🎖️Capítulo 20🎖️
La mañana del cumpleaños de Celeste, ella se despertó con lamidas en la barbilla y de a poco abrió los ojos encontrándose con la carita de Frutilla y con Alessandro de pie a su lado sosteniendo una bandeja con el desayuno para dos personas.
—Buenos días, bambola, traje el desayuno para los dos. —Le dijo poniendo la bandeja sobre su regazo.
—Buen día, no me esperaba el desayuno en la cama —comentó bastante sorprendida.
—Considéralo otro regalo de cumpleaños —le respondió con un beso en los labios—. Tanti auguri, bambola (Muchas felicidades, muñeca), felice compleanno (feliz cumpleaños).
—Muchas gracias.
El barón fue del otro lado para meterse en la cama y desayunar junto con ella.
Sobre la bandeja no solamente estaban los alimentos y las bebidas calientes, sino que también había un pequeño florero con flores de colores que habían florecido del jardín trasero de la villa y un estuche de color verde oscuro.
—El estuche es para ti también.
Celeste lo abrió cuando se lo dijo y se encontró con una insignia para ser usada en las ropas. Era un moño en color rojo y verde en donde colgaba una medalla en oro con diamantes alrededor y dentro estaba grabado el título nobiliario en italiano; baronesa.
—Era de mi madre, lo usaba cuando lo acompañaba a mi padre a los eventos o cuando ella era invitada de forma particular y cuando organizaba ella los eventos. Me pareció un buen momento regalártelo para tu cumpleaños.
—¿Eso quiere decir que sí usarás el título?
—Así es.
—¿Los colores del moño son los colores oficiales?
—Sí, son los que nos identifica como familia de linaje noble.
—¿No te moleste que la use? Era de tu mamá.
—Te aseguro que no, es más, mi madre te tenía mucho aprecio, el día que te tuvo en sus brazos, su cara era de felicidad y yo te miraba con recelo, era muy celoso de mi madre, no me gustaba que los demás niños se acercaran a ella, pero después entendí que así era ella y que tenía que ser amable con los demás también, ese era su rol como baronesa. —Le contó y luego hizo una pausa.
—¿En qué pensás?
—En nada en realidad, solo pensaba en que luego de ese viaje a Argentina, las cosas se pusieron un poco raras aquí, y tres años después mi madre desapareció, yéndose con otro hombre.
—Espera —lo frenó—, una persona no puede desaparecer así nomás. ¿Nunca te pareció raro?
—¿A qué te refieres? —Frunció el ceño mirándola con atención.
—A eso, a que alguien no se puede ir así porque sí. ¿No te parece sospechoso? ¿Nunca te lo pareció?
—Siendo más adulto me lo pareció, de chico no entendía mucho y bueno, ya sabes que le había tomado odio por habernos abandonado sin darnos ninguna explicación.
—Tu papá a veces me cuenta que se querían muchísimo y se amaban demasiado.
—¿Cuándo hablas con él?
—A veces llama a la villa y otras viene para saber cómo está todo por acá. Lo que debías de hacer vos, lo hace él.
—La verdad es que sí, se amaban demasiado, el amor que se tenían el uno por el otro, rompió toda regla y protocolo. Y los dos se desvivían por el otro.
—Y sabiendo eso, ¿no te llama la atención?
Las palabras de Celeste fueron bastante contundentes para que su mente volviera a los dos momentos en donde había recibido esas dos notas anónimas. Y las sospechas estaban siendo más grandes que antes, no solo por esas notas, sino por el grupo que frecuentaba el bar de Cosme y la manera de hablar del líder sobre su esposa, sin contar con que ella y su hermano habían sido interceptados por dos miembros del grupo mientras caminaban.
—Creo que... hay una conexión entre las notas anónimas que recibo, el grupo que tú y yo hemos visto y mi madre, y presiento que el objetivo de ellos ahora eres tú. Pero, esa es una suposición mía, puede que no sea nada, hoy siendo tu cumpleaños deberíamos estar hablando de otra cosa.
—¿Hoy no vas al banco?
—Iré más tarde.
—Está bien, muchas gracias por la insignia, es preciosa.
—No hay de qué, debes usarla para lo que ya sabes —le respondió con una sonrisa y dándole un beso en los labios.
—Lo haré, en cuanto haya un evento me la pondré.
—El festival en Bari, ahí la puedes usar, yo usaré la que me corresponde también.
—Bueno, la usaré ahí entonces.
—¿Qué te pareció dormir juntos? —quiso saber Alessandro.
—Me gustó, ¿y a vos?
—También. —Le sonrió.
—Me alegro mucho —correspondió a su sonrisa.
—Y yo, creo que lo que hicimos anoche o mejor dicho lo que quisiste hacer fue un gran avance en nuestra relación y no quiero que se estanque.
—Me pone contenta escucharte decir eso, Aless.
Él estaba a punto de besarla, pero fueron interrumpidos por los quejidos de Frutilla, quien se había enredado con la manta que estaba a los pies de la cama y la cuál no podía encontrar la manera para sacar la cabeza.
—Creo que a alguien se le está dificultando salir del enredo —dijo con ironía el hombre y se acercó a la perra para ayudarla.
La mascota agradecida, le lamió los dedos de las manos y le ladró.
—¿Estás bien, Frutillita? —La perrita se acercó a ella y se echó a su lado.
—Parece que sí, y cambiando de tema, hoy tu cuñada va a aparecer dentro de un rato.
—No sé ni qué hora es.
—Las ocho de la mañana.
—¿Y tan temprano?
—Sí, creo que tiene algunas sorpresas para ti.
—¿Por ejemplo?
—Ropa y algunas cosas más.
—¿Por qué ropa?
—Porque la necesitas, Celeste, si vamos a ir juntos a los lugares donde nos invitan, vas a tener que vestirte linda.
—Sí, lo sé, pero me da cosa tener que gastar plata que no es mía.
—La que está en la cuenta del banco es tuya, pero los regalos que ella te traerá son pedidos por mí, algunos de ella y la mayoría míos.
—No tenías porqué regalarme tantas cosas para hoy, yo no te regalé mucho, tan solo una camisa.
—Y es más que suficiente, bambola. Considero regalos también las flores que me pones en el despacho cada vez que necesitan un cambio, le dan un toque femenino al lugar y me gusta que tenga un poco de delicadeza el ambiente. Has puesto muy linda la villa, hacía mucho tiempo que no se veía así como ahora.
—Me alegro de verdad que te guste. En el departamento trataba de poner lindo el ambiente también a pesar de las circunstancias.
Un sutil sonido del celular de Celeste le dio la indicación que era un nuevo mensaje y lo agarró para leerlo.
"¡Feliz cumple, Celes! Te quiero un montón, hermana. Aunque ese puesto te queda chico, porque sos como una mamá para mí también. Gracias por darme una crianza como me merecía y una adolescencia libre. Espero que tengas un día lleno de alegrías y con muchos regalos. Nos vemos a la tarde. Me va a buscar al insti el tío Vitto. Un beso"
Los ojos de Celeste se llenaron de lágrimas al leer aquel hermoso mensaje enviado por su hermano y Alessandro lo leyó también. Allí comprendió también las cosas que la joven había dejado de lado para criar a su hermano mientras cuidaba de su padre.
—Tu hermano te quiere mucho.
—Sí y yo a él —le dijo secándose las lágrimas.
Sabina golpeó la puerta del cuarto avisándoles que se encontraba Bianca en la sala.
—Ha llegado temprano —dijo él con una sonrisa—. Iré a vestirme para recibirla.
—Yo terminaré esto y me vestiré también.
En menos de veinte minutos, Celeste apareció frente a los dos y su cuñada fue enseguida a abrazarla por el cuello y darle dos besos en las mejillas mientras la felicitaba por su cumpleaños.
—Veinte, ¿no?
—Sí, veinte. —Asintió con la cabeza.
La italiana le dio un tirón de orejas contando hasta diez y luego otro tirón de la otra oreja contando diez más.
—Todo esto es para ti —le señaló las bolsas que estaban arriba de la mesa—, son lindos regalitos de cumple. Esperamos que te gusten. Dos son míos y el resto son de Alessandro.
—Yo... —no sabía qué más responderle—, muchas gracias a los dos.
Celeste vio marcas que ni siquiera en su vida anterior como rica vio y tuvo. Su padre los malcriaba en darles todos los gustos, pero eran raras las veces que ambos tenían ropa de marca, para ocasiones especiales principalmente. Ella no era de renegar con no tener marcas, le gustaba la ropa y vestirse bien, pero eso no implicaba siempre vestirse con marcas.
—No pensé que fuese a haber bolsas de marcas.
—¿Tu padre no les regalaba cosas de marca? —cuestionó Aless.
—Para cumpleaños y ciertas ocasiones especiales, pero el resto del año no, como él sabía lo que le gustaba a Alan y a mí en cuestión de ropas y accesorios, siempre nos llevaba de compras, pero no tanto a los shoppings. Me gusta la ropa de por sí, así que, no me fijaba si la ropa era o no de marca.
—Entiendo —comentó su marido—. Como dijo Bianca, espero que te guste lo que te elegimos.
—¿Y vos cómo lo elegiste? —Unió las cejas sin saber.
—Por las páginas oficiales. Compré y Bianca las retiró de las tiendas.
—Ah... ya veo. ¿Y cómo diste con mis talles?
—Tengo mis maneras para averiguarlas.
—No quiero saber de qué forma las averiguaste, gracias —expresó la mujer con picardía y risas.
Celeste se ruborizó por completo sin querer.
La joven le preguntó si había desayunado y su cuñada le dijo que sí.
—Yo quiero que abras los regalos, por favor.
—Está bien —rio por lo bajo y se acercó a la mesa para comenzar a revisar las bolsas.
La argentina quedó sorprendida por las cosas tan bonitas que ambos le habían elegido, sobre todo, Alessandro. No creyó que tuviera tan buen gusto y principalmente que lo que le había comprado era delicado y femenino.
—Me gustaron los regalos, muchas gracias a los dos.
—Me iré a trabajar —les avisó el hombre—, ustedes pasen el día en la villa —comunicó sabiendo bien Celeste a lo que se refería con aquello.
—Tenía pensado ir a almorzar con mi cuñada —manifestó la joven mujer.
Alessandro se quedó pensando por unos momentos sobre la petición, pero luego terminó por dar su opinión.
—De acuerdo, pero no se tarden mucho.
—¿Acaso crees que tenemos cinco años las dos? —Lo miró desconcertada su hermana.
—Por supuesto que no, pero tengo mis motivos y no quiero que pases por alto mi petición, por favor, Bianca.
—Está bien, regresaremos apenas salimos del restaurante.
—Perfecto —contestó el barón.
El italiano saludó a su hermana y pronto se acercó a su esposa para mirarla con atención.
—Mi señora —continuó observándola—, nos vemos a la tarde —su tono de voz sonó seductor y sensual, y Celeste, quedó nerviosa y con sensaciones agradables al mismo tiempo.
—Nos vemos después —susurró con la voz entrecortada.
Alessandro se inclinó para darse en un beso en la mejilla y otro en la comisura de los labios.
Bianca carraspeó levemente.
—Upa, el ambiente está caluroso —dio una indirecta con risitas.
El barón se rio y la argentina también. Él se fue de la villa y su cuñada la tomó del brazo para hablarle;
—En el almuerzo me vas a contar cómo van las cosas con mi hermano, estoy más que segura que está enamoradísimo de ti, porque de otra manera, jamás se hubiera comportado así frente a alguien —afirmó con énfasis.
Ante aquellas palabras, Celeste se ruborizó por completo y esbozó una sutil sonrisa. De ser así como Bianca lo planteaba, ella también estaba muy enamorada del barón.
¡Hola! 😊
¿Qué les pareció el capítulo? Alessandro se está comportando como todo un caballero, ¿verdad? Y eso último que le dijo fue sorpresivo y muy hermoso. Yo habría quedado igual que Celeste, ¿y ustedes?
¡Las leo! 😉
Un besito,
💜🦋🍁🌟
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