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02

──¿Qué puede decirnos sobre el rumor de su verdadera casta?

──¿Por qué lo ocultó tanto tiempo?

──¿Todo es real o son simples rumores?

──¿Que tiene que decir sobre su empresa relacionándose con la mafia japonesa?

Bien, esa última preguntan no estaba dentro de lo que la rueda de prensa se trataba.

Sana tronó los dedos y apuntó al chico que había hecho tal estúpida pregunta, pronto dos de sus hombres lo sacaron a rastras.

No puede creer que minutos atrás estuvo frotándose las mejillas con su alfa para recibir su olor, calmándose los nervios antes de salir hablar en la conferencia que había pedido ser organizada y aclarar el tema de una buena vez por todas.

Dos veces había intentado desayunar y ambas fueron devueltas por el retrete. No sabía si se trataba del embarazo o que su ansiedad estaba elevada, provocándole aquellas feroces náuseas.

──No aceptaré otro tipo de preguntas que no sean relacionadas al tema por lo que fueron citados.

Habló claro, viendo las cabezas de todos asentir en acuerdo y entendimiento.

A su lado estaba Jihyo, la directora de la empresa y al otro costado Momo, quien tenía la mayoría de sus acciones puestas en Minatozaki's Illusion, su presencia no era del todo importante, meramente es protocolo de tener al gabinete oficial de la empresa, aún faltaban unos cuantos pero no los creyó del todo necesarios. Nayeon se mantiene detrás de ella, con las manos cruzadas por el frente por si algo se llegaba a ofrecerle.

──Seré breve── comenzó ──y de una vez aviso que nada debe cambiar en mi trato hacia mí. Soy omega, nunca fue mi intención llevar esto tan lejos pero el respeto se gana y sé que al ser de esa casta no se me daría. Han sido cinco años desde que asumí y por lo que han podido observar omega o no, he sabido hacer mi trabajo mucho mejor que cualquier alfa.

──¿Por qué decidió ocultarlo, señorita Minatozaki?

──Lo acabo de decir── sonó irritada. La periodista se removió incómoda, sin embargo no bajó su micrófono que apuntaba hacia ella ──mucha gente no cree capaz a los omegas, sé que la gente iba a tratar pasarse de mí al saberlo, así que lo más congruente para mí fue mantenerlo en secreto.

──¿Le da vergüenza ser omega?

──Jamás.

──¿Está en espera, presidenta Minatozaki?

Sana asintió, con el mismo semblante de siempre, serio pero sin llegar a lucir molesta, simplemente manteniéndose al margen.

──¿Quien es su alfa?

Achicando los ojos pudo reconocer aquella omega, no era nadie más ni nada menos que una reportera de una distinguida revista de chismes, siempre hacía ese tipo de preguntas indecentes.

Otra vez, chasqueó los dedos y movió el índice, haciendo que Nayeon se acercara a ella.

──¿Quién la dejó pasar?── susurró.

──Creo que se coló señorita ¿quiere que la saquemos?

Sana asintió.

──Solo no sean tan rudos.

Volviendo a su puesto, su asistente se dispuso a comunicarse con los de seguridad a través de sus radios interconectados.

──Me abstendré a contestar preguntas sobre mi vida privada.

──¿Seguirá al mando de la empresa?

──De ser necesario asignaré a un presidente sustituto, si tanto les preocupa.

──¿Cuántos me...

Alzó la mano, parando al señor Kang, escritor y columnista de un reconocido periódico.

──No tengo nada más que decir. Como he mencionado, el trato hacia mí no tiene por qué cambiar, en dado caso que lo hagan se verán con mis abogados. Gracias por venir.

Poniéndose de pie, reverenció cortamente a los presentes, pronto los flashes y disparos de las cámaras se hicieron notar antes de que Minatozaki Sana saliese de aquella sala con el perfecto porte que había adquirido gracias a las dos décadas dedicadas al baile.

En casa Tzuyu la recibió con los brazos abiertos y un plato de sopa caliente para su dulce omega. La felicitó y mimó como era debido.

──────────────────────── ♡︎

Decir que los últimos meses fueron fáciles sería una total mentira si le preguntaban a Sana y Tzuyu.

Empezando porque la omega era demasiado terca y orgullosa como para dejar su trabajo aún si las contracciones le atacaban a media junta ejecutiva. Tzuyu estuvo a punto de ordenarle que se diera un tiempo para evitarse complicaciones y todo saliese lo mejor posible por su bien mismo y el de Sana.

──No puedes obligarme a nada. Soy tu omega, pero no de tu posesión── con aquel tono que usaba con sus trabajadores Sana le había dicho a su novia una tarde, poco después de cumplir ocho meses de gestación ──y si te gusta la idea de pasar la vida con tu futuro hijo más te vale que me dejes hacer las cosas a mi manera.

Como cachorro regañado Tzuyu solo bajó la mirada, aceptando lo que le decía con esa voz decidida que empleó su omega.

Aunada a eso su trabajo también se complicó, su vida entera había sido la composición y producción de música, pero el estado de Sana y su terquedad no le permitían concentrarse como era debido. Trabajaba para una de las bandas más famosas del momento y sus producciones debían ser increíbles, como siempre lo eran, pero no quedaba del todo satisfecho con estas y tocó re-grabar muchas canciones varias veces, tantas que los mismos idols se quejaron de ella con su jefa.

Nadie más ni nada menos que Minatozaki Sana, quien había invertido gran cantidad de sus acciones en cierto grupo, haciéndolo casi una de sus mayores dueñas. No fue sorpresa que al llegar a casa esta le llamara la atención diciendo que no había tiempo para juegos, que la fecha para ella lanzamiento del álbum estaba cerca y estaban contra tiempo.

Pero eso fue meses atrás, cuando su bebé aún no llegaba al mundo.

Ahora Sana sostiene a la pequeñísima Minju de cuatro horas de nacida entre sus brazos. Es rosadita y llora suavemente con el estómago vacío.

Tzuyu se muerde las uñas de las manos, viendo a su hija. ¿Era normal que sea tan pequeña? ¿su color rosa era bueno o significaba algo malo?

──¿Te vas acercar ya o vas a seguir ahí sin hacer nada?

Sana usa la mano extremadamente diminuta de su bebé para saludar a su mamá, incitándole acercarse.

──Hueles feo, Tzuyu── se queja, usando su pequeña nariz, olfateando a su alrededor ──la pones nerviosa.

──Lo siento, es que yo lo estoy.

Con un sonrisa enternecida, niega la omega.

──Ven, tómala tú, parece pequeña pero está gorda y pesa. Creo que no debiste dejarme comer tanto pastel estos meses.

Tzuyu nunca pudo negarse a la mirada y pucheros que la menor le hacía cada vez que pedía un dulce postre de sus pastelerías. Su deber era complacer a su omega como le fuese posible.

Una vez en sus brazos siente a Minju de lo más liviana posible, la bebé le olfatea con sus ojos chiquitos bien abiertos, deja de llorar un momento, acostumbrándose a los nuevos brazos y al olor de su madre, una vez la reconoce vuelve a llorar.

──La enferma dijo que venía en un minuto para que le de comer y me explique cómo es.

Tzuyu simplemente asintió, fascinada con su hija. ¿Ella había hecho eso? vaya que era buena en eso, alguien debía felicitarla por su increíble trabajo.

──Tzuyu, devuélveme a mi bebé, es más mía que tuya.

La alfa se quejó con un gruñido. Pronto Sana le mostró una cara enojada, que indicaba más le valía no gruñirle y molestarle o se las vería con ella.

Segundos más tarde una amable enfermera le brindó apoyo e indicaciones sobre cómo debía ser la manera correcta de lactancia. Sana aprendía rápido, hacía y seguía las recomendaciones que la beta le daba a la perfección, no por nada sabía como manejar su empresa.

──Es muy linda nuestra Minju, tengamos otro── observaba a su bebé comer de su pecho, luciendo tan tranquila y cómoda en esa posición.

La alfa se atragantó con su sorbo de café americano, si era sincera no quería pasar otro embarazo con Sana hasta dentro de los próximos 20 años.

Dos días hicieron en el hospital a petición de la omega por si alguna complicación se presentaba, quería que todo estuviese perfecto con su hija y el mínimo error o problema con ella le ponía nerviosa.

Le hicieron estudios, pusieron las vacunas necesarias y cuando todo estuvo perfecto, fueron dadas de alta.

Lo que más quería era llegar a casa, armar el nido más cómodo para su bebé y permanecer con su alfa y Minju todo el tiempo que les fuese posible.

Durante el trayecto a casa Sana hizo un par de llamadas tanto a Jihyo, quien se había quedado como presidenta sustituta, y a Nayeon, solicitando su presencia en casa lo antes posible.

──Preferible que cuando llegue tú ya estés ahí── dijo claramente a su asistente.

──Como usted ordene, señorita Minatozaki── ella cortó sin tener nada más que decir.

──Un por favor y gracias no estaría de más── comentó la pelinegra a su lado, en voz baja, tratando de no sonar agresiva.

──Por favor, cállate, gracias. ¿Así?

Se rió bajamente, no quería despertar a su bebesita que dormía plácidamente en la silla para coches. Rodando los ojos, la alfa dio vuelta a la esquina para adentrarse a la carretera, dirigiéndose a su casa que quedaba fuera de la ciudad, apenas 2 kilómetros alejada de la gran Seúl.

Un taxi los rebasó por la derecha, yendo a una velocidad rápida a comparación de la tranquila que llevaban ellos.

──Debe ser Nayeon, mira como la tienes a la pobre.

La acusada bajó la mirada, sintiéndose culpable. Nayeon lleva años trabajando para ella, le pagaba una buena suma de dinero, nunca se ha quejado por nada, entonces piensa que no hay problema por cómo la trata. O sea, Sana es así y no lo hace con mala intención.

Los guardias le acceden el paso a su residencia, la omega puede respirar con más tranquilidad el ver el verde pasto de su jardín siendo regado por los rociadores programados. Alguno que otro empleado de la casa los ve pasar en el auto y aún así, agachan la cabeza en reverencia a ellas.

──¡Llegamos a casa, MinMin!── le habla a su bebé, feliz.

Sacándola de su sillita la bebé despierta debido al ajetreo.

──Bienvenida, señorita Minatozaki── Nayeon luce agitada, la sonrisa de su rostro no la abandona.

──Hola, Nayeon. Lamento hacerte venir tan apresuradamente.

──Sabe que para mí es un placer, presidenta.

Aprisiona a su bebé contra su pecho, truena los dedos y con la cabeza indica a dos mucamas que bajen todo lo que estaba en la cajuela del auto.

No contrató a ninguna enfermera porque estaba decidida a que ella y Tzuyu debían ocuparse de su bebé, justo como su madre lo había hecho. Sabía que los primeros días y meses de un recién nacido eran importantes para adaptarse al mundo y que mejor que en compañía de sus padres.

En la noche, después de la cena, Minju duerme plácidamente en su cuna, anteriormente de ser alimentada por Sana.

──Alfa── le llama bajamente, jugando con sus manos.

──Dime, Shasha.

──¿Crees que soy mala persona?

Estuvieron recostadas en el nido que la omega hizo apenas llegaron a casa, habían pasado el día ahí, consintiendo a su bebé con todo el amor y calor posible, ella solo suspiraba complacida al sentir los olores de sus madres combinados.

Sana está sentada en el centro de la gran cama, mirando a la alfa lavarse los dientes para poder dormir al menos un par de horas hasta que la cachorra se despertara para volver ser alimentada.

──¿Por qué lo dices?

──Tú sabes por qué.

Termina de asearse la boca ante la atenta mirada de su novia, quien luce cabizbaja, casi nunca se le ve de esa manera. La mayoría del tiempo mantenía una actitud seria, a veces altanera y engreída cuando le era necesario, pero nunca llegando a excederse.

──No lo eres, mi amor── ahora está frente a ella, besando su cabello con mucho cariño.

──No me gustaría que Minju crezca con esa imagen de mí.

──No te preocupes, Sana. La única imagen que tendrá de ti es de la madre más amorosa que existe.

Se ríe detrás de su mano, tímidamente.

──Tzu...

──¿Sí?

Las caricias en su cabello la hacen relajar sus músculos antes tensos, los últimos días con la llegada del bebé ninguna ha descansado del todo, y en el hospital no podían ser muy cariñosas o llamar mucho la atención a petición de Sana.

──Yo te amo.

──Lo sé.

──No quiero que por mis actitudes llegues a pensar que no lo hago, Tzuyu. Sabes que estoy enamorada de ti ¿verdad?

Su dulce y tierno hoyuelo hace acto de presencia ante la más sincera sonrisa que ha tenido en días. Claro que lo sabía, solo que el escucharla le hacía bien, tanto a ella como a su loba, quien aulló orgullosa ante las palabras de su amada omega.

──Nunca pensaría eso de ti, Shasha. Sabes que también siento lo mismo por ti y nunca dudaría de eso.

──Gracias, alfa── la abrazó, muy fuerte, lo más que podía, tratando de transmitir todos sus sentimientos en el acto.

──Además, no te culpo, sé que soy increíblemente guapa e irresistible.

──Eres una tarada, Chou Tzuyu── cruza sus brazos, tratando de lucir enojada.

Tzuyu besa sus labios de la manera más dulce que puede, suspirando enamorada en medio de su demostración de amor. Las tiernas manos de su omega se posicionan en sus mejillas, sus pulgares acariciándolas con suma devoción.

──¿Te digo algo pero prometes no contarle a nadie?── sus narices se rozan entre sí, se sienten cálidos.

──Sinceramente no prometo nada.

Gruñendo, recibió un suave golpe en el pecho, pronto un beso fue depositado en ese mismo lugar en modo de disculpa.

──Yo fui quien convenció a papá de conseguirte como productora para el grupo.

──¿Entonces no fue por mi increíble y excesivo talento?

──Además. Creí que así seríamos más cercanas y podría gustarte.

──Sana, me gustas desde que te veía en las noticias con tu padre.

Un sonrojo es causado en la aludida, se pone nerviosa ante tal confesión.

Una presidenta dura y respetable frente al mundo, pero una omega dulce, sensible y enamorada en los brazos de su alfa.

──¿Recuerdas cuando nos presentaron en la fiesta de Momo?

Sana asiente, eso había sido hace unos diez años atrás, cuando ambas eran solo unas adolescentes sin preocupaciones.

──Temblabas como papel por el café que consumías.

──¿En serio sigues creyendo que era el café── confundida, su omega le mira con la cabeza ladeada ──era por ti, Sana. A pesar de tener esa cara tierna tu mirada expresaba determinación, y sabía que al más mínimo error me mandarías a volar.

──Tzu...

──Nada de Tzu, mi amor. Eres una omega increíble, lo sabes, te respeto de la misma manera de la que te amo, no dudes eso.

──Gracias.

──────────────────────── ♡︎

Minju cumplía dos meses de haber llegado, bebe con los ojos cerrados del pecho de su madre, relajada por el murmullo del videojuego que su tía Mina juega, la universitaria tiene la cabeza recostada sobre el hombro de su prima, disfrutando de las feromonas maternas que esta soltaba con el propósito de adormilar a su cachorrita.

Chou Tzuyu escribe en su bloc de notas con hojas amarillas, seguro era para un nuevo proyecto del grupo. Rascaba la parte trasera de su cabeza, borrando y reescribiendo en tinta negra.

──Ten tu café, Tzuyu, le puse un sobre de endulzante, si no te gusta no es mi problema── su asistente, Jeongyeon, dejó la taza en la mesita de centro con la bebida humeando.

──Gracias.

Estaba más que claro que la relación jefe-asistente de Tzuyu y Jeongyeon era muy diferente a la que Sana mantenía con Nayeon.

──Tzuyu puedes ir a trabajar al estudio, te avisaré si necesito algo── a la omega estaba comenzado a desesperarle la situación, de verla estresada al no estar en un lugar donde se pudiese concentrar meramente en su trabajo.

Mina gruñe a su lado, ha perdido la partida, Jeongyeon se ríe de ella, apuntándola con el dedo, burlándose de ella.

──¡Unnie dile algo!── enfurruñada acusa a la mayor de la habitación.

Todas ruedan los ojos ante el berrinche de la muchacha, en serio era como una niña pequeña.

──Jeongyeon, obliga a Tzuyu a ir al estudio, puedes llevarla de las orejas si es necesario.

──¿En serio? siempre quise hacer eso── intentó acercar su mano la tierna oreja de la alfa, antes de que pudiese ser tocada fue apartada de un golpe.

──Trabajas para mí, Jeongyeon, no sigas órdenes de ella.

Mina pidió tomar a Minju en brazos, la alfa mayor le indicó que caminaran fuera de la sala porque al sentir los olores de la pareja, se notaban molestas, ya buscarían la ayuda de Nayeon.

──Pídeme disculpas── gruñó, pateando de manera suave el tobillo de su alfa, sin llegar a lastimarle.

──No soy uno de tus empleados, Sana, te lo he dicho mil veces.

Cruzada de brazos, cayó sentada a su lado, puchereando.

──Es que sé que no estás cómoda trabajando aquí, te dije que podía ocuparme de Minju, está Mina para ayudar, si quiere acabarse el refrigerador tiene que servir de algo.

──Y yo te dije que estaba bien.

Esto parecía ser una guerra de ver quien era más terca. Sana tenía complejo de alfa y no le era ningún problema ponerse al tú por tú con uno, menos si se trataba del suyo.

Sin embargo, al ser martes por la mañana no tenía ánimos de pelear. Chasqueó la lengua, recostándose en la mayor. Su olor tranquilizante la envolvió enseguida, quería calmar la situación para no llegar a una discusión.

──Lo siento── a pesar de ser testaruda, sabía bien cuando cometía un error y pedía disculpas dignamente, aunque le costara hacerlo, su madre le había enseñado a aceptar una derrota.

Proveniente de los labios de Tzuyu salió un suspiro cansando, acomodó sus lentes de descanso, recostando su peso sobre su pareja.

Kaya apareció de la nada, meneando la cola de manera altanera, sentándose a los pies de su dueña quien con estos mismos le acarició.

──¿Le diste de comer?

──Pensé que tú lo hiciste.

──No es mi perro.

──¡No es un perro, es nuestro primer hijo!

No saben como terminan besándose en el sillón de manera perezosa, con el perro sobre el regazo de su ama. Vuelve a pedir disculpas entre besos y picos que recibe con gusto, su alfa le dice que no había problema alguno, sabía que las dos estaban estresadas y cansadas por las noches sin dormir debido al tener que cuidar de su bebesita.

──¿Están vestidas o alguna está herida de gravedad?── la asistente alfa cubre sus ojos.

──Puedes ver Jeongyeon, no seas payasa.

──Minju necesita un cambio de pañal.

La prima de Sana avisa, tendiéndoles a su bebé que ha despertado y luce de mal humor debido a su pañal sucio, es Tzuyu quien se dispone a asearla.

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