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BUSCANDO CONSEJO

Tres semanas.

Se fue hace tres semanas. Me abandonó hace tres semanas. Se fue. No volverá. ¿Por qué las personas que me importan terminan abandonandome? No había otros pensamientos en la mente de Hanna. Y cada vez se repetían más y más seguido.

Daiana había escuchado con atención cada una de las palabras que le decían, y su semblante cambiaba ligeramente cuando le mencionaron las muertes de Osvál y de Vito. Cuando terminaron, los viajeros se veían exhaustos por recordar los dolorosos acontecimientos. Algunos no querían ver a sus antiguos maestros a los ojos.

Antón los miraba con reprobación y negaba con la cabeza. En cambio, Daiana, se rascaba la barbilla, seguramente pensando en que debían hacer ahora.

—No pueden ser más…

—¡Callate Antón! —lo interrumpió Daiana —Escuchen, no queda mucho tiempo. Sé que están hartos, cansados y quieren descansar, pero debemos prepararnos para enfrentar esto.

—Por favor —suplicó Gessa.

—No tenemos alternativa.

—Daiana no seas incrédula, ¿Cómo vamos a enfrentar esto? No tenemos ninguna ventaja contra el infierno mismo —declaró Antón.

—Claro que tenemos una —dijo una voz que por mucho tiempo fue repudiada por todos los que se encontraban en esa habitación. Nelia se incorporó lentamente, tenía la mirada cansada, pero aún así, se veía imponente —. De hecho, tenemos cinco.

—Tú no tienes ningún derecho de hablarnos a la cara —dijo Antón.

—Deja que hable —indicó Daiana.

—Gracias. Decía que tenemos cinco ventajas para hacernos con la victoria.

—¿Y cuáles serían esas supuestas "ventajas"? —cuestionó Antón.

—Los Orbes, podría decir que los dioses están de nuestro lado.

Antón la miró con incredulidad y volteó a ver si era verdad lo que decía su antigua aliada. Alec tomó el bolso sin fondo de Hanna y sacó las cinco esferas que tanto esfuerzo y sacrificio les costó conseguir.

—Los… pero, ¿Cómo? —Antón seguía sin creerlo.

—Creo que olvidaron un ligero detalle en el relato que me contaron —comentó Daiana.

Nelia tenía una pequeña sonrisa de satisfacción, pero se notaba algo en su mirada, algo que no podían definir que era.

—¿Dónde están los demás? Daren, Farina, Leila, ¿Dónde están? —preguntó Nelia.

—No es de tu incumbencia —sentenció Antón.

—Ya callate viejo ridículo.

—¡¿Cómo me llamaste?!

—¡Cállense los dos! —ordenó Daiana —. Dejemos de pelear entre nosotros y empecemos a afrontar lo que nos importa.

—Yo si quiero saber dónde está Daren, no lo he visto en años—comentó Kara.

—No lo sabemos, él y los demás se fueron hace unos meses y no volvieron —dijo Daiana.

—¿A dónde fueron? —preguntó Nelia.

—Subieron las montañas en busca de consejo, pero no hemos tenido noticias desde su partida —respondió Daiana.

—Bueno, ¿Qué haremos ahora? —cuestionó Dara.

—No es mal momento para pedir consejo a los dioses, literalmente hablando —sugirió Kara.

—Lo haré yo —se ofreció Nelia.

—¡Eso es inaceptable! después de todo lo que has causado, ¿Te crees con la autoridad para ver a los dioses?  —objetó Antón.

—¿Quién lo hará entonces?, ¿Tú?

—Yo quiero hacerlo —dijo Hanna con un hilo de voz y todos voltearon a verla.

—Mi niña, ¿estás segura que quieres hacerlo? —le preguntó su mentora y Hanna asintió —. Muy bien, elige uno.

Hanna se acercó a los Orbes y tomó el de color verde, se relajó y su conciencia se manifestó dentro de la esfera. Se le taparon los oídos y su visión se volvió borrosa. Era una sensación que era desagradable y satisfactoria al mismo tiempo. Ella tal vez no lo aceptaría, pero por un instante pensó en quedarse en trance y que su conciencia permaneciera en el limbo.

Hanna se encontraba en un jardín lleno de flores hermosas, había de todos los colores, formas y tamaños. Hanna tomó una gerbera y la acercó a su pecho, la olió y cerró los ojos, se imaginó estando en su propio jardín con Dane, recogiendo flores, mirando el cielo y disfrutando de una vida libre como debe de ser para todas las criaturas del mundo. Pero ese sueño poco a poco se desvanecía.

Una mujer con la piel de un tono rosado, tenía ojos pequeños, labios carnosos y unos dientes de conejo muy característicos, llevaba todo tipo de flores adornandole el cabello se acercó a Hanna. La chica hizo una reverencia y la diosa Nayira le sonrió.

—Hola, querida, ¿Qué puedo hacer por tí? —saludó la diosa con cordialidad.

—Lamento la molestia, pero necesito consejo.

—No es ninguna molestia, querida, si supieras la cantidad de visitas que recibo al dia, jaja —bromeó Nayira y Hanna sonrió.

—Supongo que sabe porque he venido.

—Tengo mis suposiciones, ¿es por el muchacho o por las travesuras de mi hermano?

—Supongo que un poco de ambas, pero, necesito saber, ¿sabe si él está vivo?

—Mi visión en el mundo de mi hermano es limitada, pero veo una ligera chispa de luz en un gran montón de oscuridad.

Hanna odiaba que los dioses hablaran como si fueran acertijos y más cuando se trataban de preguntas importantes.

—Gracias. Ahora, sobre lo de su hermano…

—Es difícil, se ha vuelto bastante fuerte y ahora puede crear su propia entrada a su mundo.

—¿Podemos detenerlo?

—Hay una minúscula oportunidad, pero aún si todos los astros se alinearan, necesitarían ayuda.

—¿Ayuda de quién? —Hanna se comenzaba a impacientar.

—Pregunta a aquellos que llegaron antes.

—¿Los que llegaron antes?

—Así es. Este mundo no solo lo pertenece a los humanos, ¿Sabes? Hay mas seres que también tienen derecho a dar su opinión.

—¿Estamos hablando de los animales y las plantas?

—Temo que nuestra charla ha llegado a su fin querida, hasta la próxima.

—No, espere…

Nayira le guiñó el ojo y con un aplauso un montón de flores cubrieron a Hanna y en un parpadeo, la chica se encontraba de vuelta en el comedor del refugio.

—¿Cómo te fue? —preguntó Daiana.

—Bien, supongo —contestó Hanna, recuperando el aliento.

—¿Qué te dijo?

—"Debemos buscar a aquellos que llegaron antes", lo que sea que signifique eso.

—Bueno, creo que es bastante obvio —comentó Nelia.

—Ilustranos, sí no es molestia —dijo Antón con sarcasmo.

—Por favor, no puedo ser más claro, ¿Y dices ser el más sabio del consejo?

—Nelia, basta. Dinos la solución.

—Es obvio, ¿Cuáles fueron las primeras criaturas en pisar esta tierra? Debemos hablar con los elfos.

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