09
El sacerdote ordenaba sus cosas en su oficina cuando un Mingseon algo aturdido entraba en ella.
Miró al beta y supo que algo le preocupaba.
—Habla, hombre, que pareces estatua.
Mingseon se aclaró la garganta y se sentó cómodamente frente al alfa sacerdote.
—Oiga, ¿Qué pasa si le digo que Minnie encontró a su alfa destinado?
El sacerdote miró un poco a Mingseon sin dejar de mover de aquí para allá sus cosas, luego se sentó frente a él.
—¿Qué te preocupa en sí Mingseon? —preguntó, uniendo sus manos.
El beta jugó con sus dedos, pensando cómo decirlo.
—Es que es un niño. —Saltó por fin.
El sacerdote se enderezó en su asiento y carraspeó un poco, ya estaba entendiendo la situación. No era tonto, sabía que por las tardes, mientras él estaba en su habitación en su tiempo de oración y penitencia, llegaban dos alfas distintos a ver al pequeño omega. Y lo que era el problema para Mingseon, en realidad no lo era. Minnie era un lindo omega en edad de cortejar, no era para nada extraño que ya haya encontrado a su alfa.
Pero comprendía el actuar de Mingseon, el beta se había acostumbrado a Minnie y le había tomado cariño, por ello actuaba como un padre sobre protector.
—Te preocupas de más Mingseon, Minnie está en la edad de ser cortejado por su Alfa, y no es un niño, tiene veintidós.
—Tiene la mente de uno de diez. —refutó el hombre.
—Pero no será problema si su Alfa está consciente de eso y aun así desea tenerlo y cuidarlo. —Contradijo el alfa, levantando sus cejas—. Mingseon, estás encariñado con Minnie, déjate de cuentos.
El beta se sonrojó mucho al oír aquella verdad.
—¿Y qué si sé? Es un chico solo y… y-yo… también estoy solo…
El sacerdote suspiró profundo.
—Mingseon… Sé que es difícil para ti que no hayas podido tener hijos nunca, pero si esta es una oportunidad de tener un hijo como Minnie, hazlo bien. No seas tan sobre protector. Quiérelo y cuídalo sin ser tan exagerado, permítele que su Alfa lo vea y cuando llegue el momento de que se vaya con él, déjale saber que siempre estarás para él al igual que yo.
Mingseon lo meditó, odiaba que los sacerdotes tuviesen el don de hacer entrar en razón. Minnie no era su hijo, pero le quería como a uno, y también Minnie tenía a un alfa, así que debía respetar eso.
—Bien… Entonces dejaré entrar al alfa —Gruñó.
El sacerdote arrugó la frente.
—¿Mingseon…?
—¿Sí, señor? —Preguntó.
—¿Desde qué hora está el alfa afuera?
Mingseon sonrió mostrando sus dientes, salió corriendo de la oficina.
Pasó por el comedor donde Minnie estaba ordenando los individuales por color y salió directo a la puerta de entrada.
—¡Hey tú!
Junghyun se levantó del suelo en donde había estado esperando desde hacía tres horas a Jimin.
—¿Entonces me dejará ver a Minnie? —Preguntó ya enfadado de esperar y esperar.
—Ah, está bien… Solo cinco minutos —Masculló el beta, dejándole pasar.
—Llevó tres horas aquí. —Farfulló Junghyun.
—Y si sigues así te haré esperar otras tres horas.
—Ok, Ok. Está bien, señor.
Mingseon condujo a Junghyun hasta el comedor y en cuanto entró, ya tenía a la masita rubia pegada a él olfateando su aroma.
—Galletita entró por fin, Minnie ya está feliz. —Chilló el menor de alegría.
Jimin había estado sintiendo el aroma de Junghyun desde hacía rato, pero no entraba.
—Te traía helado, Minnie, pero ahora es malteada de chocolate —Dijo enfatizando la palabra “helado”, mirando a Mingseon quien sonrió burlón.
—¿Malteada? —Preguntó curioso.
Junghyun asintió dejando el recipiente con helado en la mesa.
—¿Tiene leche, crema batida y galletas? —Preguntó al beta.
Mingseon lo pensó, pero recordó las palabras del sacerdote y decidió darle una oportunidad al alfa.
—Espera. —Dijo abriendo la nevera, sacando la leche, después de eso sacó una caja de galletas y se lo entregó a Junghyun para luego rebuscar en la alacena el envase de crema batida.
—Gracias. —Gruñó el rubio, tomando todo—. Minnie te haré una malteada con el helado derretido.
Jimin dio saltitos, nunca había probado una de esas. Miró curioso como si Galletita metía helado de chocolate en la batidora, luego la leche y la crema batida.
Mingseon sacó dos copas de vidrio con dos pajitas y las dejó sobre la mesa. Junghyun terminó de batir aquella mezcla y luego vertió el contenido en los recipientes. Era espeso, achocolatado. Después aplastó unas galletas de vainilla con chispas y las esparció encima de la capa de crema batida.
Al menor se le iluminaron los ojos ante aquel rico postre que llevaba la mezcla de los dos olores que amaba: Galletas y Chocolate.
—¡Espera, Minnie! —Mingseon corrió a un aparador y de ahí sacó un bote con cerezas. ¡Era el postre perfecto! Las tres cosas se mezclaron a la perfección.
Chocolate, galletas y cerezas…
Se veía tan bonito, digno de una foto de exhibición para una heladería.
—Minnie está feliz, malteada muy rica —Dijo después de beber aquello que le supo a lo más delicioso del mundo.
Junghyun no pudo evitar sonreír, encantado, mirando como Jimin disfrutaba del postre. Sirvió dos más, uno para él y otro para Mingseon, mientras conversaban –Si las miradas y gruñidos se le llamaba platicar–.
—Minnie, eres tan bonito. —Dijo mirando al omega relamerse los labios.
El rubiecito se sonrojó, era la primera vez que recibía un cumplido así de bonito.
—¿Bonito de verdad? —Preguntó inocente.
—Sí, bebé, muy bonito.
Jimin aplaudió feliz.
—¿Minnie no es fenómeno entonces?
El lobo de Junghyun gruñó molesto, su omega jamás sería un fenómeno.
—Minnie, eres tan bonito así como eres, yo no cambiaría nada de ti. —Estiró una mano y tomó la de Jimin entre la suya, dejando pequeñas caricias en ella. Inmediatamente el diseño de proteger a ese omega nació en él.
Quizá no era lo correcto o quizá sí, pero haría lo que su corazón y lo que su lobo exigía. Cuidaría siempre de Minnie aunque eso le cueste su estabilidad con su hermano.
—A Minnie le gustó malteada de Chocolate y galletas con cerecita, y Minnie quiere a su Galletita y Chocolate así como malteada —Dijo de pronto, llamando la atención de Junghyun.
Él supo a qué se refería su omega, era algo imposible por ahora.
💌: Chocolatito, Galletita y cerecita 🥺💗
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