunque no le dijo dónde estaba, era como un sabueso, la rastrearía hasta el fin del mundo si era necesario. Luego de veinte minutos sentada como una tonta, la llegada de su hermano resultó peor de lo que esperaba.

El sonido de unas llantas derrapando y el posterior choque hicieron que saltara de su asiento, a prisa se asomó por la ventana, donde descubrió el auto de Rowan estrellado contra el poste de luz frente al café. Miriam soltó una maldición y bajó corriendo, el sonido fue estridente, pero nadie se asomó, estaban en una zona comercial y a esa hora no había más comercios abiertos. Cuando llegó a la calle ya estaba peleando en el teléfono con el 911, esperando que su hermano no se hubiera roto algo (de alguna manera no se le ocurrió que estuviese realmente grave).

­—¡Miriam! —la puerta del auto se abrió y Rowan salió sangrando de la frente, pero no fue eso lo que le sorprendió, si no la expresión en su rostro.

Parecía desencajado, no por el choque, o quizás sí. Miraba frenéticamente, como si no pudiera concentrarse en un punto en específico y se tambaleó a hasta ella.

—¿Estás bien? —Pregunta estúpida teniendo en cuenta la situación.

—No Miriam, no me siento bien —Se escuchaba desesperado, observaba a los alrededores, se revolvía el cabello y respiraba con dificultad.

—Ya está, por fin perdiste la cabeza ¿Cierto? —ella suspiró ante la escena, frente a toda la locura de su hermano a veces no le quedaba de otra.

—Esto es serio Miriam, no sé qué me pasa —Estas últimas palabras salieron con furia y después de pronunciarlas pateó el auto, consiguiendo que se disparara la alarma. A ella le pareció irónico que no sucediera hasta ese momento.

—No te preocupes, ya vienen la ambulancia —respondió, frunciendo el ceño, sin saber porque tenía que lidiar con el loco de su hermano a esa hora de la noche. Si Rowan todavía se llevase bien con Kenneth se lo dejaría a él, seguramente se entenderían mejor entre ellos.

Como si leyera su pensamiento, Rowan se giró hacia ella y la tomó de los hombros.

—No me dejes solo Miriam, en serio no me siento bien, creo que me voy a morir pronto —dijo, las manos le temblaban y la miraba desesperado. Ella suspiró y negó.

—No te vas a morir, es solo una herida en la cabeza, no seas un llorón —sentenció, al tiempo que la sirena empezó a escucharse a lo lejos.

La expresión de Rowan cambió, la soltó de los hombros y se puso mortalmente serio. No dijo nada más, pero parecía un fantasma, por un segundo Miriam se preocupó, pero luego llegaron los paramédicos y le subieron al vehículo.

Dijeron que no era nada grave.

Siento que esta historia se pone cada día más complicada ¿Ustedes que piensan?

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