LA PUERTA DE ODPHIRA
Con una sonrisa de tremenda satisfacción se acercó hacia ellos. Hanna lanzó una flecha, pero Nelia la detuvo con sólo levantar su dedo índice.
—Veo que sigues siendo bastante imprudente —dijo la dama.
—Tú sigues siendo una perra —replicó Hanna.
—Ja, ja, te lo agradezco, ahora, entrégamelo.
—¿Por qué no vienes aquí y me lo quitas?
—Que manía de volverse unos héroes —bufó Nelia. En un parpadeo, la Dama noqueó a Alec y a Hanna, tomó el orbe y volvió a sonreír —. A ustedes no los conozco.
—¡Pues ahora me vas a conocer! —exclamó Sam y se abalanzó con su espada en alto, pero con un simple chasqueó, Sam quedó dormido.
—Un placer —dijo Nelia con sarcasmo —. Tú me pareces algo familiar, ¿Nos hemos visto?
—¿Por qué hace esto? —dijo el bardo señalando a sus amigos caídos.
—Descubrí que siempre estuve del lado equivocado del tablero y cualquiera que no lo quiera aceptar es un obstáculo en mi camino.
—¿Y su hijo era eso, un obstáculo?
Nelia lo miró fijamente, pero su mirada era de resentimiento, como si en verdad se arrepintiera de sus actos. Pero solo fue por un instante, y con un ademán hizo flotar al bardo y lo atrajo hacia ella.
—Déjame ver tu hombro —la dama hizo que el hombro quedara al descubierto y sonrió cuando la marca de Odphira estaba ante sus ojos.
Dane intentó zafarse, pero con un chasquido su oposición cesó. El bardo quedó inconsciente.
Cuando Dane recuperó los sentidos, se dió cuenta de que tenía los ojos vendados. Estaba bastante desorientado, pero se concentró en todo lo que podía escuchar.
—¿Ya están listos? —preguntó lo que sonaba como la voz de Nelia.
—Ja, min frue —contestó una voz gélida, Dane supuso que era la voz de un Iskalec.
—Pues empecemos.
Alguien se acercó hacia el bardo y le quitó la venda de los ojos, la visión le regresaba poco a poco a su estado normal y observó su alrededor.
Todos sus compañeros, incluyendo a Gessa, Kara y Dara, estaban atados y colgados de las manos. Frente a él estaban los cinco Orbes y un gran marco de piedra tallado con runas.
—¡Comencemos el ritual! —anunció Nelia.
Varios Iskalec aparecieron en el lugar y todos juntos formaron una gran sombra negra frente a la puerta. Alíz, la bruja, también se encontraba en el lugar.
—Oh, mektihe Djevel, jeg, din mes trofaste tjener, odpiram vrata til ditt novemu rike.
Los Orbes comenzaron a brillar con gran esplendor y las runas del marco se iluminaron. Nelia volvió a entonar la oración y se acercó al bardo. Sacó una navaja y tomó el brazo derecho de Dane.
—¡Quítame las manos de encima! —exclamó Dane, pero Nelia le extendió la palma de su mano y, sin dejar de decir su oración, le dibujó una runa.
El bardo se quejó de dolor, pero no podía hacer nada más que ver cómo Nelia introducía la navaja una y otra vez en la mano de Dane. Unos Iskalec se acercaron hacia él y lo levantaron.
Hanna se despertó y observó todo lo que estaba sucediendo. Intentó soltarse de las cadenas, pero sus intentos eran en vano. Sus compañeros también comenzaron a despertarse y Hanna se percató de que Gessa, Kara y Dara estaban ahí.
—Gessa, ¿Están bien? —preguntó Hanna, susurrando.
—Sí, ¿Dónde…?
—Cállate y escúchame, ¿Estaban con los caballos?
—Sí.
—¡Mill! —llamó Hanna por lo bajo y la pequeña criatura salió de las ropas de Kara.
—¿Todo este tiempo estuviste ahí?
—Mill, libéranos —le pidió Hanna y el pequeño champiñón se puso manos a la obra con las cadenas de Kara.
Nelia dejó de decir su oración y tomó al bardo por el cabello. Los Iskalec volvieron a formar ese humo negro que parecía enfermizo.
—Ahora, con la llave de Odphira abriré las puertas de mi amo —dijo Nelia y puso la mano de Dane sobre una runa en el marco, la cual era la misma que Dane tenía dibujada.
Cuando la piel hizo contacto con la piedra, todo tembló. El suelo comenzó a crujir y las paredes se agrietaron. Todos se quedaron petrificados ante lo que sus ojos veían. Una especie de manto rojo apareció en el marco de la puerta y poco a poco se hacía más nítido. El otro lado de la puerta era un horrendo lugar, había montañas de fuego, el cielo era de tonalidades rojas y las criaturas más horribles que Dane había visto corrían en su dirección.
Lo que parecía un troll fusionado con una mujer se acercaba hacia Dane con una espada, el bardo se preparó para el golpe, pero este nunca llegó. Una flecha atravesó la cabeza del monstruo y cayó muerto al suelo.
—Gracias Nawi —dijo Hanna a su búho mágico.
El ave les había llevado armas y con el grupo armado comenzó la batalla.
Dane aprovechó la confusión de Nelia y Alíz para huir de ahí. Hanna lanzó una flecha hacia las cadenas de Dane y el impacto las destruyó. Nawi se acercó a él y le soltó su espada. El bardo estaba en la pelea.
Sam atravesó a un Khanukri por la garganta y Gessa usó su lanza para formar una brocheta de Valpis.
Kara demostró sus habilidades de guerrera y se enfrentó con una araña que tenía torso humano.
Alec disparó varias ráfagas con su ballesta de fuego rápido, cualquier monstruo que se acercaba terminaba acribillado.
Dara tenía claro su objetivo y se fue directo contra Alíz. Iba armada con la espada que su pareja había usado por años.
—Hola querida, ¿Cómo está tu novio? —se burló la bruja y sacó su lanza de dos puntas.
Dara saltó sobre ella con un grito y comenzaron a luchar con fiereza. La furia se apoderó del cuerpo de Dara y lanzaba ataques sin piedad. Alíz había subestimado a Dara y le costaba contrarrestar los fuertes embates de la chica.
—¿Cómo detener esto?- pensó el bardo mientras peleaba con una serpiente con alas. Hanna se acercó a él y le preguntó.
—¿Estás bien?
—Sí, ¿Cómo detenemos esto?
—Ya no puede pararse, la puerta está abierta —dijo Hanna mientras lanzaba una flecha a un escorpión gigante.
—Debe haber una forma.
—No la hay, con cada segundo que esto esté abierto, él se hace más fuerte, incluso si logramos cerrarla, ahora tiene la fuerza para crear su propia entrada.
—¿Tardaría mucho en hacer eso?
—No lo sé —Dane le dió un beso en la mejilla a Hanna y la chica lo miró extrañada —, ¿Qué haces?
—Todo saldrá bien, ¿Sí?
—¡Dane, no! —exclamó Hanna, pero el bardo ya había puesto en marcha su plan.
Alíz lanzó un fuerte ataque que desbarató la defensa de Dara, la bruja estaba por lanzar su golpe final, pero Nawi voló hacia los ojos de la bruja, Dara aprovechó esto para atravesar el torso de Alíz. La bruja se quedó sin aire y con un grito de furia Dara le cortó la cabeza de un tajo.
Dane corría sin parar hacia la entrada al mundo de Djevel, en su camino cortaba brazos, pezuñas, patas y lo que fuera necesario. Hanna corría y gritaba detrás de él, pero él no quería parar, no debía parar —soy la llave, soy la llave, las llaves cierran puertas— se decía a sí mismo. Dane atravesó la puerta y el calor lo sofocó en un segundo, varios monstruos seguían corriendo hacía la entrada y el bardo se apresuró.
Buscó la runa que tenía dibujada en la mano y cuando la encontró miró por última vez a Hanna.
—¡No! —exclamó la chica con lágrimas.
—¡Te amo!
Dane tocó la runa y la puerta se cerró de golpe.
Gessa atravesó a un orco con su lanza, Sam destruía Iskalecs y Kara cortaba las cabezas de los monstruos restantes.
Hanna estaba atónita, Dane se había ido, tal vez para siempre. Dara se acercó a ella y por primera vez desde que salieron del santuario, se abrazaron.
Nelia lanzó un grito gutural y se lamentaba en el marco de la puerta.
—¡No! ¡Malditos! —repetía ella, pero su voz sonaba deforme como si dos personas hablaran al mismo tiempo en la misma persona. Los chicos se acercaron con cautela y cuando estuvieron a escasos metros Nelia soltó un grito y de su boca salió un humo denso de color rojo. La dama se retorció de una forma grotesca y después de que todo el humo saliera, su cuerpo golpeó el suelo con fuerza.
—¿Qué diablos fue eso? —preguntó Sam.
—¿Acaso ella estaba… ?
—Poseída —susurró Gessa.
El suelo tembló y los monstruos que querían entrar ahora querían acabar con la vida del que les había negado el paso. Dane sabía que no podía correr, pero si desaparecer. Vio unas montañas en la lejanía y se imaginó estando ahí con todas sus fuerzas, cerró los ojos y se concentró, podía escuchar que los monstruos estaban cerca y de pronto, sus oídos se taparon. Abrió los ojos y se percató de que la puerta y los monstruos estaban a cientos de metros de distancia.
El bardo levantó la mirada hacia el cielo rojo y observó una gran explosión en la montaña más alejada, acompañada de un gritó de frustración.
Dió un fuerte suspiro. Sabía que había hecho lo correcto, pero lo que más le pesaba era que tal vez no volvería a ver a Hanna. Los rugidos y gritos de monstruos que no quería ni imaginar sonaban bastante cerca así que Dane se concentró en volver con Hanna, pero esta vez nada pasó, después de intentarlo por más de veinte veces el bardo se rindió y se dispuso a bajar la montaña.
—Tengo que encontrar la manera de salir de aquí— era el estandarte con el que iba a hacer su viaje en el reino de las sombras. Desenvainó su espada y comenzó su camino, montaña abajo, sin saberlo Dane estaba dando sus últimos pasos y estaba recorriendo el camino más horrible de su vida.
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