04
—¡Minnie!
Mingseon buscaba al pequeño beta por todos lados hasta encontrarlo en aquella misma banca de madera en la que esperaba desde hacía ya casi dos semanas.
—Aquí, Seon Hyung. Minnie sigue esperando.
El guardián se acercó hasta él y le dio suaves golpecitos en la cabeza en muestra de apoyo.
—Minnie, ¿has pensado en que quizá tu mami no va a regresar?
Los ojos del rubio rápidamente se llenaron de lágrimas y Mingseon se arrepintió de lo que había dicho.
—¿Mami ya no quiero a Minnie? —lloró.
—No, Minnie, no dije eso. Es solo que… ¡Olvídalo! Mejor vamos adentro a comer golosinas. ¿Quieres?
Jimin negó encogiéndose en su asiento.
Mingseon rendido se levantó. Eso era cosa diaria, Minnie simplemente esperaba ahí y lloraba. Se levantó de la banca y se encaminó hacia adentro, pues el sacerdote tenía una cita esa tarde.
Justo a tiempo cuando el timbre de la oficina parroquial sonó, salió entonces para abrir a los invitados.
—Buenas tardes. —Saludó con cortesía.
—Buenas tardes, tenemos una cita con el sacerdote.
Mingseon les abrió el paso y luego los guió hasta la oficina.
—Esperen un momento, le avisaré que están aquí.
—Gracias —habló la chica.
—¿Tenían que traerme? Se casan ustedes no yo —Le recordó Junghyun a su hermano.
—Ay ya, Junghyun. Nos quedaba de camino venir de una vez a ver la fecha de la ceremonia y tú venías de colado. —le dijo su cuñada, Suran.
Rodó los ojos, mirando alrededor. Había un jardín enorme y muy bien cuidado, y más allá estaba la iglesia. Caminó por el jardín, esperando al sacerdote mientras Jungkook y Suran reían tontamente.
En un momento sintió un mareo y una corriente eléctrica recorría su espina dorsal, hizo una mueca de dolor cuando sintió la punzada en su vientre. ¡Era imposible! Su celo aún no debía llegar.
—El sacerdote los espera adentro —Mingseon avisó a la pareja.
Jungkook y Suran se adentraron hasta la oficina y él se quedó parado tratando de calmar lo que acababa de sentir.
—¿Está bien, joven? ¿Necesita ayuda?
Mingseon notó la inquietud de Junghyun. Lucía pálido.
—N-no, estoy bien… gracias.
—Está bien. —Mingseon se dio la vuelta, pero Junghyun lo detuvo.
—¡Espere! ¿Señor… Hay un omega por aquí?
Junghyun lo preguntó porque no sentía el aroma de Mingseon –era un beta–, y el sacerdote un alfa. Sin embargo, sentía el suave aroma a cerezas.
—No, aquí solo hay dos betas y un alfa.
Junghyun arrugó la frente, era imposible. Su condición de Alfa casta pura le permitía tener un olfato perfecto, no podía estar equivocado.
—¿Le molesta si doy una vuelta por aquí?
—Por supuesto que no, tómese su tiempo.
Junghyun asintió en agradecimiento y comenzó a caminar por todo el lugar hasta donde el sutil aroma lo llamaba. ¿Pero qué estaba haciendo? No debía ir en busca del omega… Eso era algo pactado entre los hermanos. Sin embargo, su lobo aullaba desesperado.
Entró a la iglesia, varias bancas de madera fina estaban dispuestas en el lugar, pero no había nada más.
Caminó en medio, su olfato le decía que estaba ahí. Más allá había una cabina totalmente de madera, era un cubículo de confesionario. ¿Era posible que su omega destinado sea un sacerdote? ¿O por lo menos un seminarista? Si era así, sería un gran alivio.
Aún así, su lobo no dejaba de llorar y rasgar en su interior.
Entró lentamente con el corazón acelerado y la ráfaga de aroma a cerezas inundó su nariz, quizá era algo muy dulce, pero a su lobo le encantó y a él también.
—¿Hola? —Sé atrevió a hablar, consciente de que eso no tenía que hacerlo.
Del otro lado no respondió nadie, pero se alarmó cuando unos suaves murmullos llegaron hasta él. Su lobo se inquietó aún más.
—¿Estás bien? Estás… llorando. —Dijo bajito.
Los murmullos del otro lado fueron más evidentes.
—¿Galletita?
¿Galletita? ¿Qué diablos?
—¿Cómo te llamas? —Junghyun estaba totalmente consciente de que eso debería de evitarlo, no tenía que saber quién era su omega destinado, pero el destino lo llamaba y su instinto de lobo también.
—M-Minnie…
¡Minnie! Eso sonaba muy dulce y bonito.
—¡Minnie! Que bonito nombre. —¿Por qué su corazón latía así de rápido?
Guardó silencio solo para darse cuenta de que su omega ya no lloraba… “Su omega” Momento… ¿Por qué lloraba su omega?
Trató de espabilar su mente, no podía llamarlo así porque para él no era su omega aunque su lobo gritara lo contrario.
—¿Galletita? ¿E-Estás ahí?
¿Galletita? De seguro reconocía su aroma.
—Emm sí. Estoy aquí, Minnie.
—¿Y Chocolatito? ¿Chocolatito no está contigo ahora?
¿Chocolatito?
¿Cómo sabía? Aquel omega sabía que eran dos alfas sus destinados.
—No, ahora no está conmigo… Dime… ¿Estás bien? ¿Por qué lloras?
El silencio y un sollozo del otro lado le hizo saber que aquel omega sufría y su instinto protector despertó de su letargo.
“Abrazarlo, humano tonto”
No podía y no debía hacer aquello.
“Solo hazlo, nuestro omega sufre”
—¿Minnie…?
—Mami ya no quiere a Minnie, Minnie abandonado.
“Mami” “Abandonado”
¿Por qué esa palabra le dolió?
—¿Cuántos años tienes, Minnie?
Silencio…
—Minnie es un niño grande… Mami dice que Minnie no es fenómeno como dice Papá.
Con cada palabra, a Junghyun le iba entrando más la curiosidad. Sin duda, sonaba una voz muy linda y aterciopelada casi angelical, pero no era la de un pequeño niño pequeño.
La curiosidad le ganó así que salió del cubículo dispuesto a ver al chico de adentro, pero Mingseon llegó agitado hasta él.
—Aquí está, su hermano lo está buscando.
—¿Chocolatito?
Mingseon volteó a ver hacia donde la voz de Minnie sonaba.
—Minnie, estás aquí. ¿Conociste a un amigo? —Preguntó mirando a Junghyun.
—¿Cuántos años tiene?
—Realmente no lo sabemos, hace dos semanas que está aquí porque su madre lo abandonó. Parece un chico de veinte años, pero es una masita. Creemos que tiene algún retraso, es inofensivo y muy cariñoso. Al parecer ha sufrido muchísimo donde vivía.
A Junghyun de alguna manera le dolió saber que al omega le habían abandonado.
—¡Ahh!
Ambos hombres se alargaron al escuchar aquel quejido de dolor de parte de Minnie, quien seguía escondido.
Mingseon entró al cubículo y Junghyun se colocó detrás, vio una cabellera dorada como el sol al atardecer.
—¿Qué te pasa, Minnie? ¿Te duele algo?
El solo se quejaba.
—A Minnie le duele la pancita.
—¡Dios, estás ardiendo en fiebre! ¿Será posible?
—¿Posible qué? —preguntó Junghyun mirando cómo Mingseon trataba de levantar al jovencito.
—Bueno, él vino aquí sin aroma, el Sacerdote dijo que era un beta…
—Es un omega. —Añadió Junghyun.
De pronto se dio cuenta de la situación.
—¡Se está presentando como Omega y creo que es su primer celo! Debo llevarlo adentro, la misa comenzará en poco y aquí vienen muchos alfas.
Junghyun comenzó a sentir a la perfección los aromas del pequeño omega Algodón de azúcar y cerezas tal y como había dicho Jungkook. De inmediato todo su ser comenzó a actuar y su lobo gruñía por querer estar con su pareja.
Las feromonas de Minnie eran muy potentes que por un momento Junghyun se sintió mareado. Tenía que irse de ahí cuanto antes.
—¡Hey tú no te quedes ahí parado, ayúdame!
Junghyun no supo qué hacer, sus pies estaban pegados al suelo y no fue hasta que vio al beta cargar dificultosamente al pequeño omega que reaccionó como su instinto demandaba.
—Permítame —Arrebató al rubio de los brazos de Mingseon y lo cargó como a un bebé. Tuvo que cerrar los ojos con fuerza para no descontrolarse, y es que la cosita que tenía en sus brazos era un ángel caído del cielo. Tenía las mejillas abultadas y apretables, y sus labios…
Junghyun tuvo que recostarse en la pared para tragar con dificultad y cerrar fuerte los ojos.
—Sígueme por aquí. —Indicó el beta y guió a Junghyun hasta dentro de la casa parroquial.
Sentía como el pequeño omega se aferraba a él y olfateaba entre sus ropas y cuello.
—Galletita… Ga-Galletita… —Balbuceaba con sus mejillas rojas y brillantes por la fiebre.
Mingseon lo guió hasta una habitación, Junghyun acomodó lentamente aquel frágil cuerpo que temblaba de pies a cabeza sin parar, pero cuando se quiso separar de él, Jimin no lo soltó. Lo atrajo más hacia él.
—Minnie quiere a Galletita.
—Tú eres alfa, debes irte ya.
Junghyun trató de soltarse de Minnie, pero él simplemente no quería y Junghyun tampoco, su lobo menos. Las feromonas del omega eran muy fuertes. Gruñó un poco cuando Minnie enterró su nariz en su cuello, pero con el autocontrol suficiente logró separarse.
—¡Galletita! ¡Chocolatito!
Junghyun salió corriendo de ahí, tratando de ignorar los lloriqueos de aquel Omeguita y también debía ir por Jungkook. Estar con Minnie había adelantado su celo y podía pasar lo mismo con su hermano si sentía las feromonas del omega.
Corrió agitado hasta el jardín. Encontró a Jungkook con Suran hablando, tomó a su hermano del cuello del traje y lo arrastró con él.
—¿Junghyun… qué mier…?
—Debemos irnos.
Jungkook no entendía, pero entonces…
—¡Hueles a… !
¡Cerezas y Algodón de azúcar! Su lobo se impacientó cuando sintió las feromonas del omega inundar el ambiente.
Junghyun lo empujó en el auto y ni siquiera esperó a que Suran subiera, solo arrancó el
auto hasta llegar a casa sin decir palabra alguna a pesar de las acribillantes preguntas de Jungkook.
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