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🎖️Capítulo 22🎖️

Villa Elixir

Cuando la chica salió del baño con la bata de toalla y un turbante en la cabeza, Bianca le ofreció una silla para que se sentara y pudiera cepillarle el cabello y secárselo.

—¿Cómo te encuentras?

—Un poco mejor, la ducha me relajó bastante —le dijo sintiendo cómo masajeaba el cuero cabelludo con el cepillo.

—¿La médica te dio algo para que tomes?

—Sí, me dio una caja de comprimidos para la herida.

—¿Quieres que te ayude a vestirte y a maquillarte un poco? —le preguntó mirándose y ella asintió con la cabeza.

El silencio reinó durante unos minutos, pero fue Celeste quien volvió a hablar.

—Por un momento pensé que nos iban a matar por la manera en cómo se habían puesto, eran como lo que en verdad se hacían llamar, buitres.

—Lo bueno de todo lo malo es que están a salvo ahora y ellos tuvieron su merecido, ese grupo dejará de molestar a todos —sentenció Bianca con firmeza en su voz.

La italiana le confesó lo que mantenía callado porque no tenía a nadie a quien decírselo y porque su padre y hermano no iban a creerle.

—Siempre se rumoreó que mi madre se fue con otro hombre, pero nunca pudo ser cierto porque no se llevó ropa y aparte desapareció de un día para el otro. Cuando me hice más grande veía a ese grupo molestar a otras personas e incluso les llegué a escuchar que no soportaban a mi madre, ya sabes por qué —comentó la mujer y la argentina asintió con la cabeza mas no emitió una palabra—. Así que, si en verdad le hicieron algo, porque no dudo de eso, se calcinaron como ratas.

—Antes de que sucediera todo lo que pasó, el líder del grupo afirmó con ciertas palabras que la habían asesinado —la barbilla de Celeste le tembló cuando recordó esa situación—, y que tu papá intentó hacerse el valiente en vano. No nos dijeron algo más, pero por cómo eran esos tipos, me imagino lo peor que le podrían llegar a hacer a una mujer o a cualquier otra persona.

La argentina vio el semblante de Bianca a través del espejo y los ojos llenos de lágrimas. Se levantó de la silla y la abrazó por el cuello para que pudiera llorar con tranquilidad. La italiana creyó que nunca había llorado como aquella noche por su madre ausente.

—Tranquila, Bianca —le expresó frotándole la espalda—, ya todo pasó —le dijo secándole las lágrimas.

—Debería ser yo quien te reconforte y no al revés, acabas de pasar por una situación traumática y yo me pongo a llorar —emitió con gracia en su voz.

—No pasa nada, es normal que te sientas así, de alguna manera todos sufrimos esta situación.

—Sí —le respondió con congoja sintiendo de nuevo su barbilla temblorosa—. ¿Crees que mi padre nos diga algo con respecto a esto que pasó?

—Yo creo que sí, no hoy, pero capaz que mañana o en estos días, necesitan saber la verdad de la boca de él y cómo sucedieron las cosas.

—Mañana se lo preguntaré, hoy tenemos que terminar linda la noche.

—Sí, estoy de acuerdo con vos —asintió con la cabeza también.

—Vamos que te termino de secar el pelo y luego te ayudo con lo demás.

En menos de media hora, Bianca y Celeste salieron del cuarto de la segunda, estaba vestida muy sencilla y maquillada de forma natural también. Tan solo un vestido por las rodillas, sandalias, un par de accesorios y se estrenó el perfume que le había regalado su cuñada.

—Qué linda —respondió Alan levantando las cejas y codeó a Alessandro para que mirara en su dirección.

El barón quedó sorprendido también y se acercó a las mujeres para tener la atención de su esposa.

—Te la robaré por un rato.

—Es toda tuya, hermano.

Alessandro tomó la mano de Celeste y se la ubicó en su brazo para caminar a la par hacia el comedor.

—¿Tu papá te dijo algo sobre lo que habló con la policía?

—No, solo me comentó que mañana quería hablar con mi hermana y conmigo.

—Me parece bien. Necesitan hablarlo.

—Estás hermosa, Celeste —le confesó.

—Gracias. —Le sonrió.

—Te tengo una sorpresa de cumpleaños más. Pero será para el sábado próximo, en donde te estrenarás la gargantilla que te obsequié como regalo de bodas.

—¿Tan importante es como para que me estrene esa joya?

—Lo es. Solo te diré que será un evento social.

—¿Algo parecido a lo que viví cuando sin darme cuenta me emborraché?

—No, es un evento bastante diferente.

—Bueno, si no implica alcohol, me quedo más tranquila.

—Si te estás poniendo ebria, te diré hasta cuánto beber. Aun así, la noche en que bebiste esa copa de ponche, tenías vacío el estómago y era la primera vez que probabas el alcohol, ¿o me equivoco?

—No, es verdad.

—Fue eso, no otra cosa. Un ponche no te pondrá ebria porque está rebajado con mucha fruta.

—Yo lo sentí bastante picoso.

Alessandro se rio ante la expresión de su rostro.

Poco tiempo después recibieron a Cosme y su familia. Y Sabina dispuso los alimentos sobre la mesa con ayuda de Bianca, Alan y Alessandro porque a Celeste le habían prohibido moverse para ayudarlos en algo, no solo por la herida que tenía sino por ser la agasajada de la noche.

En la mitad de la cena de festejo, Chiara y Cosme quisieron hacer un anuncio hacia la pareja.

—Nos gustaría que fueran los padrinos de nuestra bebé —les comentó la mujer.

—Sinceramente es un halago y nos encantaría ser los padrinos de su hija —afirmó Alessandro mirando a su esposa luego de observar a los padres que estaban por serlo por segunda vez.

—Opino lo mismo que mi marido, nos encantaría serlo —les sonrió a ambos.

Fue Vitto quien propuso un brindis por la noticia y continuaron cenando, charlando y festejando. Media hora antes de la medianoche, le cantaron el feliz cumpleaños a Celeste y ella sopló las velitas del número 20.

Casi a las dos de la madrugada la Villa volvió a quedar prácticamente en silencio de no ser por Alessandro que retuvo a Celeste en su despacho para relajarse con ella sobre el largo sillón.

—¿No tenés sueño? Porque yo sí y estoy demasiado cansada también.

—Estoy cansado también, pero quería estar así contigo un rato.

—Podemos estar cómodos en la cama y charlando como ahora.

—De acuerdo, vayamos a la cama.

El barón se puso de pie y la levantó en sus brazos, echándose un gritito de asombro cuando sintió que la alzaba.

—Me sorprendió que me levantaras.

—No quiero hacerte caminar mucho con esa herida.

—No es tan profunda y el parche que me puso la doctora me sujeta bien.

—No importa, te llevo hasta el cuarto.

Apenas entraron al dormitorio de Celeste y dejaron pasar a Frutilla, él la bajó y comenzó a desmaquillarse mientras le hablaba.

—¿Querés quedarte a dormir? —Lo miró y él asintió con la cabeza—. Bueno, creo que ya ni hace falta que te esté preguntando si querés dormir conmigo, ¿no?

—No, porque quiero suponer que me aceptas en la cama.

—Supones bien, Alessandro.

—En ese caso, te digo lo mismo con respecto a mi dormitorio. Vienes las veces que quieras.

—Está bien, mientras tanto, me voy a cambiar —le dijo agarrando el pijama y entrando al baño.

Mientras Celeste se desvestía y se ponía el camisón nuevo, Alessandro jugaba con Frutilla haciéndola ladrar, se reía, la hacía callar y otra vez le movía la remera para que la mordiera y ella toda desesperada continuaba ladrando. Una y otra vez hasta que la mascota escuchó la puerta abrirse y giró la cabeza para mirar a su dueña. La chica le acarició la cabeza, se tiró en la cama patas arriba, le rascó la panza y esta movía las patitas traseras en señal de gustarle los mimos que le regalaba.

Frutilla sacudió la cabeza y se echó a los pies de la cama mientras veía cómo desarmaban la cama para meterse dentro. Apenas los vio tapados, se deslizó de a poco sobre el cobertor para quedarse en el medio de ellos.

—Parece que alguien interfiere en el medio de los dos —comentó el hombre.

—Me parece que sí —respondió ella mirando cómo su mascota ponía la cabeza sobre su panza y suspiraba de tranquilidad.

—¿Cómo te sientes? —preguntó preocupado su marido.

—Bien, pero cansada y con sueño.

—Será mejor que descanses, lo necesitas y mucho. —Le acarició el pelo y se acercó a su rostro para darle un beso en los labios el cual ella con ganas se lo correspondió también.

La mascota de a poco comenzó a cerrar los ojos teniendo sueño, Celeste igual y Alessandro se quedó dormido contemplando el rostro femenino.


♥ ♥ ♥


El día siguiente fue emotivo y triste para los hermanos Frumento ya que Vitto decidió llevarlos al lugar donde se encontraba su madre y les contó lo que había sucedido con ella y la razón por la que tuvo que mentir en que se había ido con otro hombre, porque aquello había sido la decisión de Alejandra. Mentir para que sus hijos no sufrieran, prefería que la odiaran antes que supieran la verdad.

—Teníamos derecho a saberlo, yo podía saberlo, que era el mayor de los dos —le reprochó Alessandro.

—Fue decisión de tu madre eso y no iba a contradecirla. Me daba rabia cómo la gente la trataba como poca cosa cuando todo lo que se rumoreaba era mentira, pero ese grupo continuaba como si nada hubiera pasado y debía protegerlos, a ti y a Bianca —dijo con seriedad Vitto.

—Es momento para que el nombre de nuestra madre quede limpio —afirmó el italiano y su hermana lo apoyó.

—Opino lo mismo que Aless. Es hora de que el pueblo sepa la verdad de lo que le pasó, ya todo se terminó.

—De acuerdo, ¿qué tienen pensado hacer?

—Dar un comunicado al pueblo, aunque algunos la hayan catalogado de ligera a nuestra madre y desprecien a Celeste —dijo Bianca.

—¿Lo haremos por Celeste también? —quiso saber su padre teniendo los brazos cruzados.

—Sí, por nuestra madre principalmente, pero por Celeste también, para que dejen de humillarla y hacerla a un lado por ser de otra nacionalidad —fue el turno de Alessandro hablar—. Luego de esto tampoco quiero que la acepten por obligación, pero sí espero que se den cuenta lo maravillosa que es.

—Me alegro mucho de que la veas así —emitió su padre al mirarlo—, siempre supimos mi amigo y yo que en algún momento te ablandarías por ella. Y no nos equivocamos.

—Ay papá, si vieras cómo la mira, te sorprenderías —le dijo Bianca—, se hace el tonto en que no la observa, pero me doy cuenta lo loquito de amor que está por ella.

—Ya sé cómo la mira, hasta su cuñado lo sabe.

—Bueno, esta conversación ya se fue por las ramas. —Acotó el barón—. Mañana sin falta reuniré a los habitantes del pueblo para que estén enterados de lo que sucedió ayer. Aunque no dudo que lo sepan y que estén especulando lo que en verdad pasó con la noticia que anunció la policía cuando algunos se acercaron a preguntarles qué había pasado.

—¿Te preguntaron a ti? —cuestionó Bianca.

—Sí, los clientes del banco quisieron saber qué fue lo que pasó, pero les conté muy por encima lo que nos pasó, mañana lo haré mejor.

—Me parece bien —asintió con la cabeza Vitto.


♥ ♥ ♥


Una vez dentro de la Villa y Alessandro refrescándose un poco el rostro dentro del baño de su cuarto, salió de allí con rumbo a la cocina porque pensaba que encontraría a Celeste, pero fue Sabina quien le dijo que estaba en el jardín acomodando algunas macetas y plantando flores.

Frutilla fue corriendo hacia su encuentro apenas lo vio caminar hacia ellas, este la levantó en brazos, le dio unos mimos y luego la dejó en el suelo, Agujitas se encontraba fuera de la jaula, tomando un poco de sol y comiendo pasto, pero la mascota intentó acercarse al erizo y se pinchó con una de sus púas y estornudó, sobándose con las patitas delanteras su hocico.

Alessandro miraba con recelo aquel animalito y caminó casi por el borde de la enredadera que estaba en la pared de ladrillos. Cuando quedó al lado de la chica, ella giró la cabeza para observarlo y sin decirle algo, el hombre la abrazó por los hombros y por la cintura. y escondió el rostro en el cuello.

—¿Qué pasó? —le preguntó muy sorprendida.

—Nada, necesitaba abrazarte y decirte lo mucho que me importas, Celes —la miró con fijeza a los ojos perdiéndose en aquellos ojos verdes—. Acabamos de llegar con nuestro padre, nos contó lo que pasó y en dónde está nuestra madre.

—¿Están mejor? ¿Vos, cómo estás?

—Tranquilo a pesar de que siempre la odié por una mentira, pero supimos que fue ella quien se lo pidió a nuestro padre, el que nos dijera que se había ido con otro hombre antes que sufrir. Solo espero que nos haya perdonado por haberla odiaba injustamente.

—Aless, no tendrías que pensar eso, fue ella misma que se lo pidió a su marido, jamás te podría odiar, a ninguno de los dos. Y tenés que estar tranquilo porque vos mismo sabes que siempre se quisieron entre todos ustedes.

Alessandro la miró con lágrimas en los ojos y la barbilla le tembló. No quería mostrarse débil y lloroso frente a su esposa, pero la situación y los recuerdos lo superaron. Escondió de nuevo su cara en el cuello femenino y lloró con congoja. Celeste se quitó los guantes de jardinería, tirándolos al césped y lo abrazó por el cuello mientras le acariciaba la amplia espalda.

—Aless, tranquilo. —Continuó diciéndole y frotándole la espalda.

El italiano la apretó un poco más por la cintura y ella se quejó cuando sintió una molestia en la herida.

—Perdón —se disculpó.

—No pasa nada, debe ser que se me está yendo el efecto del analgésico.

Celeste le secó las lágrimas que tenía debajo de los ojos y acunando el rostro masculino en sus manos, acercó su cara poniéndose un poco en puntas de pie y lo besó en los labios y otro beso se lo dio en la frente. Alessandro abrió los ojos cuando sintió la boca de la joven en su piel y levantó la cabeza para unir sus labios contra los de su esposa.

La argentina lo abrazó por el cuello mientras él estaba inclinado hacia ella y se fundieron en un beso más profundo que los castos que solían darse.

Cuando se separaron, fue la chica que volvió a preguntarle cómo se encontraba ahora.

—Mejor. Mañana daré un breve comunicado oficial al pueblo, luego llamaré a la policía local para que puedan dar algunos detalles mañana también. Los habitantes necesitan saber lo que pasó en verdad para que dejen de rumorear cosas que nunca fueron ciertas.

—Está bien, ¿querés que te acompañe?

—Me gustaría mucho. Pero será como baronesa y ya sabes lo que deberás portar.

—Sí —asintió con la cabeza también.

Celeste bajó la mirada y vio cómo Agujitas intentaba acercarse a ellos, luego miró a Alessandro que tenía una expresión contrita ante el animal de púas que se le acercaba a él como si fuese un oso.

—¿No me digas que te asusta esa bola de agujas? —formuló con diversión y levantando las cejas.

—Esa bola de agujas ya me pinchó los dedos una vez, no quiero sentir sus puntas en otra parte de mi cuerpo de nuevo.

—Pincha cuando se siente amenazada, no por otra cosa.

—¿Amenazada? —preguntó frunciendo el ceño—. ¿Es hembra? ¿Cómo sabes que lo es?

—Fácil, la levanté para verla —rio—, y te das cuenta porque es casi como los perritos. Si fuese macho, tendría los genitales como un perro macho, en cambio al ser hembra, los tiene ubicados como Frutilla.

Celeste se puso de cuclillas y luego se arrodilló sobre el pasto, extendió el brazo y abrió la mano dejando que la palma estuviera a la vista del erizo.

—Vení, Agujitas.

El erizo de a poco caminó hacia su mano y ella se levantó acariciándola en dirección de sus púas.

—¿Ves que no es tan feo acariciarla? Ella se deja porque sabe que no le tengo miedo y estos animalitos saben cuándo un humano les tiene miedo. Probá. Vas a ver que no te pinchará.

—¿Sin guantes?

—Sin guantes.

La joven con cuidado puso al animalito sobre la palma de Alessandro y este con inseguridad le acarició el lomo de espinas.

—¿Ves que no te pasó nada? Le gusta, acariciale el cuellito, le gusta también. Pensar que al grandote le asustaba una simple bola de púas —se rio a carcajadas.

—Nunca tuve un erizo y me pareció raro que mi padre se lo comprara a Alan.

—Siempre quiso tener uno, le gustaban, pero en el momento en que lo pidió, no estabamos en condiciones de hacer un gasto así.

—Bueno, su padrino le regaló uno —le sonrió y ella le correspondió el gesto—. ¿Dónde la pones?

—En su casita —le dijo tomándola en sus manos y metiéndola en la casita de madera.

—Está bien equipada, ¿no? —comentó refiriéndose al hogar.

—Sí, todo lo que necesita para su hábitat, aparte de la jaula.

—Yo llevaré la casita, ¿tienes que terminar de plantar?

—Ya lo hice, solo estaba acomodandolas.

Ambos entraron a la Villa juntos con las mascotas, él llevando la casita con el erizo dentro y ella teniendo en brazos a Frutilla.

¡Hola! Parece que todo está arreglado entre ellos, pero faltan algunos pendientes más que los sabrán en los próximos capítulos.

Me gustaría saber qué piensan del capítulo y qué creen que pasará más adelante. Quiero aclarar desde ya que, puedo como no agregar escenas de un posible embarazo de Celeste, así que, eso será algo que lo evalúe en la marcha de la escritura de la historia porque no es algo muy puntual y necesario para la novela.

¡Las leo! 😊

Un besito,

💜🦋🍁🌟

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