13
Oliver abrió los ojos en la madrugada, no recordaba nada de la noche anterior excepto que se encontró con Mark en la fiesta y estuvieron bebiendo juntos. Aturdido y con un dolor de cabeza terrible, se sintió envuelto en un calor agradable que resultó ser el abrazo de Kenneth. Oliver se encogió en su lugar, sorprendido por la forma en que ambos estaban arropados en la cama, como si fuera tan normal darse calor de esa forma en el invierno.
Se revisó la ropa, dándose cuenta de que estaba usando un pijama polar y varias prendas muy cómodas, Ken también estaba vestido. Confundido se refugió en el pecho del hombre, saboreando su perfume con tanto anhelo que fue como viajar al pasado una vez más.
"Para" pensó "Solo para"
No había forma de que ese fuera el pasado, nunca estuvo con Ken en una montaña nevada, nunca tuvo una resaca como esa cuando eran novios. Ese momento era una especie de descanso de su fea realidad, nada más.
La lámpara estaba a media luz, así que podía notar los contornos del hombre tumbado a su lado, sosteniéndolo dulcemente. Ollie se dio cuenta entonces que aún lo amaba, lo sabía en la parte más profunda de su ser, pero era un poco extraño admitirlo tan honestamente. Suspiró, sin saber cómo comportarse y entonces algo extraño pasó.
Una mano se elevó desde la espalda de Kenneth, lo hizo de repente y se dejó caer sobre el hombre en un gesto desenfadado. La imagen lo sorprendió tanto que pegó un grito aterrorizado, empujándose hasta casi pegarse a la pared de la cabaña. Con el escándalo, Kenneth se despertó soltado un alarido y vio a Mark levantarse mientras lo acompañaba con un alarido que casi reventó los cristales de la ventana.
—No puede ser ¿Qué haces aquí? —Ollie se cubrió el rostro, respirando con dificultad, los otros dos no estaban en mejores condiciones.
—Ay, no sé —espetó Mark, dejándose caer en la cama y quedándose aparentemente dormido casi enseguida. Kenneth tardó un poco más en tumbarse en el colchón, llevándose una mano a la frente.
—Casi me matas del susto —se quejó.
—¿Cómo iba a saber que estaba aquí? —lloriqueo sin descubrirse la cara. Ken se giró, dedicándole una mirada de sorpresa y Ollie frunció el ceño ante sus palabras.
—¿Qué pasa? ¿Por qué pones esa cara? —preguntó alarmado. Kenneth suspiró, negó con la cabeza y en un gesto dulce, tiró de él para envolverlo en un abrazo. Ollie seguía alterado, pero el gesto lo relajó en contra su voluntad.
Supuso que no tendría respuesta a su pregunta, así que resignado cerró los ojos y se quedó dormido.
Se despertó nuevamente al medio día, encontrándose sólo en la cama, arropado y cómodo. No se levantó enseguida, le dolía un poco la cabeza, aunque no se sentía tan mal como en la madrugada. La habitación estaba a oscuras, aunque una de las paredes era un gran ventanal, el vidrio se podía programar para no dejar pasar la luz y dar algo de privacidad.
Una vez que ya no pudo posponerlo, se puso en pie, se dio una ducha y se arregló para salir e intentar asistir a las juntas del día (si es que había alguna). Cuando bajó al primer piso, sintió que el dolor de cabeza se volvía aún más potente, pues en lugar de encontrar a Kenneth, su mirada halló a un malhumorado Rowan, que lo vio con una expresión entre sorprendido y furioso.
Ollie hizo una mueca: nada le salía bien jamás.
—¿Qué estás haciendo aquí? Se supone que Cassie vendría a quedarse con Kenneth, por eso lo dejé tener la cabaña doble —espetó, sonando bastante ofendido. Ollie estaba de mal humor por la resaca, así que simplemente se encogió de hombros.
Por supuesto, la cama matrimonial era obra de Rowan.
Ignorando al hombre se metió a la cocina, llenando un vaso con agua y dándole un trago. No quería enfrentarse a ese hombre deshidratado y ya se había hecho a la idea de que tendría que hacerlo, porque Kenneth no estaba por ahí para intervenir.
—Quiero que te marches ahora mismo —Rowan lo siguió, parándose estratégicamente en la puerta para impedirle el paso. Oliver suspiró.
—¿Cómo voy a marcharme? No se conducir y mi boleto de avión lo tiene Kenneth —dijo, frustrado por tener que tratar con las exigencias de todo el mundo. El día anterior ya había sido cansado con el descubrimiento de que Ken lo engañó para que fuera a esas vacaciones, con el alcohol y el llanto ya se había desgastado lo suficiente.
—Conseguiré a alguien que te lleve y le pediré el boleto a Ken —espetó cruzándose de brazos. Ollie suspiró.
—No creas que tengo muchas ganas de estar aquí Rowan, sólo vine por trabajo, pero si quieres que me vaya me iré, sin embargo, no planeo estar dos horas bajo la nieve esperando a que me vayan a recoger para luego estar cinco horas esperando un vuelo. Ya que ahora eres un gran hombre de negocios ve y arregla todo y cuando mi viaje esté listo, llámame —dijo, dirigiéndose de regreso a las escaleras—. Mientras tanto estaré durmiendo arriba.
Quizás si no hubiese despertado de tan mal humor no se habría enfrentado al hombre de esa manera, pero ya estaba harto de esa ridícula familia y sus problemas y la manera en que lo arrastraban a ellos. Sin embargo, enseguida notó que se había equivocado al enfrentarse al hombre cuando intentó pasar a su lado y un poderoso agarre tiró de su brazo, empujándolo hasta prácticamente estamparlo contra el refrigerador.
Un gemido de dolor y sorpresa se escapó cuando se encontró preso, mientras la mano de Rowan lo apretaba con fuerza. Las miradas de ambos chocaron y sorprendido se dio cuenta como el agarré del hombre comenzaba a apretarse hasta ser casi insoportable.
—Suéltame ¿Qué te pasa? —chillo, dándose cuenta de que estaba atrapado en esa estúpida cabaña, sin nadie a los alrededores que lo ayudara.
—¿Piensas que le estás hablado a la servidumbre de tu casa? No cabe duda de que puedes sacar al chico de la sociedad, pero no a la sociedad del chico —dijo, con una sonrisa cargada de ironía.
—No sé de qué estás hablando —dijo, intentando soltarse.
—No creas que no lo sé, tú y tu familia siempre nos vieron como menos, aún ahora, estando en la calle, nos siguen viendo como delincuentes violentos —él se rio y su voz se escuchó cruel—. Sin embargo, aquí estamos, tú trabajando para mí empresa ¿Quién crees que salió ganado? —espetó con cierto orgullo. Ollie abrió los ojos, sorprendido, no entendía de dónde había salido todo eso.
—Yo nunca he pensado menos de ustedes —espetó, profundamente herido por las palabras del hombre, preguntándose si el resto de los hermanos, en sus pensamientos íntimos, creían que Oliver era esa clase de persona.
—Claro que no lo admitirás, los de tu clase son todos iguales: apellido viejo, dinero viejo, mirando a todos por encima de la nariz —Rowan tiró de él, estampándolo una vez más contra el refrigerador. Esta vez sintió los imanes clavarse en su espalda, algunos cayeron en el suelo y él sintió que se le cortaba momentáneamente la respiración—. Óyeme bien, aquí el empleado eres tú y vas a largarte de aquí pie, caminarás dos horas hasta bajar de la montaña y comprarás un boleto de avión, volverás a casa y cuando Kenneth llegué la próxima semana, encontrará tu renuncia en su escritorio ¿Entendiste? —aunque estaba usado varias capas de ropa, Ollie pudo sentir las uñas del hombre intentando clavarse en su piel.
Asustado forcejeo tratando de soltar.
—¿Qué dices? ¿Estás loco? —espetó, entrando en pánico e intentando empujar a Rowan. Este lo inmovilizó una vez más, colocando su mano en el cuello de Oliver, donde apretó su agarré como una amenaza.
—Te hice una pregunta —espetó. Ollie intentó respirar, pero se volvió una tarea titánica. Asustado se removió en su lugar y en un gesto de desesperación logró darle una patada en la rodilla a Rowan, quién lo soltó con un quejido.
Rápidamente corrió hacia la sala, cerca de la puerta de salida, pero no se marchó, miró a Rowan con los ojos llorosos y la respiración agitada.
—¿Eso es lo que haces ahora? ¿Golpeas a la gente? ¿A tus empleados? ¿Así tratas a tu esposa y a tu hijo? Eres una bestia —exclamó, furioso y asustado.
—Nunca toqué un solo cabello de mi esposa —espetó furioso, avanzando hacia él como una tromba. Ollie se encogió asustado y entonces un chirrido sonó a sus espaldas, Rowan se detuvo y miró fijamente hacia un punto en específico.
—¿Qué está pasando aquí? —Kenneth estaba en la puerta. Ollie se giró para verlo, aunque sin darle la espalda del todo a Rowan. La habitación se quedó en silencio mientras los presentes se miraban entre sí.
Entonces Oliver se rio.
—¿Te detienes ahora? —dijo, dedicándole una mirada de rencor a Rowan—. ¿Paras cuando hay alguien más grande y fuerte en la habitación? Por lo visto sólo eres valiente cuánto estás frente un enemigo que puedes vencer —espetó temblando de rabia y de miedo.
Rowan intentó agarrarlo, pero Kenneth se apresuró, colocándose entre los dos. Rowan se detuvo en seco una vez más. Ollie no dejó de mirarlo, aunque la imagen estaba distorsionada por las lágrimas.
—Asqueroso cobarde —exclamó, intentando secarse con las mangas de su suéter.
La mirada que le dio Rowan estaba llena de odio, pero no dijo nada más, se limitó a observar la escena como si quisiera matar a todos los presentes. Luego simplemente se marchó de ahí.
Oliver estaba llorando cuando Kenneth lo levantó del suelo en un gesto protector. Cansado, rodeo el cuello del hombre en un abrazo, usando las piernas para sostenerse de su cintura. Todo su cuerpo temblaba de forma descontrolada.
—Tengo miedo —admitió, aferrándose a Ken como un niño pequeño. Kenneth le acarició el cabello con una mano, mientras lo sostenía con la otra
—No llores, estoy aquí, no dejaré que te haga nada —Ken le besó el cuello de forma cariñosa—. Vamos a irnos ¿Sí? No quiero que te sientas inseguro toda la semana —agregó.
Ollie se alejó un poco para verlo a la cara, sorprendido por su proposición.
—Pero tienes que estar aquí, es por trabajo —dijo, avergonzado.
—Y una mierda que tengo que estar aquí, Rowan tiene suerte de que no le haya tumbado los dientes —espetó furiosos y luego le secó las lágrimas con la mano libre—. Si quieres irte, nos vamos, si quieres quedarte nos quedamos.
Había muchas razones por las que deberían quedarse, principalmente porque se trataba de un viaje de trabajo y él era un nuevo empleado, pero después de un momento de pensar en ello se dio cuenta que por una vez quería priorizar su bienestar. Normalmente no tenía la posibilidad de hacerlo, pero con Kenneth cuidándole las espaldas seguro no pasaba nada si se marchaban. Ollie lo miró a los ojos e hizo un puchero avergonzado, de inmediato sintió que el agarre de Ken se volvía más fuerte.
—Quiero marcharme —dijo, recostándose en el cuello del hombre una vez más. Ken suspiró, le dio la sensación de que acababa de olerlo.
—Vámonos entonces.
Espero que les haya gustado el capítulo, recuerden que hay actualización los domingos y lunes <3
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